En febrero de 2009, hace poco más de un año, se inauguró la nueva sede de la Compañía Nacional de Teatro: una elegante casona ubicada en el número 159 de la calle Francisco Sosa, en el barrio de Coyoacán. Durante el evento, en el que se develó una placa, Luis de Tavira, director artístico de la CNT, declaró: “El teatro educa los afectos, da libertad a los actos y clama por el cambio de los hombres. El teatro funda naciones.” Sergio Vela, entonces titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, presidió esta ceremonia inaugural. Entre otras cosas, afirmó que “esfuerzos como el de esta agrupación refrendan el respaldo por parte de las instituciones culturales a proyectos que enriquezcan el hecho teatral en nuestro país”. A los pocos días se estrenó la primera puesta en escena de la nueva CNT: la obra Pascua, de August Strindberg, bajo la dirección de Héctor Mendoza. Con ello, se inauguraba formalmente el proyecto que se había originado un par de años atrás.
La renovación de la CNT fue un encargo directo del mismo Sergio Vela a Luis de Tavira. Aunque existe por decreto presidencial desde 1977, anteriormente la operación de la CNT se realizaba a través de la Coordinación Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes. Parte de la estrategia del nuevo proyecto fue proveer a la compañía de un carácter independiente de la Coordinación. Seguiría formando parte de la estructura del INBA, pero recibiría recursos del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y no tendría ningún vínculo con el Centro Cultural del Bosque (sus desgracias sindicales, sus laberintos administrativos y sus problemas de acceso vial).
A principios de 2008 se anunció una convocatoria para contratar un elenco estable. Dicha convocatoria, organizada por el Fonca, dispone desde entonces de un presupuesto anual de 18 millones de pesos para el pago de la nómina de actores, que van desde 25 mil hasta 40 mil pesos mensuales, dependiendo de los años de trayectoria con que se cuenten. En julio del mismo año se anunció una selección final de 43 actores, muchos con trayectorias destacadas. Desde su primer estreno, en febrero de 2009, hasta hoy, la CNT ha producido siete puestas en escena, que han dado 163 representaciones, presenciadas por 28 mil espectadores. Son números bastante discretos, superados por otros productores de teatro con menos recursos como la Dirección de Teatro de la UNAM o el Centro Cultural Helénico. Sin embargo, hay que reconocer que la nueva CNT, comisionada por Sergio Vela, es el impulso institucional más importante del teatro mexicano de los últimos dos sexenios. El ex titular de Conaculta procuró generar estructuras de apoyo incondicional a un proyecto que él pensó daría un gran prestigio al teatro de nuestro país.
Lamentablemente, en la polémica que se ha generado sobre la CNT, han proliferado los ataques personales y las descalificaciones por encima de la exposición de ideas y propuestas. Es muy urgente que podamos hacer un análisis objetivo sobre este proyecto y su futuro. Aclaro que mi propósito con este artículo no es hacer un juicio estético sobre las puestas en escena de la CNT, sino cuestionar cuáles fueron los criterios de política cultural implementados por Sergio Vela y Teresa Franco, como titulares de Conaculta e INBA, y cuáles son los de Consuelo Sáizar y Teresa Vicencio, como sus sucesoras.
Lo primero que preocupa es la falta de acceso directo a la información. ¿Por qué no se habla de este proyecto en el portal de internet del INBA o de Conaculta? ¿Por qué la CNT, con un presupuesto importante, no cuenta con su propia página en internet? ¿Cuál es el presupuesto total de operación de la CNT? Los 18 millones de la convocatoria del Fonca sólo se destinan al pago de actores. ¿A cuánto ascienden los sueldos de la dirección artística y el resto de sus colaboradores? ¿Cuál es el costo de operación de la casa de Francisco Sosa? ¿De dónde provienen estos recursos? ¿Cuánto costó su remodelación? ¿Cuánto cuestan las producciones? ¿En dónde se anuncia oficialmente la programación, los objetivos y metas del proyecto? ¿Cuánto tiempo duran los periodos de dirección artística? ¿Estos son renovables? ¿Cuál será la norma institucional para designar a nuevos directores artísticos? Aunque muy poca gente posea esta información, es evidente que la nueva CNT continúa recibiendo un apoyo institucional sin precedentes. Pienso que muchos de los cuestionamientos generados al interior de la comunidad teatral podrían discutirse si hubiera un manejo transparente de la información y se explicara con claridad cuáles son los beneficios nacionales que se persiguen.
