La filosofía practicada por los niños: una entrevista con Wonder Ponder

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Wonder Ponder nace de la curiosidad y el asombro, del no saber y la experimentación, del preguntarse y deambular sin tener que responder. Ellen Duthie, Daniela Martagón y Raquel Martinez Uña tuvieron la suerte de encontrarse y darle vida a un proyecto editorial que se ha autodefinido a sí mismo como filosofía visual, y que ha encontrado su propio formato dentro de la literatura infantil y el mundo editorial en España. Con escenas desafiantes y varias preguntas al reverso de cada tarjeta, las cajas/libro de Wonder Ponder logran desacomodar las ideas y sumergirlas en una gama amplia de matices y reflexiones.

Con el interés de comparar y contrastar diferentes perspectivas acerca de la crueldad en sus clases de filosofía para niños (un proyecto llamado Filosofía a la de tres) y a falta de suficientes libro-albums y tiempo para verlos todos, Ellen Duthie pensó en usar imágenes de situaciones concretas para detonar conversaciones. Fue así como le pidió a Daniela Martagón que dibujara las escenas y pronto las dos se convirtieron en compañeras de juego filosófico. Poco después llegó Raquel que, tomando el rol de editora, buscó darle forma y aterrizarlo en un producto que llegara a toda la gente posible.

Durante su visita a México para asistir a la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil Edición 37, tuvimos la oportunidad de conversar con Raquel y Daniela a propósito de su primer libro editado en México por la editorial Sexto Piso: Mundo Cruel.

 

¿Qué es lo que les motiva de Wonder Ponder?

Raquel Martínez Uña: Hablando por Ellen, ella es filósofa y cuando terminó la carrera de pronto empezó a atar cabos y decir “Ah, esto conecta con esto, esto con esto”. Eso le dejó pensando en que debía hacer una introducción a la filosofía que explicara los hilos que unen los conceptos,  entonces probó muchos formatos desde diferentes puntos de vista. Empezó hace 10 años con las clases de filosofía para niños porque le gustaba mucho la literatura infantil y siempre decía “Esto tiene que poderse hacer menos académico, relacionarse de una manera más viva con tu experiencia chisposa” ¿Cómo puedes hablar de cosas tan interesantes sin matarte de aburrimiento?

Daniela Martagón: Para mí viene de un disfrute y amor a los materiales, el poder tocar las cosas y que eso tuviera un sentido. Cuando entré al mundo de los libros, salí corriendo del arte y el arte conceptual. ¿Por qué no volver a ese lugar en dónde se podía jugar, entender, manipular? Me interesa poder transmitir eso que ya eres: una persona con preguntas, que no tienes que estudiar 10 años para atreverte a formular tu propio pensamiento. Es juntar eso que me gusta, ver qué funciona y qué hace que la gente tenga curiosidad y comparta cosas.  

RMU: En general encuentro un poco conservador el mundo editorial infantil en España, en cuanto a lo que sí se puede o no respecto a las imágenes en los textos. Me interesaba esa posibilidad de jugar con el formato. Muchos dijeron “No, no puedes hacer una caja” Pero ¿Por qué no? ¿Por qué la filosofía no puede ser algo vivo, íntimo? ¿Algo que no asuste? Vamos a ver. Vamos a preguntar a libreros, bibliotecarios. Tuvimos mucha libertad para crear el proyecto porque lo editamos nosotras y no tuvimos que dar explicaciones. Profesionalmente, creo que es el proyecto más satisfactorio, interesante y enriquecedor en el que he trabajado. Además, de niña era muy curiosa e inquieta y me hubiera encantado tener algo así.

La imágenes son fundamentales en sus libros. ¿Cómo es la relación entre estas y los lectores?

