Las enseƱanzas de Lola la Trailera

ĀæPor quĆ© estudiar a fondo una pelĆ­cula taquillera y de pobres mĆ©ritos artĆ­sticos? Entre otras cosas, para entender cĆ³mo los hombres lidiaron con la participaciĆ³n de las mujeres en empleos tradicionalmente masculinos.
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En el verano de 2011 pasƩ semanas persiguiendo a Lola la Trailera por toda la Ciudad de MƩxico.

Mis investigaciones sobre la historia del gĆ©nero en el cine y las audiencias mexicanas me llevaron a las pelĆ­culas del Santo y despuĆ©s quise ver churros con mujeres como protagonistas. Lola la Trailera parecĆ­a una buena opciĆ³n: alguien ya estaba escribiendo un libro sobre la India MarĆ­a y la lista de trabajos acadĆ©micos acerca de Gloria Trevi era bastante larga, pero no habĆ­a mucha bibliografĆ­a sobre Rosa Gloria ChagoyĆ”n, mejor conocida como Lola la Trailera, a pesar de lo fascinante que es, al menos desde el punto de vista de una historiadora de gĆ©nero interesada en la cultura popular.

ChagoyĆ”n habĆ­a interpretado a la popular heroĆ­na en una trilogĆ­a sobre una mujer que manejaba un camiĆ³n y luchaba contra el crimen. Esto es todo lo que yo sabĆ­a al respecto y fue suficiente para impulsarme a buscar mĆ”s. Sin embargo, Lola la Trailera me fue esquiva por mucho tiempo.

Esta es una anĆ©cdota tĆ­pica de la investigaciĆ³n histĆ³rica: yo buscaba algo, fue mĆ”s difĆ­cil de encontrar de lo que pensĆ© y tuve algunas aventuras en el camino. Los historiadores contamos ese tipo de anĆ©cdotas todo el tiempo: a veces para presumir, como pescadores que alardean de por fin haber atrapado una trucha escurridiza; otras para compadecernos de lo difĆ­cil que es la profesiĆ³n y unas mĆ”s para obtener consejos de investigadores mĆ”s experimentados. En ocasiones, como estoy haciendo yo ahora, las contamos para mostrar la manera en que aprendimos algo interesante sobre el pasado.

Como cualquier otro campo de la historia, la investigaciĆ³n sobre la historia del gĆ©nero debe iniciar con documentos en archivos, pero yo suelo dar un paso preliminar: como estoy consciente de que no todas las ideas merecen desarrollarse, le pregunto a distintas personas quĆ© piensan de mi proyecto mĆ”s reciente. Por ejemplo, mis amigas y las amigas de mis amigas me dijeron que investigar a Lola era una mala idea. Las mujeres que tenĆ­an edad suficiente para ver las pelĆ­culas en el cine entre 1985 y 1991 entendĆ­an quiĆ©n era y recordaban detalles como ā€œmi hermano tenĆ­a su pĆ³sterā€ o ā€œpor un tiempo era imposible evitar su canciĆ³n en la radioā€. TambiĆ©n recordaban que, en los pĆ³sters de sus hermanos, Lola llevaba hot pants (si estudias a Lola la Trailera, prepĆ”rate para escuchar las palabras hot pants con regularidad). Los hermanos, novios y compaƱeros de mis amigas habĆ­an visto las pelĆ­culas y, aunque ellas no, estaban convencidas de que una historiadora respetable debĆ­a evitarlas porque eran terribles.

Yo le decĆ­a a quien quisiera escucharlo que como historiadora mi trabajo no es analizar las glorias del cine mexicano. Mi meta no es estudiar las pelĆ­culas que mĆ”s les importan a mis amigas, sino entender por quĆ© las audiencias amaron lo que amaron. A pesar de que todos seguĆ­an pensando que no valĆ­a la pena explorar el tema de Lola la Trailera, habĆ­a algo en su imagen que me resultaba atrayente: quizĆ” el contraste entre la protagonista curvilĆ­nea y los Ć”ngulos rectos de su camiĆ³n o los inconvenientes para encontrar copias de sus pelĆ­culas, pese a la facilidad con que la gente hablaba del personaje y su obra.

