Un libro en el incendio

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Navidad de 1908. En el pequeรฑo segundo piso โ€“casi un tapancoโ€“ de su casa en San Pedro de las Colonias, Coahuila, un hombre hojea el primer ejemplar del libro que ha escrito febrilmente durante algo mรกs de tres meses. Con รฉl se ha propuesto โ€œcalmar, orientar y encauzar definitivamente la ansiedad de su patriaโ€. Sometido a una rigurosa dieta vegetariana, acosado por las jaquecas y los ataques oftรกlmicos, luchando contra lo que รฉl mismo llama โ€œel yugo de los instintosโ€, el ciclo completo de preparaciรณn y ejecuciรณn del libro le ha llevado mรกs de un aรฑo. Lo comenzaba a escribir al despuntar el alba. Algunas noches, cuando el sereno recorrรญa las calles balanceando su linterna, el hombre seguรญa escribiendo en un cuaderno escolar de 22 por 17 centรญmetros y rayado gris. Sรณlo en momentos de fatiga extrema se colocaba su casco Sarakoff, descendรญa al mundo de los humanos y recorrรญa a caballo, como lo habรญa hecho durante tantos aรฑos, los campos labrantรญos de su hacienda. Sus peones lo saludaban con una mezcla de familiaridad y reverencia. No era sรณlo su exigente patrรณn sino su mรฉdico de cabecera, su protector material, su consejero espiritual. Nieto de un fundador de incontables empresas y bรญblicas familias, รฉl tambiรฉn habrรญa querido ser un gran patriarca pero la naturaleza le habรญa vedado, a รฉl o a su esposa, la posibilidad de serlo. Ante la paternidad denegada, su reacciรณn natural fue asumir una paternidad universal. Llevaba el nombre de dos santos fundadores, el de la caridad y el de la acciรณn, y en su apellido habรญa una reminiscencia del Calvario: Francisco Ignacio Madero.

Aรฑos atrรกs, despuรฉs de viajar profusamente por Europa y estudiar administraciรณn en Estados Unidos, se habรญa concentrado en los negocios. Era, en sus propias palabras, โ€œun hombre bien pegado a la tierraโ€ y se dedicรณ a hacerla florecer. Producto de estos esfuerzos, a sus 35 aรฑos de edad poseรญa acciones mineras y metalรบrgicas, ganados, semillas, instrumentos de labranza, fincas rรบsticas y urbanas. Su criatura consentida era un rancho guayulero a 25 leguas de San Pedro. En esos terrenos desolados donde sรณlo abundaba el ganado vacuno, el hombre se habรญa propuesto emular la hazaรฑa de los colonos ingleses en Australia, que con semillas mejoradas y novedosos sistemas de riego convirtieron el desierto en un vergel. Aquel paisaje de magueyes, lechuguillas y mezquites era su propia โ€œAustraliaโ€.

Pero en 1908 su vocaciรณn paternal y su alegrรญa creadora se encauzaban resueltamente hacia una obra distinta. Estaba convencido de que su patria corrรญa un gravรญsimo peligro. Sabรญa muy bien โ€“la humildad era una de sus prendasโ€“ que no era escritor, pero sentรญa el impulso de aclarar por escrito y pรบblicamente, para sรญ mismo y para los mexicanos de buena fe, la situaciรณn histรณrica del paรญs, y delinear a partir de ella los posibles caminos de soluciรณn. ยฟDe soluciรณn o de salvaciรณn? A veces escribรญa como si las dos palabras fueran la misma.

 

โ– 

 

