Jane Austen, Franรงoise Sagan, Violette Leduc, Sylvia Plath, Emily Dickinson, Mary Shelley, Beatrix Potterโฆ De primeras, no hay mucho en comรบn entre estas escritoras que no comparten ni el origen ni la รฉpoca ni los gรฉneros literarios que cultivaron (novelas de formaciรณn, relatos autobiogrรกficos, poemas lรญricos o metafรญsicos, cuentos gรณticos, libros para niรฑos). En los รบltimos veinte aรฑos, sin embargo, cada una de ellas ha merecido una pelรญcula entera โdos en el caso de Jane Austenโ o parte de una, en el caso de Las horas (Stephen Daldry, 2002), trรญptico en el que una de las tramas gira en torno a Virginia Woolf, pero al que la novela Mrs. Dalloway da toda su coherencia. La moda de las pelรญculas sobre escritoras hasta parece amplificarse a partir de 2010. Solo en el aรฑo 2018 se estrenaron no menos de tres filmes de ese tipo: Colette de Wash Westmoreland, Mary Shelley de Haifaa al-Mansour y Astrid de Pernille Fischer Christensen, sobre la novelista juvenil Astrid Lindgren.
ยฟCรณmo entender la atracciรณn de cineastas por figuras que, como sus equivalentes masculinos, no son nada cinematogrรกficas? Si la representaciรณn de escritores โpersonajes sobre todo estรกticosโ plantea por lo general problemas de puesta en escena que los realizadores resuelven con mayor o menor habilidad, ยฟhay particularidades notables en el tratamiento a las escritoras? O, dicho de otro modo, ยฟcรณmo tratan la cuestiรณn del gรฉnero las pelรญculas que les han dedicado?
A travรฉs de una selecciรณn de ejemplos sacados de los รบltimos treinta aรฑos veremos en primer lugar que las vidas de las escritoras llevadas a la pantalla permiten abordar, a travรฉs de esas figuras ejemplares, la condiciรณn de mujer y, muy a menudo en este caso, las injusticias que padecieron. De todos modos, lejos de aferrarse al estatus de vรญctimas, las escritoras revisten tambiรฉn, y a veces en el mismo seno de las pelรญculas, una dimensiรณn evidentemente transgresora que tiende hacia una emancipaciรณn de la dominaciรณn masculina. En ese sentido, veremos la importancia que revisten la cuestiรณn del nombre y la de la autorรญa, punto de uniรณn crucial entre la problemรกtica de la escritura, presentada como el tema principal de estas pelรญculas, y una reivindicaciรณn fundamental del feminismo que consiste en hacer a cada mujer autora de su destino.
Las escritoras, ejemplo de la desigualdad de las mujeres
Como era de esperar, los destinos trรกgicos han gozado del favor de los cineastas, que han puesto su mirada en escritoras neurรณticas (Violette Leduc en Violette) y/o con depresiรณn severa que a veces las llevรณ al suicidio (Sylvia Plath en Sylvia, Virginia Woolf en Las horas). Ligar el genio al defecto del artista es, desde luego, un recurso dramรกtico tradicional de las pelรญculas sobre escritores, que permite dar un poco de gracia a figuras muy cerebrales. El asunto del origen de esos problemas psicolรณgicos y de su manejo adquiere a veces un tono acusatorio en las pelรญculas dedicadas a escritoras, cuando la suerte que espera a las mujeres no se presenta directamente como una de las causas de sus desgracias.