Los dos magnĆ­ficos archivos cinematogrĆ”ficos de la Ciudad de MĆ©xico ā€“la Cineteca Nacional y la Filmoteca de la UNAMā€“ fueron de poca utilidad. Ese verano, la Filmoteca ya habĆ­a cerrado sus instalaciones en el Centro HistĆ³rico, pero no habĆ­a inaugurado su nueva sede en el campus de la unam, asĆ­ que su archivo no estaba disponible para investigadoras como yo. La Cineteca sĆ­ estaba abierta y contaba con una colecciĆ³n sorprendentemente buena, que reemplazaba los tesoros perdidos en el incendio de 1982. Sus amables archivistas encontraron una carpeta de notas periodĆ­sticas sobre Rosa Gloria ChagoyĆ”n, en su mayor parte referentes a la producciĆ³n y promociĆ³n de las pelĆ­culas de Lola la Trailera. AsĆ­ supe que ningĆŗn crĆ­tico serio reseĆ±Ć³ la saga ni otros proyectos de ChagoyĆ”n. Un periĆ³dico sonorense publicĆ³ una encantadora historia sobre la actriz manejando el camiĆ³n rosa de Lola para un evento publicitario y otros recortes me revelaron quĆ© tan populares fueron las pelĆ­culas: vendieron mĆ”s boletos que cualquier otro filme mexicano hasta entonces y los estrenos y eventos publicitarios reunieron a multitudes. Pero la Cineteca no contaba con ninguna de las tres pelĆ­culas ni con la serie televisiva Central de abasto, que en 2009 dedicĆ³ uno de sus capĆ­tulos a Lola la Trailera y a su camiĆ³n.

Por supuesto, nadie en MĆ©xico depende de archivos o bibliotecas para encontrar una pelĆ­cula. AĆŗn asĆ­, tambiĆ©n resultĆ³ difĆ­cil dar con cualquier DVD de los filmes de Lola la Trailera en los puestos piratas de la ciudad. HurguĆ© en las tres estaciones de metro cercanas y despuĆ©s en Tepito, porque parecĆ­a la opciĆ³n obvia, y en el metro Hidalgo, donde a veces suceden milagros. Mientras tanto, mis amigas respondieron a mis tristes historias de archivo e hicieron sus propias averiguaciones. Una de ellas me presentĆ³ a un historiador de cine que se ofendiĆ³ un poco cuando le preguntĆ© si tenĆ­a las pelĆ­culas que yo buscaba: ā€œĀæY por quĆ© tendrĆ­a copias de eso?ā€, preguntĆ³. Otro, cliente del psicoanalista de la esposa de una amiga, quien segĆŗn me dijeron tendrĆ­a que saber, asegurĆ³ que podrĆ­a encontrar todos los dvd de Lola la Trailera en cierta pequeƱa tienda de una pequeƱa calle al norte de Donceles. Para mi sorpresa, fue fĆ”cil encontrar la tienda, en la que incluso habĆ­a un pĆ³ster de Rosa Gloria ChagoyĆ”n colgado en la pared. Sin embargo, se negaron a venderme el pĆ³ster y me juraron que no tenĆ­an las pelĆ­culas.

De haber esperado unos aƱos todo esto no habrĆ­a sido necesario. Ya en 2011, los cinĆ©filos empezaron a llenar YouTube con casi todas las pelĆ­culas filmadas en MĆ©xico y en cualquier otro lado, y en estos dĆ­as los filmes completos de ChagoyĆ”n suelen desaparecer por Ć³rdenes de la ley, pero sĆ­ es posible encontrarlos en fragmentos, aunque esos fragmentos cambien a menudo de ubicaciĆ³n web. Los fans de Lola la Trailera mantienen sus pelĆ­culas mĆ”s o menos accesibles y se alientan unos a otros con mensajes como este: ā€œexiste lola la trailera 4, es para mi abuelo qe me la pidiĆ³ y esta muy enfermo, casi en las ultimas. por favorā€.1 (No existe Lola la Trailera 4, pero sĆ­ aquel episodio de Central de abastos y un cameo en la pelĆ­cula No se aceptan devoluciones, de 2013.)