Su tesis era muy sencilla: Mรฉxico padecรญa una vieja, conocida y muy riesgosa enfermedad histรณrica llamada โ€œpoder absolutoโ€. Porfirio Dรญaz, el hombre que desde hacรญa mรกs de treinta aรฑos lo encarnaba, habรญa tenido siempre una โ€œidea fijaโ€: alcanzar, ejercer, conservar el poder absoluto. Por su parte, a Madero lo inspiraba otra idea no menos fija y radicalmente opuesta: examinar, criticar y, en รบltima instancia, derrocar al poder absoluto. Para fundamentar su obra, no le bastaron sus lecturas mexicanas. En septiembre de 1908 habรญa escrito a un librero de la capital urgiรฉndole la remisiรณn de varios clรกsicos de la literatura polรญtica, entre otros las Historias y costumbres de los germanos, de Tรกcito, la Conjuraciรณn de Catilina, de Salustio, la Historia augusta, continuaciรณn de la de Suetonio, el Panegรญrico de Trajano, las Cartas de Plinio el Joven y los Estudios polรญticos de Lord Macaulay. De estos textos, de algunos otros libros escogidos en su biblioteca (Saavedra Fajardo, Floro, Montesquieu) y aun de ciertas lecturas anarquistas (Reclus, Kropotkin) extrajo datos suficientes para describir el efecto maligno del poder absoluto en la historia universal. Ya sea en el antiguo Egipto, en el imperio ruso, en la era napoleรณnica o en el caรณtico siglo XIX latinoamericano, la conclusiรณn a la que llegรณ era la misma: โ€œel poder absoluto corrompe a quienes lo ejercen y a quienes lo sufrenโ€. Entre las notas sueltas sobre su escritorio, destacaba una, de Montesquieu: โ€œlo que se llama uniรณn en un cuerpo polรญtico, es una cosa muy engaรฑosa: la verdadera es una uniรณn de armonรญa que hace que todas sus partes, por mรกs opuestas que parezcan, concurran al bien general de la sociedad, como las disonancias en la mรบsica concurren al acorde totalโ€. Esa era, justamente, la propuesta de su libro: desatar para Mรฉxico una armonรญa en libertad.

Madero no era, propiamente, un hombre de gabinete. Nunca lo habรญa sido, ni siquiera en aรฑos remotos: โ€œestudiรฉ para Papa y salรญ camoteโ€, comentaba con sorna recordando la juventud de goce y disipaciรณn en la que supuestamente habรญa incurrido y que en realidad no debiรณ pasar de uno que otro pecado, menos que venial. Se definรญa a sรญ mismo, certeramente, como โ€œun hombre prรกcticoโ€: prรกctico en los negocios, prรกctico en su ayuda al prรณjimo, prรกctico hasta en sus afanes espirituales. Siempre habรญa sido un ser volcado hacia los demรกs, un cotidiano practicante de la caridad. A los vivos en trance de muerte los curaba a travรฉs de la homeopatรญa, el magnetismo y otras tรฉcnicas. A los muertos en trance de vida โ€“sus hermanos muertos, otros familiares queridos y hasta ciertos hรฉroes de la patria, como Mariano Escobedo o Benito Juรกrezโ€“ solรญa convocarlos en arduas sesiones espiritistas, solo o acompaรฑado, no para que le revelaran los arcanos de la morada eterna sino para buscar su apoyo o su consejo en este trรกnsito; no era un mรญstico que buscara desasirse del mundo. Era un mรญstico con los pies firmemente plantados en รฉl. Por eso su caridad derivรณ naturalmente hacia la polรญtica: San Francisco se volviรณ San Ignacio. A partir de 1903, en que comenzรณ a formar el Club Democrรกtico Benito Juรกrez, Madero desplegรณ en su municipio, su estado y en la repรบblica toda, una sorprendente actividad electoral, epistolar, periodรญstica, de relaciones pรบblicas y animaciรณn cรญvica con el objetivo fijo de abrir paso a la democracia mexicana.

Desde fines de 1907 sintiรณ que su siguiente estaciรณn democrรกtica consistรญa en escribir aquel libro. Si no una persona de libros, Madero era una persona de ciertos libros. En los estantes de su biblioteca se apilaban centenares de ellos, la mayor parte en francรฉs. Ademรกs de las obras recientes sobre historia universal y de una vasta colecciรณn de textos espiritistas, destacaban varias obras de historia mexicana: Mรฉxico a travรฉs de los siglos, La cuestiรณn presidencial, de Josรฉ Marรญa Iglesias, El juicio de amparo de Ignacio L. Vallarta, y las Memorias apรณcrifas de Sebastiรกn Lerdo de Tejada. De estos y otros liberales de la Reforma, Madero extrajo, literalmente, el espรญritu: su propรณsito era reivindicar las libertades que legaron aquellos hombres, proponer la vigencia plena de la Constituciรณn de 1857, restaurar de nueva cuenta la repรบblica. Su vasta excursiรณn histรณrica le sirviรณ no sรณlo para confirmar la justicia de su causa y la pertinencia de su hipรณtesis, sino para ensanchar su horizonte vital. Leer pรกginas de historia, en particular de historia mexicana, habรญa sido para รฉl una forma de purificaciรณn moral:

 

 

Sรณlo en el estudio de su historia he podido fortificar mi alma, porque encuentro que ella nos hace respirar otro ambiente que el que hoy se respira en la Repรบblica […] el ambiente de la libertad […] Esa historia nos hace tener una idea mรกs elevada de nosotros mismos, al enseรฑarnos que los grandes hombres, cuyas hazaรฑas admiramos, nacieron en el mismo suelo que nosotros y que, en su inmenso amor a la patria, que es la misma nuestra, encontraron la fuerza necesaria para salvarla de los grandes peligros.

