Il maestro: Federico Fellini y la magia perdida del cine

En los aรฑos sesenta, Federico Fellini se convirtiรณ en algo mรกs que un cineasta, era una influencia que parecรญa permear toda la cultura. Volver a sus pelรญculas, a la รฉpoca que iluminรณ, permite cuestionar la devaluaciรณn actual del sรฉptimo arte.
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Exterior. calle 8. tarde (c. 1959).

cรกmara en movimiento continuo en el hombro de un joven, cerca de la veintena, que camina hacia el oeste por una transitada calle de Greenwich Village.

Debajo de un brazo, lleva libros. En la otra mano, un ejemplar de The Village Voice.

Camina deprisa, por delante de hombres con abrigos y sombreros, mujeres con paรฑuelos en la cabeza que empujan carritos plegables de la compra, parejas que se dan la mano, poetas, prostitutas, mรบsicos y borrachos, por delante de ultramarinos, tiendas de licor, delis, edificios de apartamentos.

Pero el joven estรก concentrado en una cosa: la marquesina del Art Theatre, donde exhiben Shadows de John Cassavetes y Los primos de Claude Chabrol.

Hace una nota mental y luego cruza la Quinta Avenida y sigue caminando hacia el oeste, por delante de librerรญas y tiendas de discos y zapaterรญas, hasta que llega a 8th Street Playhouse: Cuando pasan las cigรผeรฑas e Hiroshima mon amour, ยกy pronto exhibirรกn Sin aliento de Godard!

Seguimos con รฉl mientras gira a la izquierda por la Sexta Avenida y pasa por delante de restaurantes y mรกs tiendas de alcohol y kioscos y un estanco y cruza la calle para echar un vistazo a la marquesina del Waverly: Cenizas y diamantes.

Gira hacia el este en la Calle 4 Oeste, por delante de Kettle of Fish y la Judson Memorial Church en Washington Square Sur, donde un hombre con un traje andrajoso reparte folletos: ยกAnita Ekberg vestida en pieles, y La dolce vita que se estrena en un teatro de verdad en Broadway, con asientos reservados a precio de entradas de Broadway!

Baja por LaGuardia Place hacia Bleecker, por delante de Village Gate y el Bitter End hacia el Bleecker Street Cinema, donde proyectan A travรฉs del espejo, Disparen sobre el pianista y El amor a los veinte aรฑos. ยกY La noche aguanta un tercer mes mรกs!

Se pone en fila para ver la pelรญcula de Truffaut y abre el ejemplar del Voice en la secciรณn de cines y una cornucopia de joyas desde las pรกginas salta a su alrededor: Luz de invierno…, Pickpocket…, El ojo maligno, La mano en la trampa…, proyecciones de Andy Warhol…, Cerdos y acorazados… Kenneth Anger y Stan Brakhage en Anthology Film Archives… Morir matando… y en medio de todo, mรกs grande que el resto: ยกjoseph e. levine presenta 8ยฝ de federico fellini!

Mientras ojea las pรกginas, la cรกmara se levanta por encima de รฉl y de la gente que espera, como en las olas de su excitaciรณn.

Flash forward al presente, cuando el arte del cine es sistemรกticamente devaluado, apartado, disminuido y reducido a su mรญnimo comรบn denominador: โ€œcontenidoโ€.

Hace solo quince aรฑos el tรฉrmino โ€œcontenidoโ€ solo se oรญa cuando la gente hablaba del cine de forma seria, y contrastaba y se medรญa frente a la โ€œformaโ€. Luego, poco a poco, lo fueron utilizando quienes tomaron las compaรฑรญas mediรกticas, que, en su mayorรญa, no sabรญan nada de la historia de la forma artรญstica, y a los que ni siquiera les importaba lo suficiente como para pensar que deberรญan. El โ€œcontenidoโ€ se convirtiรณ en un tรฉrmino empresarial para todas las imรกgenes en movimiento: una pelรญcula de David Lean, un video de gatos, un anuncio del Super Bowl, una secuela de superhรฉroes, el episodio de una serie. Estaba unido, por supuesto, no a la experiencia en el cine sino a la visualizaciรณn en casa, en las plataformas de streaming que han relevado a la experiencia cinematogrรกfica tanto como Amazon ha relevado a las tiendas fรญsicas. Por un lado, esto ha sido bueno para los cineastas, yo incluido. Por otro, ha creado una situaciรณn en la que todo se presenta al espectador al mismo nivel, algo que parece democrรกtico pero no lo es. Si lo que vas a ver es โ€œsugeridoโ€ por algoritmos a partir de lo que ya has visto, y las sugerencias solo se basan en el tema o el gรฉnero, ยฟquรฉ le hace eso al arte del cine?

