Sr. director:
Algunas anotaciones adicionales al estupendo texto de Tanya Huntington Hyde, “La píldora, una cincuentona respetable”, publicado en la entrega de junio de 2010 de Letras Libres:
Años antes de Margaret Sanger, en 1941, el científico estadounidense Russell Marker encontró en Veracruz y Oaxaca la planta Dioscorea bartletii, también conocida como barbasco o cabeza de negro, de donde se aislaba la diosgenina, precursor de los esteroides, el ingrediente principal de la píldora anticonceptiva. A esto le siguió un boom de producción de esteroides (y sus derivados) en nuestro país, encabezados por Syntex, que duró cerca de treinta años. Gracias al impedimento para exportar el barbasco, muchas comunidades de aquellos estados vivieron tiempos de abundancia, hasta que una empresa holandesa logró sintetizar esteroides a partir de colesterol por medios químicos allende nuestras fronteras y el mercado del barbasco se desplomó al inicio de la década de 1980.
La píldora nació en México en 1951; en los siguientes nueve años se llevaron a cabo estudios para respaldar su seguridad y eficacia hasta ser aprobada en Estados Unidos en 1960. A México llegó de regreso en 1964, con las licencias extranjeras como credenciales, como suele ocurrir con muchos productos nacionales.
Sin duda, la píldora ha sido uno de los catalizadores sociales más importantes de la humanidad –equiparable a la revolución industrial–; cambió el rol social de las mujeres y fue una de las primeras medidas para que ellas, con consentimiento de sus parejas o sin él, decidieran cuántos hijos tener y cuándo hacerlo. Hoy celebramos el cumpleaños de esta cincuentona, pero más ganas dan de celebrar todos los no cumpleaños que le debemos. ~