Viajes por las fronteras de Europa: Odesa

En otoรฑo de 1991, Anne Applebaum viajรณ desde Kaliningrado hasta Odesa, en el sur de Ucrania. La ciudad portuaria, fundada por inmigrantes y comerciantes, fue durante siglos el รบnico puerto libre de Rusia. A ella escaparon los siervos rusos y, en la รฉpoca soviรฉtica, los intelectuales perseguidos por Stalin. Con la desintegraciรณn de la URSS, la ciudad cambiรณ radicalmente, pero conservรณ su espรญritu libre y anรกrquico.
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Por aquel entonces vivรญa yo en la polvorienta Odesa, ciudad de cielo claro y chillones colores, de ambiente activo, brillante, en donde todo respira Europa, por la diversidad de su vida y el ajetreo comercial. La voz de la dorada Italia resuena en la alegre calle por donde se pasean el orgulloso eslavo, el francรฉs, el espaรฑol, el armenio, el griego, el grueso moldavo, y tambiรฉn el hijo de la tierra de Egiptoโ€ฆ

Pushkin, Eugenio Oneguin

Por la ventanilla del tren observรฉ las bajas colinas moldavas retroceder detrรกs de mรญ. Los viรฑedos se convirtieron en pantanos y marismas, y los pueblecitos dieron paso a una empobrecida periferia urbana. Al cabo de un tiempo, esta dio paso a la ciudad. Al bajarme en la estaciรณn de Odesa, vi a un marinero con uniforme y gorra azul caminando con el brazo alrededor de la cintura de una muchacha de ojos verdes. De repente, la lamentable tragedia de Transnistria, la peculiaridad de Chisinรกu, la claustrofobia de Chernivtsรญ y Kamenets, todo ello pareciรณ diluirse: habรญa llegado al mar. La luz de aquel dรญa de principios de noviembre era frรญa y brillante, y el viento olรญa a sal.

En el centro urbano, la gente caminaba deprisa mientras el trรกfico avanzaba lentamente entorpecido por los adoquines rotos y los baches. Los nombres de las calles narraban la historia de la ciudad: Italianskaya, Hevrayskaya, Bulgarskaya, Grecheskayaโ€ฆ Habรญa un bulevar francรฉs y un barrio moldavo, una calle secundaria que llevaba el nombre de la antigua colonia albanesa de la ciudad y otra dedicada a los โ€œpequeรฑos rusosโ€, los ucranianos. Odesa siempre habรญa tenido una poblaciรณn extraรฑa. Un viajero del siglo XIX, Aleksandr Kuprรญn, describรญa asรญ el puerto de la ciudad:

Estibadores corriendo de aquรญ para allรก, de los barcos a los muelles y almacenes y viceversa, por las temblorosas pasarelas; vagabundos rusos vestidos con harapos, casi desnudos, de rostros ebrios e hinchados; turcos de piel morena con sucios turbantes y grandes pantalones, holgados hasta las rodillas pero ceรฑidos desde ahรญ hasta los tobillos; persas achaparrados y musculosos, con el pelo y las uรฑas pintados de color rojo zanahoria con quinquinaโ€ฆ

Las calles estaban flanqueadas de altas y elegantes casas adosadas. Cada fachada diferรญa de su vecina a la manera eclรฉctica de la Rusia zarista, con un estilo que no era realmente un estilo. Una casa podรญa exhibir una columna jรณnica, un arco bizantino y aldabas de latรณn en la puerta, mientras que la de al lado podรญa contar con altas ventanas gรณticas, una torre redonda con tejado puntiagudo y una gran escalinata. El clasicismo se entremezclaba con la exuberancia y el colorido de la Turquรญa otomana para generar un autรฉntico batiburrillo de formas y proporciones. Los edificios resultantes eran incoherentes, desproporcionados, incluso feos a veces, pero en Odesa parecรญan apropiados.