El comisariado o la curadurรญa no es algo antidemocrรกtico o โ€œelitistaโ€, un tรฉrmino que ahora se utiliza tan a menudo que carece de significado. Es un acto de generosidad: compartes lo que amas y te ha inspirado. (Las mejores plataformas de streaming, como Criterion Channel y mubi y medios tradicionales como tcm, se basan en la curadurรญa, realmente la hacen.) Los algoritmos, por definiciรณn, se basan en cรกlculos que tratan al espectador como un consumidor y nada mรกs.

Las decisiones que tomaban distribuidores como Amos Vogel en Grove Press en los aรฑos sesenta no eran solo actos de generosidad sino, muy a menudo, de valentรญa. Dan Talbot, que era exhibidor y programador, fundรณ New York Films para distribuir una pelรญcula que le encantaba, Antes de la revoluciรณn, de Bertolucci, no exactamente una apuesta segura. Las pelรญculas que llegaban aquรญ gracias a los esfuerzos de estos y otros distribuidores, curadores y exhibidores crearon un momento extraordinario. Las circunstancias de aquel momento se han ido para siempre, desde la primacรญa de la experiencia de ir a la sala hasta la experiencia compartida por las posibilidades del cine. Por eso vuelvo a aquellos aรฑos tan a menudo. Me siento afortunado por haber vivido y ser joven entonces y estar abierto a todo lo que estaba pasando. El cine siempre ha sido mucho mรกs que contenido, y siempre lo serรก, y los aรฑos en que esas pelรญculas salรญan en todas partes del mundo, hablando entre sรญ y redefiniendo la forma artรญstica cada semana, son la prueba.

En esencia, esos artistas estaban jugando constantemente con la pregunta โ€œยฟQuรฉ es el cine?โ€ y despuรฉs arrojรกndosela a la siguiente pelรญcula para que respondiera. Nadie operaba en un vacรญo, y todo el mundo parecรญa responder y alimentarse de todos los demรกs. Godard, Bertolucci, Antonioni, Bergman, Imamura, Ray, Cassavetes, Kubrick, Varda y Warhol estaban reinventando el cine con cada movimiento de cรกmara y cada corte, y cineastas mรกs establecidos como Welles, Bresson, Huston y Visconti cobraban nuevas energรญas por el aluviรณn de creatividad a su alrededor.

En el centro de todo, habรญa un director al que todo el mundo conocรญa, un artista cuyo nombre era sinรณnimo del cine y de lo que podรญa lograr. Era un hombre que evocaba de forma instantรกnea cierto estilo, una cierta actitud hacia el mundo. De hecho, se convirtiรณ en un adjetivo. Digamos que querรญas describir la atmรณsfera surrealista de una cena, o una boda, o un funeral, o una convenciรณn polรญtica, o, ya que estamos, la locura de todo el planeta: todo lo que tenรญas que hacer era decir la palabra โ€œfellinianaโ€ y la gente sabรญa exactamente lo que querรญas decir.

En los aรฑos sesenta, Federico Fellini se convirtiรณ en algo mรกs que un cineasta. Como Chaplin, Picasso y los Beatles, era mucho mรกs grande que su propio arte. En cierto momento, ya no se trataba de esta o aquella pelรญcula sino de todas las pelรญculas combinadas como grandioso gesto escrito por toda la galaxia. Ir a ver una pelรญcula de Fellini era como oรญr cantar a Callas, ver actuar a Olivier o bailar a Nurรฉyev. Sus pelรญculas empezaron incluso a incorporar su nombre: El Satiricรณn de Fellini, El Casanova de Fellini. El รบnico ejemplo comparable era Hitchcock, pero era otra cosa: una marca, un gรฉnero en sรญ. Fellini era el virtuoso del cine.