La pelรญcula de Christine Jeffs sobre Sylvia Plath (2003) parece imputar la responsabilidad del suicidio de la poeta al abandono de su marido, Ted Hughes, otro poeta de la pelรญcula al que las feministas del otro lado del Atlรกntico hace tiempo erigieron como sรญmbolo de la asfixia del genio femenino por la dominaciรณn masculina. En la pelรญcula, el personaje del marido infiel que abandona a sus hijos al cuidado de una esposa presa de la depresiรณn se presenta de manera negativa no solo por su comportamiento en la esfera privada, sino tambiรฉn por la visiรณn antirromรกntica de la escritura que profesa. Al ver a su mujer โencarnada por Gwyneth Paltrowโ presa de los tormentos de la creaciรณn, Ted Hughes, al que da vida Daniel Craig, enuncia sin ambages su prosaica concepciรณn de la escritura como trabajo: โSolo tienes que elegir un tema y meterte de lleno en รฉl.โ
Esa posiciรณn de profesional de la escritura contraria a los valores del arte que generalmente prevalecen en las pelรญculas sobre poetas pretende condenar al personaje masculino a ojos del espectador. A decir verdad, el asunto de la creaciรณn poรฉtica queda en cualquier caso como un anexo en este filme que solo reserva un poco de hueco a su obra como tal y sigue, sobre todo, con una fascinaciรณn un poco morbosa la caรญda de Sylvia Plath en la depresiรณn hasta su suicidio final.
De una manera menos masoquista y mรกs explรญcitamente feminista โreveladora de la renovaciรณn de este asunto en los aรฑos 2010โ, Violette, de Martin Provost (2013), levanta el retrato de una persona atormentada, Violette Leduc (interpretada por Emmanuelle Devos) y su salvaciรณn a travรฉs de la escritura. Mรกs que a esta รบnica escritora, el cineasta destaca la solidaridad femenina. Se ve el papel esencial que desempeรฑรณ Simone de Beauvoir โinterpretada por Sandrine Kiberlainโ en la carrera literaria de Leduc, a la que animรณ a escribir y ayudรณ a publicar. En la pelรญcula, la escritura se presenta al mismo tiempo como un rescate individual (โNo conozco mejor salvaciรณn que la de la literaturaโ, afirma Beauvoir en una entrevista dada a la bbc y reconstruida para la pelรญcula), pero tambiรฉn como un asunto de salvaciรณn pรบblica. El filme muestra tambiรฉn la importancia que le da la autora de El segundo sexo a ese destino singular de la joven bastarda en busca de amor y reconocimiento. En ese sentido, invita a Violette Leduc a hacer โalgo constructivoโ a partir de la demoliciรณn de la que fue objeto, sobre todo al contar en Ravage su calamitoso aborto: โservirรก a muchas mujeresโ, cree ella entonces. Precisamente este pasaje del libro es el que defiende Beauvoir ferozmente frente a Gallimard, cuando dice con firmeza a los hombres que tiene delante: โhace falta que estas cosas se cuenten de una vez por todasโ. A cambio, cede frente al editor al censurar el pasaje del libro sobre los amores lรฉsbicos de Violette Leduc, un corte que esta vivirรก como una โmutilaciรณnโ. La violencia simbรณlica aparece en la pelรญcula como la causa de una crisis nerviosa de la heroรญna, que serรก tratada por la instituciรณn psiquiรกtrica con una violencia que no tiene, esta vez, nada de metafรณrico puesto que la internan y tratan con electroshocks.
El encierro de las mujeres que se consideraban desviadas y la violencia de los tratamientos fรญsicos infligidos como consecuencia de evaluaciones mรฉdicas dudosas y apresuradas estรก en el centro de otra pelรญcula anterior consagrada a una escritora. Un รกngel en mi mesa, de Jane Campion (1990), cuenta el destino de Janet Frame (interpretada por Kerry Fox), vรญctima de un diagnรณstico errรณneo de esquizofrenia por el que estuvo encerrada durante ocho aรฑos en un hospital psiquiรกtrico y por el que fue sometida a centenares de electroshocks. En la pelรญcula, el tratamiento parece castigar sobre todo que Frame no se conforme con el destino trazado para ella, tal y como muestra la escena imaginada por Campion y su guionista Laura Jones en la que la heroรญna, paralizada por la mirada escrutadora de un inspector, se va de repente del aula en la que estaba dando una clase y huye al campo. La vemos entonces quitarse la ropa demasiado ajustada de institutriz. Esta huida impulsiva se presenta como la causa directa de su internamiento.