Esta era, de hecho, la primera ciudad rusa hermosa que habรญa visto nunca. Aunque a menudo se compara Odesa desfavorablemente con San Petersburgo, yo preferรญa Odesa con mucho. Mientras que San Petersburgo se engalanaba en exceso con palacios y bulevares y exagerados monumentos al zar, los comerciantes de Odesa habรญan construido su ciudad a escala humana. Mientras que San Petersburgo se esforzaba conscientemente por ser una gran capital europea, Odesa nunca habรญa pretendido ser otra cosa que nouveau riche. San Petersburgo fue forjada por esclavos, que murieron a millares; Odesa fue forjada por mercaderes y comerciantes del mar Negro.

Mark Twain, que viajรณ a Odesa en el siglo XIX, declarรณ que allรญ se sentรญa como en casa. Y escribiรณ:

Parecรญa una ciudad estadounidense [โ€ฆ]. Calles anchas y elegantes, y rectas por demรกs [โ€ฆ] un aspecto nuevo y familiar en las casas y en todo; sรญ, y una nube de polvo azotadora y asfixiante, tan parecida a un mensaje de nuestra querida tierra natal que apenas pudimos abstenernos de derramar unas cuantas lรกgrimas de agradecimiento y proferir unas cuantas abominaciones a la vieja y consagrada manera estadounidense. Mirando calle arriba o calle abajo, en esta o aquella direcciรณn, ยกsolo veรญamos a Estados Unidos! No habรญa ni una sola cosa que nos recordara a Rusiaโ€ฆ

Twain tenรญa razรณn: no habรญa nada que fuera demasiado ruso en Odesa. Hasta finales del siglo XVIII se asentรณ en aquella ubicaciรณn un pequeรฑo fuerte turco conocido como Jadsibey. En 1791, el mercenario Josรฉ de Ribas โ€“nacido en Nรกpoles, de sangre espaรฑola e irlandesaโ€“ tomรณ el fuerte en nombre de Catalina la Grande. Debido a la profundidad de las aguas del puerto, la emperatriz declarรณ que el emplazamiento debรญa rebautizarse como Odesa, en honor a un antiguo pueblecito pesquero griego que habรญa cerca, y lo convirtiรณ en la capital de Novorรณssiya, su nueva colonia rusa en el mar Negro. Con la ayuda de un arquitecto holandรฉs, Franz de Volรกn, De Ribas iniciรณ la construcciรณn de la ciudad.

Odesa, pues, fue fundada por extranjeros, y tambiรฉn fueron extranjeros quienes despuรฉs velaron por su desarrollo. El primer gobernador destacado de la ciudad fue Armand-Emmanuel du Plessis, duque de Richelieu, sobrino nieto del cรฉlebre cardenal y exiliado de la Francia revolucionaria. Construyรณ iglesias, escuelas y amplios bulevares de estilo parisino. Mรกs tarde regresarรญa a su paรญs, donde serรญa primer ministro en dos ocasiones. El siguiente gobernador de Novorรณssiya fue el conde Mijaรญl Vorontsov, un ruso anglรณfilo que habรญa estudiado inglรฉs en Cambdridge, tenรญa un secretario y un mayordomo ingleses, daba sus รณrdenes en inglรฉs y vivรญa en lo que รฉl consideraba esplendor inglรฉs. Durante su mandato, las calles de Odesa se pavimentaron con baldosas importadas de Trieste.

