La trama que nos define
Adolfo Castañón. América sintaxis, Aldus, México, 2000.
La riqueza de la vida editorial de México ha hecho posible que en sus fronteras el cultivo del ensayo todavía hoy goce de salud. Creo que esta sugerencia es pertinente si se observa que en otros países de lengua española no pocos el acceso a medios de publicación cada día se vuelve más difícil: por una parte, los periódicos que en el siglo xix fueron el hogar de esta modalidad literaria tienden a restringir el espacio de que antes disponían los escritores, o lo supeditan a necesidades de "actualidad"; por otra, las revistas universitarias han excluido la actividad propiamente ensayística para dar cabida a los estudios y las monografías que se ciñen a imperativos cientificistas, ajenos a la libertad subjetiva y a la experimentación verbal de raigambre montaigniana.
Adolfo Castañón constituye uno de los nombres más representativos del movimiento reciente que coloca a México en la vanguardia del ensayo hispanoamericano. La conciencia que tiene de la historia del género ya había quedado clara, entre otras obras, con Por el país de Montaigne (1995). La batalla perdurable (1996) ponía en evidencia, asimismo, el dominio artístico donde Castañón ha elegido colocar su voz de ensayista, pues en el volumen los textos de reflexión conviven y se entrecruzan con los narrativos y los líricos. La compilación que ahora titula América sintaxis confirma que las exigencias intelectuales y las artísticas se aúnan ejemplarmente en su quehacer. Quien acceda a él a través de este libro tendrá oportunidad no sólo de conocer las opiniones del autor acerca de numerosos escritores latinoamericanos de las Antillas francesas, Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, Guatemala, México, Nicaragua, Perú, República Dominicana y Venezuela, sino que también podrá percibir el constante esbozo de una poética personal que acompaña casi especularmente la meditación acerca de la escritura del otro. Cuatro matrices principales se reconocen de inmediato en ese discurso.
La primera, cierto americanismo que se aparta tanto de lo provinciano como de los trillados campos de la definición desgarrada o retumbantemente mesiánica de nuestra identidad. A los sermones redentores, condenados al pesimismo, Castañón contrapone una visión serena de la cultura del Nuevo Mundo que sitúa su lugar de elocución en lo aparentemente "menor". Así pues, no ha de extrañarnos incluso la nota humorística en lo que en otros escritores, más tremebundos, habría sido una repetición de las monsergas acerca del mestizaje, la hibridez o la heterogeneidad que nos caracterizan: "…el autor confiesa que diariamente practica la mezcla americana, y bebe café guatemalteco en sintaxis con grano colombiano; arábica venezolana con robusta veracruzana y así sucesivas tazas." (p. 6) Leídos con atención, pasajes como el anterior bastan para entrever una densa crítica discreta e implícita, eso sí de los escollos más lamentables del acartonado pensamiento continental.
El segundo elemento de la poética de Castañón es su fe en los dones de la brevedad, que lo hacen rechazar las totalizaciones a las que aspiran algunos géneros y la exhaustividad en la que se amparan las exégesis institucionales. En ese sentido, su fidelidad a Monterroso (pp. 305-318) o a Borges (pp. 47-66) se explica, y se manifiesta con la ironía con que se tocan otros temas. La economía pregonada no es sólo material, sino mental: "la política anti-inflacionaria que promoverá Borges sostiene que del mismo modo que la riqueza de un idioma está menos en el caudal de voces de su léxico que en la inteligencia y honestidad de su uso, la grandeza de una literatura o de una obra no sabría medirse exclusivamente por el número de sus páginas, por el tamaño, sino por la correspondencia y la justicia entre lo real y lo pensado, entre vida e imaginación." (p. 17)
Junto con los ataques a la solemnidad y al priapismo estético, hallamos el tercer principio que rige la escritura de Castañón. Ya he tenido ocasión de aludir a él: su montaignismo. Al referirse a la labor de José Bianco, el recuerdo de los Essais es imprescindible: "Dice Montaigne que desconfía de los médicos que dan consejos sobre arquitectura, de los militares que opinan de medicina y en general de quienes opinan sobre materias que no competen a su oficio." (p. 40) Esa mesura se palpa en las páginas tanto de Bianco como de Castañón en un esfuerzo por conducir la historia pública y la privada a una plena síntesis que imponga a la autoridad de las especializaciones el "sentimiento" y la "experiencia" del individuo (pp. 40-41).