En la pelรญcula de Jane Campion, la joven es literalmente salvada por la literatura, puesto que la concesiรณn del premio a una de sus novelas le evita in extremis la lobotomรญa que le esperaba. El galardรณn recibido providencialmente le da los medios para viajar y dedicarse a la creaciรณn literaria, presentada en la pelรญcula como un verdadero salvavidas. Si la tentaciรณn de explicar la obra por la vida es recurrente en los biopics y responde a evidentes imperativos de guion, en el caso de las escritoras la escritura aparece todavรญa de manera mรกs clara como una salida, como una estrategia de afirmaciรณn propia, incluso de supervivencia, haciendo a estas autoras, a veces desafiantes, portavoces de su sexo.
Numerosas escritoras se presentan en la pantalla como vรญctimas del control social y biolรณgico que se ejerce sobre ellas, al menos durante una parte de su vida, pero ellas encarnan tambiรฉn, y a veces al mismo tiempo, una forma de transgresiรณn, sobre todo por comentarios progresistas que se les atribuyen, en ocasiones de manera apรณcrifa.
Mujeres transgresoras
En las pelรญculas que les dedican no es raro escuchar a las escritoras denunciar la condiciรณn de la mujer, tanto en el seno de la pareja como en la sociedad. Es lo que le sucede a Colette, encarnada por Keira Knightley, que no castiga tanto las faltas de su marido, interpretado por el carismรกtico Dominic West, como las mentiras de รฉl y la asimetrรญa de las relaciones en la pareja (รฉl evoca las famosas โnecesidades masculinasโ para sus reiteradas infidelidades). Al rechazar su estatus de โpobre mujercitaโ, Colette exige de รฉl completa honestidad y rechaza verse limitada a la esfera domรฉstica al decir con valentรญa: โQuiero formar parte de las cosas.โ La cuestiรณn de los derechos de autor, que Willy consigue usurparle, se convertirรก en motivo fundamental de la ruptura. Este asunto, cuyas implicaciones simbรณlicas se abordarรกn mรกs adelante, tiene una dimensiรณn econรณmica, recurrente en los biopics sobre escritoras. Al principio de Confesiones รญntimas de una mujer (Diane Kurys, 1999), sobre la relaciรณn entre Sand y Musset, la dependencia material de las mujeres con respecto a sus maridos es uno de los reparos que la novelista tiene contra el matrimonio, y esta reivindicaciรณn toma una forma evidentemente mรกs estructurada en Violette, donde Simone de Beauvoir hace de la independencia financiera un requisito indispensable para la emancipaciรณn de las mujeres y se dedica de manera mรกs general a dar contenido polรญtico y significado feminista al desgraciado destino de Violette Leduc.
