Necesito la primera frase: no hay recuerdos, dices, tan absolutos
como una isla. Avanzaba el ferry a una dirección opuesta y comimos
sopa de pez globo. No puedo construir una frase que sea
como un revólver frente a un pecho desnudo. Ya lo sabes,
el almirante I Sun-sin defendió estas aguas con su Barco Tortuga:
sagak, sagak, sagak, repites mentalmente. Geobukseon. Vimos
una réplica del barco detenido en el muelle: la cabeza de dragón
mojada por la lluvia. Todo está aquí como una mudanza. Siempre
es más fácil alejarse de la ventana. El síntoma de las frases
tiene que ver con una construcción de un pasado reciente: un ferry
cortando las aguas del Mar Amarillo; contigo nada es lo que es.
No importa seguir la estela dejada por el ferry mientras el grupo
de coreanos te invita soju. ¿Oye, no interrumpo? Reconstruyo un crimen
o un amor tan simple como perder las cosas muy lejos de aquí. Pienso
en las estrategias de I Sun-sin para derrotar las huestes japonesas
de Tyotomi Hideyoshi. No puedo reconstruirme, dices. Hay una copia
de unos versos del almirante en un edificio del que conservas fotos.
Pienso en las piernas firmes de las coreanas, en sus caderas estrechas,
en la estela dejada por el ferry. Hay naufragios que no se traducen
a tu torpeza. La lluvia y el viento golpeaban tu rostro. Sagak, sagak,
sagak. Supe que perdí algo al llegar a la isla de Hasan. Las aves son
abstractas, como el trazo caligráfico del anciano. Hay una velocidad
vertical, un abrazo, un hundimiento paulatino de sentimientos.
Esta no es una confesión, es un asesinato en los muelles de Tongyeong.
No quise que rimara pero me abstuve de escribirte una carta que supe
no llegaría a su destinataria. En el hotel no había toallas, te digo, tan solo
una mallita minúscula con la que tenía que quitarme el agua sobrante. Todo
se disuelve entre planos generales y primeros planos: el mercado
minúsculo, los olores a pez, la sangre que corría, la risa de los africanos,
la superficie pulida de las piedras sacrificiales y las mujeres en cuclillas
que raspaban peces imposibles. Solo sabemos que aquí se habla
con los muertos. Hoy no estoy concentrada, dices. ¿Qué más puedo entender
de esta ausencia? La escritura alude a un momento. Hay una palabra:
todo queda atrás, entre ruidos y rastros; la pistola apunta al pecho
desnudo. Una palabra solamente, una breve alteración de la caligrafía: Sagak. ~