En el siglo XIX la ciudad creciรณ al mismo tiempo que lo hacรญan las ciudades de Estados Unidos, y fue colonizada por inmigrantes a la manera estadounidense: franceses, espaรฑoles, refugiados polacos, marineros italianos, mercaderes griegos, comerciantes turcos, judรญosโ€ฆ Todos ellos querรญan vivir en el รบnico puerto libre de Rusia. Los siervos rusos fugitivos, conocidos como โ€œignorantesโ€ (si se les preguntaba por su origen, se encogรญan de hombros y afirmaban ignorarlo), se convirtieron en uno de los mayores grupos de comerciantes de la ciudad. Odesa era libre y anรกrquica, y adquiriรณ la misma fama de insegura de la que gozaban algunas ciudades portuarias del Mississippi como Hannibal, en el estado de Missouri. Era grande y sucia, y no precisamente la clase de lugar donde querrรญa vivir una familia de abolengo. Contrabandistas y delincuentes poblaban sus suburbios; marineros y comerciantes llenaban sus hoteles baratosโ€ฆ Varios escritores y poetas rusos se fueron a Odesa cuando las restricciones y los censores de San Petersburgo y Moscรบ se volvieron excesivamente rigurosos. Mickiewicz pasรณ en Odesa parte de su exilio ruso y Pushkin ejerciรณ allรญ como funcionario del Estado hasta que su aventura con la condesa Vorontsova, la esposa del gobernador general, se convirtiรณ en un asunto demasiado embarazoso para la buena sociedad de la urbe. Tras la Revoluciรณn, la ciudad pasรณ a convertirse en una especie de refugio. Temerosa de las purgas que tenรญan lugar en Moscรบ y Leningrado, la intelligentsia rusa (cineastas, escritores, poetas, acadรฉmicosโ€ฆ) huyรณ a Odesa. Sobrevivieron los suficientes de sus integrantes como para dotar a la ciudad del mejor estudio de cine cรณmico, los mejores poetas y los mejores mรบsicos de la Uniรณn Soviรฉtica.

Una vez llegado a Odesa, casi nadie la abandonaba. Allรญ la vida era mรกs fรกcil. Sus mercados rebosaban siempre de frutas y verduras. Incluso en los peores tiempos, los turistas de Moscรบ volvรญan a casa con cestas llenas de uvas y granadas, melones dulces y peras moradas. Los odesanos dejaban crecer las parras en los tejados de sus casas y elaboraban su propio vino; en verano se sentaban a la orilla del mar, y en invierno admiraban la nieve y disfrutaban de su hermoso teatro de la รณpera.

Caminando por las calles, una expresiรณn quedรณ grabada en mi mente: โ€œel viento de la libertadโ€. En Odesa se tenรญa la sensaciรณn de que algo asรญ โ€“algo como el viento de la libertadโ€“ flotaba en el aire. Quizรก fuera por la presencia del mar, visible desde el bulevar Primorsky, el paseo arbolado que recorre el frente marรญtimo de la ciudad; o quizรก fuera por el hecho de que, a diferencia de tantas otras urbes rusas, Odesa no habรญa sido construida por una causa concreta.

Pedro el Grande construyรณ San Petersburgo para empujar a Rusia hacia Europa, y para mostrar al mundo el alcance de su poder protegiรณ los gruesos muros del Hermitage con los cadรกveres de los constructores del palacio. Stalin levantรณ Kaliningrado para borrar el recuerdo de Alemania, y para disuadir a los alemanes de regresar bombardeรณ sus monumentos y desterrรณ sus nombres de las calles. Pero, en cambio, fue simplemente el dinero โ€“el dinero del comercio, del contrabando, del transporteโ€“ el que pagรณ las calles minuciosamente trazadas y los ordenados parques de Odesa.

Aquรญ, el nacionalismo, fuera del tipo que fuera, era imposible: imposible de concebir e imposible de llevar a la prรกctica. El movimiento nacional ucraniano habรญa intentado organizar manifestaciones en la plaza de la ciudad y habรญa sido objeto de mofa. ยฟQuiรฉn hablaba ucraniano en Odesa? Sin embargo, cuando los rusos se movilizaron en favor del resurgimiento de Novorรณssiya, tampoco le importรณ a nadie. En Odesa todo el mundo hablaba ruso, pero ยฟquรฉ mรกs daba?, ยฟquiรฉn podรญa ser otra cosa que odesiano?

โ€“Llรกmeme Stan โ€“me dijo Stanislavโ€“: la mayorรญa de los angloparlantes lo hacen.