Ahora lleva casi treinta aรฑos muerto. El momento en el que su influencia parecรญa permear toda la cultura ha quedado muy atrรกs. Por eso la caja de Criterion, Essential Fellini, que saliรณ el aรฑo pasado para celebrar el centenario de su nacimiento, es tan oportuna.

La absoluta maestrรญa visual de Fellini empezรณ en 1963 con 8ยฝ, donde la cรกmara planea, flota y se eleva entre realidades interiores y exteriores, en sintonรญa con los cambiantes estados de รกnimo y los pensamientos secretos del รกlter ego de Fellini, Guido, interpretado por Marcello Mastroianni. Veo fragmentos de esa pelรญcula, a la que he vuelto mรกs veces de las que puedo contar, y me pregunto: ยฟcรณmo lo hizo? ยฟCรณmo es que cada movimiento, gesto y rรกfaga de viento parece quedar perfectamente en su sitio? ยฟCรณmo es que todo parece extraรฑo e inevitable, como en un sueรฑo? ยฟCรณmo puede estar cada momento tan lleno de un anhelo inexplicable?

El sonido desempeรฑรณ una parte importante en ese estado de รกnimo. Fellini era tan creativo con el sonido como con las imรกgenes. El cine italiano tiene una larga tradiciรณn de no sincronizaciรณn que empezรณ con Mussolini, que decretรณ que todas las pelรญculas importadas de otros paรญses debรญan doblarse. En muchas pelรญculas italianas, incluso algunas de las mejores, la sensaciรณn del sonido desacoplado puede desorientar. Fellini sabรญa cรณmo utilizar esa desorientaciรณn como herramienta expresiva. El sonido y las imรกgenes de sus pelรญculas interactรบan y se aumentan entre sรญ, de modo que toda la experiencia cinematogrรกfica se mueve como mรบsica, o como un gran pergamino que se despliega. Hoy nos asombran las รบltimas herramientas tecnolรณgicas y lo que pueden hacer. Pero las cรกmaras digitales mรกs ligeras y tรฉcnicas de posproducciรณn como el stitching y morphing digitales no hacen la pelรญcula por ti: hacerla consiste en las decisiones que tomas para crear la pelรญcula entera. Para los mejores artistas, como Fellini, ningรบn elemento es demasiado pequeรฑo: todo cuenta. Estoy seguro de que le habrรญan entusiasmado las ligeras cรกmaras digitales, pero eso no habrรญa cambiado el rigor y la precisiรณn de sus decisiones artรญsticas.

Es importante recordar que Fellini empezรณ en el neorrealismo, lo que resulta interesante porque en muchos sentidos acabรณ representando el polo opuesto. Fue una de las personas que inventaron el neorrealismo, en colaboraciรณn con su mentor Roberto Rossellini. Ese momento todavรญa me asombra. Fue la inspiraciรณn de gran parte del cine y dudo que toda la creatividad y exploraciรณn de los cincuenta y sesenta pudiera haber ocurrido sin el neorrealismo como base. No fue tanto un movimiento como un grupo de artistas cinematogrรกficos que respondรญan a un momento inimaginable de la vida de su paรญs. Despuรฉs de veinte aรฑos de fascismo, despuรฉs de tanta crueldad, terror y destrucciรณn, ยฟcรณmo podรญa uno seguir adelante, como individuo y como paรญs? Las pelรญculas de Rossellini, De Sica, Visconti, Zavattini, Fellini y otros, pelรญculas donde la estรฉtica, la moralidad y la espiritualidad estaban tan estrechamente relacionadas que no se podรญan separar, desempeรฑaron un papel vital en la redenciรณn de Italia a los ojos del mundo.

Fellini coescribiรณ Roma, ciudad abierta y Paisร  (al parecer tambiรฉn entrรณ para dirigir unas escenas en el episodio florentino cuando Rossellini estaba enfermo), y coescribiรณ y actuรณ en Amor. Su camino como artista obviamente divergiรณ del de Rossellini desde el principio, pero los dos mantuvieron un gran amor y respeto mutuos. Y Fellini dijo en una ocasiรณn algo bastante astuto: que lo que la gente describรญa como neorrealismo en realidad solo existรญa en las pelรญculas de Rossellini y en ningรบn sitio mรกs. Al margen de Ladrรณn de bicicletas, Umberto D. y La tierra tiembla, creo que Fellini querรญa decir que Rossellini era el รบnico con esa profunda y duradera complicidad en la simplicidad y la humanidad, el รบnico que trabajaba para permitir que la vida llegara tan cerca como fuera posible a contar su propia historia. Fellini, en cambio, era un estilista y un fabulista, un mago y un contador de historias, pero la base en la experiencia vivida y en la รฉtica que recibiรณ de Rossellini fue crucial para el espรญritu de sus pelรญculas.

