En el verano de 2011 pasƩ semanas persiguiendo a Lola la Trailera por toda la Ciudad de MƩxico.
Mis investigaciones sobre la historia del gĆ©nero en el cine y las audiencias mexicanas me llevaron a las pelĆculas del Santo y despuĆ©s quise ver churros con mujeres como protagonistas. Lola la Trailera parecĆa una buena opciĆ³n: alguien ya estaba escribiendo un libro sobre la India MarĆa y la lista de trabajos acadĆ©micos acerca de Gloria Trevi era bastante larga, pero no habĆa mucha bibliografĆa sobre Rosa Gloria ChagoyĆ”n, mejor conocida como Lola la Trailera, a pesar de lo fascinante que es, al menos desde el punto de vista de una historiadora de gĆ©nero interesada en la cultura popular.
ChagoyĆ”n habĆa interpretado a la popular heroĆna en una trilogĆa sobre una mujer que manejaba un camiĆ³n y luchaba contra el crimen. Esto es todo lo que yo sabĆa al respecto y fue suficiente para impulsarme a buscar mĆ”s. Sin embargo, Lola la Trailera me fue esquiva por mucho tiempo.
Esta es una anĆ©cdota tĆpica de la investigaciĆ³n histĆ³rica: yo buscaba algo, fue mĆ”s difĆcil de encontrar de lo que pensĆ© y tuve algunas aventuras en el camino. Los historiadores contamos ese tipo de anĆ©cdotas todo el tiempo: a veces para presumir, como pescadores que alardean de por fin haber atrapado una trucha escurridiza; otras para compadecernos de lo difĆcil que es la profesiĆ³n y unas mĆ”s para obtener consejos de investigadores mĆ”s experimentados. En ocasiones, como estoy haciendo yo ahora, las contamos para mostrar la manera en que aprendimos algo interesante sobre el pasado.
Como cualquier otro campo de la historia, la investigaciĆ³n sobre la historia del gĆ©nero debe iniciar con documentos en archivos, pero yo suelo dar un paso preliminar: como estoy consciente de que no todas las ideas merecen desarrollarse, le pregunto a distintas personas quĆ© piensan de mi proyecto mĆ”s reciente. Por ejemplo, mis amigas y las amigas de mis amigas me dijeron que investigar a Lola era una mala idea. Las mujeres que tenĆan edad suficiente para ver las pelĆculas en el cine entre 1985 y 1991 entendĆan quiĆ©n era y recordaban detalles como āmi hermano tenĆa su pĆ³sterā o āpor un tiempo era imposible evitar su canciĆ³n en la radioā. TambiĆ©n recordaban que, en los pĆ³sters de sus hermanos, Lola llevaba hot pants (si estudias a Lola la Trailera, prepĆ”rate para escuchar las palabras hot pants con regularidad). Los hermanos, novios y compaƱeros de mis amigas habĆan visto las pelĆculas y, aunque ellas no, estaban convencidas de que una historiadora respetable debĆa evitarlas porque eran terribles.
Yo le decĆa a quien quisiera escucharlo que como historiadora mi trabajo no es analizar las glorias del cine mexicano. Mi meta no es estudiar las pelĆculas que mĆ”s les importan a mis amigas, sino entender por quĆ© las audiencias amaron lo que amaron. A pesar de que todos seguĆan pensando que no valĆa la pena explorar el tema de Lola la Trailera, habĆa algo en su imagen que me resultaba atrayente: quizĆ” el contraste entre la protagonista curvilĆnea y los Ć”ngulos rectos de su camiĆ³n o los inconvenientes para encontrar copias de sus pelĆculas, pese a la facilidad con que la gente hablaba del personaje y su obra.
