En su célebre nota de 1933 sobre “El arte de injuriar”, que tantas veces hemos leído, Borges cita como último ejemplo
la injuria más espléndida que conozco: injuria tanto más singular si consideramos que es el único roce de su autor con la literatura. “Los dioses no consintieron que Santos Chocano deshonrara el patíbulo, muriendo en él. Ahí está vivo, después de haber fatigado la infamia.” Deshonrar el patíbulo. Fatigar la infamia. A fuerza de abstracciones ilustres, la fulminación descargada por Vargas Vila rehúsa cualquier trato con el paciente, y lo deja ileso, inverosímil, muy secundario y posiblemente inmoral. Basta la mención más fugaz del nombre de Chocano para que alguno reconstruya la imprecación, oscureciendo con maligno esplendor todo cuanto a él se refiere –hasta los pormenores y los síntomas de esa infamia.
El curioso lector fatigará en vano las páginas de Vargas Vila en busca de ese “único roce de su autor con la literatura”. Pero lo encontrará, en esbozo, en un artículo del polígrafo aragonés Ángel Samblancat, “¡Chocanadas¡” (1926):
Por cierto que Vargas Vila fue uno de los que firmaron el memorial, pidiendo piedad para el reo. Preguntado el crudo panfletario por qué había suscrito aquella instancia, respondió:
–Lo hice, no por salvar a Chocano, sino por otra razón. Me dije: Chocano ha deshonrado a la poesía, a la familia, a la patria, a la amistad, hasta el dinero. Ahora, si lo ejecutan, va a deshonrar al patíbulo; al patíbulo, que es una de las últimas cosas conmovedoras y terribles que quedan en la tierra. El patíbulo no debe ser deshonrado. Firmé, pues, no para salvar a Chocano del patíbulo, sino para librar al patíbulo de Chocano.
El roce con la literatura está en la cita de Borges, no en la verbosa torpeza de Vargas Vila, que al explicarlo y justificarlo echa a perder el hallazgo.
Es que no era suyo. Vargas Vila debe de haberlo leído en el siguiente pasaje:
Esos miserables tiemblan bajo su nombre que anonada; tienen miedo o aparentan tener miedo por su infame cabeza; pero, necios, ¿no veis que eso sería deshonrar el patíbulo? ¿remover la antigua cuchilla de las revoluciones para ellos?
¡Para ellos! ¿Es posible que tal piensen?
¡Deshonrar así el patíbulo!
Pero, bribones, varios mártires que iban con la frente erguida; varios justos y héroes que se sonreían al borde del abismo han muerto encima de ese tablado haciéndolo sublime…
Es una traducción de la segunda parte del capítulo nueve del libro VII, “Les sauveurs se sauveront”, de Les Châtiments, de Victor Hugo:
Ils tremblent, ces coquins, sous leur nom accablant;
Ils ont peur pour leur tête infâme, ou font semblant;
Mais, marauds, ce serait déshonorer la Grève!
Des révolutions remuer le vieux glaive
Pour eux ! y songent-ils ? diffamer l’échafaud!
Mais, drôles, des martyrs, qui marchaient le front haut,
Des justes, des héros, souriant à l’abîme,
Sont morts sur cette planche et l’ont faite sublime!
No sé a qué nombre corresponden las iniciales F. J. M. N. que acreditan la edición de Los Castigos publicada por la Librería Ibérica de V. Pérez en Barcelona, en 1872. Pero fue ese traductor quien primero advirtió el hallazgo: se nota en que repite la frase para traducir dos oraciones distintas: déshonorer la Grève / diffamer l’échafaud. No sin justificación: la Place de la Grève, hoy Place de l’Hôtel-de-Ville, era donde se llevaban a cabo las ejecuciones públicas.
En cuanto a “fatigar la infamia”, es tan inconfundible que no puede ser sino un guiño. Borges le atribuye a Vargas Vila una frase de Borges y otra que es sucesivamente de Victor Hugo y de su traductor y del propio Borges, y para enaltecer el elogio las señala como excepcionales. La injuria magnífica, tanto más singular si consideramos que es el único roce de su autor con la literatura, es de Vargas Vila solo en cuanto personaje de Borges. ~