En el nocturno poso recocido
que la noche estancada sedimenta
bajo las turbias sábanas, alienta
también un poso nuestro sumergido,
ciego montón sin orden esparcido
de bultos, masas, pesos; irredenta
pululación con fiebre que se asienta
en la negra orfandad de nuestro olvido.
Y todo eso se encima, abraza, estrecha,
hasta que al fin aquí nos percatamos
que está ya copulándose allá abajo.
Y nuestra historia se nos da ya hecha
para asumirla aquí como a los amos
les da su oro y su luz nuestro trabajo. –