En octubre de 2019, la Academia Sueca anunciรณ que le daba el Premio Nobel de Literatura al novelista y dramaturgo austriaco Peter Handke, una figura controvertida a causa de su aparente simpatรญa, expresada mรกs de una dรฉcada antes, por el fallecido dictador serbio Slobodan Miloลกeviฤ. La respuesta de los miembros bienpensantes del establishment literario fue el oprobio inmediato.
En una declaraciรณn de su presidenta, Jennifer Egan, el pen de Estados Unidos se mostrรณ โatรณnitoโ por la noticia y dijo โlamentar profundamenteโ la elecciรณn del comitรฉ del Nobel. โRechazamos la decisiรณn de que un escritor que ha cuestionado persistentemente crรญmenes de guerra totalmente documentados sea celebrado por su โingenio lingรผรญsticoโโ, dijo Egan. โEn un momento de nacionalismo creciente, liderazgo autocrรกtico y desinformaciรณn extendida por todo el mundo, la comunidad literaria merece algo mejor que eso.โ
La declaraciรณn era notable por su abierto rechazo a la primacรญa del arte. Las comillas de โingenio lingรผรญsticoโ, parte de la cita del Nobel para Handke, de quien John Updike escribiรณ que era el mejor escritor en lengua alemana, parecen cuestionar el propio concepto, mientras que la presunciรณn subyacente es que la bajeza moral del artista es por necesidad inherente a su obra. Al celebrar las novelas y obras teatrales de Handke, la Academia Sueca daba auxilio a los autรณcratas.
Se une a esta creencia la afirmaciรณn de Egan de que el mundo literario โmerece algo mejorโ, lo que, asumo, quiere decir un laureado que estรฉ firmemente instalado en el lado correcto de la historia. Y si ese ejemplo pasado por alto poseรญa una identidad marginal a la moda, mejor. (Como era predecible, algunos crรญticos lamentaron que los dos galardones entregados en 2019 โel otro fue para la polaca Olga Tokarczukโ recayesen en autores europeos.)
Aquรญ vemos el contorno del nuevo moralismo que oscurece la creaciรณn cultural en Estados Unidos, como un gran mapa borgiano que se asienta opresivamente sobre el territorio que dice describir. Sus nociones gemelas โque el arte y el entretenimiento, asรญ como quienes los producen, deberรญan estar sometidos a tests de pureza de ideologรญa y comportamiento, y que los productos culturales y creadores que se consideran โproblemรกticosโ deberรญan ser apartados en favor de material mรกs edificanteโ ascienden, si no es que ya dominan.
El nuevo moralismo iliberal sostiene que deberรญa darse preferencia en los programas educativos, en las pรกginas de reseรฑas y en las nominaciones para premios importantes a artistas cuyas opiniones polรญticas coincidan con las de los รกrbitros culturales y cuyas identidades se puedan celebrar sin peligro. El uso mรกs elevado de las artes, desde este punto de vista, es consagrar una visiรณn del mundo no tal como es sino como deberรญa ser, en particular en asuntos de diversidad racial y de gรฉnero y otras apreciadas causas progresistas.
Los libros y las pelรญculas de artistas problemรกticos โy ser heterosexual, blanco y varรณn es ser tres veces problemรกticoโ en el mejor caso no ayudan y en el peor corrompen. Como me dijo un escritor, si quitas el centro de la frase, desvelas el problema actual de la literatura: โRechazamos la decisiรณn de que un escritor [โฆ] sea celebrado por su ingenio lingรผรญstico.โ
Lo intensamente censores que son los nuevos moralistas, lo convencidos que estรกn de su doctrina y lo lejos que se encuentran de una creencia absoluta en la libertad de expresiรณn y la licencia artรญstica quedรณ claro el verano pasado, en los dรญas prรณximos al estreno de รrase una vezโฆ en Hollywood. Tambiรฉn lo hicieron los lรญmites de lo que su censura puede alcanzar. The New Yorker calificรณ la pelรญcula โsituada en una fantasรญa de la Costa Oeste ensombrecida por los crรญmenes de Mansonโ de โobscenamente regresivaโ y acusรณ a su director de haber hecho โuna pelรญcula ridรญculamente blanca, acompaรฑada de una desagradable dosis de resentimiento blancoโ. (Los protagonistas, Brad Pitt y Leonardo DiCaprio, son blancos; el personaje de Pitt es un varรณn no reconstruido.)