 

La historia era un remanso y una fuente de inspiraciรณn, pero era tambiรฉn, y con mayor frecuencia, un escenario de errores y horrores. Madero consideraba necesario documentarlos porque casi todos, a su juicio, eran consecuencia obligada del poder absoluto: โ€œLo que necesito saber โ€“escribiรณ a uno de sus varios corresponsales, en julio de 1908โ€“ es cuรกles fueron las causas de las guerras con los mayas, cรณmo fue llevada รฉsta [sic], entre quiรฉnes se repartieron el terreno de Quintana Roo, quรฉ beneficio sacรณ el gobierno con esa concesiรณn y quรฉ han hecho los concesionarios con esos terrenos.โ€ No criticaba al poder absoluto en tรฉrminos vagos y abstractos sino claros y concretos. Con una sonrisa debiรณ hojear, por ejemplo, el Plan de Tuxtepec original que llevรณ a Dรญaz al poder y cuya vieja bandera era idรฉntica a la nueva que Madero propondrรญa al paรญs para la contienda electoral de 1910: โ€œsufragio efectivo y no reelecciรณnโ€.

Habรญa comenzado la escritura de su libro alrededor de septiembre de 1908. La interrumpiรณ unos dรญas, en los festejos del octogรฉsimo aniversario del abuelo Evaristo, pero a partir de allรญ su avance habรญa sido vertiginoso: casi cien cuartillas al mes. El atribulado impresor de San Pedro con quien contratรณ la ediciรณn apenas se daba abasto para seguir el ritmo del autor y cumplir con las estrictas clรกusulas: โ€œEl nรบmero de ejemplares que tirarรก serรก el de tres mil, empleando papel de doce kilos para el texto y para las coberturas […] El precio que cobrarรก usted por este trabajo siempre que el libro tenga 300 a 320 pรกginas serรก de $1900.00.โ€ El contrato preveรญa rebajas en el caso de modificar su extensiรณn y una indemnizaciรณn de diez pesos por cada 24 horas de incumplimiento en la fecha lรญmite: 27 de diciembre. Hacia el 19 del mismo mes, al tener ya en sus manos 298 pรกginas impresas, Madero las habรญa enviado a su primo Rafael Hernรกndez advirtiรฉndole: โ€œEsta semana lo terminarรฉ, pues ya me falta muy poco.โ€ Ese mismo dรญa le informaba a un compaรฑero el tรญtulo definitivo: La sucesiรณn presidencial en 1910. El Partido Nacional Democrรกtico.

En la Navidad de 1908 el libro estaba listo para su distribuciรณn. Nada habรญa dejado Madero al azar. Victoriano Agรผeros, director de El Tiempo, le habรญa mandado una lista completa de los periรณdicos que se editaban en la repรบblica. A todos ellos les enviarรญa un ejemplar de obsequio. En la ciudad de Mรฉxico Madero habรญa reservado un depรณsito para 600 libros. El precio por ejemplar serรญa casi marginal: $1.25. Quizรก venderรญa los libros suficientes para sacar el costo de la ediciรณn. Con diligencia, habรญa integrado la relaciรณn de todas las personalidades polรญticas del paรญs. Con muchas de ellas mantenรญa desde hacรญa tiempo una frecuente y vivaz relaciรณn epistolar. Al margen de simpatรญas o diferencias, a partir del aรฑo nuevo se dispondrรญa a despacharles el libro. Uno de los ejemplares lo dedicarรญa especialmente al presidente Dรญaz acompaรฑรกndolo de una carta en la que lo llamarรญa a โ€œelevarse por encima de las banderรญas polรญticas declarรกndose la encarnaciรณn de la patriaโ€.

