Salvo por una edición de Indigo Bunting por la editorial Zasterle, dependiente del Grupo de Estudios Norteamericanos de la Universidad de La Laguna, no he encontrado otra traducción en España de la poesía de Bernadette Mayer aparte de este libro, Trabajos y días, que ha publicado recientemente la editorial greylock y que cuando se publicó en los Estados Unidos fue destacado por el National Book Critics Circle. Para entonces, 2016, Mayer tenía detrás una larga carrera como poeta. En 1967 lanzó la revista literaria 0 to 9. Desde 1968 hasta su muerte, en 2022 (el 22.11.22), publicó una treintena de libros, además de dirigir entre 1980 y 1984 The Poetry Project, en funcionamiento desde mitad de la década de 1960 en la iglesia de Saint Mark en el Bowery de Nueva York, donde ya había impartido talleres a lo largo de los años setenta. En uno de los poemas de este libro ella lo dice así: “… Nací y me convertí en una de sus / Poetas aunque no sea capaz de / Ganarme la vida […]”.
Ganarse la vida: Trabajos y días lleva el título de la obra más famosa de Hesíodo, que en esta ocasión se ha optado por traducir a la manera reciente, retirando los artículos que individualizan los trabajos −que se desempeñan− y los días −que pasan−. En la cubierta y el colofón de la edición de greylock se reproduce una ilustración del Bestiario de Aberdeen, del siglo XII, que representa unas abejas que entran en unas colmenas. Como en el poema de Hesíodo y en la alegoría de las abejas, el libro de Mayer está dedicado a los trabajos que debemos hacer para pasar los días lo mejor posible.
En el caso del libro de Bernadette Mayer, para empezar está organizado a modo de diario. Se trata de un registro de los tres meses de primavera, como se nos informa en la portadilla, “Del 20 de marzo al 21 de junio”, que empiezan de hecho con la primavera ya avanzada, con una entrada del 15 de abril (de 2014, como leeremos más adelante). A continuación se suceden los poemas, en alternancia entre, precisamente, las entradas de aire más diarístico, que llevan como títulos las fechas y que aparentemente nos informan, en formato de prosa, de los acontecimientos diarios con un tono objetivo (“Tortugas cruzan la carretera en Misuri. Han salido capullos en la planta de las lilas, han crecido muchas cebolletas, la hepática, algunas hojas verdes, una camioneta azul…”, o “Me regalaron muchas guías de campo por mi cumpleaños y La sexta extinción, de E. Kolbert y unas pegatinas de beicon. Ahora se ha nublado. Amenazante…”) y los poemas más evidentemente poemas, organizados en versos y con títulos más descriptivos o narrativos, variados (“Pasearse como un petirrojo”, o ¡Cuidado! ¡Una nube gris!”, o “Esperando a Dave, Megan e Issa”, o “Queso cheddar en polvo de Vermont y sal marina celta”). Si se lee el libro todo seguido, y no abriéndolo al azar como a veces nos sugieren los propios poemarios, se empieza a entrar en el ritmo de la estación que avanza y nos internamos en los quehaceres diarios: hay que sacar algo adelante relacionado con el cultivo de la tierra, y mientras tanto suceden cosas en las que nos fijamos, que pueden ser tormentas o lunas llenas y lecturas de poesía o visitas de amigos. Así se van asimilando las impresiones expuestas como fases de un desarrollo y no solo como destellos reveladores. Y de ese modo nos queda una imagen completa de una primavera, fructífera, lluviosa, inestable (primaveral) y también llena de actividad, contratiempos, sorpresas (vital): lo objetivo y lo subjetivo perfectamente imbricados. La voz se muestra atenta al trabajo que debe hacer, pero no parece dispuesta a que le impida fijarse en todo lo que pasa mientras tanto.
La alternancia entre diario y poemas provoca una porosidad entre ambos formatos; a veces la prosa reserva sorpresas y distorsiones y los poemas tienen un aire llano. Afloran siempre un impulso anarquista, el interés por la naturaleza, la estupefacción ante algunos usos sociales insensatos pero perfectamente asentados, la recurrencia de las ballenas como metáfora o talismán (por cierto, el logo de greylock es una ballena, ya que su nombre viene del monte de Massachusetts que Melville tenía en mente mientras escribía Moby Dick) y en general una actitud vital juvenil, un poco desconcertada, dispuesta y curiosa frente al mundo, a veces como si estuviese a punto de mandarlo todo a paseo. Un juego recurrente que encontramos en los poemas es que algunos acaban con una lista de palabras ininteligibles en un primer vistazo, pero en las que no tardamos en reconocer anagramas de otras palabras. También se da un juego bonito en el llamado “Sermón del alma”, al principio del libro, que parece compuesto por dos poemas cruzados, con los versos impares pertenecientes a uno y los pares al otro: una especie de poema en cremallera. Los poemas largos como este son varios, y en ellos la poeta se permite entrar en un estado más extático, en el que trasciende las continuas obligaciones a partir de algo con lo que ha topado mientras las atendía, pero también en los poemas cortos se apuntan fugas posibles, en ese caso con la contundencia de la precisión.
La traducción de Carlos Bueno Vera es estupenda: en ella reconocemos el tono sencillo y a la vez cantarín de los poemas, y seguimos los juegos, las citas, los guiños que hay dispersos por el texto, pero echo de menos la versión en inglés de los poemas, no solo porque haya algunas ambigüedades que provocan curiosidad por los versos originales, sino porque creo que todos los libros de poesía ganan con la versión bilingüe. A cambio, la edición incluye una introducción muy completa y perspicaz por parte de Bueno Vera que prepara muy bien para la lectura del libro y presenta con entusiasmo y solidez la figura y la época de Bernadette Mayer, poeta que ojalá siga traduciéndose al español.
Trabajos y días
Bernadette Mayer
Traducción e introducción de Carlos Bueno Vera
greylock, 2023
135 páginas
Es escritora. Su libro más reciente es 'Lloro porque no tengo sentimientos' (La Navaja Suiza, 2024).