Mientras tanto, la revista Time se dedicaba a contar las lรญneas de diรกlogo de cada pelรญcula de Tarantino para ver cuรกntas decรญan las mujeres, y el Guardian declaraba en julio que era โhora de cancelarโ al director por completo: no importaba lo buena que fuese su siguiente pelรญcula. Ocurriรณ justo lo contrario. รrase una vez tuvo el mejor primer fin de semana de las nueve pelรญculas de Tarantino y ha obtenido, con un presupuesto de 90 millones de dรณlares, casi 371 millones en la taquilla global.
Como Handke, Tarantino es una figura establecida, prรกcticamente demasiado grande para caer, pero los nuevos moralistas no atienden a eso. Todo el mundo puede ser objetivo legรญtimo, y pocos escritores o cineastas estรกn en condiciones de despreciar esos ataques. En el invernadero que es la literatura juvenil, autores y blogueros influyentes condenan como problemรกticos โy hacen cuanto pueden para sabotearโ libros aรบn no publicados ni terminados, libros que, en algunos casos, ni siquiera han sido leรญdos.
โMuchos miembros del club de libros juveniles de Twitter se han convertido en policรญas culturales, controlan a sus pares en mรบltiples plataformas a la caza de violacionesโ, escribiรณ la autora de obras para jรณvenes Kat Rosenfield. โEl resultado es un batiburrillo donde se amontona y arrastra, se citan tuits y hacen capturas de pantalla, se coordina el voto y se entablan guerras simbรณlicas.โ
En enero de 2019, la escritora debutante Amรฉlie Wen Zhao se encontrรณ sometida a unas crรญticas tan feroces โen buena medida por hacer de la esclavitud un elemento de su mundo ficcionalโ que retirรณ su novela juvenil de fantasรญa, Blood heir, el primer volumen de una supuesta trilogรญa para la que habรญa recibido un anticipo de seis cifras. El mes siguiente, otro autor, Kosoko Jackson, retirรณ su primera novela despuรฉs de que una turba tuitera la destruyese por presentar a protagonistas โprivilegiadosโ y a un personaje musulmรกn como villano.
Paradรณjicamente, Jackson, que es negro y gay, habรญa trabajado como โlector de sensibilidadโ para editoriales, evaluando manuscritos en busca de ese contenido polรญticamente incorrecto, y en Twitter, como Zhao, habรญa combatido en cruentas guerras identitarias. โEra Robespierreโ, escribiรณ la columnista Jennifer Senior en el New York Times, โcon el cuello en la guillotinaโ. El cancelador habรญa sido cancelado.
Si no puede encontrarse el fallo en el arte, se encuentra en el artista. Entre 2014 y 2017, el poeta Joseph Massey tuvo una relaciรณn mutuamente dependiente y, como ahora admite, insana con la tambiรฉn poeta Kate Colby, que estaba casada. Finalmente, confesรณ el romance, pidiรณ disculpas al marido de Colby y, segรบn Massey, se reconciliรณ, o al menos alcanzรณ un cese de las hostilidades, con la propia Colby.
Hasta que la Wesleyan University Press, la โeditorial soรฑada de Colbyโ, que habรญa rechazado dos veces su obra, aceptรณ publicar la siguiente colecciรณn de poemas de Massey. Entonces ella cortรณ todo contacto, segรบn el escritor, y se decidiรณ a destruirlo, envenenando el pozo con sus amigos, contactos profesionales y cualquiera que quisiera escuchar.
En enero de 2018, en un post de Facebook, lo llamรณ โabusador en serieโ, y etiquetรณ a editores y a la Kelly Writers House de la University of Pennsylvania, donde Massey trabajaba a tiempo parcial. Tambiรฉn enlazรณ un sitio web donde una carta anรณnima acusaba al poeta, con escasez de detalles y pruebas, de ser un โpredadorโ, โcon alto riesgo [de] abuso y acosoโ, y pidiรณ a los editores y al empleador de Massey โa quienes ya habรญa enviado la cartaโ que โpusieran fin a su relaciรณn con รฉlโ.