DM: La primera lectura de la imagen es lo que va a permitir, si das el tiempo, que se enganchen y descifren qué pasa. Solo empezar a describir ya sitúa en escena. No se trata de qué mensaje podemos sacar al estilo “¿Por qué está mal matar?” Sino “¿Qué está pasando?” Los niños tienen una tendencia a fijarse mucho, entonces dejamos pistas que los adultos pasan de largo. Están diseñadas para sorprenderte con los detalles, para leerlas de muchas formas, pues desde ahí pueden salir cosas inimaginables. Dos hermanos del mismo contexto pueden llevarlo a lugares completamente diferentes.

RMU: Justamente Daniela trabaja muy bien la incertidumbre y la tensión en la imagen, lo que te permite volcar lo tuyo ahí, ponerle tus experiencias y tu imaginación.

 

Las imágenes son muy sencillas pero llenas de símbolos ¿Cómo es el proceso para elegir la escena y poner esos detalles?

DM: Parece que no pero sí tiene que haber un ambiente y una referencia tangible para que sea familiar. Tienes que fijarte en todos los detalles: desde la composición hasta los elementos que aparecen y el contexto, y procuramos siempre que haya una subhistoria. También tenemos una guía de lo que tiene que aparecer cuando se habla de cualquier tema y como un rompecabezas se examinan las situaciones: cuáles son pertinentes y relevantes para una amplia gama de edad, cuáles son las posibles interpretaciones. Lo no deseable es que se agoten rápidamente o que te lleven solo a un punto. 

RMU: Siempre una escena rica te puede llevar a más sitios: cambiar de opinión más veces.

 

¿Cómo reciben los niños la dinámica en la que no hay respuestas correctas?

RMUEn un principio con ansiedad, porque las preguntas que se le hacen a los niños, tanto sus familiares como en el colegio, son preguntas que buscan una respuesta, que además tiene que ser una respuesta correcta y generalmente quien la hace ya sabe cuál es. La tradición es que tienes que responder rápido y es muy incómodo decir no lo se, o quedarte en silencio pensando. La idea es regenerar la confianza en la pregunta en sí como algo disfrutable. Para mí, una de las perspectivas es la pregunta como género literario: es el gusto por preguntarse. Y los niños, aunque en un principio les da ansiedad, como en seguida ven que no tienen que contestar, eso les transmite libertad.

DM: Una anécdota curiosa es que la versión coreana quería tener respuestas. Querían poner cuatro preguntas fáciles y las otras al final en un apéndice con las respuestas. Es exactamente lo que nosotras no queremos. ¿Qué clase de respuestas van a tener? El argumento que nos dieron fue: “Es que los padres coreanos necesitan las respuestas”, y les dijimos: “Los padres españoles también, pero no se las damos”.

 

En cuanto a la reacción de los niños ante las escenas de Mundo Cruel, que no son convencionales en la literatura infantil ¿Crean juicios?¿Cómo evolucionan estos?

RMU: Sí, lo primero que hacen es describir la imagen y hacer juicios. Pero, ¿Cómo transformar eso en un proceso de pensamiento enriquecedor que les haga valorar desde distintos puntos de vista? Eso también se consigue con las preguntas. Ves una pregunta y de pronto la siguiente te hace cambiar de opinión respecto a la primera. Decimos que cada caja, cada escena te enseña a leer las demás. Funciona como un ajuste, desajuste. Lo que has pensado cuando viste esta, va a determinar también lo que piensas cuando veas otra. Y, aunque hay 14 escenas desde un punto de vista diferente, existen relaciones entre ellas y con las otras cajas. Si de pronto agarro una escena de crueldad y la pongo en la caja de identidad, ¿Qué pasa cuando la veo desde ese prisma? Me gusta mucho eso: que el libro te enseñe a leerlo, porque puede que te pase eso de los juicios en seguida, pero poco a poco te das cuenta de la dinámica.

 

¿Cómo es este diálogo entre escenas y preguntas?