En un flamante restaurante subterrรกneo iluminado por largas velas, Stan pidiรณ caviar, pescado ahumado y vino blanco. Las mesas y las sillas eran de brillante plรกstico americano, y las paredes relucรญan de pintura reciente, pero el camarero se tomaba su tiempo. Stan era el รบltimo descendiente de una larga estirpe de panaderos bรกvaros. Sus resueltos y varoniles antepasados habรญan llegado a Odesa en 1804, atraรญdos por los elevados salarios, los reducidos impuestos y una concesiรณn que les permitรญa elaborar todo el pan de la nueva ciudad. Allรญ se habรญan unido a los otros alemanes (cerveceros, carniceros, tenderos, hojalateros, ferreterosโ€ฆ) que vivรญan en el distrito germano de Odesa. Juntos, construyeron iglesias de ladrillo rojo y sรณlidas escuelas donde sus hijos leรญan a Goethe . Todo eso terminรณ en la dรฉcada de 1930, cuando los alemanes de Odesa fueron apiรฑados en trenes y deportados a Kazajistรกn. El abuelo de Stan pasรณ el resto de su vida construyendo la carretera de Taskent a Teherรกn.

En Kazajistรกn, la madre de Stan se habรญa casado con otro alemรกn de Odesa. Aun asรญ, a la hora de bautizar a su propio hijo le pudo el sentimiento eslavo: su primer amante, Stanisล‚aw, habรญa sido polaco.

โ€“Pero mi padre es mi padre โ€“recalcรณ Stan. Resultaba fรกcil ver que era asรญ: su anguloso rostro germano no tenรญa nada de eslavo.

Tras la muerte de Stalin, pareciรณ lo mรกs lรณgico que los padres de Stan volvieran a mudarse a Odesa. Ahora vivรญan en las afueras de la ciudad, en una carretera que llegaba hasta la costa, y Stan y su padre regentaban un negocio de naturaleza imprecisa, que contaba con un apartado de correos y cuentas bancarias en el extranjero.

โ€“Nos dedicamos a la importaciรณn y exportaciรณn โ€“me dijo Stan.

El negocio les facilitaba los viajes. Cuando Stan iba al extranjero no tenรญa que llevar dinero en efectivo ni productos con los que comerciar, porque al llegar podรญa acudir a cualquier banco y sacar su propio dinero. Los funcionarios de aduanas siempre le registraban en busca de las divisas no declaradas o los sacos de oro que cualquier ruso normal que viajara al extranjero necesitarรญa para sobrevivir.

En cierta ocasiรณn, Stan habรญa ido a Baviera a ver a unas personas que creรญa que eran parientes suyos. Al abrir la puerta y ver a Stan, estas se mostraron sorprendidas. Luego, al enterarse de quiรฉn afirmaba ser, sus presuntos parientes manifestaron recelo, pensando que quizรก solo querรญa dinero. Finalmente, tras cotejar รกrboles genealรณgicos, certificados de nacimiento y tradiciones familiares, y descubrir que el vรญnculo era autรฉntico, se les llenaron los ojos de lรกgrimas.

Todavรญa seguรญan siendo panaderos.

Los parientes alemanes de Stan le rogaron que volviera. Le hablaron del derecho de retorno: cualquiera que pudiera demostrar su ascendencia alemana podรญa convertirse en ciudadano alemรกn. Se ofrecieron a ayudarle con los trรกmites. Pero Stan negรณ con la cabeza.

โ€œYo amo a Odesa โ€“les dijoโ€“ . Ya no soy alemรกn; soy odesiano.โ€ Stan me asegurรณ que Odesa era una ciudad abierta, que todavรญa podรญa convertirse en cualquier cosa. En cambio, Baviera era cerrada, su historia ya estaba escrita. ร‰l no tenรญa el menor interรฉs en Baviera.

Le parecรญa que ir allรญ serรญa dar un paso atrรกs. Sonriรณ, e hizo un amplio gesto con su musculoso brazo como si quisiera abarcar todo el restaurante: a los hombres de tez oscura que cuchicheaban ante botellas de color verde; a las mujeres maquilladas que observaban con mirada atenta a sus parejas, vestidas con excesiva elegancia; a los perezosos camareros; a los platos rebosantes de comida; a las relucientes copas llenas de vinoโ€ฆ

โ€“ยฟQuiรฉn soportarรญa renunciar a todo esto?

