a la memoria de Sun Tzu, Martin Gilbert
y del capitán B. H. Liddell Hart
Preliminares. Tú sabes que soy en extremo apacible y que la violencia en todas sus formas me repugna. Sin embargo, y tal vez por esa apacibilidad, me interesan las guerras, todas las guerras, pero en particular la primera y la segunda guerras mundiales. Y no me canso de leer las historias de estas guerras de Martin Gilbert y del capitán y estratega B. H. Liddell Hart, que tal vez has leído y, si no, te recomiendo que lo hagas. De ahí todo lo que sé de combate a la delincuencia.
Entro en materia. ¿Quién es el enemigo que hay que combatir? La delincuencia, sobre todo la organizada.
Error: hay dos enemigos, cuando menos, el otro es la misma policía que se supone debe combatirla.
Me explico, si tú tienes, digamos, una fuerza de cincuenta mil policías, en cierto sentido, no tienes ningún policía. El número los hace inmanejables. Mejor sería que tuvieras nada más mil, pero que te obedecieran, que estuvieran entrenados, que tú los conocieras bien.
Porque en primer lugar tienes que conocer, y muy bien, a tu policía (como dicen, aunque nadie lo cree, que Napoleón conocía de nombre a todos sus soldados) y conocer muy bien a cincuenta mil combatientes es imposible.
Acuérdate de Sun Tzu: si el enemigo sabe todo de ti y tú no sabes nada de él, pierdes la guerra.
Hay que saber todo del enemigo, conocerlo bien (el gran general que derrotó a los invencibles hunos, y pudo hacerlo porque se había criado con ellos, fue una especie de rehén y, por ejemplo, hablaba muy bien su idioma).
¿Cómo puedes conocer tu policía? Segmentándola. Y aquí entra la idea básica que quiero proponer, la idea, muy común, de task force (o como se traduce, mal, “fuerza de tarea”). Esta idea arroja luz sobre la masa de cincuenta mil policías.
Lo mejor será poner un ejemplo: supongamos que quieres combatir el asalto a camiones en el Estado de México que tanto lastima la vida de la pobre gente que se ve obligada a usarlos. Digo supongamos porque inexplicablemente durante muchos años no se ha hecho nada. ¿Qué haces?
Creas una fuerza de tarea que ESPECIFICAMENTE se consagre a combatir ese delito; en tanto se enfoque en más DETALLE, más posibilidades se tiene de derrotar al enemigo. Entrenas a tu “fuerza de tarea”. Tal vez sea necesario traer del extranjero expertos en asaltos a camiones. ESPECIALIZAR, estudiar a fondo cómo pueden hacerse las cosas. Y cada chango en su mecate, cada cosa en su lugar. Estos especialistas deben DIFERENCIARSE, no hay que mezclarlo todo. MEZCLAR ES PERDER DE VISTA.
Voy a seguir con el ejemplo. Supongamos que decidimos formar un escuadrón con mujeres y hombres policías, más mujeres que hombres, ya entrenados, que viajen en camiones e intervengan en casos de asalto, según lo aprendido en el entrenamiento a que fueron entregados.
Logro: el delincuente no sabe si en el camión que va a asaltar viajan o no cuatro o cinco policías armados y entrenados. Y desde luego hay que hacer, además, trabajo de información acerca de los delincuentes que practican estos delitos. ¿Cómo es un delincuente que mata a sangre fría al pasajero que se resiste a un atraco? Saber, saber, infiltrar, infiltrar, especializar, especializar.
Como se ve, para llevar adelante todo esto es preciso DIFERENCIAR, ESPECIALIZAR, SEGMENTAR, nuestro enemigo es NO VER CON CLARIDAD, NO SABER. La policía debe saberlo todo, el delincuente debe ignorarlo todo en materia de policía.
Quiero advertir que no sabemos lo suficiente de la delincuencia como para precisar cuáles puedan ser sus causas, si es que tiene unas cuantas causas claras. Ver con claridad, saber. ¿No se dieron suficientes palos de ciego en las pasadas tres presidencias?
Diferenciar: el combate de cada delito precisa estrategias diferentes. Las posibilidades de éxito están en función de lo que saben los policías del delito que van a combatir.
Continuará. ~
(Ciudad de México, 1942) es un escritor, articulista, dramaturgo y académico, autor de algunas de las páginas más luminosas de la literatura mexicana.