Testimonios de la vida propia de un poema

Poemas traducidos

Gabriel Zaid

El Colegio Nacional

Ciudad de Mรฉxico, 2022, 404 pp.

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Poemas perfectos y, sin embargo, siempre en la bรบsqueda de combinaciones. Propios y apropiados. De eso va Poemas traducidos.

Hay formas poรฉticas del trabajo editorial: una disposiciรณn, un ritmo, una propuesta en la formaciรณn. Siempre es un quebradero de cabeza, para autor y editor, saber en quรฉ lugar va un poema, quรฉ ritmo de lectura propone este acomodo o aquel otro. Y Zaid propone un juego, no un pasatiempo; algo parecido a los juegos matemรกticos, que obligan a articular intuiciones de necesidad con recursos libres. No es una museografรญa sino una suerte de archipiรฉlago de cinco islas: poemas de otros poetas, una breve antologรญa de Vidyapati, otra de Pessoa, poemas de las lenguas indรญgenas del norte de Mรฉxico y las traducciones de los poemas suyos. Pero no conforman un orden secuencial sino una suerte de artefacto cuya estructura parece mรกs espacial que plana. Una geometrรญa. Y un juego.

Cada parte del libro tiene una coherencia propia, por mรกs que todos quedan enhebrados por una misma lรญnea, indefinible, pero siempre reconocible. Hace tiempo, cuando Gabriel Zaid publicรณ poemas bajo pseudรณnimo, Octavio Paz le hizo ver que resultaba inรบtil: algo hay en la obra de Zaid que resulta intransferible e imposible de imitar ni impostar. Y se deja ver tambiรฉn en las traducciones, donde en general podrรญa ser fรกcil disfrazarse. Este libro de traducciones, reunidas por primera vez, y habitado por decenas de poetas y de versiones, es un libro de Gabriel Zaid.

Con todo, ese algo que lo vuelve siempre reconocible no es sello ni cifra ni se puede seรฑalar. Cuando fueron apareciendo, a lo largo de sesenta aรฑos, una traducciรณn por acรก, otra allรก, no habรญa sino un poema, cada poema, como entidades especรญficas. Es solamente en la reuniรณn de todos que emerge esa suerte de certeza: esto es de Gabriel Zaid.

Y es un mundo: veinticuatro idiomas, mรกs de ciento cincuenta poetas, traductores, compiladores (todo con sus รญndices); obras de llegada al espaรฑol y de salida a otras lenguas. Mรกs acรก de la poesรญa, un trabajo bรกrbaro de organizaciรณn y disposiciรณn de todo eso. Quienes hemos tenido alguna experiencia editorial con Zaid, lo tememos: no hay detalle menor. Y este libro estรก lleno de complejidades notorias; chino, japonรฉs, esos caracteres insรณlitos del checo, la falta de seriedad de los acentos en el griego moderno… y no hallo ratonera que no quedara desactivada. Ademรกs, el acierto en la tipografรญa y la formaciรณn de pรกginas. Eduardo Mejรญa acompaรฑรณ a Zaid en un trabajo encomiable.

Las trazas cuentan, pero lo importante es la poesรญa. Y los Poemas traducidos abunda en formas, modos, รกngulos. Primero hay versiones de Zaid de poemas de muy amplia gama: quince poetas, con un rango inmenso de tonos, voces, intenciones, desde la suavidad de los versos de Safo hasta el mรกs duro laconismo explosivo de Paul Celan. Griego, alemรกn, polaco, francรฉs… con ayuda de intรฉrpretes o de modo directo, queda claro que no son asignaturas sino elecciones libres: poemas que intrigaron o sedujeron a Zaid y no habรญa mejor modo de leerlos que meterse en ellos y observarlos en su forja.

La segunda parte son las Canciones de Vidyapati, un libro pequeรฑito de suyo, con una serie de poemas erรณticos, amorosos y en ese registro hindรบ, admirable, que canta el amor, y el encuentro de los cuerpos en un รกmbito de sacralidad. Y se sigue de las coplas de Fernando Pessoa, quizรก las traducciones mรกs cercanas al original, por lo que a tรฉcnica se refiere: sin perder el canto del portuguรฉs, Zaid rescata metro y rima en espaรฑol. Y parece cosa fรกcil, una vez que ha quedado, pero es engaรฑosรญsimo: es muy difรญcil que una traducciรณn de canciones populares quede, en efecto, como canto.