Aquella tarde fui a ver a Larisa. Si bien Larisa compartรญa apellido con Wล‚adysล‚aw Sikorski, un cรฉlebre general polaco, la historia familiar no coincidรญa: la familia del general procedรญa de Mazovia, cerca de Varsovia; la suya, de Cuyavia, en la regiรณn occidental de Polonia. Aun asรญ, ella estaba segura de que habรญa un parentesco.

โ€“Una vez, de niรฑa โ€“me explicรณโ€“, mi padre me llevรณ aparte, me pidiรณ que me sentara y me hizo un dibujo de nuestro escudo de armas. Me dijo que lo mirara con atenciรณn, que lo memorizara, que era el mismo escudo que el del general. Luego lo rompiรณ en pedazos y me pidiรณ que no se lo contara a nadie.

Soltรณ una risotada. Larisa hablaba el ruso materno en lugar del polaco paterno, pero la idea de tener una remota conexiรณn con el famoso general polaco la divertรญa. Nunca se sabรญa. Algรบn dรญa aparecerรญa un pariente forrado de oro y los rescatarรญa a todos.

Hacรญa ya unos dรญas que Larisa y su marido se habรญan mudado al piso, pero todavรญa no habรญan desempaquetado sus cosas. Varios muebles viejos โ€“sillas de madera desgastadas, un aparador astillado, un escritorio demasiado pesadoโ€“ se hallaban repartidos por todo el piso en extraรฑas posiciones relativas, inseguros de su apropiada relaciรณn. Entre ellos yacรญan esparcidos varios lienzos inacabados cubiertos de colores vivos y chillones. El marido de Larisa era pintor, y tambiรฉn tenรญa algo de mรบsico. Llevaba el pelo largo y un amplio mostacho. Escribรญa canciones y las tocaba con la guitarra. A veces tocaba para sus amigos, pero nunca por dinero; รฉl โ€“afirmabaโ€“ no necesitaba dinero. Me asegurรณ que el gran baladista ruso Vysotski le habรญa robado su estilo y sus melodรญas caracterรญsticas de Odesa .

โ€“Vysotski canta canciones de marineros y de presos โ€“me dijoโ€“; canciones de Odesa.

Larisa enseรฑaba arquitectura en la universidad. Me explicรณ que sus colegas estaban aterrorizados.

โ€“Se supone que ahora la universidad es ucraniana, pero allรญ nadie habla el idioma.

Me describiรณ al viejo rector corriendo de un lado a otro tirรกndose de los pelos y suplicando que alguien le tradujera sus cartas a Kiev.

Estaba fuera de sรญ โ€“me dijo, y empezรณ a reรญr a carcajadasโ€“. ยกDios! โ€“aรฑadiรณ, secรกndose los ojosโ€“. ยกFue de lo mรกs divertido!

Larisa dio un bostezo y luego se excusรณ. Aquella maรฑana habรญa tenido que madrugar para dar una clase a primera hora, pero al dรญa siguiente podrรญa dormir hasta tarde.

โ€“La pereza โ€“me explicรณโ€“ es la maldiciรณn de mi familia.

De joven habรญa tenido grandes ambiciones. Querรญa construir casas, rediseรฑar calles, triunfar en la universidad. Pero ahora ยฟpara quรฉ molestarse? Tenรญa suficientes amigos, suficiente comida, suficiente bebida; y en Odesa casi siempre hacรญa buen tiempo.

La polรญtica la desconcertaba.

โ€“Yo soy polaca, รฉl es judรญo, y llevamos treinta aรฑos viviendo juntos โ€“me dijo Larisa, seรฑalando a su maridoโ€“ . En todo este tiempo nunca he llegado a descubrir quรฉ le hace distinto de mรญ.