Me hice adulto cuando Fellini se desarrollaba y florecรญa como artista, y muchas de sus pelรญculas se volvieron tesoros para mรญ. Vi La strada, la historia de una pobre joven vendida a un forzudo ambulante, cuando tenรญa unos trece aรฑos, y me afectรณ de manera particular. Era una pelรญcula que estaba ambientada en la Italia de posguerra pero se desarrollaba como una balada medieval, o algo incluso anterior, como una emanaciรณn del mundo antiguo. Esto tambiรฉn podrรญa decirse de La dolce vita, creo, pero eso era un panorama, un desfile de la vida moderna y la desconexiรณn espiritual. La strada, estrenada en 1954 (y en Estados Unidos dos aรฑos mรกs tarde), era un cuadro mรกs pequeรฑo, una fรกbula basada en lo elemental: tierra, cielo, inocencia, crueldad, afecto, destrucciรณn.

Para mรญ, tenรญa una dimensiรณn aรฑadida. La vi por primera vez con mi familia en televisiรณn, y la historia resultaba real para mis abuelos como reflejo de las adversidades que habรญan encontrado en Europa. La strada no fue bien recibida en Italia. Para algunos era una traiciรณn al neorrealismo (muchas pelรญculas italianas de la รฉpoca se juzgaban segรบn este estรกndar), y supongo que ambientar una historia tan รกspera en el marco de una fรกbula era demasiado extraรฑo para muchos espectadores italianos. En el resto del mundo, fue un รฉxito enorme, la pelรญcula que de verdad construyรณ a Fellini. Fue la pelรญcula por la que Fellini parecรญa haber trabajado y sufrido mรกs: su guion de rodaje era tan detallado que tenรญa seiscientas pรกginas, y casi al final de una producciรณn extremadamente difรญcil habรญa tenido una crisis psicolรณgica y tuvo que ir a la primera de las (creo) muchas sesiones de psicoanรกlisis antes de terminar la filmaciรณn. Tambiรฉn fue la pelรญcula que mรกs quiso durante el resto de su vida.

Las noches de Cabiria, una serie de episodios fantรกsticos en la vida de una prostituta romana (la inspiraciรณn para el musical de Broadway y la pelรญcula de Bob Fosse Noches en la ciudad), consolidรณ su reputaciรณn. Como a todo el mundo, me pareciรณ emocionalmente abrumadora. Pero la siguiente gran revelaciรณn fue La dolce vita. Fue una experiencia inolvidable ver esa pelรญcula en una sala llena cuando era una novedad. La dolce vita fue distribuida en 1961 por Astor Pictures y se presentรณ como acontecimiento especial en un teatro de Broadway, con asientos reservados por correo y entradas caras: el tipo de presentaciรณn que asociรกbamos con รฉpicas bรญblicas como Ben-Hur. Nos sentamos en nuestras butacas, las luces se apagaron, vimos cรณmo se desarrollaba el fresco majestuoso y aterrador en la pantalla y todos experimentamos el asombro del reconocimiento. Ahรญ estaba un artista que lograba expresar la ansiedad de la era nuclear, la sensaciรณn de que nada importaba ya porque todo y todo el mundo podรญa ser aniquilado en cualquier momento. Notamos ese impacto, pero tambiรฉn notamos la vitalidad del amor de Fellini por el arte del cine, y por tanto por la vida en sรญ. Algo similar llegaba en el rock, en los primeros รกlbumes elรฉctricos de Bob Dylan y despuรฉs en The white album y en Let it bleed: trataban de la ansiedad y la desesperaciรณn, pero eran experiencias emocionantes y trascendentales.

