Aurelio Asiain: amor a la forma

La labor de Asiain como secretario de redacción de Vuelta tiene un lugar destacado en la historia de las revistas culturales. Sin embargo, su obra poética, ensayística y fotográfica –cuyo denominador común es el rigor formal– merece una mayor atención.
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Tres cualidades distinguen la obra de Aurelio Asiain: claridad, inteligencia y el amor a la forma. La primera vez que leí esa expresión fue en El laberinto de la soledad. Dice Paz que damos preeminencia a lo cerrado frente a lo abierto por “amor a la forma”; de ahí viene nuestro tradicionalismo y formulismo. Nos ciñe, nos da sensación de control, puede llegar a mutilarnos. El mexicano no se abre. “A veces las formas nos ahogan”, sentencia Paz.

Circulan muchos textos de Asiain en revistas y catálogos no recogidos en libros. En alguno de ellos leí que por lo menos uno de sus abuelos provenía de Oaxaca. De ahí quizás el “amor a la forma”, que como poeta se advierte por el uso de metros clásicos, por su concentración temática y su equilibrio. Su obra en prosa publicada es muy breve, apenas un volumen, Caracteres de imprenta (El Equilibrista, 1996). En la presentación de ese libro se encuentra tal vez la clave de la escasa obra impresa de Asiain: “A mí lo que me gusta es leer y mis personajes favoritos son caracteres de imprenta.”

Como lector Asiain terminó de formarse en Vuelta. Enrique Krauze lo recuerda muy joven y con el cabello largo. Rápido pasó de colaborador a editor de la revista. Fue secretario de redacción de Vuelta de 1983 (número 77) hasta 1998, con un breve paréntesis hacia finales de los ochenta en el que vivió en Barcelona. En Vuelta firmó 91 colaboraciones y poco más de cincuenta traducciones. Como editor no cabe duda de que fue un factor esencial en la calidad de la revista. Pedía colaboraciones, editaba textos, proponía números, con el rigor necesario para volverla la revista de referencia en los años ochenta y noventa del pasado siglo. A la muerte de Paz, Asiain fundó Paréntesis, la última gran revista literaria mexicana.

Ha traducido al español múltiples ensayos y poemas del inglés, francés e italiano, pero sobre todo destacan sus traducciones del japonés, recogidas en tres libros: Veintitantos poemas japoneses (2005), Luna en la hierba. Medio centenar de poemas japoneses (2007) y Un puñado de poemas (2010). Como Tablada, como Paz, Asiain ha sido un activo puente entre la literatura japonesa y la mexicana; notable en este sentido es su prólogo al libro Japón en Octavio Paz (2014).

Primero en su blog, Margen del yodo (que dejó de actualizar en 2012), comenzaron a aparecer sus fotografías. Luego las fue subiendo a Twitter. Durante algunos años estuvo emparentado con Manuel Álvarez Bravo, y esto lo menciono por la cercanía que tuvo Asiain con el trabajo creativo y técnico de don Manuel. Fotografías de paisaje y de gente de Japón, formas e ideas en imágenes. En Lo que hay es la luz (2014) reunió con fortuna en un libro poemas y fotografías.

Se trata en todo caso de una obra dispersa y mal organizada. Sorprende que un editor del nivel de Asiain no haya preparado una edición de lo que ha escrito. En Urdimbre (2012) recopiló poemas de varios libros. ¿Es una antología?, ¿es la suma de sus libros?, ¿lo propuso como un libro nuevo? No lo dice.

Aproximadamente quince años estuvo cerca Asiain de Octavio Paz, una relación que lo distinguirá de por vida. Las relaciones, los contactos con una parte importante de la actualidad intelectual y poética del mundo, son lo de menos frente al trato cotidiano, lleno de anécdotas, consejos, recuerdos, discusiones pocas veces tranquilas, porque Paz tenía un carácter volcánico, aunque también generoso. El trabajo de Asiain como editor al lado de Paz en Vuelta constituye sin duda un título de mayor peso que cualquier grado académico. Como editor de revistas en español en la segunda mitad del pasado siglo, Asiain tiene un lugar destacado.

Desde Japón Asiain sigue siendo una figura presente en la actualidad mexicana no por sus ensayos y poemas sino por su presencia en las redes sociales, específicamente en Twitter. Creo explicarme su beligerante, polémica e irónica actividad en las redes con esta cita suya sobre Juan García Ponce: “Nos hizo ver que el ejercicio de la literatura implicaba el ejercicio de la libertad y que esa libertad necesitaba ser constantemente defendida ante los embates de la estupidez y la ignorancia.”

De casi un centenar de ensayos y artículos publicados en Vuelta, Asiain reunió en Caracteres de imprenta una veintena. Escritores raros todos ellos, fuera o al margen del canon: Josep Pla, Vivant Denon, Francis Ponge, Jorge Hernández Campos; y hacia el final del libro, ensayos críticos sobre sus contemporáneos: Orlando González Esteva, Guillermo Sheridan, David Huerta, Carmen Boullosa. Como ensayista, su prosa exhibe la transparencia de quien ha pensado largamente lo que expone, con tono mesurado, sin afectaciones ni énfasis. Diríase tono de fina inteligencia, irónica y pese a ello no maliciosa, colocada del lado de la luz. Con todas las reservas del mundo, creo que puede decirse que hay autores de luz y autores de oscuridad: por estilo, temple, temas o tono. Asiain es un poeta de la luz. Como Tomás Segovia, no se pierde en laberintos mentales y si lo hace da la impresión de llevar un mapa en la mano. No es severo como crítico, escribe de lo que le gusta; como lector desmonta y exhibe sus hallazgos. Sería magnífico ver reunidos sus ensayos y poemas. Es un libro necesario.

Vuelta a la forma. Asiain no es un poeta del amor (aunque tiene un par de poemas), ni del tiempo, ni de la amistad o el paisaje, no es un poeta político. Su tema es la poesía. Puede hablar de la luz, del viento, del agua, del árbol, pero al hacerlo habla de la poesía o del poema. Y lo hace con evidente amor a la forma. En un ensayo sobre Zaid como poeta, su dimensión más esencial, Asiain aclara que “al decir forma nos referimos no solo al orden esquemático de la presentación sino a lo que podemos llamar efectos eclécticos: el ritmo, el tono, la armonía, la gracia de los contrastes, el peso de los matices, el acierto de un adjetivo”. La forma, escribió célebremente Victor Hugo, “viene de las entrañas mismas de la idea”.

¿Ha ahogado la forma al poeta Aurelio Asiain? Su obra es una aspiración constante a la forma, en sus poemas, fotografías y ensayos. No pocas veces Asiain utiliza las redes como vehículo para sus epigramas, dípticos, pequeños poemas de todo tipo de medida, punzantes, políticos, hirientes algunos, chistosos otros. Una clara aspiración a la forma.

La poesía de Asiain es transparente y reflexiva, lo cual es decir poco. Es una poesía de cosas que existen como recuerdo o como idea. Poesía sensual e inteligente por la conciencia que muestra de sí misma. Poesía cada vez más breve, instantáneas del mundo, fotografías en palabras como “un poema”:

Como un perro empapado que entra en el vagón
medio vacío
donde viaja la novia
y al cerrarse las puertas se sacude felizmente.

Nubes, árboles, el río, el bosque, el cuerpo, palabras más que presencias. Quien está realmente vivo, despierto, es quien ve las nubes, los árboles, el río, el bosque, el cuerpo. Poemas de un yo que ve al mundo pasar sin darle mucha importancia, un mundo en fuga, en permanente transformación. Por eso el poema. ~

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