Ivรกn vivรญa en Odesa, y hablaba un inglรฉs perfecto y sin estridencias con el tรญpico acento del Medio Oeste estadounidense.

ร‰l no parecรญa dar mucha importancia a aquel logro. Era fรกcil aprender idiomas, aseguraba; hasta un niรฑo podรญa hablar ruso, polaco y ucraniano. Pero, cuando insistรญ un poco, admitiรณ que pocos en Odesa podรญan igualar su acento.

โ€“Esos imbรฉciles del politรฉcnico enseรฑan fonรฉtica teรณrica, gramรกtica teรณrica, historia de la lingรผรญstica y materialismo dialรฉctico, pero no hablan una palabra de inglรฉs. Tuve que dejarlo.

Ante mi renovada insistencia, reconociรณ que habรญa llegado a dominar el inglรฉs escuchando noche tras noche la emisora de las Fuerzas Armadas estadounidenses cuando trabajaba como โ€œasistente tรฉcnico soviรฉticoโ€ en Vietnam del Norte. Aquellas horas pasadas junto a un cacharro que a duras penas podรญa calificarse de aparato de radio fueron los รบnicos momentos agradables de su servicio militar.

Por lo demรกs, Vietnam le habรญa parecido espantoso. Para cumplir con su deber internacionalista, en cierta ocasiรณn habรญa tenido que saltar en paracaรญdas desde un aviรณn. Estaba tan aterrorizado que se desmayรณ en el aire, y se despertรณ a la maรฑana siguiente en un hospital. La enfermera le dijo que lo habรญan encontrado colgando de un รกrbol.

En otra ocasiรณn hablรณ con un grupo de prisioneros de guerra estadounidenses que le suplicaron que escribiera una carta al presidente de Estados Unidos. Habรญan dejado de soรฑar con la libertad, y solo querรญan que Ivรกn pidiera al presidente que solicitara a los vietnamitas que les dieran mรกs comida.

Ahora Ivรกn mantenรญa actualizada su jerga estadounidense con la ayuda de Frank e Ida, amigos por correspondencia. Tenรญan una tienda de comestibles en algรบn lugar de Pennsylvania y le escribรญan cartas cada semana. Ivรกn tambiรฉn habรญa comprado, a un precio excesivo, un libro titulado American colloquialisms, de donde habรญa sacado expresiones como cool dude, โ€œtรญo guayโ€, con las que salpicaba su discurso.

รšltimamente habรญa dejado de responder a su telรฉfono, aunque sonaba de manera incesante. Ahora en Odesa todo el mundo necesitaba traducir algo: un artรญculo cientรญfico o, mรกs probablemente, una solicitud de visado. Y en toda Odesa, una ciudad de varios cientos de miles de habitantes, nadie podรญa igualar el nivel de inglรฉs de Ivรกn.

โ€“Creo que conozco a todas las familias judรญas de Odesa โ€“me dijoโ€“. He traducido todas sus solicitudes de visado.

Ivรกn podrรญa haberse hecho rico de haberlo querido. La gente le ofrecรญa toda clase de sobornos para acelerar las solicitudes de visado: dinero, vodka, jamรณn, salchichasโ€ฆ incluso a sus hijas. Pero รฉl preferรญa seguir siendo honesto. Atendรญa a todos por turnos, y siempre cobraba la misma tarifa.

No necesitaba el dinero.

โ€“No soy muy aficionado a los restaurantes โ€“me explicรณ.

En un rincรณn de su sala de estar se apilaban montones de solicitudes para entrar en Estados Unidos. Todas venรญan a decir cosas similares: โ€œUn niรฑo al que acosaban en la escuela por ser judรญoโ€; โ€œcomentarios desagradables sobre los judรญos en el trabajoโ€โ€ฆ Los solicitantes tenรญan que demostrar que habรญan sido vรญctimas de persecuciรณn antisemita antes de que Estados Unidos les admitiera. Ivรกn dio un bufido.