Cuando presentamos la restauraciรณn de La dolce vita hace una dรฉcada en Roma, Bertolucci hizo un esfuerzo especial para asistir. Le resultaba difรญcil moverse, porque iba en silla de ruedas y tenรญa dolores constantes, pero dijo que tenรญa que estar allรญ. Y despuรฉs de la pelรญcula, me dijo que La dolce vita era la razรณn por la que habรญa decidido hacer cine. Me sentรญ genuinamente sorprendido, porque nunca le habรญa oรญdo hablar de ella. Pero al final no era tan sorprendente. Esa pelรญcula fue una experiencia galvanizadora, como una onda sรญsmica que atravesaba toda la cultura.

Las dos pelรญculas de Fellini que mรกs me afectaron, las que de verdad me marcaron, fueron Los inรบtiles y 8ยฝ. Los inรบtiles porque capturaba algo tan real y valioso que se relacionaba de forma directa con mi propia experiencia. Y 8ยฝ porque redefinรญa mi idea de lo que era el cine: de lo que podรญa hacer y hacia dรณnde te podรญa llevar.

Los inรบtiles, estrenada en Italia en 1953 y tres aรฑos mรกs tarde en Estados Unidos, fue la tercera pelรญcula de Fellini y la primera verdaderamente grande. Tambiรฉn fue una de las mรกs personales. La historia es una serie de escenas de las vidas de cinco amigos veinteaรฑeros en Rรญmini, donde creciรณ Fellini: Alberto, cuyo papel hacรญa el gran Alberto Sordi; Leopoldo, que interpretaba Leopoldo Trieste; Moraldo, el รกlter ego de Fellini, actuado por Franco Interlenghi; Riccardo, a quien interpretaba el hermano de Fellini; y Fausto, al que encarnaba Franco Fabrizi. Pasan el dรญa jugando al billar, persiguiendo a chicas y dando vueltas mientras se rรญen de la gente. Tienen grandes sueรฑos y planes. Se comportan como niรฑos y sus padres los tratan como tales. Y la vida sigue.

Me parecรญa que conocรญa a estos tipos en mi propia vida, en mi barrio. Incluso reconocรญa parte del lenguaje corporal, el sentido del humor. De hecho, en cierto momento de mi vida, yo era uno de esos tipos. Entendรญa lo que experimentaba Moraldo, su desesperaciรณn por salir. Fellini lo retrata todo muy bien: la inmadurez, la vanidad, el aburrimiento, la tristeza, la bรบsqueda de la prรณxima distracciรณn, la siguiente oleada de euforia. Muestra la calidez, camaraderรญa, los chistes y la tristeza y la desesperaciรณn, todo a la vez. Los inรบtiles es una pelรญcula dolorosamente lรญrica y agridulce, y fue una inspiraciรณn central para Calles peligrosas. Es una gran pelรญcula sobre una ciudad natal. La ciudad natal de cualquiera.

En cuanto a 8ยฝ: Todo el mundo que conocรญa en esa รฉpoca e intentaba hacer pelรญculas tenรญa un punto de inflexiรณn, una piedra angular. La mรญa era, y es, 8ยฝ.

ยฟQuรฉ haces despuรฉs de una pelรญcula como La dolce vita, que ha conquistado el mundo? Todos estรกn atentos a cada palabra, esperando para ver quรฉ harรกs a continuaciรณn. Eso es lo que ocurriรณ con Dylan a mediados de los aรฑos sesenta, despuรฉs de Blonde on blonde. Para Fellini y para Dylan, la situaciรณn era la misma: habรญan llegado a legiones de personas, todo el mundo pensaba que los conocรญa, que los entendรญa y frecuentemente que los poseรญa. Por tanto: presiรณn. Presiรณn del pรบblico, de los fans, de crรญticos y enemigos (y los fans y los enemigos a menudo sentรญan que eran uno y el mismo). Presiรณn para producir mรกs. Presiรณn para ir adelante. Presiรณn de ti mismo, sobre ti mismo.

Para Dylan y Fellini, la respuesta fue ir hacia dentro. Dylan buscaba la simplicidad en el sentido espiritual de Thomas Merton, y la encontrรณ despuรฉs de su accidente de moto en Woodstock, donde grabรณ The basement tapes y escribiรณ las canciones de John Wesley Harding.

