Carta sobre la mesa

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Al director:

En una reseña, por lo demás correcta, de Liliana Pedroza sobre los Cuentos completos de Elena Garro (Letras Libres, 211), se deslizaron algunas ambigüedades respecto a esta escritora.

En un pasaje de su reseña, Pedroza dice que Garro estuvo asociada a “dos sucesos sociales: la defensa de la recuperación de las tierras de Morelos a finales de los años cincuenta y la masacre de estudiantes en 1968. Su participación directa o indirecta en ambos acontecimientos provocó sus mudanzas clandestinas dentro del país y, finalmente, su exilio en 1972, marcando una nueva temática en su obra”.

Aclaro que Elena Garro nunca estuvo exiliada. Dijo que solicitó asilo político en Estados Unidos, pero que le fue negado. No es “exilio” vivir veinte años en el extranjero, tiempo en el que, como dice Elena Poniatowska, “Octavio Paz nunca dejó de enviarles su pensión”.

La “participación” de Elena Garro en el movimiento del 68 consistió en curiosear en las sesiones del Consejo Nacional de Huelga y atiborrar a Fernando Gutiérrez Barrios de informaciones demenciales. Su curiosa “clandestinidad” está documentada en los papeles privados de Garro en la Biblioteca Firestone de Princeton y en los informes de la Dirección Federal de Seguridad desclasificados por el ifai hace una década.

Elena Poniatowska responsabilizó por completo a Garro de su ostracismo: “No hubo complot, ni confabulación, ni conspiración en contra suya.”

Impidamos que el centenario del nacimiento de una escritora de mérito se convierta en la alevosa oportunidad para la construcción de una mentira histórica. ~

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es editor de Letras Libres. En 2020, El Colegio Nacional publicó sus Ensayos reunidos 1984-1998 y las Ediciones de la Universidad Diego Portales, Ateos, esnobs y otras ruinas, en Santiago de Chile


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