Los dos magnĆficos archivos cinematogrĆ”ficos de la Ciudad de MĆ©xico āla Cineteca Nacional y la Filmoteca de la UNAMā fueron de poca utilidad. Ese verano, la Filmoteca ya habĆa cerrado sus instalaciones en el Centro HistĆ³rico, pero no habĆa inaugurado su nueva sede en el campus de la unam, asĆ que su archivo no estaba disponible para investigadoras como yo. La Cineteca sĆ estaba abierta y contaba con una colecciĆ³n sorprendentemente buena, que reemplazaba los tesoros perdidos en el incendio de 1982. Sus amables archivistas encontraron una carpeta de notas periodĆsticas sobre Rosa Gloria ChagoyĆ”n, en su mayor parte referentes a la producciĆ³n y promociĆ³n de las pelĆculas de Lola la Trailera. AsĆ supe que ningĆŗn crĆtico serio reseĆ±Ć³ la saga ni otros proyectos de ChagoyĆ”n. Un periĆ³dico sonorense publicĆ³ una encantadora historia sobre la actriz manejando el camiĆ³n rosa de Lola para un evento publicitario y otros recortes me revelaron quĆ© tan populares fueron las pelĆculas: vendieron mĆ”s boletos que cualquier otro filme mexicano hasta entonces y los estrenos y eventos publicitarios reunieron a multitudes. Pero la Cineteca no contaba con ninguna de las tres pelĆculas ni con la serie televisiva Central de abasto, que en 2009 dedicĆ³ uno de sus capĆtulos a Lola la Trailera y a su camiĆ³n.
Por supuesto, nadie en MĆ©xico depende de archivos o bibliotecas para encontrar una pelĆcula. AĆŗn asĆ, tambiĆ©n resultĆ³ difĆcil dar con cualquier DVD de los filmes de Lola la Trailera en los puestos piratas de la ciudad. HurguĆ© en las tres estaciones de metro cercanas y despuĆ©s en Tepito, porque parecĆa la opciĆ³n obvia, y en el metro Hidalgo, donde a veces suceden milagros. Mientras tanto, mis amigas respondieron a mis tristes historias de archivo e hicieron sus propias averiguaciones. Una de ellas me presentĆ³ a un historiador de cine que se ofendiĆ³ un poco cuando le preguntĆ© si tenĆa las pelĆculas que yo buscaba: āĀæY por quĆ© tendrĆa copias de eso?ā, preguntĆ³. Otro, cliente del psicoanalista de la esposa de una amiga, quien segĆŗn me dijeron tendrĆa que saber, asegurĆ³ que podrĆa encontrar todos los dvd de Lola la Trailera en cierta pequeƱa tienda de una pequeƱa calle al norte de Donceles. Para mi sorpresa, fue fĆ”cil encontrar la tienda, en la que incluso habĆa un pĆ³ster de Rosa Gloria ChagoyĆ”n colgado en la pared. Sin embargo, se negaron a venderme el pĆ³ster y me juraron que no tenĆan las pelĆculas.
De haber esperado unos aƱos todo esto no habrĆa sido necesario. Ya en 2011, los cinĆ©filos empezaron a llenar YouTube con casi todas las pelĆculas filmadas en MĆ©xico y en cualquier otro lado, y en estos dĆas los filmes completos de ChagoyĆ”n suelen desaparecer por Ć³rdenes de la ley, pero sĆ es posible encontrarlos en fragmentos, aunque esos fragmentos cambien a menudo de ubicaciĆ³n web. Los fans de Lola la Trailera mantienen sus pelĆculas mĆ”s o menos accesibles y se alientan unos a otros con mensajes como este: āexiste lola la trailera 4, es para mi abuelo qe me la pidiĆ³ y esta muy enfermo, casi en las ultimas. por favorā.1 (No existe Lola la Trailera 4, pero sĆ aquel episodio de Central de abastos y un cameo en la pelĆcula No se aceptan devoluciones, de 2013.)
En el verano de 2011 habĆa muy poca informaciĆ³n, no solo en YouTube sino en internet en general. Tan solo la invaluable imdb (la base de datos en lĆnea que almacena informaciĆ³n sobre pelĆculas) tenĆa datos Ćŗtiles. AhĆ supe que en la primera pelĆcula habĆan participado Irma Serrano y Emilio FernĆ”ndez, un reparto notablemente cualificado para tan modesto churro. TambiĆ©n me sorprendiĆ³ que en las dos primeras pelĆculas (Lola la Trailera, de 1985, y El secuestro de Lola, de 1986) la direcciĆ³n de fotografĆa estuviera a cargo de una mujer, Laura Ferlo. El tercer filme (El gran reto: Lola la Trailera 3, de 1991) tuvo un equipo tĆ©cnico formado en su totalidad por hombres (que incluĆa al experimentado fotĆ³grafo Armando CastillĆ³n), algo normal en esa Ć©poca, lo mismo en MĆ©xico que en Hollywood. Tanto imdb como los archivos fĆsicos en la Ciudad de MĆ©xico estaban llenos de pequeƱos fragmentos de informaciĆ³n interesante, pero nada mĆ”s. Mientras no pudiera ver las pelĆculas, era imposible seguir con el proyecto.
