a A. R. Ammons
Salgo a caminar temprano
y recorro por enésima ocasión
el mismo circuito de avenidas, calles y camellones:
miro con tristeza los árboles salvajemente podados
y constato que están vivos:
una ramita con hojas tiernas ondea en el viento
rodeo la enorme pila de hojas secas y cruzo el puente:
el sol ilumina mi rostro
el aire es fresco
y los cantos y los gritos de las aves
puntean el espacio
como los árboles puntean el paisaje todavía muy verde:
pinos, fresnos, eucaliptos
pirús, jacarandas, colorines, casuarinas
floreciendo algunos
simplemente verdes los más
a pesar de que es tiempo de secas
y aunque hay basura por todas partes
el paseo me sigue resultando
no solo necesario, sino agradable:
dos tórtolas juguetean en el prado, se persiguen, aletean
y parecen pelear pero no se separan
mientras otras pican la hierba minuciosamente
las sombras en los muros
dibujan con precisión los árboles que las anteceden
y los perros ociosos les ladran
a mis pasos y a mi sombra:
séque lo que pasa fuera pasa dentro
y que esta caminata escrita
lo mismo es un retrato que una biografía. ~