A los medios de comunicaciรณn nadie los vota. Pablo Iglesias lo denuncia constantemente. Pero su defensa de la democratizaciรณn de los medios implica control estatal: realmente no quiere que se vote a los medios de comunicaciรณn. Si fuera asรญ, los controlarรญa la derecha y el โrรฉgimen del 78โ, en consonancia con la distribuciรณn del parlamento. Eso no serรญa realmente democrรกtico. Iglesias quiere medios partidistas. Disfruta, con cierta malicia y envidia, de la parcialidad de Francisco Marhuenda, director de La Razรณn, que no esconde su partidismo y su pasado en el PP. Cuando sus medios mรกs afines lo han criticado, demostrando que no son tan acrรญticos, Iglesias se ha molestado. Le gustarรญa contar con el apoyo incontestable de un medio de comunicaciรณn, como le ocurre al PP con La Razรณn.
Marhuenda es cรญnico y estratรฉgico. Se viste de objetividad e imparcialidad y a la vez se aprovecha de que estos valores realmente no existen. Solo queda ser totalmente lo contrario. Miguel Urbรกn defendiรณ esto mismo en una charla sobre medios y prensa recientemente, junto a Pablo Iglesias: โCaer en el discurso progre de la objetividad, lo siento, pero yo no me lo creo. A veces hay que tomar partido.โ Ese โpartidoโ, sin embargo, ha de tomarse con la apariencia de objetividad, que todavรญa se entiende que es un valor positivo, o al menos aspirable, para la prensa. La soluciรณn de Iglesias y Urbรกn es el panfleto, que consideran denostado por esa dichosa manรญa de que la prensa ha de aspirar a la verdad.
El pasado domingo, en una entrevista con Jordi รvole, Pedro Sรกnchez calcรณ el discurso de Pablo Iglesias contra los medios, y cayรณ en la misma falsa equivalencia que hace el lรญder de Podemos: es lo mismo un periodista criticando al poder polรญtico que un polรญtico criticando a la prensa. La crรญtica a un periodista de un polรญtico que aspira a presidir el gobierno tiene algo amenazante: el periodista puede cambiar percepciones y puede responder a intereses econรณmicos y polรญticos, pero el polรญtico puede cambiar leyes directamente, puede limitar directamente el trabajo de la prensa, puede hacer una ley mordaza, puede conceder subvenciones a medios afines, tiene el control de informaciรณn clasificada y mayor discrecionalidad que quien solo es capaz de influir mediante editoriales. Esta falsa equivalencia recuerda a la lรณgica por la cual es peor lo sutil que lo explรญcito: la prensa manipula mentes, altera conciencias. El Estado solo cambia leyes. La tesis populista de Podemos es cambiar la hegemonรญa cultural, y la prensa es imprescindible para conseguirlo. Pero es mucho mรกs efectivo llegar al gobierno.
Si el poder de la prensa fuera equiparable al del gobierno, Iglesias se conformarรญa con crear un conglomerado mediรกtico afรญn, y no aspirarรญa a controlar el BOE y la vicepresidencia del gobierno, como exigiรณ en las negociaciones con el PSOE en enero. La idea de Trump de crear un canal de televisiรณn, Trump TV, como ya se especula, es la consecuencia de su posible fracaso como presidente, no su prioridad: es la segunda mejor manera de influir la opiniรณn pรบblica; la primera es ser presidente.
En la entrevista con รvole, Sรกnchez desvelรณ cosas interesantes y demostrรณ las enormes presiones que sufriรณ en las negociaciones de gobierno (comprensibles si aspiras a la presidencia). Acusรณ a medios como El Paรญs de forzarle a tomar una decisiรณn: o permitรญa gobernar a Rajoy o sus editoriales irรญan contra รฉl. El Paรญs se ha defendido en un editorial: โEn dichas reuniones, lejos de presionarle, se le dijo lo mismo que este diario ha manifestado de forma pรบblica, reiterada y con toda claridad en sus editoriales y que, por tanto, es de sobra conocido por nuestros lectores y la opiniรณn pรบblica […] La รบnica presiรณn visible en esto es la que se deriva de nuestro ejercicio de la libertad de expresiรณn.โ
El Paรญs ha sido duro con Pedro Sรกnchez. A veces ha utilizado un tono excesivo, del que se ha disculpado el periรณdico ante sus suscriptores. Pero lo que realmente ofende a Sรกnchez no es la falta de medios neutrales, sino todo lo contrario. Cuando El Paรญs defendรญa y limpiaba la imagen de Sรกnchez, este, obviamente, no criticaba la falta de neutralidad de los medios. Todavรญa no se ha dado el caso de un polรญtico que se queje de que un medio de comunicaciรณn lo elogie excesivamente. Por eso es peligroso cuando un polรญtico critica tanto a la prensa. Dirรก que es para garantizar la objetividad. Pero como no estรก claro si existe, asumirรก que la objetividad es รฉl mismo.
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacciรณn de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemรกn' (Libros del Asteroide, 2023).