En el verano de 2011 habĆ­a muy poca informaciĆ³n, no solo en YouTube sino en internet en general. Tan solo la invaluable imdb (la base de datos en lĆ­nea que almacena informaciĆ³n sobre pelĆ­culas) tenĆ­a datos Ćŗtiles. AhĆ­ supe que en la primera pelĆ­cula habĆ­an participado Irma Serrano y Emilio FernĆ”ndez, un reparto notablemente cualificado para tan modesto churro. TambiĆ©n me sorprendiĆ³ que en las dos primeras pelĆ­culas (Lola la Trailera, de 1985, y El secuestro de Lola, de 1986) la direcciĆ³n de fotografĆ­a estuviera a cargo de una mujer, Laura Ferlo. El tercer filme (El gran reto: Lola la Trailera 3, de 1991) tuvo un equipo tĆ©cnico formado en su totalidad por hombres (que incluĆ­a al experimentado fotĆ³grafo Armando CastillĆ³n), algo normal en esa Ć©poca, lo mismo en MĆ©xico que en Hollywood. Tanto imdb como los archivos fĆ­sicos en la Ciudad de MĆ©xico estaban llenos de pequeƱos fragmentos de informaciĆ³n interesante, pero nada mĆ”s. Mientras no pudiera ver las pelĆ­culas, era imposible seguir con el proyecto.

Me di por vencida. RegresĆ© a peinar periĆ³dicos del archivo Lerdo de Tejada en el Centro HistĆ³rico para un proyecto sobre incendios en cines en la dĆ©cada de 1930. Pero no me olvidĆ© de Lola la Trailera y los fines de semana, cuando los archivos estaban cerrados, continuĆ© buscando sus pelĆ­culas. Al final, una conversaciĆ³n con un vendedor de piraterĆ­a que tenĆ­a un puesto en el mercado de la Ciudadela me ayudĆ³ a entender el problema. No solo me asegurĆ³ que no tenĆ­a copias de esas pelĆ­culas, sino que intentĆ³ venderme en su lugar unas de Pedro Infante. ā€œMiraā€, me dijo, seƱalando un bonito paquete de Nosotros los pobres y sus secuelas, ā€œsi quieres entender MĆ©xico, estas son las pelĆ­culas que tienes que verā€. RespondĆ­ que estaba de acuerdo, pero que ya tenĆ­a esos DVD, y le preguntĆ© si estaba por completo seguro de no tener ninguna copia de Lola la Trailera. ā€œBueno, no exactamente. O sea, tal vez pueda conseguirlas. ĀæPuede regresar maƱana?ā€ Y cumpliĆ³ su palabra: al dĆ­a siguiente tenĆ­a la trilogĆ­a a la venta ā€“no tan bien empacada como la de Pedro Infante, aunque sĆ­ mĆ”s caraā€“ y tambiĆ©n tenĆ­a una anĆ©cdota. Me contĆ³ que consiguiĆ³ los dvd con un primo que tenĆ­a un puesto en Tepito y que el primo no se los querĆ­a vender si eran para mĆ­, porque eran los hombres, y no las mujeres respetables como yo, quienes veĆ­an esas pelĆ­culas. ā€œLe dije que tĆŗ eres una profesora, que necesitas las pelĆ­culas para una investigaciĆ³n, y eso le pareciĆ³ bien, asĆ­ que me dio los dvd para que te los vendaā€, concluyĆ³, triunfante.

Fue el momento que todo historiador desea cuando visita un archivo, aunque sea uno tan informal como un puesto que vende dvd piratas. El vendedor me dio el dato importante que conectaba todo lo que yo habĆ­a aprendido: la pregunta que deberĆ­a estar haciendo. Gracias a Ć©l entendĆ­ que lo que debĆ­a preguntar es quĆ© hacĆ­a que las pelĆ­culas de Lola la Trailera fueran importantes para los hombres, pero inapropiadas para las mujeres. Parece simple y obvio en retrospectiva, pero en las semanas que pasĆ© buscando los dvd considerĆ© otras preguntas. TenĆ­a claro que las pelĆ­culas estaban reservadas, de manera informal e inconsciente, para una clase de comprador a la que yo no pertenecĆ­a. Pero, ĀæcuĆ”l era la categorĆ­a que importaba? PodrĆ­a haber sido la raza, la clase social, la nacionalidad o la generaciĆ³n, o una combinaciĆ³n de estos factores. El vendedor no solo me consiguiĆ³ la trilogĆ­a sino que dirigiĆ³ el enfoque de mi pregunta al gĆ©nero: Āæpor quĆ© estas pelĆ­culas son apropiadas para algunas personas y no para otras?