A medida que circulaba el post de Facebook, otras afirmaciones nebulosas y a menudo inverificables contra Massey โโEn una lectura de poemas, me mirรณ como si fuera comidaโ; โFue raro conmigo en Instagramโโ aparecieron en las redes sociales. Por esa razรณn, la Kelly Writers House lo despidiรณ, sus editores eliminaron toda menciรณn de sus libros en sus pรกginas web, amigos cercanos cortaron lazos y la Academia Estadounidense de Poetas borrรณ de su web todas las piezas suyas que almacenaba, su perfil de autor y un ensayo sobre รฉl escrito por la ganadora del Pulitzer Rae Armantrout. Massey se vio obligado a retirar su manuscrito de la Wesleyan University Press. Habรญa sido excomulgado.
En mayo de 2019, escribiรณ โPoema contra la cancelaciรณnโ, un llamamiento a la irreductible complejidad de las vidas humanas y la esperanza de percibir los โmuchos mundos / en el interiorโ. Aunque su รบltimo libro, A new silence, escrito tras un intento de suicidio y una semana en una planta psiquiรกtrica, es una prueba, como escribiรณ en junio de 2019, โde que mi espรญritu no se habรญa extinguidoโ, dos meses mรกs tarde lanzรณ una campaรฑa en GoFundMe para reunir dinero. โOdio hacer estoโ, escribiรณ, โpero no tengo apoyos. No tengo red y temo no tener un techo en otoรฑo e inviernoโ. A finales de octubre, habรญa reunido solo unos 4.600 dรณlares de su objetivo de 6.000.
Para el pรบblico, la historia de Massey, como otras de la era Me Too, tomaba la forma de un morality play donde habรญa amplios papeles para la รฉlite sacerdotal y para los seglares de las redes sociales: de ahรญ el amplio atractivo que ha permitido que la lรณgica implacable de esos relatos se extienda del entretenimiento masivo a lo que queda de nuestra alta cultura, desde el mundo de las pelรญculas de superhรฉroes al de los pintores impresionistas, desde la literatura juvenil a los dramas de la HBO.
Que el nuevo moralismo de repente parezca estar en todas partes no es un accidente, porque los incentivos econรณmicos de los medios digitales se alinean con los compromisos ideolรณgicos de muchos de quienes lo practican. El New York Times publicรณ casi 2.500 artรญculos sobre Juego de tronos mientras durรณ la serie, diseccionando todo, desde asuntos raciales a su tratamiento de la sexualidad femenina o los paralelismos entre personajes femeninos enloquecidos por el poder y el ascenso de personajes femeninos por todo el mundo.
La revista Vulture de Nueva York publicรณ casi ochocientos artรญculos asรญ, segรบn el anรกlisis que hizo para The Outline James Yeh. Igual que en los รบltimos aรฑos Hollywood ha pasado de โcazar al espectador a perseguir fansโ, como escribiรณ Kyle Paoletta en un ensayo de The Baffler sobre el comienzo de la โprensa fandomโ, los medios han mostrado gran voluntad de โdar contenido de 24 horas a fans de estas franquiciasโ.
Compromรฉtete a llevar contenidos de 24 horas en cada aspecto de la cultura pop, y al final caerรกs en los รกngulos de la justicia social y la indignaciรณn moral. Aรฑade a eso un conjunto de escritores formados para pensar en tรฉrminos de relaciones de poder, opresiรณn racial y jerarquรญa de las vรญctimas y resulta imposible no entrar, como hizo el Times en 2017, en el โdebate del blanqueamientoโ en torno a la elecciรณn de un actor blanco en vez de asiรกtico para interpretar al superhรฉroe blanco Iron Fist en la serie epรณnima de la Marvel. La prensa, en otras palabras, tiene un incentivo econรณmico para informarnos de cada pecado cultural, y existe un pรบblico que estรก ansioso por extender la noticia y avergonzar a los pecadores.
Los criterios morales o ideolรณgicos para juzgar las virtudes de las obras de arte se han utilizado mucho en el pasado, por supuesto. Joseph Pulitzer decretรณ que el primer premio de ficciรณn que lleva su nombre se entregara a โla novela estadounidense publicada ese aรฑo que mejor presente la atmรณsfera completa de la vida estadounidense, y el mรกs elevado estรกndar de maneras y virilidad estadounidensesโ.