El último componente de la poética de Castañón no es el menos importante. De hecho, se percibe desde el título mismo de esta colección: la conjunción tropológica que enlaza un referente "real" o "material" con una noción de lenguaje permite suponer que la cosmovisión del ensayista, nada ingenuamente, otorga a la palabra un papel fundador. En un texto donde se habla de "Borges en Calvino", Castañón imagina una literatura que identifica con "el proceso por el cual se inventa la posibilidad de la literatura", o sea, un arte en que "la teoría y la práctica, el ejercicio y la reflexión se entreveran y recrean" (p. 52). No otra cosa se constata en muchos ensayos de América sintaxis. Para no ir muy lejos, podría notarse cómo se amalgama la subjetividad del que escribe con el objeto sobre el cual medita en una pieza como "Borges: admiración del invulnerable". Al principio el ensayista se despoja de la primera persona del singular, a la que nos tiene acostumbrados, para convertirse en una tercera persona:
Por somera que sea, la constancia expresa lo que ha sido la obra de Borges para un aprendiz que nació años después de que él hubiese escrito sus libros esenciales y que se inició leyéndolo a él antes que a Verne. No puede dejar de registrar lo inconcebible que sería la posibilidad de una literatura que no incluyese sus libros. Una de las primeras consecuencias de tal formación fue la espontánea suspicacia con que aquel lector repasaba la literatura realista, naturalista, el relato y la novela, pero, sobre todo, la crónica y el documento periodístico… (p. 47)
Pronto comprobaremos la artificialidad de esa táctica de ocultamiento, que delata la capacidad del lenguaje para inventar mundos y fantasmagorías de lo que creemos realidad. En efecto, pocas líneas después, no sólo "el aprendiz" se convierte en "yo", sino que su desenmascaramiento se producirá cuando recuerde una operación similar en una narración borgesiana que juega con nuestras expectativas sobre cómo se cuentan y organizan las vivencias: "Tengo en mente, por ejemplo, 'La casa de Asterión', que revela que el Minotauro es la primera persona" (p. 47). En el laberinto del decir, sujeto y objeto son menos distintos de lo que suele pensarse: en el momento de escribir acerca de ellos, el comentarista de Borges es Borges y es el Minotauro, de la misma manera como no puede catalogarse sino de "supersticiosa" la oposición de "vida" y "arte" (p. 49). El final del ensayo recalca la gran lección: escribimos "por lo menos para que el hombre no pierda la conciencia de que está enredado en la trama que lo define y, cuando lo descubre, le da nombre" (p. 50).
Ésa ha sido la misión una y otra vez asumida por Adolfo Castañón. –
LOS LIBROS MÁS VENDIDOS EN ENERO |
La presente lista de los libros más vendidos en el mes de enero ha sido elaborada a través de un convenio con Submarino (www.submarino.com.mx), el sitio en Internet especializado en venta de libros y discos. Con ello tratamos de publicar una lista mensual que no esté sujeta a los intereses de editores y libreros, aunque la venta por Internet tiene todavía un público ligeramente diferente al del mercado de libros tradicional. Los diez libros más vendidos de ficción En busca de Klingsor, Jorge Volpi, Seix Barral. Memorias de una geisha, Arthur Golden, Alfaguara. Nuestra señora de la soledad, Marcela Serrano, Alfaguara. La boda del poeta, Antonio Skármeta, Plaza & Janés. Mi siglo, Günter Grass, Alfaguara. Aléxandros. Las arenas del Amón, Valerio Massimo Manfredi, Grijalbo. Todo un hombre, Tom Wolfe, Ediciones B. Hannibal, Thomas Harris, Grijalbo. Los años con Laura Díaz, Carlos Fuentes, Alfaguara. El lado activo del infinito, Carlos Castaneda, Ediciones B. Los diez libros más vendidos de no ficción La suerte de la consorte, Sara Sefchovich, Océano. A Los Pinos, Vicente Fox, Océano. Mexicanos eminentes, Enrique Krauze, Tusquets Editores. unam: la huelga del fin del mundo, Hortensia Moreno, Carlos Amador, Planeta. Los escándalos, Rafael Loret de Mola, Grijalbo. El mexicano y su siglo, José Gutiérrez Vivó, Océano. Chiapas. La guerra en el papel, Marco Levario Turcott, Cal y Arena. La imagen del éxito, Gabriela Vargas, Edamex. Fobaproa: expediente abierto, Andrés Manuel López Obrador, Grijalbo. Crónica del siglo xx, Varios, Plaza & Janés. |
(1964) es escritor venezolano y profesor de literatura en la Universidad de Connecticut.