Al ver las pelĆ­culas ā€“de hecho, al ver solo las primeras escenas de la primera pelĆ­culaā€“ descartĆ© la respuesta obvia a esa pregunta. No, la trilogĆ­a de Lola la Trailera no es pornografĆ­a. SĆ­, es probable que haya despertado sentimientos sexuales en algunos espectadores, pero (como nos ha demostrado internet en numerosas ocasiones) todo lo que ha sido plasmado en un filme ha generado excitaciĆ³n sexual en algĆŗn espectador alguna vez. Esa ya no es una forma Ćŗtil de definir la pornografĆ­a, si es que en algĆŗn momento lo fue. SĆ­, las pelĆ­culas incluyen escenas filmadas en un burdel, pero tambiĆ©n varios de los mejores tĆ­tulos de la historia del cine mexicano: todas las versiones de Santa, para empezar. SĆ­, el diĆ”logo en algunas escenas estĆ” lleno de insinuaciones y dobles sentidos, pero lo mismo sucede con los clĆ”sicos de Tin Tan y Cantinflas. Y sĆ­, Rosa Gloria ChagoyĆ”n tenĆ­a una magnĆ­fica presencia fĆ­sica, pero no era una odalisca recostada a la manera de las estrellas que se desnudaron en la dĆ©cada de los cincuenta. A veces usaba ropa provocativa, pero nunca se desnudĆ³ y en ningĆŗn momento se quedĆ³ quieta para ser admirada, sino que parecĆ­a estar siempre en movimiento. Ya sea manejando un camiĆ³n, persiguiendo al chupacabras por el desierto, empuƱando un arma de fuego o discutiendo apasionadamente con sus aliados de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos, no se trataba solo de una actriz guapa, sino, como propuso un crĆ­tico, ā€œquizĆ” lo mĆ”s cercano a una heroĆ­na de acciĆ³n que MĆ©xico podĆ­a ofrecerā€.2

La forma en la que sus fans expresan admiraciĆ³n por Lola la Trailera tambiĆ©n sugiere que ven a Rosa Gloria ChagoyĆ”n y a su papel mĆ”s famoso como algo mĆ”s que la estrella de pelĆ­culas erĆ³ticas. Esto es aĆŗn mĆ”s claro cuando comparamos sus comportamientos con los de los fans de otros sĆ­mbolos sexuales mexicanos. Los fans de Tongolele escribieron una canciĆ³n sobre ella, pero los de Lola la Trailera adoptaron su nombre pa- ra una banda de punk. Los fans de Gloria Trevi le pusieron su nombre a una tienda de lencerĆ­a en Los Ɓngeles, pero los de Lola la Trailera le pusieron el suyo a una taquerĆ­a en la colonia Guerrero. Los fans de Ana Luisa Peluffo coleccionan fotos de la actriz posando con poca ropa en restaurantes y hoteles de lujo, pero los de Lola la Trailera la dibujan manejando su camiĆ³n (aunque hay que admitir que ella tambiĆ©n usa poca ropa). Emerge un patrĆ³n: los fans de Lola la Trailera la admiran por su belleza fĆ­sica pero, aĆŗn mĆ”s, valoran que sea una persona trabajadora y poderosa que ayuda a los otros. La caracterĆ­stica mĆ”s importante que sus fans veĆ­an en Lola la Trailera no eran sus minishorts, sino su ā€œagenciaā€, su capacidad de acciĆ³n.

ĀæQuĆ© habĆ­a en las pelĆ­culas que apoyara esta interpretaciĆ³n de Lola la Trailera? ĀæPor quĆ© estas cintas eran especialmente importantes para los hombres, y en algunos casos exclusivas para ellos? Las respuestas estĆ”n en la trama. Al principio de la primera pelĆ­cula, Lola todavĆ­a no es una trailera. Su papĆ” trabaja en el norte como camionero, moviendo mercancĆ­as desde MĆ©xico hacia alguna parte del sureste de Estados Unidos. Como el hombre bueno y honesto que es, se niega a traficar drogas para un cĆ”rtel coludido con el gobierno y poco tiempo despuĆ©s unos tipos misteriosos lo asesinan. Lola, su Ćŗnica hija, se ve rodeada por hombres que suponen que venderĆ” el negocio de su padre y se irĆ” de la ciudad, pero ella insiste en mantener el negocio a flote y manejar ella misma el camiĆ³n, porque ningĆŗn hombre de su familia puede hacerlo. AdemĆ”s, usarĆ” su nuevo trabajo para buscar en secreto a los asesinos de su padre y vengar su muerte. Este crimen sostiene toda la trilogĆ­a, pero no de forma directa: despuĆ©s de la primera pelĆ­cula, rara vez se menciona la bĆŗsqueda de los culpables. Sin embargo, la pĆ©rdida del padre motiva las luchas de Lola contra el crimen y las injusticias de todo tipo, explica por quĆ© trata con respeto y ternura a quienes son mĆ”s dĆ©biles y justifica su ocupaciĆ³n de trailera, un trabajo que ā€“como las pelĆ­culas le recuerdan con frecuencia al espectadorā€“ debe ser desempeƱado por un hombre.