Faltaba, sin embargo, la aquiescencia de la familia: su padre, don Francisco, anticiparรญa la represalia oficial contra sus negocios; su madre, doรฑa Mercedes, temerรญa por la vida de su hijo mayor; el patriarca, don Evaristo, reprobarรญa las locuras de Panchito: โ€œNo te andes metiendo en las patas de los caballos pretendiendo meterte a redentorโ€, le escribirรญa con enfado al comenzar la lectura. Sin presiones o amenazas, con la fuerza de su tono y su verdad, la obra lo convencerรญa poco a poco. Pero ยฟera en verdad Panchito su รบnico autor? Al final todos darรญan su bendiciรณn, porque sabรญan que el joven Madero no abandonarรญa el proyecto para el que se sentรญa, en la acepciรณn religiosa de la palabra, elegido.

Su libro casi no lo denotaba, pero en la intimidad de su persona, la que se expresaba en cartas a familiares y, sobre todo, en cuidadosos cuadernos donde dรญa a dรญa se comunicaba con varios โ€œespรญritusโ€, habรญa una creciente imantaciรณn mesiรกnica. Madero veรญa โ€“al parecer, en verdad, veรญaโ€“ el feliz โ€œdesenlace del gran drama que se darรก en el territorio nacional el aรฑo de 1910โ€.

Por eso normaba sus actos de acuerdo con un libreto simbรณlico: se retirarรญa unos dรญas โ€“como todo buen profeta o redentorโ€“ a meditar en su desierto particular (Australia), darรญa los รบltimos toques a su testamento financiero โ€“โ€œcorteโ€, escribiรณ para sรญ, โ€œcon los รบltimos eslabones de su naturaleza inferiorโ€โ€“; se dispondrรญa a escribir la primera lรญnea de sus โ€œMemoriasโ€ โ€“testamento espiritualโ€“, y enviarรญa a su padre una carta definitoria, no de su objetivo y estrategia, sino de su misiรณn:

 

 

Creo que sirviendo a mi patria en las actuales condiciones cumplo con un deber sagrado, obro de acuerdo con el plan divino que quiere la rรกpida evoluciรณn de todos los seres y, siendo guiado por un mรณvil tan elevado, no vacilo en exponer mi tranquilidad, mi fortuna, mi libertad y mi vida. Para mรญ, que creo firmemente en la inmortalidad del alma, la muerte no existe; para mรญ, que tengo gustos tan sencillos, la fortuna no me hace falta; para mรญ, que he llegado a identificar mi vida con una causa noble y elevada, no existe otra tranquilidad que la de la conciencia y sรณlo la obtengo cumpliendo con mi deber.

 

Su deber ya no era sรณlo contribuir decisivamente a solucionar los problemas de Mรฉxico (deber de polรญticos, humanistas, reformadores sociales). Su deber era salvar a Mรฉxico (deber de profetas, iluminados, redentores).

 

โ– 

 

Ninguno de aquellos sutiles motivos del alma aparece en La sucesiรณn presidencial en 1910, libro prรกctico, sensato, terrenal, casi terapรฉutico, sobre los males histรณricos de Mรฉxico y la forma de curarlos. Era la obra de un mรฉdico caritativo y un sagaz empresario; de un remoto y fiel discรญpulo de San Francisco y un รฉmulo disciplinado de San Ignacio, ambos convertidos a la mundana fe del liberalismo y la democracia.

En La sucesiรณn presidencial en 1910, el mรฉdico y el empresario someten la obra del general Dรญaz a un riguroso examen. El resultado es complejo: hay zonas de salud y zonas enfermas, hay activos y pasivos. ยฟCรณmo negar, argumentaba el empresario, โ€œel gran desarrollo de la riqueza pรบblica, la extensiรณn considerable de las vรญas fรฉrreas, la apertura de magnรญficos puertos […] y sobre todo […] hada bienhechora de tanta maravilla, la paz que hemos disfrutado por mรกs de treinta aรฑosโ€? ยฟCรณmo no admirar al โ€œhombre extraordinario al frente del poderโ€, su moderaciรณn, su honestidad personal? โ€œPan o paloโ€ era su consigna, y muchos pueblos oprimidos habrรญan cambiado gustosos su yugo por el que aplicaba aquel hombre con โ€œun mรญnimum de terror y un mรกximum de benevolenciaโ€. Pero la enfermedad, explicaba el mรฉdico, era โ€œaterradoraโ€, no sรณlo por la concentraciรณn excesiva de poder y la represiรณn (no por mรญnima menos real), sino por el alarmante analfabetismo y el sutil veneno que corroรญa, que corrompรญa desde dentro, al organismo mexicano:

 

 

Aparentemente hay elecciones, las cรกmaras estรกn integradas por representantes del pueblo, los estados […] conservan su soberanรญa y los ayuntamientos su independencia, siendo que en realidad sรณlo existe el poder absoluto de un hombre.