Me di por vencida. RegresĆ© a peinar periĆ³dicos del archivo Lerdo de Tejada en el Centro HistĆ³rico para un proyecto sobre incendios en cines en la dĆ©cada de 1930. Pero no me olvidĆ© de Lola la Trailera y los fines de semana, cuando los archivos estaban cerrados, continuĆ© buscando sus pelĆculas. Al final, una conversaciĆ³n con un vendedor de piraterĆa que tenĆa un puesto en el mercado de la Ciudadela me ayudĆ³ a entender el problema. No solo me asegurĆ³ que no tenĆa copias de esas pelĆculas, sino que intentĆ³ venderme en su lugar unas de Pedro Infante. āMiraā, me dijo, seƱalando un bonito paquete de Nosotros los pobres y sus secuelas, āsi quieres entender MĆ©xico, estas son las pelĆculas que tienes que verā. RespondĆ que estaba de acuerdo, pero que ya tenĆa esos DVD, y le preguntĆ© si estaba por completo seguro de no tener ninguna copia de Lola la Trailera. āBueno, no exactamente. O sea, tal vez pueda conseguirlas. ĀæPuede regresar maƱana?ā Y cumpliĆ³ su palabra: al dĆa siguiente tenĆa la trilogĆa a la venta āno tan bien empacada como la de Pedro Infante, aunque sĆ mĆ”s caraā y tambiĆ©n tenĆa una anĆ©cdota. Me contĆ³ que consiguiĆ³ los dvd con un primo que tenĆa un puesto en Tepito y que el primo no se los querĆa vender si eran para mĆ, porque eran los hombres, y no las mujeres respetables como yo, quienes veĆan esas pelĆculas. āLe dije que tĆŗ eres una profesora, que necesitas las pelĆculas para una investigaciĆ³n, y eso le pareciĆ³ bien, asĆ que me dio los dvd para que te los vendaā, concluyĆ³, triunfante.
Fue el momento que todo historiador desea cuando visita un archivo, aunque sea uno tan informal como un puesto que vende dvd piratas. El vendedor me dio el dato importante que conectaba todo lo que yo habĆa aprendido: la pregunta que deberĆa estar haciendo. Gracias a Ć©l entendĆ que lo que debĆa preguntar es quĆ© hacĆa que las pelĆculas de Lola la Trailera fueran importantes para los hombres, pero inapropiadas para las mujeres. Parece simple y obvio en retrospectiva, pero en las semanas que pasĆ© buscando los dvd considerĆ© otras preguntas. TenĆa claro que las pelĆculas estaban reservadas, de manera informal e inconsciente, para una clase de comprador a la que yo no pertenecĆa. Pero, ĀæcuĆ”l era la categorĆa que importaba? PodrĆa haber sido la raza, la clase social, la nacionalidad o la generaciĆ³n, o una combinaciĆ³n de estos factores. El vendedor no solo me consiguiĆ³ la trilogĆa sino que dirigiĆ³ el enfoque de mi pregunta al gĆ©nero: Āæpor quĆ© estas pelĆculas son apropiadas para algunas personas y no para otras?