Usar la muerte inesperada de parientes hombres para permitir que mujeres jĆ³venes desarrollen un rol masculino es un giro comĆŗn en los medios mexicanos. La referencia mĆ”s cercana de este relato en la historia de Lola la Trailera puede encontrarse en la historieta Adelita y las guerrillas, que apareciĆ³ por primera vez en 1936 y se publicĆ³ semanalmente hasta 1959. Su autor, JosĆ© G. Cruz, fue uno de los mejores artistas del medio. Adelita, una de sus mejores creaciones, era una joven cuyo padre muriĆ³ a comienzos de la RevoluciĆ³n. Su hermano se convierte en capitĆ”n de una tropa para buscar venganza y proteger a la familia, pero un grupo rival lo asesina al principio de la serie. Para el final de la primera entrega, Adelita estĆ” sola y lidera una banda que se enfrenta a los soldados de Victoriano Huerta. Esto la llevĆ³ a protagonizar mĆ”s de veinte aƱos de aventuras en el campo y, despuĆ©s, en la ciudad, ya que poco a poco el personaje evolucionĆ³ y pasĆ³ de ser una soldadera con trenzas a una detective con elegantes atuendos citadinos. Como Lola, Adelita fue una chica que aprovechĆ³ las circunstancias trĆ”gicas de su familia para adentrarse en un Ć”mbito masculino y despuĆ©s, mediante una popular narraciĆ³n episĆ³dica, continuĆ³ viviendo una vida independiente: soltera, autosuficiente, aventurera y en apariencia feliz. Para ponerlo de la forma mĆ”s simple: la lĆ³gica narrativa de ambas series es que una mujer puede disfrutar del privilegio masculino de hacer un trabajo importante, poderoso y lucrativo, siempre y cuando sea por obligaciĆ³n, como una consecuencia de la violencia masculina hacia un miembro de su familia. Nadie puede culparla por tomar el rol masculino ni de disfrutar su trabajo, si nunca fue su intenciĆ³n hacerlo.

Claro que esta versiĆ³n resumida de la trama resulta familiar. Hace mĆ”s de cuarenta aƱos, una generaciĆ³n de pensadoras feministas (Susan Brownmiller, Ann Barr Snitow y Molly Haskell, entre otras) apuntĆ³ que las escenas de violaciĆ³n en la ficciĆ³n anglosajona, desde las canciones hasta las pelĆ­culas y novelas, seguĆ­an la misma lĆ³gica: los autores podĆ­an presentar el punto de vista de mujeres que tienen sexo e incluso lo disfrutan, siempre y cuando ellas no lo buscaran. La culpabilidad no dependĆ­a de haber tenido sexo o disfrutarlo: en la ficciĆ³n de mediados del siglo pasado, la voluntad definĆ­a si un personaje femenino despertaba empatĆ­a o no. Reconocer y perseguir el deseo sexual servĆ­a para etiquetar a las mujeres de esas historias como inmorales o desagradables y justificar que a menudo acabaran mal. Pero si un personaje femenino era forzado a tener sexo, no se le podĆ­a culpar si, por alguna razĆ³n, lo disfrutaba. Bajo esta lĆ³gica sexista, la Ćŗnica manera de mostrar en un medio masivo a una mujer disfrutando del sexo era subrayar lo poco que ella lo deseaba. En otras palabras: hacer que todas las escenas en las que una mujer disfrutaba del sexo fueran escenas de violaciĆ³n.