 

Era el veneno de la mentira. El respeto aparente por la Constituciรณn que en la prรกctica se violaba, y la adopciรณn aparente de fรณrmulas republicanas que en la prรกctica se desvirtuaban, eran condiciones que con el paso del tiempo se habรญan insinuado en la vida nacional hasta volverse una segunda naturaleza, hasta modificar la primera naturaleza y volverla un desdeรฑoso e irresponsable teatro de sรญ misma. Y como los allegados al poder โ€“parรกsitos y presupuestรญvoros los llamaba Maderoโ€“ eran los verdaderos interesados en mantener el estado de cosas, el propio autรณcrata era el primer engaรฑado. Las รบnicas voces que mantenรญan un principio de realidad eran los acosados periodistas independientes a quienes Madero honraba repetidas veces en su libro. Con esa sola excepciรณn, Mรฉxico se habรญa vuelto el paรญs del disimulo, del cinismo, del miedo, y el corolario de aquella creciente inconsciencia colectiva no podรญa ser mรกs aterrador:

 

 

En la sociedad que abdica de su libertad y renuncia a la responsabilidad de gobernarse a sรญ misma hay una mutilaciรณn, una degradaciรณn, un envilecimiento que puede traducirse fรกcilmente en sumisiรณn ante el extranjero.

 

โ€œยฟA dรณnde nos lleva el general Dรญaz?โ€, se preguntaba, sin escamotear la respuesta: โ€œNo debemos engaรฑamos, vamos a un precipicio.โ€ Era, ante todo, un mexicano que se habรญa propuesto decir la verdad.

โ€œAdmitiendo por un momento que no estemos aptos para la democracia โ€“razonaba con una lรณgica difรญcil de imaginar en un temperamento mรญsticoโ€“, ยฟde quรฉ manera llegaremos a familiarizamos con sus prรกcticas si nunca se nos deja practicarlas?โ€ Si ya era grave que el gobierno patriarcal hubiera โ€œatrofiado algo el mecanismo de la naciรณn… ยฟcuรกnto mรกs se atrofiarรญa el mecanismo si se dejaba pasar mรกs tiempo?โ€ El peligro no era imaginario: desde 1904 Dรญaz habรญa impuesto a Ramรณn Corral como su vicepresidente, sรญntoma claro de su voluntad por perpetuar el rรฉgimen absoluto e instaurar una dinastรญa autocrรกtica.

Pero no habรญa que conceder siquiera que el mexicano estuviera incapacitado para la democracia. Todos los obstรกculos que el rรฉgimen aducรญa eran falaces. ยฟIgnorancia de las masas? La historia mexicana comprobaba que con o sin letras las personas sabรญan elegir con sensatez a sus representantes. ยฟLa amenaza del clero? Argumento falso, decรญa Madero, lejos de posiciones jacobinas, previendo quizรกs el saludable resurgimiento del partido conservador: โ€œel clero se ha identificado con las aspiraciones nacionales […] ha evolucionado mucho desde la guerra de Reforma, lo que ha perdido en riqueza lo ha ganado en virtudโ€. ยฟTemor a las maniobras, las asperezas ideolรณgicas, las alianzas? Bienvenidas todas, porque todas eran parte de aquella disonante uniรณn en la armonรญa que, segรบn Montesquieu, caracterizaba al organismo polรญtico sano. El pueblo valoraba la paz y respetaba a la autoridad; mal que bien habรญa una ley electoral; entre los obreros cundรญa un sano espรญritu de asociaciรณn; en sus agrupaciones y asambleas, la clase media habรญa dado pruebas de gran cordura, ilustraciรณn y sentido comรบn. Bastaban estos signos para demostrar que el mexicano estaba apto para ejercer la democracia.