โ€“ยฟQuiรฉn no fue vรญctima de persecuciรณn en la Uniรณn Soviรฉtica? Mi padre fue una vรญctima porque tenรญa demasiadas tierras, asรญ que Stalin lo enviรณ a Siberia. Yo soy una vรญctima porque hablo demasiado bien el inglรฉs y mis colegas me odian. Mi mujer es una vรญctima porque su marido trabaja como traductor particular, y sus colegas la odian.

Antes ser judรญo no tenรญa nada de particular, era como pertenecer a una gran familia extensa o a un club. Ahora era algo que podรญa utilizarse. Ivรกn se mostraba escรฉptico.

โ€“De todos modos, en realidad a los estadounidenses no les importa si algรบn bastardo antisemita le ha tirado piedras a tu hijo. Quieren saber cuรกntos parientes tienes en Brighton Beach, y si tus parientes estรกn forrados, tendrรกs visado.

Estados Unidos le resultaba cargante. ยกToda aquella gente tan ansiosa por llegar allรญ!, ยฟy para quรฉ?

โ€“Todos se van a vivir a una parte de Nueva York llamada la Pequeรฑa Odesa โ€“me dijoโ€“. E intentan hacer que allรญ sea todo igual que aquรญ.

De repente me di cuenta de que el tiempo habรญa cambiado. Solo unos dรญas antes soplaba un viento cรกlido del sur, la caracterรญstica brisa balcรกnica. Pero una noche empezรณ a hacerse cada vez mรกs frรญo, y a la maรฑana siguiente ya no se podรญa andar tranquilamente por la calle. Con el cambio de tiempo resultaba mucho mรกs difรญcil conseguir taxi, y la frustraciรณn que entraรฑaba encontrar uno superaba con creces la satisfacciรณn que finalmente obtenรญas al pararlo. Los autobuses iban abarrotados, y el aire cargado del interior de los tranvรญas olรญa a piel vieja y apolillada. El polvo y el calor habรญan dado paso a un penetrante olor a carbรณn quemado y a una disminuciรณn de las horas de luz. Cuando alguien maldecรญa a la Uniรณn Soviรฉtica, cuando alguien mรกs decรญa: โ€œEn Amรฉrica las cosas son mejores, ยฟno?โ€, descubrรญ que ya no tenรญa fuerzas para fingir que discrepaba.

Era hora de volver a casa.

En la oficina de Intourist me aseguraron que resultaba prรกcticamente imposible salir de Odesa.

โ€“Hay un tren a Bucarest, desde luego โ€“me dijo una mujer con los labios pintados de rojo intenso y el cabello a juego del mismo color. Era una persona alegre y bien dispuesta, pero absolutamente incompetenteโ€“. Veamosโ€ฆ โ€“Consultรณ un viejo horarioโ€“. Este tren solo circula los martes y los jueves, lo que significa dentro de tres dรญas. Hay que estar en la estaciรณn a las tres de la madrugada. Cuando llegue a la frontera, tendrรก que esperar allรญ catorce horas, sin salir de la estaciรณn. Despuรฉs de Bucarest, el tren continรบa hasta Przemyล›l, en el sur de Polonia. Luego tendrรก que esperar allรญโ€ฆ a verโ€ฆ cuatro horas y media, mientras cambian las ruedas.

Como precauciรณn ante una posible invasiรณn relรกmpago, los trenes soviรฉticos circulaban por vรญas mรกs anchas que los occidentales. Siguiรณ informรกndome y recreรกndose en las complejidades del trayecto. La Uniรณn Soviรฉtica habรญa desaparecido, pero no las desdichas inherentes a los viajes soviรฉticos.

โ€“Despuรฉs el tren continรบa hasta Varsovia, pero me temo que el que hay es lento. Se llega a Varsovia a la maรฑana siguiente. Hay otro mรกs rรกpido, pero tiene que esperar al dรญa siguiente. Y solo puedo venderle el billete de aquรญ a Bucarest. No mรกs lejos.

