Tengo un perro invisible,
llevo un cuadrúpedo por dentro
que saco al parque
como los otros a sus perros.
Los otros perros se dan cuenta
de mi perro
cuando, al doblarme, lo saco de mí mismo
para que juegue y corra,
sólo sus dueños no lo ven,
tal vez tampoco a mí me vean.
Me siento en una banca y veo cómo mi perro,
que a fuerza de paseos se ha ido dando,
se mezcla con sus semejantes,
y aunque los otros dueños no lo ven,
anima e inquieta la perrada
y entre los dueños cunde la inquietud
y empiezan a llamar sus perros
para que no se forme la jauría.
Tal vez tampoco a mí vean,
sentado en una banca,
doblado un poco
por el esfuerzo de dejar mi perro libre,
y aunque no pueden ver mi perro,
tal vez sí ven el perro
que invisible, como el mío,
llevan dentro,
la bestia que no sacan nunca,
el perro que reprimen
llevando a pasear sus perros. –