Tras el diagnรณstico, la medicina o, mejor, la ingenierรญa polรญtica. Habรญa que fundar cuanto antes un partido independiente (cuyo nombre terminarรญa por ser el de Partido Antirreeleccionista). Su primer propรณsito serรญa persuadir al viejo dictador de honrar sus promesas de la entrevista Dรญaz-Creelman y convertirse, no en jefe de partido, sino en garante de la naciente democracia mexicana. De no lograrlo, no habรญa razรณn para desesperar:

 

 

Con el solo hecho de luchar en el campo de la democracia, de concurrir a las urnas electorales y sobre todo de habernos constituido en partido polรญtico, los independientes habremos logrado que el paรญs despierte y el partido independiente, aunque derrotado, habrรก salvado en realidad las instituciones pues con esa lucha habrรก adquirido tal prestigio que al morir el general Dรญaz se constituirรก en un vigรญa constante de su sucesor, que por ese motivo deberรก obrar con gran moderaciรณn y hacer paulatinamente concesiones al pueblo, que se las arrancarรก en las frecuentes luchas electorales, pues los independientes no descansarรกn y promoverรกn campaรฑas electorales en los estados a fin de renovar poco a poco los ayuntamientos, las legislaturas locales, las gubernaturas y las cรกmaras de la Uniรณn.

 

Esta era la ingenierรญa paulatina, fragmentaria, responsable de Madero. No una vaga evoluciรณn histรณrica como la que propugnaba el positivismo metafรญsico de muchos porfiristas. Una evoluciรณn concreta de abajo hacia arriba, de la periferia al centro, que devolviera su sentido real a las palabras democracia, representaciรณn, federaciรณn, repรบblica: una evoluciรณn que disipara la mentira y evitara, sobre todo, el advenimiento casi siempre fatal de una revoluciรณn.

Para lograr este avance no era necesario โ€œdesviarse por los senderos torcidos de la revueltaโ€ que acarrearรญan โ€œmales sin cuento a la patriaโ€. Madero no asustaba a sus lectores oficiales con el petate de los muchos muertos dejados en los campos por las revoluciones mexicanas del siglo XIX. Aunque la hipรณtesis de que โ€œestalle una revoluciรณn es la menos probable de todas… la posibilidad existe y… en este caso desgraciado, serรญa el culpable el general Dรญaz, por su obstinaciรณn a no hacer concesiรณn alguna a la Repรบblicaโ€. El partido independiente que proponรญa Madero rechazaba de entrada esas dos posibilidades: la rigidez y la revuelta. La sucesiรณn presidencial era obra de un demรณcrata, no de un revolucionario.

En sus conclusiones, Madero concedรญa la posibilidad de que, como garante de la democracia, Dรญaz fuera reelecto libremente. En tal caso, no veรญa razรณn para que no siguiera al mando de la naciรณn por un periodo รบnico, si bien reformando la Constituciรณn en el sentido de la no reelecciรณn, y renovando la vicepresidencia y una โ€œparte [no especificada] de las cรกmaras y de los gobernadores, con miembros del Partido Antirreeleccionistaโ€. Para cuando Dรญaz muriera โ€“implicaba Maderoโ€“ una nueva clase polรญtica, joven pero experimentada, habrรญa tomado las riendas del paรญs.

En las pรกginas finales, San Ignacio devuelve la voz a San Francisco: Madero confiesa su โ€œgran simpatรญaโ€ por el viejo presidente, se refiere a los episodios sorprendentes de su vida, lo llama โ€œnuestro gran pacificadorโ€, โ€œnuestro eximio gobernanteโ€, y lo invita a coronar su obra con un acto de sensatez y de generosidad: permitir que su sucesor fuera la ley. Palabras humanas, no divinas. Tรฉrminos de soluciรณn, no de salvaciรณn.

 

โ– 

 

Dรญaz desoyรณ aquel llamado de San Francisco, desdeรฑรณ la capacidad organizativa de San Ignacio, y terminรณ en el exilio eterno, sin entender cabalmente su propia, inmensa responsabilidad en la revoluciรณn que se desatarรญa dos aรฑos despuรฉs de la publicaciรณn de aquel libro. Pero si la obstinaciรณn de Dรญaz habรญa sido previsible, si debiendo su poder a las armas era natural que no lo dejara sino obligado por la misma fuerza, ยฟpor quรฉ, con su caรญda, no se consolidรณ la democracia? Mรกs precisamente: ยฟpodrรญa pensarse que su violenta caรญda, tal como ocurriรณ, fue un desenlace desventurado para la transiciรณn a la democracia? Lo cual obligarรญa a la pregunta capital: ยฟpor quรฉ desesperรณ Madero de la vรญa pacรญfica para construir la democracia y se volviรณ revolucionario?