Esta autonomรญa necesaria estรก asociada a otra reivindicaciรณn muy concreta pero fundamental, la de tener โuna habitaciรณn propiaโ, como decรญa Virginia Woolf en el cรฉlebre ensayo del mismo tรญtulo, de 1929, que es ya un clรกsico de la literatura feminista. La necesidad de las mujeres de poder salir de la esfera domรฉstica para dedicarse a una actividad creativa no estรก formulada de manera explรญcita por la novelista en la pelรญcula Las horas, pero se adivina de manera oblicua en el destino de los tres personajes femeninos que la pelรญcula entrelaza. En esta adaptaciรณn de la novela homรณnima de Michael Cunningham, el director conecta las vidas de tres mujeres en un momento preciso de su existencia. Situada en 1923, la primera parte de la pelรญcula estรก dedicada a Virginia Woolf, bajo los rasgos de Nicole Kidman, en el momento en que estรก escribiendo Mrs. Dalloway mientras lucha contra la depresiรณn. La unidad temporal solo se rompe con los planos de apertura y cierre de la pelรญcula que muestran su suicidio en 1941 y orientan asรญ la interpretaciรณn del filme. La segunda trama se centra en Laura Brown (Julianne Moore en la pantalla), ama de casa embarazada en Los รngeles a finales de los aรฑos cuarenta, que sufre tambiรฉn de melancolรญa aguda y que renunciarรก in extremis a poner fin a su vida, pero que abandonarรก a su marido y a su hijo. Por รบltimo, la tercera parte de la pelรญcula estรก dedicada a Clarissa Vaughan (Meryl Streep), editora neoyorquina a comienzos del siglo XXI que asiste, impotente, al suicidio de su autor (y amor de juventud) Richard Brown, de quien se descubrirรก que es el hijo abandonado tiempo atrรกs por Laura Brown, la heroรญna de la segunda trama del filme. Aunque Laura no entra propiamente en la lรญnea de los artistas malditos retratados en la pelรญcula, su conquista de un espacio propio se presenta como una necesidad vital y estรก, en cierto modo, ligada a la literatura. Para escapar del espacio domรฉstico que la oprime, la joven madre se refugia en una habitaciรณn de hotel en la que ha previsto suicidarse y se zambulle en la lectura de Mrs. Dalloway. Una imagen fantasmal la muestra sumergida en las aguas โun eco del suicidio de Virginia Woolfโ, despuรฉs cambia de opiniรณn bruscamente y vuelve de manera provisional a su casa. Pero la continuaciรณn de la pelรญcula cuenta que terminรณ por abandonar definitivamente a su familia para hacerse bibliotecaria en Canadรก. Ese empleo le asegurarรก no solo su independencia econรณmica, sino que le โsalva[rรก]โ la vida, como explica de manera retrospectiva en la escena que recoge todos los hilos de la pelรญcula. En esa escena se explicitan las implicaciones feministas del filme: no quiere el perdรณn por el abandono que hundiรณ a su familia en la desgracia, sino que presenta su acto como el resultado de una alternativa simple entre la muerte, a la que la condenaba su desdicha, y la vida que se le presentaba al irse: โElegรญ la vidaโ, dice.
La transgresiรณn asociada a los personajes de las escritoras no se sitรบa solo en el plano verbal sino tambiรฉn en el de las costumbres y las conductas. Mary Shelley (2018) nos recuerda que la joven Mary Wollstonecraft, interpretada por Elle Fanning, solo tenรญa diecisรฉis aรฑos cuando iniciรณ una relaciรณn ilรญcita con un hombre casado, Percy Shelley, y dejรณ la casa familiar para vivir con รฉl, una manera de afirmar su voluntad de primar sus deseos sobre los imperativos familiares y sociales. Mรกs temeraria todavรญa es George Sand, interpretada con naturalidad y sencillez por Juliette Binoche en la pelรญcula de Diane Kurys Confesiones รญntimas de una mujer, centrada en la relaciรณn fogosa con Musset, al que sacaba diez aรฑos. Sin embargo, tanto en un caso como en el otro las escritoras cuyas vidas se ponen en escena no escapan del todo del estatus de vรญctimas identificado mรกs arriba: sus compaรฑeros se revelan al final de las pelรญculas como tรณxicos y cada vez mรกs negligentes. Nada que ver en cambio con el caso de la joven Franรงoise Sagan, enamorada de la libertad, a quien la misma Diane Kurys presta la extraรฑeza de los rasgos de Sylvie Testud en su pelรญcula de 2008. Insistรญa en el viento de libertad que hacรญa soplar a su alrededor la joven novelista, inconformista, esplรฉndida, y, ademรกs, bisexual. Se trata de un rasgo comรบn a muchos biopics de escritoras donde la tentaciรณn homosexual es una de las formas mรกs recurrentes de transgresiรณn. Esta puede estar simplemente sugerida, como en Las horas, donde se ve a Virginia Woolf dar un beso en los labios de su hermana, o explรญcitamente desvelada, como en el caso de Violette Leduc, a travรฉs de la evocaciรณn de su relaciรณn lesbiana de juventud y tambiรฉn del amor desenfrenado โen una รบnica direcciรณnโ que manifiesta a lo largo de la pelรญcula por su benefactora, Simone de Beauvoir. En el caso de Colette, la preferencia por las mujeres se sugiere en toda la pelรญcula, pero se afirma sobre todo en la รบltima parte, donde la escritora se libera del control de Willy y comienza una relaciรณn con la cรฉlebre Missy. Ese cambio se traducirรก tambiรฉn, como se verรก, en un cambio de estilo en la indumentaria.
