Heffelfinger, primer futbolista profesional

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Dicen las historias que entre 1890 y 1905 la prรกctica del futbol americano matรณ a trescientos treinta estudiantes universitarios. No se especifica si los decesos ocurrieron en el campo durante el transcurso de un partido, o si fueron mรกs bien muertes ulteriores y privadas, asuntos extracancha. En cualquier caso, es una tropa entera, el batallรณn de un ejรฉrcito el que en quince aรฑos perdiรณ la vida por retozar tras un balรณn de piel inflada. Y quizรก la pregunta que con mรกs urgencia uno, desapasionado, de lejos, se plantea al leer esto es: ยฟy para quรฉ?

Porque lo que se infiere de esas historias que narran el origen de un deporte es que esa pregunta estaba siendo planteada, de alguna forma u otra. Es decir, ยฟpara quรฉ seguir formรกndonos como si fuรฉramos un escuadrรณn al borde de una trinchera, y pelearle a otro escuadrรณn igual, pero con suรฉteres distintos, la posesiรณn de un balรณn por todo un campo? Y la respuesta, de algรบn modo, cambiรณ profunda, irremediablemente, un sรกbado de noviembre de 1892.

William Heffelfinger medรญa poco mรกs de un metro noventa, pero no era precisamente un titรกn. Su apodo infantil, โ€œPudgeโ€ โ€“rechoncho, rollizo, gorditoโ€“, describรญa tanto el fรญsico del infante como la personalidad del joven adulto que practicaba baseball y futbol americano en sus aรฑos escolares. El proverbial gigante atolondrado, el bonachรณn inconsciente de las posibilidades, mucho menos de las consecuencias de su fuerza, era sin embargo un atleta de excepciรณn. La Universidad de Yale contรณ con sus servicios como guardia โ€“posiciรณn extenuante en un deporte de por sรญ brutal, frente de la lรญnea, vanguardia del ataque, principal punto de contacto, carne de caรฑรณnโ€“ durante cuatro aรฑos. Graduado y suelto en el mundo de los adultos, Pudge siguiรณ jugando en una liga amateur de Chicago como las de entonces โ€“recordemos que el siglo XIX aรบn no terminaba y el deporte entonces seguรญa siendo la exigencia del cuerpo para la recreaciรณn del espรญritu, descargo de las tensiones sociales y solaz de una sociedad que descifraba quรฉ hacer con sus ratos de tiempo libre.

Al tiempo que el bueno de Pudge chocaba de cabeza contra sus desafortunados contrincantes, en la ciudad obrera de Pittsburgh sucedรญa lo que en casi todas las localidades del mundo conocido desde hacรญa algunas dรฉcadas: estallaba una rivalidad entre dos clubes deportivos. Lo que en otros sitios eran rivalidades escolares o religiosas (el equipo de una parroquia contra otro), en este sitio era simplemente una rivalidad zonal, citadina. La Allegheny Athletic Association era el club menor frente al Pittsburgh Athletic Club (conocido antes como East End Gym). Perdรญan en todos los deportes, hasta que decidieron incorporar el futbol americano a sus actividades recreativas. Y entonces sรญ, los de enfrente estaban en problemas: la triple A se imponรญa con facilidad en cada encuentro. Y al igual que cada una de estas rivalidades en otras latitudes y otros deportes, la pregunta con la que iniciamos era planteada y respondida en el mismo movimiento: Se compite por la gloria, por el amor a la victoria, por la ilusiรณn que da saberse vencedor en una contienda arbitraria pero acordada entre rivales. Para eso, en esencia, cada club seguรญa con vida: para poder jugarse la reputaciรณn con la confianza de que una vez mรกs serรญan los ganadores; de que ahora sรญ remontarรญan las derrotas del pasado.

Sรกbado. Un campo en la ribera norte del Allegheny. El segundo partido de la temporada 1892 entre la Allegheny Athletic Association y el Pittsburgh Athletic Club (el primero lo ganรณ Pittsburgh) estรก a punto de no jugarse. Los integrantes de Pittsburgh abandonaron el campo porque, dicen, los rivales contravienen uno de los principios bรกsicos de la liga: traen jugadores a sueldo, mercenarios, ringers, entre sus filas. Despuรฉs de mucha discusiรณn, regresan al campo y aceptan jugar. El partido, una batalla particularmente sorda y forzuda, termina con el bajo marcador de 4-0 a favor de los acusados. El รบnico touchdown (en ese momento valรญan cuatro puntos y no seis como ahora) lo anotรณ, quiรฉn mรกs sino William โ€œPudgeโ€ Heffelfinger. Y uno se pregunta, ademรกs de quรฉ hacรญa ahรญ un tipo que solรญa jugar en una liga a muchas millas de distancia, ยฟpara quรฉ llevarlo a reforzar las filas de un equipo que no era el suyo? Tardaron dรฉcadas en esclarecer con toda claridad quรฉ hacรญa Pudge Heffelfinger en la ribera norte del Allegheny el 12 de noviembre de 1892. Pero cuando aparecieron los libros contables de la Allegheny Athletic Association, quedรณ certificado: โ€œgame performance bonus to W. Heffelfinger for playing (cash) $500โ€.

Es imposible decir si ese fue el primer caso de un jugador de futbol americano que recibรญa dinero por jugar. Durante esos aรฑos, no solo en los campos de futbol americano sino en la mayorรญa de los deportes y en gran cantidad de paรญses se coqueteaba con dejar atrรกs el amateurismo e inaugurar esa carrera armamentista en la que se convirtiรณ el deporte profesional. Pero al tener el documento se tiene aniversario y protagonista: Pudge, el bonachรณn, es el primer profesional del futbol americano.

El historiador inglรฉs David Goldblatt escribiรณ en la introducciรณn a su compendio infaltable sobre el futbol nuestro (no el americano) algo que aplica en general a cualquier deporte profesional: โ€œAl futbol lo anima tanto el amor como el dinero, y si algo es mรกs poderoso que la vida y la muerte, son esos dos.โ€ En cuanto se abandonรณ el amateurismo, la pregunta para quรฉ jugar dejรณ de tener una respuesta asรญ de clara como se pretendรญa en aquellos aรฑos. Aunque en la cancha se aspira a que lo รบnico que importa es el amor al juego, la gloria y el logro por sรญ mismo, es cierto que para conseguir esos triunfos hace falta plata, y, mรกs aรบn, para que exista el deporte como tal hacen falta costales y costales de dinero que se consiguen รบnicamente poniendo en una vitrina, allรก lejos, esos ideales de gloria, amor al juego y cediendo al calculado jaloneo de los mercados. Pudge de esto no tiene culpa propiamente. ร‰l solo era un gigante muy capaz que recibiรณ doscientos cincuenta dรณlares mรกs de un equipo que del otro para chocar de frente contra otros hombres tras un balรณn de piel inflada. ~

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(ciudad de Mรฉxico, 1980) es ensayista y traductor.


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