Nicholas Murray Butler, presidente de Columbia University y por tanto supervisor del comitรฉ asesor del Pulitzer, al que el jurado debe someter su recomendaciรณn, cambiรณ la โatmรณsfera completaโ por โatmรณsfera รญntegraโ, una correcciรณn โsin importanciaโ en sus palabras, que explica que una obra prรกcticamente olvidada como Laughing boy de Oliver La Farge se impusiera a novelas de Hemingway, Faulkner y Wolfe en 1930, el aรฑo anterior a que la palabra โรญntegraโ se eliminara para siempre.
Despuรฉs, durante dรฉcadas, alguna combinaciรณn de falta de gusto y condescendencia moral por parte de los jurados del Pulitzer hacia el pรบblico lector se encargรณ de que libros como Lo que el viento se llevรณ, ganador del premio de ficciรณn de 1937, venciera a obras maestras como ยกAbsalรณn, Absalรณn!, y de que en las infrecuentes ocasiones en que un libro de primera fila era escogido por los jueces, como ocurriรณ de forma unรกnime con El arcoรญris de la gravedad en 1974, el consejo asesor se impusiera sobre ellos y no le concediera ningรบn premio.
Buena parte de lo anterior viene de un cรกustico ensayo del difunto novelista William H. Gass, que estuvo en muchos jurados de premios, titulado โPrizes, surprises and consolation prizesโ. En 1985, a comienzos de las guerras culturales que hacรญan explรญcitos los compromisos ideolรณgicos de tantos artistas, estudiosos, analistas mediรกticos y comisarios de museos, Gass distinguรญa el motivo para conceder honores a libros de segunda y tercera fila.
โDesde el primer aรฑo ha quedado claro que nunca han sido los jueces quienes necesitaban que su conciencia estuviera alerta, que su punto de vista moral mejorase o que se fortaleciera su lealtad hacia los valores estadounidenses, sino los Muchos โahรญ fueraโ que podรญan utilizar una elevaciรณn asรญโ, escribiรณ. โPor tanto, un libro que ganaba un premio no representaba necesariamente los gustos privados de los miembros del jurado; mรกs bien representaba su opiniรณn de que serรญa bueno para quienes lo leyeran.โ
Esta tendencia sermoneadora estรก muy arraigada en la vida pรบblica estadounidense, y tanto progresistas como conservadores se entregan a ella. Es en los Estados Unidos de Trump, sin embargo, donde la izquierda ha adoptado este lenguaje como propio. Es un ejรฉrcito que, tras conquistar una cima, de pronto toma las armas del enemigo en retirada y las usa contra sรญ mismo: los progresistas modernos, antes orgullosamente antimoralistas y aspirantes a una despreocupaciรณn europea. Asรญ, descubre sus capacidades innatas para la indignaciรณn moral, la censura y la prohibiciรณn. La expresiรณn artรญstica โen toda su belleza, complejidad, ambigรผedad y โcapacidad negativaโโ paga el precio.
En El canon occidental, otra granada lanzada en las guerras culturales de final del siglo XX, Harold Bloom acuรฑรณ el tรฉrmino โEscuela del resentimientoโ para describir a aquellos activistas y crรญticos con poca sensibilidad artรญstica y literaria que convirtieron los anรกlisis basados en la raza, la clase y el gรฉnero en algo esencial para decidir quรฉ obras santificar y cuรกles aborrecer. โLeer al servicio de una ideologรญa cualquiera es, creo, no leer en absolutoโ, escribiรณ.
Bloom fue la voz autรฉntica de un crรญtico literario que puso el valor estรฉtico por encima de todo, la voz de un judรญo del Bronx que hablaba yidish y que a los diez aรฑos se enamorรณ de la poesรญa eufรณrica de Hart Crane, la voz de alguien que, como profesor de Yale, tratรณ el encuentro entre el lector y el libro como Plotino tratรณ la bรบsqueda mรญstica de Dios: es un viaje desde la soledad hacia la soledad. Bloom tenรญa la esperanza de que el moralismo se redujera tarde o temprano, y en buena medida se redujo durante los aรฑos de George W. Bush, aunque en realidad solo estaba aguardando su momento, recuperando fuerzas, y cuando la muerte silenciรณ definitivamente la voz de Bloom, el 14 de octubre de 2019, sus detractores en los medios, que consideraban que ejercรญa una influencia malsana en el pรบblico lector, se abalanzaron sobre รฉl.