Al ver las pelĆculas āde hecho, al ver solo las primeras escenas de la primera pelĆculaā descartĆ© la respuesta obvia a esa pregunta. No, la trilogĆa de Lola la Trailera no es pornografĆa. SĆ, es probable que haya despertado sentimientos sexuales en algunos espectadores, pero (como nos ha demostrado internet en numerosas ocasiones) todo lo que ha sido plasmado en un filme ha generado excitaciĆ³n sexual en algĆŗn espectador alguna vez. Esa ya no es una forma Ćŗtil de definir la pornografĆa, si es que en algĆŗn momento lo fue. SĆ, las pelĆculas incluyen escenas filmadas en un burdel, pero tambiĆ©n varios de los mejores tĆtulos de la historia del cine mexicano: todas las versiones de Santa, para empezar. SĆ, el diĆ”logo en algunas escenas estĆ” lleno de insinuaciones y dobles sentidos, pero lo mismo sucede con los clĆ”sicos de Tin Tan y Cantinflas. Y sĆ, Rosa Gloria ChagoyĆ”n tenĆa una magnĆfica presencia fĆsica, pero no era una odalisca recostada a la manera de las estrellas que se desnudaron en la dĆ©cada de los cincuenta. A veces usaba ropa provocativa, pero nunca se desnudĆ³ y en ningĆŗn momento se quedĆ³ quieta para ser admirada, sino que parecĆa estar siempre en movimiento. Ya sea manejando un camiĆ³n, persiguiendo al chupacabras por el desierto, empuƱando un arma de fuego o discutiendo apasionadamente con sus aliados de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos, no se trataba solo de una actriz guapa, sino, como propuso un crĆtico, āquizĆ” lo mĆ”s cercano a una heroĆna de acciĆ³n que MĆ©xico podĆa ofrecerā.2
La forma en la que sus fans expresan admiraciĆ³n por Lola la Trailera tambiĆ©n sugiere que ven a Rosa Gloria ChagoyĆ”n y a su papel mĆ”s famoso como algo mĆ”s que la estrella de pelĆculas erĆ³ticas. Esto es aĆŗn mĆ”s claro cuando comparamos sus comportamientos con los de los fans de otros sĆmbolos sexuales mexicanos. Los fans de Tongolele escribieron una canciĆ³n sobre ella, pero los de Lola la Trailera adoptaron su nombre pa- ra una banda de punk. Los fans de Gloria Trevi le pusieron su nombre a una tienda de lencerĆa en Los Ćngeles, pero los de Lola la Trailera le pusieron el suyo a una taquerĆa en la colonia Guerrero. Los fans de Ana Luisa Peluffo coleccionan fotos de la actriz posando con poca ropa en restaurantes y hoteles de lujo, pero los de Lola la Trailera la dibujan manejando su camiĆ³n (aunque hay que admitir que ella tambiĆ©n usa poca ropa). Emerge un patrĆ³n: los fans de Lola la Trailera la admiran por su belleza fĆsica pero, aĆŗn mĆ”s, valoran que sea una persona trabajadora y poderosa que ayuda a los otros. La caracterĆstica mĆ”s importante que sus fans veĆan en Lola la Trailera no eran sus minishorts, sino su āagenciaā, su capacidad de acciĆ³n.
ĀæQuĆ© habĆa en las pelĆculas que apoyara esta interpretaciĆ³n de Lola la Trailera? ĀæPor quĆ© estas cintas eran especialmente importantes para los hombres, y en algunos casos exclusivas para ellos? Las respuestas estĆ”n en la trama. Al principio de la primera pelĆcula, Lola todavĆa no es una trailera. Su papĆ” trabaja en el norte como camionero, moviendo mercancĆas desde MĆ©xico hacia alguna parte del sureste de Estados Unidos. Como el hombre bueno y honesto que es, se niega a traficar drogas para un cĆ”rtel coludido con el gobierno y poco tiempo despuĆ©s unos tipos misteriosos lo asesinan. Lola, su Ćŗnica hija, se ve rodeada por hombres que suponen que venderĆ” el negocio de su padre y se irĆ” de la ciudad, pero ella insiste en mantener el negocio a flote y manejar ella misma el camiĆ³n, porque ningĆŗn hombre de su familia puede hacerlo. AdemĆ”s, usarĆ” su nuevo trabajo para buscar en secreto a los asesinos de su padre y vengar su muerte. Este crimen sostiene toda la trilogĆa, pero no de forma directa: despuĆ©s de la primera pelĆcula, rara vez se menciona la bĆŗsqueda de los culpables. Sin embargo, la pĆ©rdida del padre motiva las luchas de Lola contra el crimen y las injusticias de todo tipo, explica por quĆ© trata con respeto y ternura a quienes son mĆ”s dĆ©biles y justifica su ocupaciĆ³n de trailera, un trabajo que ācomo las pelĆculas le recuerdan con frecuencia al espectadorā debe ser desempeƱado por un hombre.
