La deuda con Cajal

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Señor Director:
Felicito a usted y sus colaboradores por el número dedicado a los desafíos de la ciencia. Especialmente me ha llamado la atención el artículo de Carlos Chimal "Cajal y el teatro de la mente". Es mucho lo que la neurología, la oftalmología y las neurociencias en general le deben a este gran investigador, y tardará buen tiempo todavía en agotarse la utilidad inmediata de sus descubrimientos , atisbos y sugerencias en muchas de las investigaciones que se emprendan en esos campos. La dedicación con que supo sostener Cajal sus estudios científicos, por largos años, en su modestísima colocación madrileña (obtuvo un puesto de profesor universitario, y se le asignó, como cubículo, una estrecha habitación debajo de una escalera en la Facultad de Medicina, en la que se abría un ventanuco con cuya luz alumbraba su microscopio), y la elevada inteligencia que supo poner en juego y a la que no dejó de exigir más y más, con frutos como los que el señor Chimal reseña, constituyen una saga con momentos de gran emoción. En México, como en todo el mundo, La textura del sistema nervioso y los demás grandes libros de Cajal tuvieron una honda repercusión, y no dejan de ser motivo de estudio.  Cada vez que se lo recuerda me parece que se abona al pago de una deuda ilustre. Le reitero mi felicitación. ~

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