Foto: Imago via ZUMA Press

Enzensberger y Zaid

El intelectual público, como el político, tiende a poner su ego por encima de todo. No fue el caso de Enzensberger, no es el caso de Zaid, intelectuales públicos a los que interesa no el poder, sino el lector. 
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Inteligencia y claridad fueron las dos mayores prendas intelectuales del poeta, narrador y ensayista Hans Magnus Enzensberger. A las que se podría añadir su honestidad y su sentido del humor, su vasta cultura y su antiautoritarismo. Raras cualidades para un intelectual público; en México solo las encuentro reunidas en Gabriel Zaid. 

El intelectual público, como el político, tiende a poner su ego por encima de todo. No fue el caso de Enzensberger, no es el caso de Zaid, intelectuales públicos a los que interesa no el poder, sino el lector. 

Enzensberger nació en Kaufbeuren, Alemania, en 1929; Zaid en Monterrey, México, en 1934. Enzensberger vivió la experiencia de la guerra. Su padre fue reclutado por los nazis por su conocimiento de los radiotransmisores, a él mismo lo obligaron –hacia el fin de la guerra– a cavar trincheras. Vivió en Nuremberg cuando ahí se realizaban las grandes y coreográficas concentraciones de los nacionalsocialistas. Vio de cerca los bombardeos sobre las ciudades alemanas.

Zaid creció en una pacífica e industriosa ciudad del norte mexicano. Estudió en una escuela que combinaba la enseñanza técnica y las humanidades. También la guerra lo afectó, pero positivamente. Huyendo de la guerra civil española, fueron a parar a Monterrey Pedro Garfias y Rafael Dieste, poetas de la generación del 27 que guiaron los primeros pasos literarios del joven Zaid.

Mientras el regiomontano estudiaba ingeniería en el Tec, Enzensberger aprendería sus primeras nociones de economía en el mercado negro de los cigarrillos durante la ocupación aliada en Alemania. Más tarde llegaría a Heidelberg, donde tomó algunos cursos con Heidegger, que lo decepcionaría: el Maestro, desde su alto pedestal, no admitía preguntas. 

Ambos, Enzensberger y Zaid, coincidieron en París a mediados de los años cincuenta. Enzensberger se graduó en La Sorbona con una tesis sobre Clemens Brentano, mientras que Zaid tomaba en esa misma universidad cursos para perfeccionar su francés y asistía a conferencias. Enzensberger regresaría a Alemania, donde se incorporó al Grupo 47 interesado en formar una nueva cultura alemana cosmopolita y democrática, luego de la guerra.

Gabriel Zaid regresaría a México, donde se incorporó al conjunto de escritores de su generación alrededor de la Revista Mexicana de Literatura (que más tarde se agruparía en torno a Octavio Paz en Plural y Vuelta), interesado en formar una nueva cultura mexicana, cosmopolita y democrática, que sustituyera a la caduca cultura del nacionalismo revolucionario.

Enzensberger comenzaría su prolífica vida literaria con la publicación, en 1957, de Defensa de los lobos. Zaid lo haría un año después con la publicación de la Fábula de Narciso y Ariadna. En los sesenta. Enzensberger escuchó el canto de las sirenas cubanas. Se lanzó a la isla donde vivió varios años. Vio de cerca el rápido ascenso y caída de la revolución cubana. Atestiguó su congelamiento tropical y su cerrazón intelectual. Fue testigo del caso Padilla. Fue, por cierto, Heberto Padilla el traductor de su extraordinario libro de poemas El hundimiento del Titanic, donde Cuba es representada por el gran trasatlántico que se va a pique a causa de un iceberg (léase, la realidad). Enzensberger retrataría ese periodo en Tumulto (Malpaso, 2015).

Gabriel Zaid nunca picó el anzuelo de la revolución (que degenera en autoritarismo), y menos aún de la revolución cubana. Ambos autores sentirían, contra la marea totalitaria, atracción por el anarquismo: Enzensberger lo manifestaría en su célebre biografía de Durruti, El corto verano de la anarquía, y Zaid en sus ensayos de tema económico, donde contrapone al gigantismo las lecciones anarquistas horizontales, anticentralistas, con un fuerte componente de autoempleo y de trabajo manual. 

Alemania en los años setenta se consolidaría como una democracia pujante, plural y vigorosa. México, en cambio, cerró las puertas a la democracia, supeditó la economía a la política, convirtió al sistema priista de rotación de grupos en un sistema solar donde importaba sobre todo la figura del presidente Echeverría, populista y mesiánico. Enzensberger se convertiría en uno de los pilares intelectuales de la Alemania democrática, fundador de revistas y crítico acérrimo del poder. Zaid a su vez sería uno de los críticos más sólidos y originales de la presidencia de Echeverría. 

Estos dos autores, con múltiples factores en común, convergieron finalmente en Vuelta, la revista de Octavio Paz y posteriormente en Letras Libres. Mes a mes, Gabriel Zaid; ocasionalmente Hans Magnus Enzensberger. Ambos colaboraron en estas publicaciones con ensayos y poemas; con inteligencia y claridad, buen humor y honestidad intelectual. Enzensberger dejó ayer este mundo, mientras que esperamos seguir gozando los ensayos, poemas y traducciones de Gabriel Zaid por muchos años. 

Descanse en paz Hans Magnus Enzensberger, uno de los mayores intelectuales públicos de nuestro tiempo. 

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