Con esto serรญa ya un estupendo libro. Pero no es ni la mitad. La parte central es para una obra de veras rara: la โ€œPoesรญa indรญgena del norte de Mรฉxicoโ€ es inclasificable. No es cosa antropolรณgica ni etnolรณgica; tampoco es un catรกlogo. Zaid buscรณ, indagรณ, consiguiรณ entrevistas, grabaciones, textos y registros olvidados de trece lenguas indรญgenas. Buscรณ poesรญa y la hallรณ, incluso en lenguas de las que se suponรญa que no quedaba nada. Entre canciones, juegos, ritos, poemas, refranes, obtuvo una panoplia extraordinaria. A veces, solo un par de piezas brevรญsimas; otras, tuvo que seleccionar entre muchos poemas. Cantos de sabidurรญa del kikapรบ, cantos genรฉsicos del kiliwa, canciones de labor (algo que el progreso y las modernidades nos borraron: el canto, la danza, el ritmo son parte fundamental de la producciรณn en el trabajo) y hasta poemas inquietantes, como la โ€œMuerte del Creadorโ€, en el que Dios ha de morir para que surja la vida…

Las lenguas aparecen ordenadas alfabรฉticamente, comenzando por los apaches y hasta los zuรฑis. Cada lengua lleva una pequeรฑa introducciรณn (Zaid puede disponer cantidades inmensas de informaciรณn en unas pocas lรญneas, como sabe ya cualquier lector de sus ensayos y artรญculos) y se sigue de los poemas. De hecho, cada pieza de estas lenguas apareciรณ aquรญ, en Letras Libres. Pero reunidas son mucho mรกs que la suma de sus partes: una antologรญa feliz, con un dejo melancรณlico: varias, son lenguas que se vuelven, no a saludar sino a despedirse.

La parte final es otro acierto: los poemas de Zaid se acompaรฑan con las versiones a otras lenguas. George McWhirter ha traducido todos al inglรฉs, con cuidado y buenas hechuras. Pero hay muchos otros traductores, y el resultado es interesantรญsimo: es como si cada traducciรณn ofreciera siempre algรบn รกngulo nuevo, o descubriera consonancias, analogรญas que uno no habรญa visto. El efecto es un extraรฑamiento respecto de la propia lectura, la que uno habรญa hecho y que juzgaba completa. Claro que no: los poemas, dijo el clรกsico, no se terminan: se abandonan. Igual es la lectura.

Es una ironรญa que el libro comience con un poema de Voltaire (โ€œLes pourโ€), que recibiรณ tรญtulo nuevo en espaรฑol: โ€œLamentando un discurso de ingreso a la Academiaโ€. Conservada la sonrisa pรญcara de Voltaire, el poema (ยฟadrede?) parece abrir de capa la fractura que suele hallarse entre las traducciones, digamos, acadรฉmicas y las versiones cuyo valor estรก en la apuesta poรฉtica, o literaria. Se entiende perfectamente la necesidad de que una traducciรณn sea casi una esclava de su original. Nadie querrรญa un Kant, por ejemplo, a quien su traductor le cambiara tรฉrminos, o le suavizara la sintaxis, para hacerlo mรกs legible. Muchas traducciones de poesรญa suelen ser calcas informativas, como si se tratara de โ€œtextosโ€ y no de poemas, pero con la poesรญa, mejor ni meterse si uno no estรก dispuesto al misterio.

Por supuesto que importa el original, y ese no es nunca un atolladero en este Poemas traducidos. Mรกs allรก de la servidumbre, Zaid apuesta varias veces por el poema, en vez del texto. Por ejemplo, el soneto 66 de Shakespeare, cuyos versos finales son:

Tirโ€™d with all these, from these would I be gone,
Save that, to die, I leave my love alone.

Se transforma, o se apropia como:

Asqueado de todo esto, preferirรญa morir,
de no ser por tus ojos, Marรญa,
y por la patria que me piden.

No es una traducciรณn servil, ni siquiera una versiรณn fiel, sino otra cosa: una vida propia en una lengua que no quiere ser putativa sino propia para un poema. Mis amigos puristas se me enojan cuando digo que me gusta Glenn Gould. ยฟEs Bach, eso? Sรญ, no, tambiรฉn. Es el caso con este soneto: es Shakespeare, o no, o tambiรฉn. Pero ademรกs de la sorpresa, se trata de un estupendo remate para un poema, en una encrucijada entre la apropiaciรณn, la influencia, el homenaje.

Y sugiero, en sentido inverso, para los poemas de Zaid que emigraron a otra lengua, que se vea un caso semejante. El poema โ€œRumor de agua en el bosqueโ€, que aparece en dos versiones inglesas y una japonesa. La fiel, de George McWhirter, siempre correcto y con buen oรญdo, y la recreativa, de Eliot Weinberger. En la segunda estrofa central (el poema tiene tres ejes espaciales), el poema de Zaid dice:

Y Weinberger tradujo esto:

ยกLi Po! ยฟde dรณnde? En realidad, se trata de una versiรณn anterior del poema, tal como habรญa aparecido en Cuestionario (FCE, 1976), que despuรฉs Zaid corrigiรณ y mejorรณ. Pero no importa: en este libro, la versiรณn de Weinberger aporta una sorpresa afortunada. Li Po, ebrio, releasing eternity… viene, pues, del mismo lugar del que proviene Marรญa para habitar el soneto 66: el poeta que no se resigna a tratar textos; del traductor que reconoce la poesรญa y no la obediencia. Son traducciones que son lecturas donde la propia lengua cede a la pulsiรณn de la danza. A veces sucede eso: un poema se apropia de su traductor y lo convence de ir a un puerto distinto. Son testimonios de la vida propia de un poema, que hace lo que conviene y se niega a obedecer, y a veces se inventa una vida nueva. ~

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(ciudad de Mรฉxico, 1962) es poeta y ensayista.


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