Monegros, Tomeo, los Arnau

Tras cinco aƱos de escritura y correcciones Juan Arnau ha publicado la novela verĆ­dica o biogrĆ”fica de la historia de la familia desde que un antepasado suyo fundĆ³ su negocio del baile en el siglo XIX.
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La pelĆ­cula Stalker, La zona, de AndrĆ©i Tarkovski (1979), mĆ­stica exĆ”nime. Los extraterrestres invitan a dios, imitan a dioses, los tengo ahĆ­ enfrente desde hace unos meses, satĆ©lites terrĆ­colas, pero no consigo un telescopio o una cĆ”mara con zoom y trĆ­pode, no puedo enseƱarte mĆ”s que estas fotos y estos vĆ­deos hechos con el mĆ³vil. Y aun asĆ­, si los amplĆ­as, verĆ”s el universo. Una especie de Aleph con destellos por los bordes. A veces esfĆ©rico, a veces ovalado. Este dibujo.

La estepa, ocho mil ciclistas, algunos se auxilian con baterĆ­a, el desierto de Monegros, SariƱena, cien kilĆ³metros, donde el dance, al otro lado del Monegros Desert, lo de Juan Arnau, Juanito, esa dinastĆ­a de la diversiĆ³n: tras cinco aƱos de escritura y correcciones Juan Arnau, Juanito, ha publicado la novela verĆ­dica o biogrĆ”fica de la historia de la familia desde que un antepasado suyo fundĆ³ su negocio del baile en el siglo XIX. Lo que decĆ­a el seƱor Arnau, el padre de Juanito, que ya redactĆ³ sus treinta folios de memorias, es que despuĆ©s de una sesiĆ³n de baile, ya fuera con techno, house, rap o con Antonio MachĆ­n, la pregunta empresarial pertinente era: ĀæLo han pasado bien? Este enfoque, junto a la contabilidad y una veta de locura experimental, ha llevado a los Arnau, quinta generaciĆ³n, a ser la referencia en la diversiĆ³n y el baileā€¦ mundial. La novela arranca con una oferta muy millonaria a la familia. Monegros Desert y El Row. Yo escribĆ­ un libro sobre la familia Arnau y el baile en Fraga, Huesca, hace veinte aƱos; Juan, Juanito, ahora abuelo, lo ha contado completo, de primera mano, en Bailar en el desierto (Grijalbo). Su padre, el mĆ­tico Juan Arnau, al que los clientes llaman ā€œel abuelo del technoā€, ya redactĆ³ el comienzo de esta saga que llega al baile y la fiesta sin dejar nunca la escritura. Los Arnau.

En otro lado, sin salir del desierto, mĆ”s cosas: la regiĆ³n es vasta y vacĆ­a, se ensancha por el centro, como un huso o un rombo, da para muchas aventuras y una autopista. Ocho mil ciclistas en un dĆ­a, cien mil danzantes en otro. Un poco mĆ”s abajo en el mapa naciĆ³ Luis BuƱuel, piedra angular con Goya, Cajal y MarĆ­a Moliner. El Burning Man de Europa en verano, el Nowhere, cabe la Sierra de Alcubierre, Monegros, poemas de Labordeta el pequeƱo, JosĆ© Antonio, y de su hermano Miguel, cabeza de bĆŗfalo, inalcanzable Miguel que ventilĆ³ a una generaciĆ³n sin salir del barrio. FascinaciĆ³n recurrente por Julio Antonio GĆ³mez (Zaragoza, 1933 – Las Palmas, 1988) y este tĆ­tulo escandalosamente inolvidable: Al oeste del lago KivĆŗ los gorilas se suicidaban en manadas numerosĆ­simas (1960, reeditado en 1993 por IFC, por 6 euros). AquĆ­ estĆ” la generaciĆ³n indeleble del NikĆ©, cafĆ© donde vibraba la niebla y se paraba el cierzo, cafĆ© ya desaparecido (pero hay otro mĆ”s arriba con el mismo nombre, a diez minutos de tranvĆ­a: a este NikĆ© clĆ³nico que no guarda relaciĆ³n ni parentesco con el genuino ā€“que tampoco la guardaba consigo mismoā€“, iba JosĆ© Luis RodrĆ­guez, poeta, filĆ³sofo, fallecido el aƱo pasado, y ahĆ­ estĆ” el hilo).