El deseo que las heroĆ­nas mexicanas de ficciĆ³n, como Lola y Adelita, no podĆ­an expresar o llevar a cabo era el de tener una profesiĆ³n. Los autores de estos relatos populares resolvĆ­an el problema de presentar a una mujer competente en un puesto importante y bien pagado al forzarla a trabajar en Ć©l. Estos personajes nunca se quejan de que las circunstancias las hayan obligado a tener carreras glamurosas, pero tampoco defienden explĆ­citamente su derecho a tenerlas, no critican a las mujeres que trabajan en el hogar ni discuten con quienes insisten en decir que luchar contra el crimen o manejar un camiĆ³n es un trabajo de hombres. Al contrario, estĆ”n de acuerdo, pero acuden al trĆ”gico destino de su hermano o padre como explicaciĆ³n. Ambos personajes tienen novios serios con quienes a veces trabajan en igualdad de condiciones, pero ni Adelita ni Lola se casan, porque la lĆ³gica narrativa sugiere que el matrimonio terminarĆ­a con esa relaciĆ³n laboral y, por lo tanto, con la historia. Tampoco tienen hijos (eso serĆ­a demasiado escandaloso), pero in- formalmente adoptan a huĆ©rfanos que actĆŗan como sus compinches en algunas de sus aventuras. AdemĆ”s, tanto Adelita como Lola, a pesar de haber perdido a sus familias inmediatas, viven inmersas en una densa red de parientes, amigos y enemigos; su sentido de la obligaciĆ³n y su necesidad de proteger a sus cuasifamilias ponen en acciĆ³n sus tramas. En suma, las vidas imaginarias de estos personajes son una soluciĆ³n muy satisfactoria a las dificultades y tensiones centrales de las mujeres en la realidad: el equilibrio entre las obligaciones y los placeres de la vida familiar y laboral y cĆ³mo encontrarlos dentro de una sociedad patriarcal que demanda que las mujeres den prioridad a la comodidad y la seguridad de los hombres sobre sus propios intereses.

Si dejĆ”ramos de pensar en Lola la Trailera en este punto, podrĆ­amos llegar a una conclusiĆ³n deprimente: que muy pocas cosas cambiaron entre 1936, cuando Adelita y las guerrillas llegĆ³ a los puestos de revistas, y 1985, cuando se estrenĆ³ Lola la Trailera. Las mujeres debĆ­an tener las mismas fantasĆ­as sobre el trabajo, su autonomĆ­a y el poder; todavĆ­a tenĆ­an dificultades para equilibrar el ideal de administrar sus hogares y una realidad en la que debĆ­an trabajar para mantenerse a ellas mismas y a sus familias. Para las mujeres era imposible admitir que encontraban placer y poder en su trabajo.

Pero detenerse ahĆ­ deja nuestra pregunta sin resolver: Āæpor quĆ© Lola la Trailera resultaba atractiva para los hombres?, Āæpor quĆ© ellos representaban su principal audiencia? Los cĆ³mics de Adelita estaban dirigidos a niƱos y niƱas, a hombres y mujeres. Para entretener a un pĆŗblico tan diverso su creador alternaba escenas pensadas para el lector masculino y el femenino: apasionantes balaceras y emocionantes fiestas; vestuarios a la moda y decorado de lujo, y maquinaria pesada y armas largas; tramas sobre rastrear criminales y otras centradas en el romance y las citas. Pero el pĆŗblico para los relatos episĆ³dicos sobre mujeres poderosas cambiĆ³ entre 1936 y 1985, y Lola la Trailera era apropiada solo para hombres. ĀæPor quĆ©?

Para responder a esa pregunta es necesario recordar que el personaje de Adelita era solo un ejemplo del estereotipo de la ā€œchica modernaā€ (que incluye, por otro lado, a doƱa Borola, de La familia BurrĆ³n). Esta categorĆ­a servĆ­a para bromear y narrar historias sobre el cambio de las relaciones de poder entre hombres y mujeres en las dĆ©cadas posteriores a la RevoluciĆ³n. Gracias a que aparecĆ­a en relatos sobre la vida citadina y los espacios laborales urbanos, la chica moderna ayudĆ³ a los mexicanos a lidiar con las transformaciones en las esferas pĆŗblica y privada. Eran chicas que podĆ­an o no estar casadas o tener hijos, pero siempre tomaban sus propias decisiones y perseguĆ­an sus intereses. Casi siempre eran chic, como las pelonas de los veinte, pero solo a veces eran sexualmente atractivas y rara vez se les presentaba como sexualmente disponibles. Los hombres mexicanos contaban con otras imĆ”genes de mujeres atractivas y disponibles, porque los medios locales e internacionales presentaban a otras mujeres mĆ”s accesibles a su imaginaciĆ³n erĆ³tica, desde las vampiresas del cine mudo de los veinte hasta las chicas de calendario de los cuarenta y las pin-ups y estrellas porno de los setenta. La figura de la chica moderna tenĆ­a otros usos en la imaginaciĆ³n popular y quienes quisieran una fantasĆ­a erĆ³tica podĆ­an ā€“literalmenteā€“ mirar para otro lado.

