‘La isla del doctor Schubert’, un viaje al Hades balear

La isla del doctor Schubert

Karina Sainz Borgo

Lumen

Barcelona, 2023, 152 páginas

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La isla del doctor Schubert (Lumen), la tercera novela de la escritora Karina Sainz Borgo (La hija de la española y El tercer país), te invita a embarcarte en un viaje del que no sabes cómo volverás. Es un viaje a un lugar donde pocos han ido, como el Hades o el Paraíso. Una isla que es ambos espacios a la misma vez, donde manda y habita el doctor Schubert, “un navegante educado por un centauro, el último secesionista berlinés, expedicionario y cirujano que zarpó sin argonautas de un portal de la calle Lagasca”. Una isla es la posibilidad de todo lo que está dentro, pero, sobre todo, fuera de ella, y así comienza esta aventura. 

Detrás del texto late la visita que hizo Odiseo al inframundo para buscar consejo en el adivino ciego Tiresias y encontrar así su camino de vuelta a Ítaca; la imposibilidad de abrazar a su madre, ya muerta y sin cuerpo. También late la cuarta tarea que le encomendó Afrodita a Psique: bajar al inframundo y pedir a Perséfone una cajita con un ungüento de belleza. ¿Cómo se regresa de ese viaje? ¿Es posible realmente regresar?

En este caso, es una intérprete y copista quien hace el viaje, relata la historia y termina escribiéndola en unos diarios. Llega a la isla porque estaba en busca de la tumba de su padre, un marino que murió en el naufragio del Persiles, “y el secreto bajo la piel de Schubert, el hombre más vivo que alguien haya visto jamás”.

Lo imposible se hace posible gracias a una historia que es fantástica y realista, donde pueden llover medusas y sapos; donde se suicidan las perdices; en la que un caldo de perlas rejuvenece; donde la invasión de recuerdos es una táctica de guerra; en la que un hombre hunde cruceros con la mirada y es también capaz de crear el hielo. 

Durante la primera parte, leemos los diarios de la intérprete y copista, y en la segunda, los episodios de una guerra abisal. Es una historia de la que es difícil escribir. Es para leer, ¿o soñar? Cargada de imágenes oníricas donde lamias, ondinas y sirenas tienen una voz, y la amanuense las entiende. Donde hay bestias, insectos que son bestias y una librería “ilimitada y periódica”, como nos la narró también Borges.

“Es la bitácora de un paraíso… para quienes consiguen soportarlo”. Eros está presente como lo que es: un daimón. Como esos dragones que desovan el fuego y que desencadenan deseos, pasiones, e incluso, guerras. Escribiría Rainer Maria Rilke en las Elegías de Duino: “Quién, si yo gritase, me oiría desde los coros de los ángeles? Y aun suponiendo que alguno de ellos me acogiera de pronto en su corazón, yo desaparecería ante su existencia más poderosa. Porque lo bello no es sino el comienzo de lo terrible, ese que todavía podemos soportar; y lo admiramos tanto porque, sereno, desdeña el destruirnos. Todo ángel es terrible”. 

Leer La isla del doctor Schubert es como atravesar un sueño que entiendes nítidamente mientras duermes, y del que al despertar te quedas con imágenes y sensaciones que no se pueden atrapar, como los sonidos del amanecer o los acordes de alguna guitarra. 

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Anna Carolina Maier es periodista. 


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