Fellini empezรณ con su propia situaciรณn a comienzos de los sesenta e hizo una pelรญcula sobre su crisis artรญstica. Al hacerlo, emprendiรณ una expediciรณn arriesgada hacia un territorio inexplorado: su mundo interior. Su รกlter ego, Guido, es un famoso director que sufre el equivalente cinematogrรกfico del bloqueo del escritor, y busca un refugio, paz y orientaciรณn, como artista y como ser humano. Busca una โ€œcuraโ€ en un lujoso spa, donde su amante, su mujer, su ansioso productor, sus futuros actores y una variopinta procesiรณn de fans, parรกsitos y otros visitantes del spa descienden rรกpidamente sobre รฉl: entre ellos hay un crรญtico, que proclama que su nuevo guion โ€œcarece de un conflicto central o una premisa filosรณficaโ€ y equivale โ€œa una serie de episodios gratuitosโ€. La presiรณn se intensifica, sus recuerdos infantiles, anhelos y fantasรญas llegan de manera inesperada en sus dรญas y noches y espera que su musa โ€“que viene y va, fugitiva, en la forma de Claudia Cardinaleโ€“ โ€œcree ordenโ€.

8ยฝ es un tapiz tejido con los sueรฑos de Fellini. Como en un sueรฑo todo parece por un lado sรณlido y bien definido, y flotante y efรญmero por otro; el tono cambia, a veces de forma violenta. Creรณ un flujo de conciencia visual que mantiene al espectador en un estado de sorpresa y alerta, y una forma que se redefine constantemente a medida que avanza. Bรกsicamente ves cรณmo Fellini hace la pelรญcula delante de tus ojos, porque el proceso creador es la estructura. Muchos cineastas han intentado hacer algo por el estilo, pero no creo que nadie mรกs haya logrado lo que Fellini hizo ahรญ. Tenรญa la audacia y la confianza para jugar con cada herramienta creativa, para estirar la cualidad plรกstica de la imagen hasta un punto en el que todo parece existir a un nivel subconsciente. Incluso los cuadros mรกs aparentemente neutrales, cuando los miras de cerca, tienen un elemento en la luz o la composiciรณn que te distrae, que de alguna manera estรก impregnado de la conciencia de Guido. Al cabo de un tiempo, dejas de intentar imaginarte dรณnde estรกs, sea en un sueรฑo o en un flashback o solo la realidad. Quieres seguir perdido y vagar con Fellini, rendido a la autoridad de su estilo.

La pelรญcula alcanza un pico en la escena en la que Guido se encuentra con el cardenal en los baรฑos, un viaje al submundo en busca de un orรกculo, y un regreso al barro del que todos venimos. Como a lo largo de toda la pelรญcula, la cรกmara estรก en movimiento: inquieta, hipnรณtica, flotando, siempre avanzando hacia algo inevitable, algo revelador. Cuando Guido baja, vemos desde su punto de vista una sucesiรณn de personas que se acercan, algunos le aconsejan cรณmo congraciarse con el cardenal y otros le piden favores. Entra en una antecรกmara llena de vapor y llega hasta el cardenal, cuyos asistentes sostienen un sudario de muselina ante รฉl mientras se desnuda: solo lo vemos como una sombra. Guido le dice al cardenal que es infeliz, y el cardenal responde, de manera sencilla e inolvidable: โ€œยฟPor quรฉ deberรญas ser feliz? Esa no es tu tarea. ยฟQuiรฉn te ha dicho que venimos al mundo a ser felices?โ€ Cada plano de esta escena, cada fragmento de puesta en escena y coreografรญa entre cรกmara y actores, son extraordinariamente complejos. No puedo imaginar lo difรญcil que fue ejecutarlo todo. En la pantalla, discurre de manera tan elegante que parece la cosa mรกs fรกcil del mundo. Para mรญ, la audiencia con el cardenal encarna una verdad notable de 8ยฝ: Fellini hizo una pelรญcula que solo podรญa existir como pelรญcula y nada mรกs: no como mรบsica, no como novela, ni poema o baile; solo como pelรญcula.

