(Mesa de votaciรณn en la UACM: Milenio)

La imposible democracia

La idea de democratizar la competencia acadรฉmica de una universidad niega es problemรกtica y costosa.ย 
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La resurrecciรณn en el discurso del movimiento 132 de la vetusta idea de “democratizar” las universidades (es decir: que los estudiantes y trabajadores elijan a los รณrganos de gobierno y formen parte de ellos) coincide en el calendario con los problemas que enfrenta hoy la Universidad Autรณnoma de la Ciudad de Mรฉxico (UACM) y que ponen en evidencia la imposibilidad de tal democracia. 

Democratizar una universidad es subastarla no a los acadรฉmicamente mejores, sino a los mรกs astutos polรญticamente. Ya me he referido en algรบn libro (Allรก en el campus grande, Tusquets, 2001) a que las universidades que se “democratizaron” en Mรฉxico hace aรฑos (Puebla, Sinaloa) fueron experimentos asombrosamente fallidos y costosos, no sรณlo para la ciencia, el pueblo y el erario, sino hasta para el partido que los ensayรณ (el comunista): lo รบnico que se democratizรณ fue la incompetencia, la politiquerรญa y el descrรฉdito.

Esos experimentos sirvieron para demostrar que se puede democratizar el gobierno de una universidad, pero no su competencia acadรฉmica ni, por tanto, la funciรณn social que debe cumplir. Porque una universidad no decreta leyes, transmite capacidades; no decreta derechos: le otorga mรฉrito profesional a quien se lo gana. Quienes juzgan si los ha ganado son sus profesores, los que transmiten el saber, la imprescindible รฉlite de los acadรฉmicos. 

Democratizar una universidad contradice que los acadรฉmicos poseen el conocimiento que los estudiantes desean. Hay una jerarquizaciรณn necesaria y prรณdiga, la que –apuntรฉ recientemente–  Josรฉ Gaos comparรณ, reticente, con la que debe regir en un ejรฉrcito, cuya democratizaciรณn conllevarรญa su instantรกnea ineficacia. Ahora bien (anota Gaos) nada hay mรกs disรญmil que una universidad y un ejรฉrcito, salvo en que ambos precisan de una autoridad para lograr su cometido: una autocracia en el ejรฉrcito y una aristocracia en las universidades.

Gaos ya sabe que la palabra “aristocracia” provocarรก una “sensaciรณn de nรกusea” a los demรณcratas y el consiguiente desprecio hacia รฉl por emplearla. Y lo lamenta, pero se sostiene en que la esencia de la universidad “entraรฑa la distinciรณn entre el saber de los profesores y la ignorancia de los estudiantes, sin la cual la enseรฑanza de estos por aquellos serรญa no un contrasentido, sino un sinsentido”. De esa jerarquรญa en el aula o el laboratorio deriva la imposibilidad de desaparecer la jerarquรญa en la forma de gobierno. Y no que Gaos se oponga a la participaciรณn de los estudiantes en consejos universitarios, siempre y cuando sean del รบltimo aรฑo y tengan buenas calificaciones: la instituciรณn debe escuchar su voz, pero no someterse a su voto pues le parece “peligroso darles poder de decisiรณn en cuestiones que pueden afectar a sus propios intereses”…

El cada dรญa mรกs zarandeado experimento de la UACM parece ejemplificar esa crรญtica del viejo Gaos y le aporta una experiencia que su carรกcter “democrรกtico” ya hace inรบtil. Gobernada por el interรฉs de “la mayorรญa” y no el desinterรฉs del conocimiento, pronosticรณ que una universidad tal se convertirรญa en una imprenta de tรญtulos vacรญos de mรฉrito. En la lucha contra la ignorancia, el profesor perderรญa contra las exigencias mayoritarias: “la rebaja de las exigencias acadรฉmicas, la divisiรณn y subdivisiรณn de los exรกmenes para poder aprobarlos por partes, o supresiรณn de ellos; porcentajes crecientes de inasistencias sin consecuencias, exรกmenes extraordinarios en nรบmero indefinido, etc. etc. etc.” Pues sรญ.

La ficciรณn que suele acompaรฑar esa “democracia” es, tambiรฉn, conocida: ver en la universidad una rรฉplica del Estado: una dictadura cuyos estudiantes y trabajadores son el proletariado รกvido de justicia, los empleados de confianza los traidores de clase, los profesores (si no se solidarizan) la burguesรญa aviesa y la rectorรญa, obviamente, el tirano opresor que administra el banco del capital. Un tirano al que hay que “tumbar” ritualmente. Para que se vea quiรฉn manda.         

(Publicado previamente en El Universal)

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Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.


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