Su obituario en el New York Times aseguraba que los escritores favoritos de Bloom eran uniformemente โhombres blancosโ, ignorando la presencia de Emily Dickinson, Virginia Woolf y otras mujeres en su canon personal. The Economist afirmรณ que, de los veintisรฉis escritores que Bloom analiza en profundidad en El canon occidental, solo tres eran mujeres, obviando, en un intento desesperado por culparle de no haber impuesto una cuota en su lectura de los clรกsicos, a George Eliot, a la que seguramente la revista confundiรณ con un hombre.
Tambiรฉn habรญa que negar la imponente erudiciรณn de Bloom, ya que habรญa sido de escasa utilidad polรญtica. En Twitter, el novelista David Burr Gerard (que en su cuenta tiene perlas como โel capitalismo contemporรกneo es una ideologรญa terroristaโ) cuestionรณ que alguien fuera capaz de โencontrar un fragmento de Harold Bloom que demuestre que leyรณ un solo libroโ. Con la apariciรณn de las redes sociales y la expansiรณn del activismo woke o concienciado, han aumentado inconmensurablemente los miembros de la Escuela del Resentimiento.
Una parte considerable de lo que se considera hoy crรญtica cultural basa su autoridad en la aceptaciรณn, compartida ampliamente por el crรญtico y su pรบblico, de una nueva atmรณsfera moral bajo la que los libros, la mรบsica, las pelรญculas y las series de televisiรณn deben juzgarse, o lo que el Guardian, en un artรญculo sobre los nominados al premio Booker 2019 el pasado otoรฑo, denominรณ โel trasfondo polรญtico y su necesario impacto en la decisiรณn de los juecesโ.
El nuevo especial de comedia de Dave Chapelle en Netflix debรญa evitarse porque โelige ignorar descaradamente […] las duras y claras crรญticas que recibe desde la comunidad transโ (Vice). Renoir deberรญa cancelarse porque era un paradigmรกtico โartista hombre y sexistaโ y obviamente โobtenรญa un placer presuntuoso y baboso al mirar a mujeres desnudas, que en sus cuadros eran de un blanco cremoso o cafรฉ, a menudo con toques de frambuesa, e idealmente rubiasโ (The New Yorker).
El fallecido David Foster Wallace debรญa eliminarse del temario de una clase en Yale que cubrรญa โLa historia de la novela estadounidense desde 1945โ porque supuestamente maltratรณ a su exnovia, la escritora Mary Karr, y debรญa sustituirse por la dibujante de cรณmics lesbiana Alison Bechdel, que dio su nombre a una prueba ahora ampliamente extendida para evaluar las pelรญculas segรบn el tipo de diรกlogo que mantengan sus personajes femeninos.
Si al igual que la droga de las calles, la ideologรญa en estas crรญticas no es totalmente pura y contiene trazas de juicio estรฉtico genuino, se tiende sin embargo a eliminar esos aditivos superfluos para garantizar el chute mรกs fuerte posible. Como los opiรกceos, una dosis suficiente de ideologรญa destruye no solo el deseo sino tambiรฉn la capacidad de pensar. Si antes habรญa una diversidad de opiniรณn, ahora hay una uniformidad obligatoria; se publica una circular y el relato empieza a tomar forma entre los creadores de opiniรณn y rรกpidamente se calcifica.
Casi no era necesario leer la lista preliminar de los mejores libros del aรฑo pasado para saber que el Premio Booker irรญa para Los testamentos, de Margaret Atwood, una secuela de El cuento de la criada que describe la vida de las mujeres en una teocracia totalitaria que los crรญticos insisten en seรฑalar que estรก a la vuelta de la esquina en Estados Unidos, o para Girl, woman, other, de Bernardine Evaristo, que cuenta las historias entrelazadas de doce mujeres negras britรกnicas, con una dosis esperable de conciencia racial, confusiรณn de gรฉnero y anticolonialismo. En un giro inesperado y contrario a las reglas del Booker, el premio fue para ambos.
Tras superar la rebeliรณn romรกntica, el esteticismo del โarte por el arteโ y los excesos de la vanguardia contestataria (ยฟrecuerdan Cristo del pis?), las รฉlites culturales โy con ellas, una porciรณn nada desdeรฑable de la masaโ estรกn tratando de nuevo el arte como una herramienta para la formaciรณn moral, una especie de catecismo de justicia social, solo que hoy, en vez de virtudes clรกsicas y รฉtica cristiana, tenemos la pirรกmide invertida de la jerarquรญa de las vรญctimas; en lugar de piedad real, tenemos la piedad vacรญa de la exhibiciรณn de la propia virtud o la exhibiciรณn moral; en vez de libertad de expresiรณn tenemos una policรญa gramatical.