Cuando se estrenรณ 8ยฝ la gente discutรญa sobre ella sin parar: el efecto fue asรญ de dramรกtico. Cada uno tenรญa su propia interpretaciรณn, y nos pasรกbamos la noche hablando de la pelรญcula: cada escena, cada segundo. Por supuesto, nunca coincidimos en una interpretaciรณn definitiva: la รบnica forma de explicar un sueรฑo es con la lรณgica del sueรฑo. La pelรญcula no tiene una resoluciรณn, lo que molestaba a mucha gente. Gore Vidal me contรณ que le dijo a Fellini: โ€œFred, menos sueรฑos la prรณxima vez, tienes que contar una historia.โ€ Pero en 8ยฝ, la falta de resoluciรณn es perfecta, porque el proceso artรญstico tampoco tiene una resoluciรณn: tienes que seguir. Cuando acabas, estรกs obligado a hacerlo otra vez, como Sรญsifo. Y, como descubriรณ Sรญsifo, empujar la piedra montaรฑa arriba una y otra vez se convierte en el propรณsito de tu vida.

La pelรญcula tuvo un impacto enorme en los cineastas: inspirรณ El fabuloso mundo de Alex, donde Fellini aparece como รฉl mismo; Recuerdos de Woody Allen y Empieza el espectรกculo de Fosse, por no hablar del musical de Broadway Nine. Como he dicho, no sรฉ la cantidad de veces que he visto 8ยฝ, y no puedo ni empezar a hablar de las muchas maneras en que me ha afectado. Fellini nos mostrรณ a todos quรฉ es ser un artista, la sobrecogedora necesidad de crear arte. 8ยฝ es la expresiรณn de amor por el cine mรกs pura que conozco.

ยฟSeguir La dolce vita? Difรญcil. ยฟSeguir 8ยฝ? No me lo puedo ni imaginar. Con Toby Dammit, un mediometraje inspirado por un relato de Edgar Allan Poe (es la tercera parte de una pelรญcula de tres directores titulada Historias extraordinarias), Fellini se llevรณ su imaginario alucinado a un nivel afiladรญsimo. La pelรญcula es un visceral descenso al infierno. En Satiricรณn creรณ algo que carecรญa de precedentes: un fresco del mundo antiguo que era โ€œciencia ficciรณn al revรฉsโ€, como lo llamรณ. Amarcord, su pelรญcula semiautobiogrรกfica situada en Rรญmini durante el periodo fascista, es ahora una de sus cintas mรกs queridas (es una de las preferidas de Hou Hsiao-Hsien, por ejemplo), aunque es mucho menos osada que las pelรญculas anteriores. Aun asรญ, es una obra llena de visiones extraordinarias (me fascinรณ la admiraciรณn especial de Italo Calvino por la pelรญcula como retrato de la vida en la Italia de Mussolini, algo que no se me habรญa ocurrido). Despuรฉs de Amarcord, cada pelรญcula tuvo fragmentos de brillantez, especialmente Casanova. Es una pelรญcula gรฉlida, mรกs frรญa que el mรกs profundo cรญrculo del infierno de Dante, y es una experiencia notable y osadamente estilizada, pero realmente imponente. Daba la impresiรณn de ser un punto de inflexiรณn. Y, de hecho, los finales de los setenta y principios de los ochenta parecรญan un punto de inflexiรณn para muchos cineastas de todo el mundo, yo incluido. La sensaciรณn de camaraderรญa que todos habรญamos experimentado parecรญa resquebrajarse y todo el mundo parecรญa convertirse en su propia isla, luchando por hacer su siguiente pelรญcula.

Conocรญ a Federico lo bastante bien como para llamarlo amigo. Nos encontramos por primera vez en 1970, cuando fui a Italia con un grupo de cortometrajes que habรญa seleccionado para un festival de cine. Contactรฉ con su oficina, y me dieron una media hora de su tiempo. Fue muy cรกlido y cordial. Le dije que en mi primer viaje a Roma lo habรญa dejado a รฉl y la Capilla Sixtina para el รบltimo dรญa. โ€œYa ves, Federicoโ€, dijo su asistente, โ€œยกte has convertido en un monumento aburrido!โ€ Le asegurรฉ que aburrido era lo รบnico que nunca serรญa. Tambiรฉn recuerdo que le preguntรฉ dรณnde podรญa encontrar una buena lasaรฑa, y me recomendรณ un restaurante maravilloso. Fellini conocรญa los mejores restaurantes en todas partes.