En el plano visual, el carรกcter transgresor de las escritoras se traduce en que las pelรญculas acentรบan determinados aspectos fรญsicos o elecciones de vestuario atรญpicas. En la pelรญcula de Campion, la rebeldรญa de Janet Frame se caracteriza por su cabellera roja hirsuta que la hace reconocible a lo largo de la pelรญcula a pesar de los cambios de actriz que le dan vida segรบn las diferentes รฉpocas de su vida. De manera simbรณlica, en el filme todo el mundo parece querer domesticar ese cabello rebelde y, del mismo modo, la joven parece siempre incรณmoda, literalmente โdesajustadaโ, en la ropa que lleva.
La extraรฑeza parece aquรญ mรกs sufrida que elegida, pero en otros casos la adopciรณn de un atuendo particular es una elecciรณn y participa en la construcciรณn de una personalidad de escritor que el desarrollo de la fotografรญa y despuรฉs de los medios audiovisuales han contribuido a inmortalizar. Al tratarse de escritoras, la construcciรณn de esta figura pรบblica implica a veces una apropiaciรณn de los cรณdigos masculinos. Desde este punto de vista, la evoluciรณn del vestuario del personaje de Colette en la pelรญcula de Wash Westmoreland es significativa. Willy, el Pigmaliรณn de su marido, mantiene hรกbilmente la confusiรณn entre Colette y su heroรญna Claudine para lanzar la cรฉlebre serie del mismo nombre de la que hace una marca registrada, pero la escritora acabarรก liberรกndose de esa imagen forjada por su esposo para adoptar un traje de hombre como su compaรฑera Missy, la famosa travesti con la que inicia una atrevida carrera artรญstica.
Tambiรฉn George Sand adopta un aspecto masculino โen la pelรญcula Juliette Binoche lleva pantalones y fumaโ para moverse de manera mรกs libre y, con el mismo fin, elige un nombre masculino para poder escribir sin tener que enfrentarse a los juicios reservados a las mujeres. En el filme de Kurys dice que quiere ser โun escritor, no una mujer que escribeโ. No serรก esa la elecciรณn de otras escritoras llevadas a la pantalla para las que la conquista de la autorรญa bajo su nombre propio representa una importante apuesta simbรณlica y la seรฑal del control de su destino.
La apuesta del nombre: conquistar la autorรญa
Para las mujeres, durante mucho tiempo, firmar sus obras con su nombre fue una prรกctica social censurada que les hacรญa correr el riesgo de ser consideradas como โmujeres pรบblicasโ, con todas las connotaciones ofensivas de esa locuciรณn. A menudo se vieron empujadas a elegir un nombre, el de su padre, el de su marido o adoptar un seudรณnimo. El asunto no se plantea de la misma manera dependiendo de las รฉpocas representadas en las pelรญculas, pero el problema de la autorรญa estรก muy presente sobre todo โยฟcoincidencia de fechas o tendencia reveladora?โ en dos pelรญculas de 2018: Mary Shelley y Colette.
