Ya desde la campaรฑa electoral de 2012 algo no me acababa de gustar en el concepto de comunicaciรณn polรญtica del equipo de Enrique Peรฑa Nieto. Recuerdo los spots que lo mostraban caminando solo en las calles vacรญas de algunas ciudades del paรญs. Ni un alma a cuadro. Nadie que lo acompaรฑara. Solo el candidato, recorriendo Mรฉxico, ataviado de acuerdo a la regiรณn. Ni una sola persona sumรกndose de manera entusiasta a ese proyecto de mover a Mรฉxico. Nada de viejitas agradecidas ni niรฑos sonriendo. Nada de trabajadores del campo o de la ciudad. Daba la impresiรณn de que para quienes idearon el spot la gente no hace falta para ser un gobernante eficaz que sabe cumplir compromisos.
Luego vinieron el Pacto por Mรฉxico y las reformas. Se dialogรณ muy bien con la cรบpula polรญtica y econรณmica del paรญs, pero la comunicaciรณn con la gente seguรญa siendo superficial, tecnocrรกtica, lejana, articulada con palabras, gestos, eventos y simbolismos del pasado. Se insistรญa en las “reformas transformadoras” (quรฉ espantoso pleonasmo) y de mover al paรญs, pero el discurso no nos convencรญa, no nos decรญa ¿por quรฉ? ¿para quรฉ? ¿hacia dรณnde? Cierto, los inversionistas interesados estaban animados, sobre todo en el exterior. La apertura de sectores estratรฉgicos a la inversiรณn no es poca cosa: representa una oportunidad importante para los negocios y la economรญa. Pero para la gente los beneficios solo vendrรญan a mediano y largo plazo. 2019 serรก un gran aรฑo, se nos explicaba.
Cuando se dieron cuenta de que el discurso de las reformas no estaba emocionando a nadie y que la popularidad presidencial no levantaba, el gobierno solo atinรณ a decirle a la gente que gracias a las reformas bajarรญa el precio de el gas, la luz y el internet. Eso sรญ, los precios bajarรญan poquito y en algunos aรฑos. Difรญcil adherirse con entusiasmo a ese gran proyecto de naciรณn, pero parecรญa que al equipo del Presidente no le importaba mucho el apoyo de las mayorรญas. Y eso se notaba en su retรณrica, que buscaba difundir lo que se hizo, pero no convencer que era lo que tenรญa que hacerse.
Hoy se habla de cรณmo los vientos polรญticos han cambiado radicalmente para el gobierno. Que en ocho semanas el panorama pasรณ de promisorio a oscuro: del cielo al infierno. Cierto, la tragedia de Iguala es una crisis que hubiera puesto a prueba a cualquier gobierno en el mundo. Pero el apoyo al Presidente no era particularmente elevado y no me parece se haya perdido en cosa de dรญas.
Pienso que el gobierno estรก pagando el costo de practicar una idea de la polรญtica –y de la comunicaciรณn polรญtica– que pertenece al siglo XX. El Presidente y su equipo llegaron a Los Pinos, y a todas las secretarรญas, y proclamaron que ahora sรญ estaban a cargo quienes sabรญan gobernar con eficacia, colmillo y oficio. Y, acto seguido, sacaron de la bolsa de su saco un diskette. Sรญ, un diskette de 51/4. Comenzaron a buscar en las computadoras del gobierno el drive para meter sus diskettes llenos de retรณrica y estilo polรญtico de principios de principios de los noventa. Y no los encontraron. De hecho ya ni habรญa computadoras. Solo unas pantallitas que responden al tacto. iPads, les dicen. Parece que llevan dos aรฑos tratando de meter un diskette en un iPad para que corra el programa MOVERAMEXICO.EXE. “¿Que si deseo actualizar a IOS 8? ¿Apps? ¿WiFi? ¿ICloud? ¿Quรฉ es eso? ¿Dรณnde estรก el drive para leer el diskette? ¿Por quรฉ no lo estรก leyendo este aparato del demonio? ¿Ya reiniciaste MS-DOS? ¡Aurelio, llama al tรฉcnico!”
El paรญs ha cambiado mucho en los รบltimos veinte aรฑos. La gente ya no se asusta con la retรณrica que sirviรณ en 1994, para decir que hay “fuerzas desestabilizadoras” que buscan “descarrilar el proyecto de naciรณn” que nos iba llevando derechito al Primer Mundo. La gente estรก asustada, sรญ, pero por Los Zetas, por el Cartel del Golfo, por los Templarios, por los Guerreros Unidos y por todas esas policรญas podridas que estรกn a su servicio. Y la gente estรก de acuerdo con el Presidente en que “quien atenta contra las instituciones atenta contra los mexicanos”. Pero saben que quien atenta contra las instituciones no son los ciudadanos que protestan en paz o quienes exigen al gobierno transparencia y rendiciรณn de cuentas: son los polรญticos coludidos con el crimen organizado, los que en Guerrero, Michoacรกn y otros puntos del paรญs han traicionado la confianza de la sociedad y han puesto la democracia en manos de asesinos, secuestradores y extorsionadores.
La mala noticia para quienes hoy quieren ver renunciar al Presidente Peรฑa Nieto es que eso no va a suceder. Y la mala noticia para el Presidente y sus programadores de diskette es que no se puede regresar al paรญs en el tiempo y la sociedad no va a volver a ser la de los aรฑos 90. Nadie se va a ir a ningรบn lado y por eso tenemos que construir puentes de entendimiento. De exigencia firme y permanente de nosotros hacia el poder. Y de gobernabilidad democrรกtica desde el poder hacia la sociedad. Radicalizar posturas y caer en la cerrazรณn solo ahondarรก la percepciรณn de que el paรญs se perdiรณ y va a la deriva. De la percepciรณn a la realidad hay solo una llamada telefรณnica de Wall Street a la verdadera Casa Blanca. Y el gobierno tiene aquรญ la mayor responsabilidad imaginable. Seguir por el camino de la retรณrica de “las fuerzas desestabilizadoras”, seguir identificando al enemigo en la sociedad crรญtica y exigente es un grave error. Hay que deshacerse ya de ese diskette caduco. Tambiรฉn serรก un error si se decide regresar a la retรณrica de las reformas y el “Mover a Mรฉxico”. Eso harรญa realidad la imagen del Presidente caminando solo en calles desiertas. Otro diskette que hay que tirar.
Tal como lo habรญa escrito en este espacio en septiembre, pienso que es hora de que el liderazgo polรญtico articule nuevos objetivos nacionales, esos con los que ya nadie puede estar en desacuerdo: acabar con el abuso y construir un paรญs con justicia para todos; luchar en serio contra la corrupciรณn y dignificar la funciรณn pรบblica; dejar de eludir el tema de la inseguridad y poner al inocente en libertad y al culpable en la prisiรณn; construir una sociedad menos arbitraria, menos salvaje y mรกs meritocrรกtica y ordenada. El discurso presidencial tiene que cambiar radicalmente para demostrar que estรก del lado de la sociedad y que encabeza, como le corresponde al Jefe de Estado, este esfuerzo colectivo. Hacer otra cosa serรก pasar cuatro aรฑos mรกs perseverando en el error. Cuatro aรฑos mรกs queriendo meter un viejo diskette en el iPad.
Especialista en discurso polรญtico y manejo de crisis.