Usar la muerte inesperada de parientes hombres para permitir que mujeres jĆ³venes desarrollen un rol masculino es un giro comĆŗn en los medios mexicanos. La referencia mĆ”s cercana de este relato en la historia de Lola la Trailera puede encontrarse en la historieta Adelita y las guerrillas, que apareciĆ³ por primera vez en 1936 y se publicĆ³ semanalmente hasta 1959. Su autor, JosĆ© G. Cruz, fue uno de los mejores artistas del medio. Adelita, una de sus mejores creaciones, era una joven cuyo padre muriĆ³ a comienzos de la RevoluciĆ³n. Su hermano se convierte en capitĆ”n de una tropa para buscar venganza y proteger a la familia, pero un grupo rival lo asesina al principio de la serie. Para el final de la primera entrega, Adelita estĆ” sola y lidera una banda que se enfrenta a los soldados de Victoriano Huerta. Esto la llevĆ³ a protagonizar mĆ”s de veinte aƱos de aventuras en el campo y, despuĆ©s, en la ciudad, ya que poco a poco el personaje evolucionĆ³ y pasĆ³ de ser una soldadera con trenzas a una detective con elegantes atuendos citadinos. Como Lola, Adelita fue una chica que aprovechĆ³ las circunstancias trĆ”gicas de su familia para adentrarse en un Ć”mbito masculino y despuĆ©s, mediante una popular narraciĆ³n episĆ³dica, continuĆ³ viviendo una vida independiente: soltera, autosuficiente, aventurera y en apariencia feliz. Para ponerlo de la forma mĆ”s simple: la lĆ³gica narrativa de ambas series es que una mujer puede disfrutar del privilegio masculino de hacer un trabajo importante, poderoso y lucrativo, siempre y cuando sea por obligaciĆ³n, como una consecuencia de la violencia masculina hacia un miembro de su familia. Nadie puede culparla por tomar el rol masculino ni de disfrutar su trabajo, si nunca fue su intenciĆ³n hacerlo.
Claro que esta versiĆ³n resumida de la trama resulta familiar. Hace mĆ”s de cuarenta aƱos, una generaciĆ³n de pensadoras feministas (Susan Brownmiller, Ann Barr Snitow y Molly Haskell, entre otras) apuntĆ³ que las escenas de violaciĆ³n en la ficciĆ³n anglosajona, desde las canciones hasta las pelĆculas y novelas, seguĆan la misma lĆ³gica: los autores podĆan presentar el punto de vista de mujeres que tienen sexo e incluso lo disfrutan, siempre y cuando ellas no lo buscaran. La culpabilidad no dependĆa de haber tenido sexo o disfrutarlo: en la ficciĆ³n de mediados del siglo pasado, la voluntad definĆa si un personaje femenino despertaba empatĆa o no. Reconocer y perseguir el deseo sexual servĆa para etiquetar a las mujeres de esas historias como inmorales o desagradables y justificar que a menudo acabaran mal. Pero si un personaje femenino era forzado a tener sexo, no se le podĆa culpar si, por alguna razĆ³n, lo disfrutaba. Bajo esta lĆ³gica sexista, la Ćŗnica manera de mostrar en un medio masivo a una mujer disfrutando del sexo era subrayar lo poco que ella lo deseaba. En otras palabras: hacer que todas las escenas en las que una mujer disfrutaba del sexo fueran escenas de violaciĆ³n.