La pelรญcula de la feminista saudรญ Haifaa al-Mansour muestra una Mary Shelley que se rebela contra la idea de que su nombre no estรฉ en la portada de su Frankenstein. La novela apareciรณ primero de manera anรณnima con un prefacio de su marido, al que, a partir de ahรญ, muchos lectores atribuyeron la paternidad de la obra. En la pelรญcula, es el padre de Mary quien repara esta injusticia asegurando la reimpresiรณn de la novela con el nombre de su hija. Y es tambiรฉn el padre, figura progresista, quien invita a la joven novelista a โencontrar su propia vozโ y olvidar la de los otros, frase que una voz en off repite con insistencia en la escena de la escritura de Frankenstein. Un consejo asรญ, viniendo de una tercera persona, figura paterna, tiene, en principio, algo paradรณjico. Pero es seguramente en Colette donde la cuestiรณn de la autorรญa se plantea con mayor insistencia. Aunque al principio de la pelรญcula la joven parece no darle demasiada importancia y dice con modestia โNo necesito dejar huella en el mundoโ, termina irritรกndose al ver a su marido, el ambicioso Willy, apropiarse de la paternidad de la serie de Claudine. En principio, ese subterfugio se presenta como un truco comercial en respuesta a la constataciรณn lapidaria y cรญnica de que la literatura femenina no se vende (โlas mujeres no vendenโ). Willy retoma de manera explรญcita la metรกfora de la paternidad cuando, para subrayar el carรกcter segรบn รฉl decisivo de su contribuciรณn a las novelas de Colette, dice: โsin un progenitor, no habrรญa Claudineโ. Es cierto que, como muestra el director, la campaรฑa de publicidad que orquestรณ magistralmente contribuyรณ de manera incontestable al รฉxito de la serie, pero la deshonestidad y la arrogancia del personaje masculino se hacen cada vez mรกs molestas conforme avanza la pelรญcula. Si al principio Willy puede considerarse en cierto modo ayudante de la escritura, con mรฉtodos, es verdad, un poco brutales โยกencierra a la joven con llave para obligarla a trabajar!โ, cuando los beneficios econรณmicos de Claudine son mayores, el Pigmaliรณn del comienzo se convierte sobre todo en un explotador; incluso, forzando un poco las cosas, en un chulo. En la pelรญcula, no son los engaรฑos del marido los que llevan a Colette a romper con รฉl, sino que venda los derechos de Claudine y se quede las ganancias para satisfacer sus necesidades personales. Colette no solo escribiรณ esta serie de novelas, sino que las รบltimas se nutren completamente de sus experiencias personales y, sin duda, esa es la razรณn por la que el personaje tuvo tanto รฉxito โdando una vozโ a las jรณvenes de su รฉpoca. Que su marido se apropie de su obra le resulta insoportable. El tiempo que cubre la pelรญcula se centra en la relaciรณn de pareja que estableciรณ con su marido โcomienza cuando se conocen y termina cuando se separanโ, el crรฉdito final informa de que al final ella obtuvo el reconocimiento gracias a los manuscritos a mano de Claudine que un empleado de Willy no quiso quemar. Aunque muchas de las asperezas del personaje y de su singular carrera quedan en silencio โsobre todo por los lรญmites cronolรณgicos escogidos, la elecciรณn de una actriz un poco sosa y el marco restrictivo de la producciรณn hollywoodienseโ, la pelรญcula no es ni mรกs ni menos que el recorrido de un empowerment.
ยฟPelรญculas feministas?
ยฟAdoptan entonces los biopics de escritoras necesariamente un punto de vista feminista? Nada mรกs lejos. Si, como hemos visto, la condiciรณn de mujer se aborda en casi todas, no siempre se evitan los clichรฉs relativos a la escritura femenina, presentada como una emanaciรณn natural e incontrolada de la sensibilidad de su autora. En ese contexto es interesante constatar que los directores han elegido autoras de textos autobiogrรกficos (Violette Leduc, Janet Frame) o de obras fuertemente influidas por su vida (Sylvia Plath, Colette, Franรงoise Sagan). La experiencia personal y la รญntima desempeรฑan un papel preponderante, incluso en el caso de relatos descaradamente ficticios, como Frankenstein, cuya puesta en escena sugiere que Mary Shelley lo habrรญa escrito para exorcizar la culpa ligada a la pรฉrdida de su hijo.
