Maradona, escritor sagrado

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Diego Maradona se acaba de convertir en el autor latinoamericano mejor pagado de la historia: un millón de dólares de anticipo por los derechos en lengua española de Yo soy el Diego (Planeta), autobiografía de la que él no ha escrito ni una sola palabra. La inversión que rodea al libro también incluye los adelantos periodísticos, las entrevistas “exclusivas” cotizadas entre sesenta mil y cien mil dólares y la venta de los productos temáticos que se ofrecen en la librería virtual http://www.themaradonaproject.com. Yo soy el Diego saldrá en Hispanoamérica el 1 de octubre y se calcula que sólo en Argentina venderá 150 mil ejemplares durante el mes de su aparición, un éxito que aspira a doblar el récord comercial de Antes del fin (Seix Barral, 1998), las hasta ahora imbatidas memorias de Ernesto Sábato. Todos estos números, más los que llegarán por las traducciones previstas a 22 o 25 lenguas, posiblemente derivarán en otros dos millones de dólares para el mejor futbolista de todos los tiempos y actual drogadicto en plena recuperación.

Mientras tanto, (casi) ajeno a esta interminable danza de millonadas, el autor se piensa a sí mismo como “la voz de los sin voz, la voz de mucha gente que se siente representada por mí, cuando yo tengo un micrófono delante y ellos en su puta vida podrán tenerlo” (Yo soy el Diego, capítulo 7). Según el escritor John Carlin, esa leyenda proletaria de Maradona se complementa con el otro gran mito social argentino, el de Evita, y ambos forman “ese extraño híbrido de opulencia y demagogia” capaz de hechizar aun a pesar de la evidente “incongruencia entre su mensaje y la ostentación de joyas y automóviles caros”. Populista, contradictorio y hasta violento (durante su estadía hospitalaria en La Habana agredió a un fotógrafo de Reuter, y todavía tiene una causa pendiente en Argentina por haber disparado con balas de goma contra una guardia periodística), el idolatrado Pelusa ya había sido carne de cañón literario, pero nunca en un libro suyo. En la novela Inocente, los autores Fernando Niembro y Julio Llinás arman un thriller de non-fiction futbolística protagonizado por un agente de la CIA que inyecta un coctel de sustancias prohibidas en la hostia que el Diez recibe durante la misa previa al partido Argentina-Nigeria, en la primera fase de USA ’94. La teoría del libro, fantasiosa pero no del todo delirante, es que el primer mundial de futbol organizado por Estados Unidos no podía permitirse la consagración del principal productor de cocaína del mundo (Colombia, que llegaba avalada por el histórico 5-0 contra Argentina en el estadio Monumental de Buenos Aires y fue eliminada sorpresivamente por el equipo estadounidense) ni mucho menos el triunfo de un ídolo como Maradona, cuyas ínfulas politizantes llevaban un romance de siete años con Fidel Castro. Del otro lado de la intención novelesca, Maradona c’est moi de María Dujovne Ortiz trata de explicar la fascinación que Diego ejercería especialmente sobre las mujeres, emblema de la virilidad talentosa y arrogante que seduce incluso bajo la ternura de sus repentinos aterrizajes forzosos en el abismo. En uno y otro caso —además de otros textos de sociología popular, como Maradona, la iconografía de la patria, de Gustavo Bernstein— se confirmaría el insólito magnetismo sociocultural de un héroe deportivo travestido de metáfora y destino de su país, disfrazado de Dios pero hundido en un infierno de cocaína al que nadie se acerca para rescatarlo como merece. Finalmente, el simbólico laberinto personal de Maradona sólo parece conducir al fanatismo de Niembro, Llinás y Dujovne o al lúcido hastío del filósofo y novelista José Pablo Feinmann, quien ha dicho que “lo que constituye a Argentina como una sociedad cobarde ante las grandes preguntas es que seguimos girando en torno a un personaje del que deberíamos estar hartos. Hartos de él, de su entorno, de la instrumentación mediática que se hace de él, del mercantilismo burdo, descomedido. Si Maradona y su patética historia de ídolo caído cubren la totalidad de nuestro presente histórico es porque, entonces, estamos tan enfermos como él”.

Yo soy el Diego, escrito en colaboración con los periodistas Ernesto Cherquis Bialo y Daniel Arcucci tras 45 días de convivencia con el Pelusa en La Habana, sólo aumentará la fascinación de los incondicionales y la cólera de los críticos. Otra vez, Maradona se presenta como un fundamentalista de símismo (“Yo prefiero ser adicto, por doloroso que esto sea, a ventajero o mal amigo”) y enarbola un catálogo de rabias tediosas, más dirigidas a sentirse a la altura del tatuaje del Che Guevara de su brazo izquierdo que a desnudar al hombre privado, oculto tras la máscara estridente del hombre que parece vivir en una infinita campaña política o de prensa. Así, de todos los desencuentros que enumera, quizá el más patético y revelador sea el que mantiene con el Papa Juan Pablo II, narrado con absoluta candidez al principio del capítulo 7:

Yo siempre lo cuento: le dio un rosario a mi mamá, le dio un rosario a Claudia, le dio un rosario no sé a quién, y cuando llegó mi turno me dijo, en italiano: “Este es especial, para vos”. A mí me salió decirlegracias, nada más. Yo estaba re-nervioso. Seguimos caminando, por ahí, y le pido a mi vieja que me muestre el de ella… Era, ¡era igual al mío! Pero yo le dije a la Tota: “No, el mío es especial, me dijo el Papa que era especial”. Entonces me le acerqué y le pregunté: “Disculpe, Su Santidad, ¿cuál es la diferencia entre el mío y el de mi mamá?” No me contestó… Sólo me miró, me palmeó, sonrió y seguimos caminando. ¡Una falta de respeto total, me palmeó y sonrió, nada más! “Diego, no rompás las pelotas y picátelas que tengo más gente esperando”, eso me dijo con la palmada en la espalda.

Para su ex compañero Jorge Valdano, “la palabra de Maradona parece sagrada, como si hablara con el pie izquierdo. El error está en considerar relevantes las cosas que dice”. Por ese “error” se acaba de pagar un millón de dólares. Lo suficiente para convertir a Maradona enalguien sagrado como los mejores negocios, esos que ya lo transformaron en el nuevo autor más exitoso del continente, y quizás del mundo.-

 

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(Argentina, 1967) es cronista y DJ. Es autor de Extranjero siempre (Almadía) y del blog Guyazi (www.guyazi.blogspot.mx).


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