Varios aรฑos despuรฉs, me fui a vivir a Roma un tiempo y empecรฉ a ver a Fellini con bastante frecuencia. Nos encontrรกbamos y รญbamos juntos a comer. Siempre fue un showman, y el espectรกculo nunca cesaba. Verlo dirigir una pelรญcula era algo extraordinario. Era como si dirigiera doce orquestas a la vez. Llevรฉ a mis padres al rodaje de La ciudad de las mujeres, y รฉl estaba por todas partes, persuadiendo, pidiendo, interpretando, esculpiendo y ajustando cada elemento de la pelรญcula hasta el รบltimo detalle, llevando a la realidad su visiรณn en un torbellino de movimientos incesantes. Cuando nos fuimos, mi padre dijo: โ€œPensรฉ que nos iban a tomar una foto con Fellini.โ€ Dije: โ€œยกLa tomaron!โ€ Todo fue tan rรกpido que no se habรญan dado cuenta de que habรญa ocurrido.

En los รบltimos aรฑos de su vida, intentรฉ que su pelรญcula La voce della luna se distribuyera en Estados Unidos. Habรญa tenido un momento difรญcil con sus productores en ese proyecto: querรญan un gran espectรกculo felliniano y les dio algo mucho mรกs meditativo y sombrรญo. Ningรบn distribuidor querรญa trabajar con ella, y me conmocionรณ que nadie, incluyendo a los principales cines independientes de Nueva York, quisiera ponerla. Las viejas pelรญculas sรญ, pero no la nueva, que fue la รบltima. Un poco mรกs tarde, ayudรฉ a Fellini a conseguir algo de financiamiento para un proyecto documental que habรญa planeado, una serie de retratos de la gente que hacรญa pelรญculas: el actor, el director de fotografรญa, el productor, el encargado de las locaciones. (Recuerdo que en la descripciรณn de ese episodio, el narrador explicaba que lo mรกs importante era organizar expediciones para que las locaciones estuvieran cerca de un gran restaurante.) Desgraciadamente, muriรณ antes de poder empezar el proyecto. Recuerdo la รบltima vez que hablรฉ con รฉl por telรฉfono. Su voz sonaba tan dรฉbil que me di cuenta de que estaba desapareciendo. Era triste ver que esa increรญble fuerza vital se desvanecรญa.

Todo ha cambiado: el cine y su importancia en nuestra cultura. Por supuesto, no es sorprendente que artistas como Godard, Bergman, Kubrick y Fellini, que reinaron sobre nuestra gran forma de arte como dioses, acabaran por desaparecer entre las sombras con el paso del tiempo. Pero en este momento, no podemos dar nada por sentado. No podemos confiar en que el negocio cinematogrรกfico, tal como es, cuide del cine. En el negocio del cine, que ahora es el negocio del entretenimiento visual de masas, el รฉnfasis siempre recae sobre la palabra โ€œnegocioโ€, y el valor siempre lo determina la cantidad de dinero que se puede ganar a partir de cualquier propiedad dada. En ese sentido, todo desde Amanecer a La strada o 2001 estรก secado y listo para el carril de nado โ€œCine de arteโ€ de una plataforma de streaming. Aquellos de nosotros que conocemos el cine y su historia tenemos que compartir nuestro amor y nuestro conocimiento con tanta gente como sea posible. Y tenemos que dejar claro a los actuales propietarios legales de esas pelรญculas que valen mucho, mucho mรกs que la mera propiedad para ser explotada y luego enterrada. Estรกn entre los mayores tesoros de nuestra cultura, y asรญ es como deben ser tratadas.

Supongo que tambiรฉn tendremos que refinar nuestras ideas de lo que es el cine y quรฉ no lo es. Federico Fellini es un buen sitio para empezar. Puedes decir muchas cosas sobre las pelรญculas de Fellini, pero aquรญ hay una cosa incontestable: son cine. La obra de Fellini hace mucho para definir la forma artรญstica. ~

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Traducciรณn del inglรฉs de Daniel Gascรณn.

Copyright ยฉ 2021. Harperโ€™s Magazine.

Todos los derechos reservados.

Reproducido de la ediciรณn de marzo con permiso especial.

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