La poca información que poseemos proviene de las entrevistas esporádicas que algunos integrantes de la CNT han ofrecido a la prensa o, incluso, de discusiones que ocurren en las redes sociales. Tratándose de un proyecto nacional, es inaceptable que la CNT se comunique con la sociedad vía Facebook. Gracias a Luis Mario Moncada, supe que había información importante en una publicación en línea, cuya sede se encuentra en Jalapa: www.teatromexicano.com.mx. Y aunque esta revista ha dejado de publicarse, todavía se pueden consultar los números atrasados. Uno de ellos (el de enero) está dedicado a la CNT. Además de tres colaboraciones muy elocuentes de Rodolfo Obregón, Mario Espinosa y del mismo Moncada, se incluye un documento en que Luis de Tavira hace público el anteproyecto que originalmente presentó a Vela junto con una autoevaluación sobre su primer año de actividades. Es un texto de 35 páginas del que se extraen algunas ideas y objetivos. Establece la formación de públicos como tarea esencial de la CNT y define tres líneas generales para la producción de montajes: 1) escenificar obras del patrimonio universal (de Sófocles a Pinter), 2) producir obras de excelencia de la dramaturgia mexicana (histórica y actual) y 3) atender la emergencia teatral de última hora. Aunque el último punto no está claro, me parece un ideario bastante amplio, donde cabe cualquier cosa. Sin embargo, ¿por qué se escogió un espacio tan especializado para dar a conocer esta información? Cualquier periódico de circulación nacional le otorgaría una entrevista al titular de la CNT, donde él podría exponer los aspectos más relevantes de su proyecto. ¿Quién es el responsable de la difusión de la compañía? ¿A quién están dirigidos los espectáculos? Y en este sentido, ¿por qué se programan temporadas tan breves? ¿Cuál es el número de funciones con el que logrará formarse al “espectador del teatro nacional”? Algunos de sus montajes han dado tres o seis funciones. ¿Cuál es la política de formación de públicos de la CNT?
Quisiera exponer brevemente dos proyectos de teatro nacional que pueden enriquecer el modelo mexicano. En Francia el proyecto de teatro nacional es considerado patrimonio de la nación y está divido en dos partes: los Teatros Nacionales y los Centros Dramáticos Nacionales, ambos financiados por el Ministerio de Cultura. Los teatros nacionales son seis: la Comédie-Française, con un elenco estable de actores dedicados al repertorio clásico; el Teatro Nacional de Estrasburgo, que además se encarga de una Escuela de Arte Dramático; la Opéra Comique, también dotada con un elenco estable que produce obras del repertorio dramático-musical; el Théâtre de Chaillot, encargado de producir danza; el Théâtre de la Colline, que se aboca a la producción de teatro contemporáneo, y L’Odéon, encargado de la difusión del teatro europeo. Los Centros Dramáticos Nacionales fueron creados después de la segunda guerra mundial como proyecto de descentralización. Actualmente Francia cuenta con más de 30 Centros, que operan a todo lo largo y ancho del país. Cada uno posee un discurso escénico muy específico. Algunos, como el Teatro Nacional de Bretaña, que dirige François Le Pillouër, han sido determinantes para la creación contemporánea, detonando las carreras de artistas como Romeo Castellucci y Rodrigo García. Lejos de estar concentrado en su capital, hoy el teatro francés cuenta con un sólido diseño institucional que ha sido clave para consolidar una envidiable pluralidad artística.
En Alemania ocurre algo similar. Aunque desde hace más de seis décadas la palabra “nacional” rara vez se asocia a las expresiones artísticas, la ciudad de Berlín cuenta por sí sola con cinco compañías de repertorio con elencos estables: el Maxim Gorki Theater, el Berliner Ensemble, el Deutsches Theater, la Volksbühne y la Schaubühne. Cada una de estas compañías tiene un perfil estético claramente definido. Y, como es obvio, de las tensiones entre ellas, su competencia, sus éxitos y fracasos, se desprende una parte fundamental de la enorme vitalidad que caracteriza la actividad teatral de esta ciudad. El subsidio al teatro alemán comprende un sistema nacional, que provee a cada región del país con una compañía.
Desde hace varias décadas, una de las demandas de la sociedad mexicana ha sido la creación de espacios plurales e incluyentes. Desconcentrar estructuras autoritarias ha sido uno de los esfuerzos principales de nuestra vida política. El teatro no es una excepción. Pese a sus buenas intenciones, la iniciativa de Sergio Vela “nacionaliza” una visión parcial del teatro. Al estar diseñada como un proyecto único, sin contrapesos, ni alternativas, la CNT es (al margen de quién asuma su liderazgo artístico) uno de los ejercicios de centralización más extremos de la política cultural reciente. Incluso parecería contradecir la naturaleza misma de Conaculta, ya que esta institución, y muy en particular el Fonca, fueron creados como estructuras de descentralización cultural. La transparencia en la asignación de recursos, la selección de jurados rotativos, el interés por fomentar una producción artística a lo largo del territorio nacional han sido algunas de sus metas más importantes.
Un proyecto de teatro nacional debe articular muchas visiones artísticas, que deben operar simultáneamente en distintos lugares del país. Lo nacional no debe concentrarse en una sola definición estética. Difiero de la idea de que se tenga que establecer un estilo en la producción de una compañía nacional. El quehacer teatral en nuestro país se caracteriza por su riqueza de propuestas que, con frecuencia, contrastan entre sí. Esa pluralidad estética es nuestro verdadero patrimonio teatral. Ojalá que las políticas implementadas desde Conaculta e INBA fortalezcan esta realidad. ~
(ciudad de México, 1969) es dramaturgo y director de teatro. Recientemente dirigió El filósofo declara de Juan Villoro, y Don Giovanni o el disoluto absuelto de José Saramago.