El reino de la queja

Ceniza en la boca

Brenda Navarro

Sexto Piso

Barcelona, , , 2022,, 196 pp.

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Ceniza en la boca, de Brenda Navarro, es la segunda novela de esta autora mexicana radicada en España. Siempre resulta difícil escribir un segundo libro sobre todo si el primero fue exitoso. Lo fue Casas vacías, historia del robo de un niño contada por la mamá y por la ladrona. Una novela dura, de lenguaje y de corazón. Ceniza en la boca es también una novela dura, narrada, como la anterior, en primera persona por una mujer rota. Una mujer quebrada por una vida superior a sus fuerzas. Aquí no es el robo de un niño sino el suicidio de un hermano lo que desencadena la historia.

Tienen muchos rasgos en común las dos novelas. Ambas transcurren entre México y España, ambas son protagonizadas por mujeres a las que les ocurre una desgracia. Las comparaciones son odiosas, pero necesarias. La fuerza de la desolación que alcanzó en Casas vacías quiso Brenda Navarro replicarla en Ceniza en la boca. El tono es parecido, el rencor frente a la vida también, ambas protagonistas comparten la misma confusión, incluso el registro de lenguaje es similar. Casi idéntico. Casi. Ahora Navarro se permite mayores libertades con la prosa. Como el uso reiterado de onomatopeyas.  Praaanclapcrashgoro gorobruuumgruumgrrr. No es un recurso muy afortunado dado que la narradora lo emplea para referirse a la muerte de su hermano. Se aventó de un quinto piso. “Así: pum. No, así: pooom. No, así: crag.” Recurso que recorre la novela: “pimpascrash, Diego azotándose en el piso”. La novela no es cómica, ni simpática, todo lo contrario, es realista y cruel, descarnada. El recurso resulta chocante. Pero no tanto como cuando la autora olvida que la que narra no es ella sino la protagonista de la novela (sin nombre), la mujer deshecha, rota y sin futuro, y se pone entonces lírica: “te veo brillar en tu camino, sigue…”, le dice a su hermano muerto, y más adelante: “quédate aquí, en el mar de lágrimas de mi abuela. Sé el muerto que quisiste ser”. Caídas en el lenguaje. De la onomatopeya a lo sublime fallido. No es fácil escribir una segunda novela luego de que la primera fue exitosa. Se engolosina uno con los recursos que en la primera le funcionaron bien. La protagonista de la segunda podría ser la protagonista de la primera novela. Misma voz, mismo tono, misma confusión, mujeres duras y al mismo tiempo frágiles a las que la vida golpea sin que ellas sepan cómo defenderse.

Brenda Navarro demostró en Casas vacías que puede ser una excelente novelista de mujeres desoladas. Debe, quizás, ensayar otros personajes, otros registros y otros ambientes. Probarse en otras pistas. Dejar de escribir la misma novela.

¿Por qué se arrojó el hermano de un quinto piso? ¿Por qué se queja de todo la narradora? Ella y su hermano vivieron una infancia difícil y luego su mamá se los llevó a vivir a España. Nunca pudieron adaptarse. Les ofrecían oportunidades, las rechazaban. Tenían casa, papeles, una madre que veía por ellos. Pero no se sentían “bienvenidos”. A muchos otros inmigrantes tampoco los tratan bien (por el color de su piel, por el idioma, por ser pobres), pero se abren camino con voluntad y astucia. Ellos no. Como en la anterior novela, todo es quejumbre. “Deja de autocompadecerte”, le grita su abuela. Pero así sigue hasta el final. Novela de personajes derrotados de antemano. ¿Qué motivó que su hermano se aventara del balcón? La ruptura con su novia. Un pleito con unos gamberros. ¿Solo eso? Hay almas sensibles, sin duda. ¿Qué es lo que más te molesta de España?, le preguntó su hermana a Diego, el suicida: “Que ya no puedo bailar.”

El dolor de la protagonista es real, las motivaciones del hermano, oscuras. ¿El dolor de la protagonista es real? La muerte de Diego, dice la narradora, “me parece la más loable”. ¿Loable es la palabra? Una muerte absurda. Diego en Madrid estudiaba, tenía novia, tenía amigos, se preocupaban por él en su casa. Pero él sentía que “no tenía futuro”. No se sabe por qué. La narradora no profundiza en su personaje. Solo dice que se lanzó del quinto piso y luego plan, pam, crash. España los rechazaba “por no ser como ellos”. Bueno, sí, como a todos los migrantes. Pero no por eso se avientan del balcón.

Casas vacías (2018) es una novela estupenda. Ceniza en la boca es una buena novela, todavía en la estela de la anterior. Brenda Navarro en sus mejores momentos tiene una prosa de enorme fuerza, sumamente expresiva, desgarradora. Sus personajes aún están en busca de su mejor definición. Se trata de novelas de emociones confusas, de personajes que luchan una y otra vez contra el mundo y siempre pierden. Hay secuestros, decapitados, mujeres golpeadas por sus maridos, adolescentes violadas por sus tíos, militares convertidos en narcotraficantes, mujeres desaparecidas y otras muertas en balaceras. En medio de ese espantoso mundo, dos jóvenes tratan de abrirse camino en España. No lo logran, sucumben.

Estoy absolutamente convencido de que Brenda Navarro lo volverá a intentar y, a diferencia de sus personajes, lo hará con mayor fuerza, penetración y precisión. Tiene todo para lograrlo. ~

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