Las revoluciones suelen aspirar a construir sustitutos iguales o contrarios a las instituciones e รญdolos que estรกn derrocando; lo mismo ocurre en la reevaluaciรณn de los valores de esta nouvelle vague progresista. Y es vaga.โCree en algoโ, dice el anuncio de Nike con el quarterback de la NFL Colin Kaepernick, โincluso si eso significa sacrificarlo todoโ, a lo que, despuรฉs de ver cรณmo Nike se ha postrado ante Pekรญn, podrรญamos aรฑadir โsiempre y cuando no sea dineroโ. La superioridad moral coactiva se ha convertido en el modo preponderante. โSer woke es una parodia de ser un renacidoโ, escribiรณ P. J. OโRourke en Spectator usa el otoรฑo pasado: โen vez de aceptar a Jesรบs, gente como Jesรบs (โprivilegiadosโ, padres con buenos contactos) tiene que aceptarte a tiโ.
Incluso cuando no existe nada que objetar en la vida de un artista o en su trabajo, su raza o sexo pueden servir para descalificarlo. Lucy Ellmann fue otra de las mujeres seleccionadas en la lista preliminar del Booker en 2019; cuando le pidieron en una charla que respondiera a quienes criticaban la longitud de su novela Ducks, Newburyport, un monรณlogo femenino de 1.020 pรกginas โel moderador opinรณ amablemente que โla gente no suele quejarse de eso cuando el libro trata de los pensamientos de un hombreโ, como si las novelas de mil pรกginas de hombres en el Aรฑo 2019 de Nuestro Seรฑor estuvieran agotadas en las librerรญasโ, Ellman respondiรณ: โBรกsicamente, creo que es hora de que los hombres se callen.โ
El pรบblico rio y aplaudiรณ. Si los proponentes y beneficiarios de este nuevo zeitgeist se han dado cuenta del daรฑo que estรก provocando encajar a todos en, como George Packer ha seรฑalado en The Atlantic, โun nuevo sistema de castas moral que clasifica a la gente por la opresiรณn de su grupo identitarioโ, no estรกn dando seรฑales para demostrarlo. Lucha y ten รฉxito fue el tรญtulo que Gass considerรณ apropiado para la mayorรญa de ganadores del Pulitzer del pasado, โya que eso es lo que predicaronโ. Si hubiera que ponerle nombre a la doctrina que hay detrรกs de la mayorรญa de los libros alabados hoy, podrรญa ser: Bienaventuradas las vรญctimas.
ยฟQuรฉ lecciรณn extraemos de estos crรญticos tan censores? ยฟY de los defensores de un arte tan ideolรณgicamente secuestrado? Son los Nuevos Puritanos, abanderados de una sociedad que puede vivir sin religiรณn pero aparentemente no sin sermones. Sus cruzadas febriles, sobrerreacciones histรฉricas y sus ganas de crear antagonismos surgen, en parte al menos, de un miedo aparente al contagio moral.
Este miedo es fรกcil de comprender en el contexto de los puritanos originales. Para los primeros colonizadores en Rhode Island, Massachusetts y Connecticut โsegรบn dice un artรญculo de 1891 de Political Science Quarterlyโ โlos intereses del Estado estaban en peligro por la presencia de anabaptistas, cuรกqueros, socinianos y otras sectasโ, a pesar de que su desarrollo, como el de otros perseguidores, โprovenรญa de la afirmaciรณn del derecho al juicio religioso privadoโ.
Del mismo modo que los puritanos condenaban a otros creyentes que se aprovechaban de las mismas libertades que habรญan ejercido ellos, los Nuevos Puritanos, tras haber derrotado a los conservadores culturales que intentaron callar a gente como Robert Mapplethorpe, se sintieron cรณmodos abandonando los principios que antes defendรญan, como la libertad de expresiรณn. Han decretado que el arte y los artistas deben servir a la causa โdeben ayudar a golpear al patriarcado o derrumbar la supremacรญa blanca o descolonizar la academiaโ o convertirse en enemigos del pueblo. Para los que no se tragan esta zanahoria, estรก la opciรณn del palo.