La preeminencia de lo รญntimo pretende acercar a esos personajes a sus potenciales espectadoras y tambiรฉn por eso los tรญtulos de los biopics dedicados a escritoras se suelen limitar a su nombre (Sylvia, Agatha, Enid, Violette, Astrid), mientras que a los escritores se les designa por su apellido (Wilde, Byron, Capote, Kafka, Hammett). Un ejemplo especialmente llamativo es el de Become Jane (Julian Jarrold, 2007), inspirada en una biografรญa inicialmente titulada Become Jane Austen. Renombrado, el filme borra su carรกcter literario โel nacimiento de una vocaciรณnโ para privilegiar la trayectoria de una mujer. Esta elecciรณn es reveladora del posicionamiento de la pelรญcula, que relega el aspecto artรญstico a un segundo plano y hace del celibato de Jane Austen la fuente de una decepciรณn tanto mรกs grande que, en adelante, el director toma prestados elementos de la novela romรกntica para el universo de su heroรญna. Esta impresiรณn inicial se ve reforzada por la elecciรณn de la actriz Anne Hathaway, habitual de las comedias romรกnticas, para interpretar a la novelista.
Pero, al contrario que sus heroรญnas, la Jane Austen de la pelรญcula dejarรก de lado el amor que se le ofrece y, tal y como se escenifica, el รฉxito de sus novelas no parece compensar la renuncia a la vida conyugal. Esta disyunciรณn entre proposiciones progresistas, mantenidas en la superficie por la heroรญna, y un relato que defiende los valores tradicionales hace de la pelรญcula un ejemplo mรกs de un posfeminismo bastante extendido en este tipo de producciones.
El anรกlisis de los biopics de escritoras, de los que se ha propuesto aquรญ un boceto, puede resultar fructรญfero en mรกs de un sentido. Los historiadores de la literatura, cada vez mรกs curiosos por las mediaciones del hecho literario, podrรกn ver en รฉl una contribuciรณn a la reevaluaciรณn contemporรกnea del canon, pasando por la puesta al dรญa de figuras desconocidas para el gran pรบblico, como Violette Leduc, o hasta ahora poco consideradas (por su juventud), constatando la permanencia de escritoras bien establecidas, como Jane Austen, cuyo prestigio sirve todavรญa hoy de garantรญa cultural a una pelรญcula de รฉpoca como Becoming Jane.
La historia literaria no es la primera preocupaciรณn de los cineastas cuando se interesan por este tipo de figuras que les permiten redibujar destinos singulares y a menudo tambiรฉn, como se ha visto, abordar a partir de estos casos ejemplares la condiciรณn de la mujer a travรฉs del tiempo. El estudio de estas pelรญculas en la filmografรญa de los diferentes cineastas, aquรญ muy resumido por espacio, permitirรญa afinar los anรกlisis. Al hacerlo, los cineastas no hablan solo del pasado, tambiรฉn de su propio tiempo, cuyos asuntos reflejan mรกs o menos conscientemente. Puesto que los filmes examinados en este artรญculo son del periodo 1990-2018, hay un tira y afloja entre el posfeminismo, de un lado, y la conciencia, reavivada en los รบltimos aรฑos, de una lucha aรบn no superada. ~
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Traducciรณn del francรฉs de Aloma Rodrรญguez.
Publicado originalmente en La vie des idรฉes.
es investigadora posdoctoral en la Universidad KU Leuven de Bรฉlgica. Es especialista en las relaciones entre el cine y la literatura, y colabora de manera habitual con Cinematek de Bruselas