El deseo que las heroĆnas mexicanas de ficciĆ³n, como Lola y Adelita, no podĆan expresar o llevar a cabo era el de tener una profesiĆ³n. Los autores de estos relatos populares resolvĆan el problema de presentar a una mujer competente en un puesto importante y bien pagado al forzarla a trabajar en Ć©l. Estos personajes nunca se quejan de que las circunstancias las hayan obligado a tener carreras glamurosas, pero tampoco defienden explĆcitamente su derecho a tenerlas, no critican a las mujeres que trabajan en el hogar ni discuten con quienes insisten en decir que luchar contra el crimen o manejar un camiĆ³n es un trabajo de hombres. Al contrario, estĆ”n de acuerdo, pero acuden al trĆ”gico destino de su hermano o padre como explicaciĆ³n. Ambos personajes tienen novios serios con quienes a veces trabajan en igualdad de condiciones, pero ni Adelita ni Lola se casan, porque la lĆ³gica narrativa sugiere que el matrimonio terminarĆa con esa relaciĆ³n laboral y, por lo tanto, con la historia. Tampoco tienen hijos (eso serĆa demasiado escandaloso), pero in- formalmente adoptan a huĆ©rfanos que actĆŗan como sus compinches en algunas de sus aventuras. AdemĆ”s, tanto Adelita como Lola, a pesar de haber perdido a sus familias inmediatas, viven inmersas en una densa red de parientes, amigos y enemigos; su sentido de la obligaciĆ³n y su necesidad de proteger a sus cuasifamilias ponen en acciĆ³n sus tramas. En suma, las vidas imaginarias de estos personajes son una soluciĆ³n muy satisfactoria a las dificultades y tensiones centrales de las mujeres en la realidad: el equilibrio entre las obligaciones y los placeres de la vida familiar y laboral y cĆ³mo encontrarlos dentro de una sociedad patriarcal que demanda que las mujeres den prioridad a la comodidad y la seguridad de los hombres sobre sus propios intereses.
Si dejĆ”ramos de pensar en Lola la Trailera en este punto, podrĆamos llegar a una conclusiĆ³n deprimente: que muy pocas cosas cambiaron entre 1936, cuando Adelita y las guerrillas llegĆ³ a los puestos de revistas, y 1985, cuando se estrenĆ³ Lola la Trailera. Las mujeres debĆan tener las mismas fantasĆas sobre el trabajo, su autonomĆa y el poder; todavĆa tenĆan dificultades para equilibrar el ideal de administrar sus hogares y una realidad en la que debĆan trabajar para mantenerse a ellas mismas y a sus familias. Para las mujeres era imposible admitir que encontraban placer y poder en su trabajo.
Pero detenerse ahĆ deja nuestra pregunta sin resolver: Āæpor quĆ© Lola la Trailera resultaba atractiva para los hombres?, Āæpor quĆ© ellos representaban su principal audiencia? Los cĆ³mics de Adelita estaban dirigidos a niƱos y niƱas, a hombres y mujeres. Para entretener a un pĆŗblico tan diverso su creador alternaba escenas pensadas para el lector masculino y el femenino: apasionantes balaceras y emocionantes fiestas; vestuarios a la moda y decorado de lujo, y maquinaria pesada y armas largas; tramas sobre rastrear criminales y otras centradas en el romance y las citas. Pero el pĆŗblico para los relatos episĆ³dicos sobre mujeres poderosas cambiĆ³ entre 1936 y 1985, y Lola la Trailera era apropiada solo para hombres. ĀæPor quĆ©?
Para responder a esa pregunta es necesario recordar que el personaje de Adelita era solo un ejemplo del estereotipo de la āchica modernaā (que incluye, por otro lado, a doƱa Borola, de La familia BurrĆ³n). Esta categorĆa servĆa para bromear y narrar historias sobre el cambio de las relaciones de poder entre hombres y mujeres en las dĆ©cadas posteriores a la RevoluciĆ³n. Gracias a que aparecĆa en relatos sobre la vida citadina y los espacios laborales urbanos, la chica moderna ayudĆ³ a los mexicanos a lidiar con las transformaciones en las esferas pĆŗblica y privada. Eran chicas que podĆan o no estar casadas o tener hijos, pero siempre tomaban sus propias decisiones y perseguĆan sus intereses. Casi siempre eran chic, como las pelonas de los veinte, pero solo a veces eran sexualmente atractivas y rara vez se les presentaba como sexualmente disponibles. Los hombres mexicanos contaban con otras imĆ”genes de mujeres atractivas y disponibles, porque los medios locales e internacionales presentaban a otras mujeres mĆ”s accesibles a su imaginaciĆ³n erĆ³tica, desde las vampiresas del cine mudo de los veinte hasta las chicas de calendario de los cuarenta y las pin-ups y estrellas porno de los setenta. La figura de la chica moderna tenĆa otros usos en la imaginaciĆ³n popular y quienes quisieran una fantasĆa erĆ³tica podĆan āliteralmenteā mirar para otro lado.