Javier Tomeo (Quicena, Huesca, 1932 – Barcelona, 2013) revive este mes de junio: lo he visto salir de la tumba a medio arreglar de Quicena (a medio arreglar la tumba, Tomeo va siempre impecable con camisa y corbata y americana de ejecutivo de mĆ”quinas de escribir Olivetti), tumba apresurada y olvidada al pie de su castillo de MontearagĆ³n, El castillo de la carta cifrada, donde el radar que ha enriquecido a TrĆ”fico durante dĆ©cadas se ha callado. El castillo de Tomeo, MontearagĆ³n, al que le han restaurado lo que se iba a caer: el tejado se ve nuevo desde las obras de la imposible autovĆ­a. Hasta que no le hagamos o le hagan el homenaje 10 AƱos a Tomeo no se acabarĆ”n las obras eternas, obras de pirĆ”mides, obras geolĆ³gicas, del tramo de la autovĆ­a que queda desde hace dĆ©cadas, once kilĆ³metros, el anillo que salvarĆ­a Huesca de sĆ­ misma padece una maldiciĆ³n o un hechizo (como casi todo), por eso nunca se ve a nadie por las obras, desmontes, un viaducto a medio hacer, dos operarios con una sombrilla y un paraguas y al fondo unas mĆ”quinas paradas como maquetas de cartĆ³n.

La pelĆ­cula Stalker, La zona, de AndrĆ©i Tarkovski (1979), una comarca sellada en la que hay una habitaciĆ³n que cumple los sueƱos, un stalker, un hombre que guĆ­a a los peregrinos, mĆ­stica y ChernĆ³bil avant la letrilla. En la pelĆ­cula 5 dedos (OperaciĆ³n CicerĆ³n), de J. L. Mankiewicz (1952), los nazis se enteran del desembarco en NormandĆ­a, pero su propia organizaciĆ³n les impide aprovecharlo. La Rusia actual, tan soviĆ©tica (zarista) invade mal y lo estropea todo: no funciona. Falta ver si el capitalismo funciona. En la estupenda pelĆ­cula Ford v. Ferrari (Le Mans ā€˜66), de James Mangold (2019), el piloto de carreras y hĆ©roe de la Segunda Guerra Mundial Ken Miles (Christian Bale) le dice a Carroll Shelby (Matt Damon), jefe de equipo y el Ćŗnico norteamericano que ha ganado Las 24 Horas de Le Mans, al que Ford le pide un coche y equipo ganador para vencer a Ferrari:

ā€“ĀæCrees que te dejarĆ”n construir el auto que quieres como lo quieres? ĀæHas ido a Detroit? Hay pisos y pisos de abogados y mucha gente de mĆ”rketing que querrĆ” conocerte, querrĆ”n su foto con el gran Carroll Shelby y te lamerĆ”n las botas y volverĆ”n a sus oficinas a buscar nuevas formas de joderteā€¦ ĀæPor quĆ©? Porque no pueden evitarlo. Solo quieren complacer a su jefe, y se odian por ello pero, en el fondo, a quiĆ©n odian aĆŗn mĆ”s es a la gente como tĆŗ, porque no eres como ellos, no piensas como ellos, porque eres diferente.

Las tres pelis son buenƭsimas. Tomeo nos asista y que sepamos acompaƱarle. ~

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(Barbastro, 1958) es escritor y columnista. Lleva la pƔgina gistain.net. En 2024 ha publicado 'Familias raras' (Instituto de Estudios Altoaragoneses).


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