La primavera es piel bajo la piel
y encima de la piel también es piel.
Y cuando al aire te le ofreces
con breves movimientos de campana,
suda en serio mi piel ya sin tensiones
ante las piernas blancas
de tu piel enjoyada.
Así mi corazón de pobre no agoniza
y un perfume con luz
me nombra gobernante
de la Isla de las Breves Ausencias.
En cambio, si te cubres o alejas,
si te pierdes,
mi corazón sin prisa
se deshace, como grano de arena
en la demolición de un templo.
Ven, te lo suplico.
Ven a confiarme el pulso de tu impulso,
tus bellos cabellos recortados,
tus besos juveniles
en mis labios prensiles.
Aunque muera muy pronto, bien lo sabes,
me quedaré a vivir en tus rodillas
sin olvidar jamás
la precisión de tus razones
golpeándome la espalda.
Ven, ven a darme el más húmedo
de tus disparos
en la plaza central de tanta frente.
Ven, ven a tatuarme en el cuello primavera
y a dejarme, en las orillas de la lluvia,
los rezos de Fuensanta
y tu perfume de Carolina Herrera. –
La sonrisa en el balcón
No intentaré en estos párrafos el imposible esfuerzo de abarcar toda la obra de Jorge Ibargüengoitia ni limitaré mi empeño al elogio, de por sí irrebatible. Diré que hay un aspecto de su…
László Krasznahorkai, el nobel apocalíptico
El fatalismo y la desesperanza atraviesan la narrativa del húngaro László Krasznahorkai, recientemente distinguido con el máximo galardón al que aspira un autor. Sus obras, construidas con una…
Un mural es un jardín: Malinalco (II)
La ambivalencia entre la historia natural y lo ornamental es una de las razones con las que seguiré justificando mi obsesión por Malinalco.
Libromundo
En Circular 22, Vicente Luis Mora culmina un proyecto nacido en 1998 y que ha conocido dos publicaciones parciales: Circular (2003) y Circular 07. Las afueras (2007).
RELACIONADAS
NOTAS AL PIE
AUTORES