Lola la Trailera no era del todo una chica moderna, porque combinaba a la mujer urbana independiente con una apariencia muy sexualizada (Āærecuerdan esos minishorts?). Ella creĆ³ un lugar en la imaginaciĆ³n de los hombres para una mujer sensual y deseable con quien podĆ­an compartir el poder. Esto no era precisamente bueno para las mujeres. Intentar parecerse a Lola la Trailera era mucho mĆ”s complicado que imitar a doƱa Borola Tacuche de BurrĆ³n. Las mujeres que tenĆ­an como referencia este estereotipo de una mujer moderna, poderosa y trabajadora debĆ­an ser sensuales ademĆ”s de ambiciosas. QuizĆ” eso explique un poco por quĆ© muchas mujeres no vieron las pelĆ­culas de Lola: pensaban que no estaban hechas para ellas.

AdemĆ”s, la caracterizaciĆ³n de Lola la Trailera se fue haciendo menos ruda y significativamente mĆ”s sensual a lo largo de la trilogĆ­a: su camiĆ³n comenzĆ³ siendo uno cualquiera y terminĆ³ siendo rosa, su ropa se volviĆ³ mĆ”s reveladora y sus discusiones con personajes masculinos eran mĆ”s sugerentes hacia el final de la serie. Incluso los Ć”ngulos de la cĆ”mara parecĆ­an responder a las demandas de un pĆŗblico masculino. Los creadores de Lola la Trailera comenzaron con una pelĆ­cula de acciĆ³n sobre una chica moderna, pero terminaron contando la historia de un personaje distinto.

AsĆ­, podrĆ­amos entender el amor de los hombres hacia Lola la Trailera como la apropiaciĆ³n y sexualizaciĆ³n masculina de la chica moderna. ĀæCĆ³mo sucediĆ³ esto y por quĆ© sucediĆ³ en ese momento? Lola la Trailera, una mujer trabajadora y accesible a la imaginaciĆ³n masculina, llegĆ³ justo cuando los hombres la necesitaban. En los ochenta, el nĆŗmero de mexicanos trabajando en el extranjero habĆ­a crecido y comenzĆ³ a ser comĆŗn, sobre todo en el norte, que los hombres jĆ³venes cruzaran la frontera solos, dejando atrĆ”s a sus familias con la esperanza de regresar con ahorros. Como nunca antes, los hombres mexicanos tuvieron que inventar maneras nuevas de pensar a las mujeres que habĆ­an dejado atrĆ”s y que administraban sus hogares por cuenta propia. Lola la Trailera, una norteƱa cuya historia coincidĆ­a con los cambios sociales de su tiempo y lugar, podĆ­a ser entendida como una visiĆ³n idealizada de esas mujeres: casta, pero sexi; sola, pero rodeada de familia; competente en una carrera masculina que nunca pensĆ³ seguir, ejerciendo su agencia con orgullo, pero de una manera que los hombres podĆ­an admirar. MĆ”s allĆ” del camiĆ³n rosa y los hot pants, esa es la razĆ³n por la que Lola la Trailera fue importante entonces y es recordada ahora: les dio a los hombres mexicanos una nueva manera de imaginar, entender y trabajar al lado de las mujeres mexicanas. ~

TraducciĆ³n del inglĆ©s de MarĆ­a JosĆ© Evia Herrero.

1 Comentario de mao hormazabal en ā€œLola la trailera 2 de 10.wmvā€: bit.ly/2OtPm6V (2015), consultado el 1 de septiembre de 2018.

2 Jim McLennan, ā€œGirls with guns: Mexicoā€: bit.ly/2CkNJRu, consultado el 7 de septiembre de 2018.

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es historiadora y profesora en York University. En 2004, el FCE publicĆ³ su libro Del PepĆ­n a Los Agachados. CĆ³mics y censura en el MĆ©xico posrevolucionario


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