Lola la Trailera no era del todo una chica moderna, porque combinaba a la mujer urbana independiente con una apariencia muy sexualizada (Āærecuerdan esos minishorts?). Ella creĆ³ un lugar en la imaginaciĆ³n de los hombres para una mujer sensual y deseable con quien podĆan compartir el poder. Esto no era precisamente bueno para las mujeres. Intentar parecerse a Lola la Trailera era mucho mĆ”s complicado que imitar a doƱa Borola Tacuche de BurrĆ³n. Las mujeres que tenĆan como referencia este estereotipo de una mujer moderna, poderosa y trabajadora debĆan ser sensuales ademĆ”s de ambiciosas. QuizĆ” eso explique un poco por quĆ© muchas mujeres no vieron las pelĆculas de Lola: pensaban que no estaban hechas para ellas.
AdemĆ”s, la caracterizaciĆ³n de Lola la Trailera se fue haciendo menos ruda y significativamente mĆ”s sensual a lo largo de la trilogĆa: su camiĆ³n comenzĆ³ siendo uno cualquiera y terminĆ³ siendo rosa, su ropa se volviĆ³ mĆ”s reveladora y sus discusiones con personajes masculinos eran mĆ”s sugerentes hacia el final de la serie. Incluso los Ć”ngulos de la cĆ”mara parecĆan responder a las demandas de un pĆŗblico masculino. Los creadores de Lola la Trailera comenzaron con una pelĆcula de acciĆ³n sobre una chica moderna, pero terminaron contando la historia de un personaje distinto.
AsĆ, podrĆamos entender el amor de los hombres hacia Lola la Trailera como la apropiaciĆ³n y sexualizaciĆ³n masculina de la chica moderna. ĀæCĆ³mo sucediĆ³ esto y por quĆ© sucediĆ³ en ese momento? Lola la Trailera, una mujer trabajadora y accesible a la imaginaciĆ³n masculina, llegĆ³ justo cuando los hombres la necesitaban. En los ochenta, el nĆŗmero de mexicanos trabajando en el extranjero habĆa crecido y comenzĆ³ a ser comĆŗn, sobre todo en el norte, que los hombres jĆ³venes cruzaran la frontera solos, dejando atrĆ”s a sus familias con la esperanza de regresar con ahorros. Como nunca antes, los hombres mexicanos tuvieron que inventar maneras nuevas de pensar a las mujeres que habĆan dejado atrĆ”s y que administraban sus hogares por cuenta propia. Lola la Trailera, una norteƱa cuya historia coincidĆa con los cambios sociales de su tiempo y lugar, podĆa ser entendida como una visiĆ³n idealizada de esas mujeres: casta, pero sexi; sola, pero rodeada de familia; competente en una carrera masculina que nunca pensĆ³ seguir, ejerciendo su agencia con orgullo, pero de una manera que los hombres podĆan admirar. MĆ”s allĆ” del camiĆ³n rosa y los hot pants, esa es la razĆ³n por la que Lola la Trailera fue importante entonces y es recordada ahora: les dio a los hombres mexicanos una nueva manera de imaginar, entender y trabajar al lado de las mujeres mexicanas. ~
TraducciĆ³n del inglĆ©s de MarĆa JosĆ© Evia Herrero.
1 Comentario de mao hormazabal en āLola la trailera 2 de 10.wmvā: bit.ly/2OtPm6V (2015), consultado el 1 de septiembre de 2018.
2 Jim McLennan, āGirls with guns: Mexicoā: bit.ly/2CkNJRu, consultado el 7 de septiembre de 2018.
es historiadora y profesora en York University. En 2004, el FCE publicĆ³ su libro Del PepĆn a Los Agachados. CĆ³mics y censura en el MĆ©xico posrevolucionario