RMU: Es partir de lo concreto de la escena para llegar a lo abstracto. Cuando haces filosofía con niños no vas a partir del abstracto en plan de “¿Hola, qué es la crueldad?” También el hecho de que las imágenes sean cotidianas, que se relacionen con el universo de un niño pero que no sean de su propia vida, hace que se puedan hablar temas aparentemente difíciles porque “No estoy hablando de mí, estoy hablando de la niña esa”.

DM: Tiene dos funciones aparentemente antagónicas que es disparador y ancla. Está pensada para que te lleve a muchos sitios, pero tenemos un soporte al que hay que volver: una vez que pensaste, que te fuiste y viste matices, vuelve y ahora ¿Qué piensas? Para mí lo visual en la filosofía es una forma de rememorar el camino. No es fácil rehacer un argumento entero en la cabeza, pero si lo dibujo es diferente. Es como crear mapas dibujados por escenas concretas y sintetizadas que puedes recordar fácilmente. Dices, crueldad, y puedes reconstruir la escena y pensar desde ahí. La imagen es poderosa porque resume, sintetiza y abre.

El proyecto es particular porque no es totalmente cuento y tampoco cien por ciento filosofía. Es narrativo y literario ya que te presenta historias, en contraste a la filosofía puramente abstracta y conceptual.  

DM: De hecho les decimos escenas. Pasa algo construido en ese momento: hay un antes y un después y tú tienes el momento.

RMU: Cuando nos preguntan el género decimos que es literatura de indagación. Es literatura en el sentido que hay conflicto, personajes, puedes imaginarte miles de cosas que han pasado o que van a pasar después, pero es de indagación porque te implica como lector de una manera literal: hay unas preguntas que te hacen a ti lector y tienes que participar. Nos gusta ese término de literatura de indagación, a falta de que no sabemos muy bien en qué genero estamos.

 

Siendo un proyecto no convencional ¿Qué dificultades han tenido? 

DM: Mucha gente nos dijo “¿De verdad piensan ponerle filosofía?¿No te parece demasiado arriesgado y contundente?” Pongan Pensamiento, curiosidad, valores. Si hubiéramos puesto educación en valores venderíamos 10 veces más, aunque también habríamos decepcionado a muchos.

RMU: Con Mundo Cruel lo más complicado fue diseñar el formato. Hicimos maquetas de libros muy extraños y fue difícil encontrar el fabricante de cajas. Tienes que tener muy claro qué quieres. Aunque el proceso fue muy lindo y lento porque nos tomamos un tiempo que normalmente no se puede tomar en el mundo editorial.

 

¿Qué posibilidades se han abierto para ustedes a raíz de hacerse preguntas al estilo Wonder Ponder?

RMU: En mi diálogo interior hay un antes y un después, aunque no digo que le vaya a pasar a todos. Por ejemplo: el valorar las posibles consecuencias de las cosas, el poder ponerte en el lugar de más personas, el poder salirte de ti y de tu perspectiva y valorar las situaciones con distancia y amplitud. Estoy aprendiendo a hacer mejores preguntas, y eso mejora la relación que tengo con la realidad. También ha sido una rebaja de la ansiedad, porque a pesar de que son un montón de preguntas, es saber que la pregunta es un lugar en el que te puedes quedar y disfrutar: no hay necesidad de tener siempre las respuestas. 

DM: Es más humilde. A mí lo que me ha cambiado como autora y persona es que dejas de buscar grandes frases célebres y convicciones que darle al mundo. A veces en artistas hay una postura de “Esta es la gran cosa a la que llegué y contemplémosla porque es la verdad”. A mi me gusta mucho darme cuenta que lo que más disfruto con las personas es compartir la curiosidad. No importa si estás hablando de filosofía o de ciencia, el poder asombrarse de las cosas y transmitirlo cambia todo.

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Promotora de lectura y mediadora de creación de cuentos en públicos infantiles. Le interesa la pregunta y la imagen como detonantes de historias.


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