Se dirรก que toda la reflexiรณn es ociosa. Despuรฉs de todo Madero derrocรณ a Dรญaz. Pero como demuestra la lectura atenta de La sucesiรณn presidencial en 1910, ese no era su propรณsito central. Lo que Madero querรญa era cimentar a la democracia en Mรฉxico y aquรญ la evidencia histรณrica es despiadada: lo estaba logrando portentosamente antes, durante y despuรฉs de la publicaciรณn de su libro, pero a partir de la Revoluciรณn su obra se frustrรณ. Mรฉxico no serรญa entonces โ€“no lo fue por mรกs de ocho dรฉcadas despuรฉs de su muerteโ€“ una democracia. ยฟQuรฉ fallรณ?

Mil cosas, remotas y recientes, accidentales y estructurales, pero entre ellas una que apenas cabe susurrar en un paรญs como el nuestro, enamorado de la violencia, embriagado de la leyenda revolucionaria: quizรก fallรณ Madero cuando, movido por el predominio final de su espรญritu mesiรกnico, cambiรณ la estafeta cรญvica de la democracia por las explosivas carrilleras de la revoluciรณn.

ยฟQuรฉ habรญa quedado del cuidadoso y sรณlido andamiaje democrรกtico que habรญa comenzado a construir desde 1903 en su vastรญsima correspondencia con periodistas independientes, en los diarios de oposiciรณn que fundรณ o financiรณ, en los clubes esparcidos por todo el paรญs, en las giras electorales, en el evangelio cรญvico de su libro? ยฟNo habrรญa sido mรกs sensato seguir las pautas previstas en el libro, cercar cรญvicamente al vetusto rรฉgimen, consolidar una nueva clase polรญtica, esperar el ineluctable y cercano fin del dictador debilitado? ยฟSe imaginรณ alguna vez Madero las espantosas matanzas de chinos que se ejecutarรญan en su nombre en la ciudad de Torreรณn? ยฟDe quรฉ servรญa su caballerosidad frente a la crueldad revolucionaria que รฉl mismo habรญa convocado y que ninguna prรฉdica podrรญa ya detener? Madero, โ€œel hombre prรกcticoโ€, el de โ€œlos pies bien pegados a la tierraโ€, se habรญa desasido por un momento de la tierra y ese parpadeo serรญa fatal. En la prรกctica, la revoluciรณn no era lo suyo, era la ley sin ley, la de hombres ingobernables que no conocรญa ni podrรญa nunca cabalmente gobernar. โ€œEstoy mรกs orgulloso por las victorias obtenidas en el campo de la democracia que por las alcanzadas en los campos de batallaโ€, dirรญa al cabo de la Revoluciรณn. Palabras vanas dichas sin vanidad: una vez desatada la violencia, las รบnicas batallas que valdrรญan por muchos aรฑos eran las de verdad. Con la carabina treinta treinta, los maderistas sรญ mataban.

โ€œMadero ha soltado al tigreโ€, habrรญa dicho, cรญnicamente, Porfirio Dรญaz. Pero en sus palabras habรญa un fondo de verdad: Dรญaz no estaba diciendo que el tigre habitara especรญficamente en las entraรฑas mexicanas; lo que Dรญaz advertรญa era esa cosa eterna y universal, esa insaciable boca de la muerte, la violencia, que una vez convocada tiene la fuerza, la volatilidad, la crueldad, la atrayente luminosidad de un incendio.

El mรฉdico y el empresario, San Francisco y San Ignacio, habรญan escrito un libro desde San Pedro de las Colonias. Iba a ser la piedra fundadora de la democracia mexicana. Sentados a la vera de la historia, derrotados en la victoria, vieron โ€“por un momento de horror, en verdad, vieronโ€“ el incendio de una revoluciรณn que devorarรญa el madero de muchas vidas y la preciosa vida de Madero. ~

 

Este ensayo se publicรณ originalmente como prรณlogo a la ediciรณn que Clรญo hizo en 1994 de La sucesiรณn presidencial en 1910.

 

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.


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