El Washington Post ha dado a conocer una transcripción de la conversación telefónica entre los presidentes de México y Estados Unidos ocurrida el 27 de enero de 2017. El texto se puede consultar en inglés aquí y en español aquí. ¿Qué nos dicen los mensajes intercambiados entre los dos mandatarios? Aquí cinco reflexiones al vuelo:
Trump admite que el muro fronterizo fue un disparate de campaña que ahora está obligado a cumplir. En la conversación pasa de la amenaza a la zalamería y luego de nuevo a la amenaza con tal de forzar a Peña Nieto a que no diga públicamente que México no pagará el muro. Para EPN, la solución que conviene a ambos es dejar de hablar del tema por completo, lo cual parece sensato. Pero Trump abre sus cartas demasiado y se muestra como lo que es: un demagogo que prometió muchos disparates que ahora no sabe cómo cumplir.
Peña Nieto siguió la “Doctrina Slim”: buscar al negotiator y evitar al Terminator. Por eso en la conversación evita a toda costa el conflicto y deja pasar varios palabras ofensivas contra México, con tal de no generar mayores fricciones. La prioridad de EPN en la llamada no es maximizar beneficios para México sino evitar cualquier costo o daño, para lo cual parece indispensable no desatar la ira del Calígula de Mar-A-Lago. Es una estrategia adecuada… siempre y cuando la llamada no se hiciera pública. ¿Qué presidente o primer ministro confiará cuando hable por teléfono con Trump en que sus palabras no saldrán en primera plana al día siguiente?
La llamada nos confirma a un Trump aterradoramente peligroso para su país y para el mundo. En solo una hora, amenazó a Peña Nieto con imponer un impuesto fronterizo que hubieran terminado pagando sus propios ciudadanos. Amenazó con enviarnos a sus militares porque en su cabeza los nuestros “temen” a los narcotraficantes. Y amenazó con enfriar al mínimo una relación estratégica para su país con tal de cuidar su hipersensible vanidad. ¿Se lo imaginan negociando con China o con Rusia?
“El Laberinto de la Soledad” está más vigente que nunca. Octavio Paz escribió que “aun en la disputa, el mexicano prefiere la expresión velada a la injuria: al buen entendedor, pocas palabras”. EPN no confronta ni desafía a Trump, pero sí deja entrever sus puntos envueltos en un discurso barroco y cortés al extremo, lleno de eufemismos y mensajes entre líneas. El estereotipo del ugly American encarnado en Trump se enfrentó con el estereotipo del político priísta del siglo XX, representado fielmente por Peña Nieto. No sé si impresionado o irónico, Trump le dice varias veces a Peña: “tus palabras son hermosas” y “yo no podría hablar de manera tan hermosa”, un halago que a pocos mexicanos se nos hubiera ocurrido.
Al final del día, muchos criticarán que Peña Nieto no haya confrontado a Trump. Pero en este caso particular, pienso que nuestro presidente hizo lo que tenía que hacer con el estrecho margen de maniobra que tenía disponible: ser disciplinado en el mensaje y no caer en las provocaciones. Además sí fue claro en cinco cosas muy relevantes:
- México no pagará el muro;
- El Tratado de Libre Comercio puede renegociarse trilateralmente, pero no desaparecer;
- EUA es corresponsable de la violencia en México por el flujo de armas y dinero que beneficia a la delincuencia organizada;
- Si le va bien a México, le va bien a EUA; y
- Queremos tener una relación constructiva con su gobierno, para lo cual es indispensable que deje de hablar del muro, porque es un agravio contra la dignidad de México.
Soy de la opinión que hubiera sido inútil o incluso contraproducente combatir a Trump en esta llamada. Pero como he apuntado en esta bitácora, era y sigue siendo indispensable que Peña Nieto sea más firme y exija más respeto para México en sus discursos y posicionamientos públicos. Como se refleja en sus cifras de aprobación, para enfrentar a Trump no basta con que nuestro presidente levante una muralla mexicana de palabras llenas de “reticencias, figuras, alusiones y puntos suspensivos” que Paz describió en 1950.
Especialista en discurso político y manejo de crisis.