โPara los que profesaban doctrinas o adoptaban formas de culto que no seguรญan la Palabra de Dios tal y como la habรญan interpretado Calvino y sus discรญpulosโ, sigue el artรญculo, โse consideraba que era el deber imperativo del Estado acabar con ellos porque eran fuentes de contagio moral infinitamente mรกs peligrosas que una enfermedad fรญsicaโ. No es muy difรญcil pensar en un futuro Departamento de Educaciรณn de Estados Unidos que pida a las universidades, al estilo de la famosa carta de la administraciรณn Obama โQuerido compaรฑeroโ, que purguen de su currรญculo todo material problemรกtico bajo la amenaza de perder financiaciรณn federal.
Incluso sin esa incitaciรณn, las escuelas pรบblicas en ciudades costeras se estรกn radicalizando. El distrito escolar de Seattle, segรบn la publicaciรณn Education Week, ha propuesto introducir estudios รฉtnicos en todas las materias acadรฉmicas, empezando por preescolar. Esto incluye un plan para โrehumanizarโ las matemรกticas que, en la prรกctica, si se aprobara, implicarรญa centrarse en cuestiones de raza y opresiรณn y en hacer preguntas como: โยฟQuiรฉn puede decir que una respuesta es correcta?โ
En Nueva York, como detalla Packer a travรฉs de su experiencia de cuando intentรณ asegurar una buena educaciรณn para su hijo y su hija, una iniciativa del alcalde Bill de Blasio para rediseรฑar la distribuciรณn racial de las escuelas pรบblicas competitivas eliminando barreras de entrada meritocrรกticas ha abierto la puerta a un currรญculum revisionista impregnado de ideologรญa victimista. โEn vez de enseรฑar civismo para afrontar las complejas verdades de la democracia americana, โel currรญculum subrayarรก las enormes contribuciones histรณricas de grupos no blancos y aspirarรก a disipar las muchas mentiras y medias verdades de la historia mundial y estadounidenseโโ, desvela Packer. โSu รบnico objetivo es alcanzar la diversidad.โ
En tanto que el progresismo moderno convierte el acto de sacar la pala para desenterrar los huesos de los muertos en un mandato polรญtico, los esfuerzos por difamar artistas antaรฑo celebrados y reescribir la historia para los niรฑos en el cole se parecen a la retirada โen nombre de la justicia socialโ de los retratos de William James y otros pensadores del departamento de psicologรญa de Harvard, y de los retratos de 31 cientรญficos y doctores eminentes, muchos de ellos blancos, de una sala de conferencias del hospital Brigham and Women de Boston. En una sociedad en la que el arte y el entretenimiento se convierten en propaganda, la educaciรณn se convierte en lavado de cerebro y adoctrinamiento. A Renoir no se le cancela en un vacรญo.
Los Nuevos Puritanos no muestran signos de atemperar su fanatismo o de rendirse al debate razonado de sus dogmas arcanos y exigencias punitivas que demandan justicia social. Packer es un progresista comprometido que โse arrepentรญa [de sacar a su hija] del sistema pรบblico de colegiosโ, cuya familia estรก obsesionada con Hamilton โtanto que su hija tuvo un โshock y se sintiรณ muy decepcionadaโ cuando descubriรณ que los verdaderos Padres Fundadores eran blancosโ y cuyos hijos โlloraron desconsoladamenteโ cuando Trump fue elegido.
Sin embargo, Packer admite estar frustrado con la pseudorreligiรณn de la izquierda autoritaria, una religiรณn que se salta la salvaciรณn y va directamente a la inquisiciรณn. โA veces el nuevo progresismo, a pesar de estar a la รบltima, tiene un tufillo a siglo XVIIโ, escribe, โcon cazas de herejes y denuncias de pecados y demostraciones de automortificaciรณn. La atmรณsfera de contriciรณn mental en ambientes progresistas, la autocensura y el miedo a las deshonras pรบblicas, la intolerancia ante el disenso, son cualidades de una polรญtica iliberalโ. Quรฉ rรกpido un tufillo se convierte en un hedor. ~
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Traducciรณn del inglรฉs de Daniel Gascรณn y Ricardo Dudda.
Publicado originalmente en City Journal.
es periodista y autor de How money got free (Oneworld Publications)