Las rutas Bucarest-Varsovia โ€“me explicรณโ€“ eran famosas por sus bandas de jรณvenes y astutos ladrones.

โ€“ยฟY no hay ningรบn vuelo?

Cogiรณ otro horario igualmente desgastado, que en este caso llevaba una pegatina apenas legible: โ€œAeroflotโ€. Consultรณ el reverso, luego el anverso, y a continuaciรณn el reverso de nuevo. Nadie le habรญa preguntado nunca por los vuelos. Finalmente concluyรณ:

โ€“No hay vuelos internacionales desde Odesa. A lo mejor le gustarรญa ir a Moscรบโ€ฆ

Neguรฉ con la cabeza.

Ella volviรณ a coger el horario de trenes y examinรณ el รญndice.

โ€“Espere, dรฉjeme verโ€ฆ quizรก pueda tomar un tren directo. A Varsovia. Desde Odesa hay un tren directo, todos los dรญas, directo a Varsovia y Berlรญn. En una noche se planta allรญ.

โ€“ยฟPodrรญa venderme un billete?

Dio un suspiro.

โ€“Lo siento mucho, pero no puedo. La cuota que tenemos asignada de esos billetes estรก agotada desde hace seis meses. ยฟPor quรฉ no prueba en la estaciรณn de tren?

Pero en la estaciรณn de tren la cola para comprar billetes al extranjero serpenteaba por todo el vestรญbulo. La gente incluso se habรญa traรญdo almohadas y mantas para tumbarse mientras esperaban dos, tres o cuatro dรญas.

Tres veces, en tres horas, les dije a tres hombres distintos que necesitaba conseguir un billete a Varsovia, que tenรญa que volver a casa de inmediato. Las autoridades de Moscรบ y de Kiev querรญan que me fuera a casa, mi visado iba a caducar, y la Administraciรณn de Ferrocarriles de Odesa serรญa la responsable.

El primero de los tres hombres, de ojos caรญdos y expresiรณn perruna, me asegurรณ que le gustarรญa ayudarme, que le encantarรญa de hecho, pero que no podรญa.

El segundo, un tipo con bigote, se limitรณ a decirme que no era responsabilidad suya.

El tercero pareciรณ realmente asustado por la amenaza relativa a las autoridades de Moscรบ y Kiev, pero ni siquiera una hora entera de llamadas telefรณnicas bastรณ para conseguir un billete de tren.

Despuรฉs de hacer la รบltima llamada, se inclinรณ hacia mรญ y me susurrรณ algo.

โ€“ยฟQuรฉ?

โ€“La mafia โ€“me dijoโ€“. Haga lo que haga no conseguirรก billete.

No podรญa hacer otra cosa, continuรณ, que esperar hasta la noche e intentar sobornar a alguien. Con cincuenta dรณlares deberรญa bastar, y, si un dรญa no lo conseguรญa, podรญa conseguirlo al siguiente. Tendrรญa que ir probando.

Furiosa, optรฉ por renunciar a la Administraciรณn de Ferrocarriles de Odesa. Salรญ de la estaciรณn empujando sus enormes puertas delanteras, echรฉ a caminar por las calles empedradas y enfilรฉ el bulevar en direcciรณn al puerto, pasando en mi trayecto por varios mercados, el ayuntamiento y la estatua de Pushkin.

El mar, frรญo y gris, imitaba el color del cielo; las gaviotas gritaban su soledad al viento. Junto a los destartalados muelles, un grupo de escuรกlidos barcos de pesca se acurrucaba para darse calor.

Barcos. Obviamente, habรญa otra forma de volver a casa. ~

Traducciรณn de Francisco J. Ramos Mena.

Este es un fragmento de Entre Este y Oeste. Un viaje por las fronteras de Europa, publicado originalmente en 1994 y que acaba de reeditar Debate.

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es escritora. Entre sus libros estรกn Gulag y El telรณn de acero, ambos en Debate. En 2017 publicรณ Red famine: Stalinโ€™s war on Ukraine


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