Foto: Harris & Ewing photographers / Public domain

Visiones desde la cuarentena: Rio de Janeiro (segunda entrega)

Las historias de superstición, oportunismo y charlatanería que dejó la pandemia de 1918 se repiten en Brasil en 2020. Desde distintas latitudes, reunimos en esta serie testimonios de la cuarentena más extensa de la historia.
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“Aconsejamos a los visitantes de Curitiba que no se visiten, aunque no haya molestias en la casa que pretenden frecuentar, hasta que termine la epidemia en Rio de Janeiro; así como que no concurran a lugares donde haya aglomeraciones de personas”

Sr. Dr. Trajano Reis. Director del Servicio Sanitario del Estado.
22 de octubre de 1918.

 

El fragmento que uso como epígrafe hace parte del libro O mez da grippe, del escritor Valêncio Xavier, publicado originalmente en 1981. Xavier nació en São Paulo en 1933 y murió en Curitiba en diciembre de 2008. Vivió parte de su juventud en Francia, donde convivió con Marcel Duchamp, Hans Arp y otros exponentes del dadaísmo y el surrealismo. En su trayectoria profesional estuvo vinculado a medios audiovisuales como la televisión y el cine, donde fue guionista y director, e incursionó también en las artes plásticas y la literatura.

Su obra literaria se caracteriza por la mezcla de la narrativa con elementos visuales como fotografías, recortes de periódicos, diseños y collages. Xavier es considerado uno de los pioneros de la fusión entre imágenes y texto en la literatura brasileña. Dentro de su obra podemos mencionar títulos como Maciste no inferno (1983), O Minotauro (1985), O mistério da prostituta japonesa (1986) e Minha mãe morrendo e o menino mentindo (2001). Hasta el momento, si no me equivoco, ninguna de sus obras ha sido traducida al español. Incluso en Brasil continúa siendo un autor de culto, adorado por una parcela de fieles lectores pero desconocido para la gran mayoría.

O Mez da grippe está construido como una secuencia de recortes de periódicos de Curitiba del año 1918, decretos municipales, fragmentos de informes médicos y algunos testimonios de un personaje identificado como Doña Lúcia, que recuerda los hechos desde el año 1976. La historia, contada en secuencias gráficas, alterna noticias sobre los meses finales de la Primera Guerra Mundial con otras relacionados con la pandemia de la llamada “gripe española”, entre 1918-1919. Se estima que durante la guerra murieron 15 millones de personas, 9.2 millones de ellas en combate. No se sabe con exactitud cuántos murieron por la gripe española en el mundo; los cálculos oscilan entre veinte y cien millones.

((Gina Kolata, Gripe: a história da pandemia de 1918, São Paulo, Editora Record, p.17.
))

Solamente en octubre de 1918 fueron notificadas 930 muertes de gripa en la ciudad de Rio de Janeiro.

((Adriana da Costa Goulart, “Revisitando a espanhola: a gripe pandêmica de 1918 no Rio de Janeiro”. História, Ciências, Saúde – Manguinhos, Rio de Janeiro, v.12, n.1, p.101-142.
))

Eso es casi el equivalente al número de muertes que la influenza A H1N1 dejó en todo Brasil en abril de 2009: 1,047.

En uno de los recortes seleccionados por Xavier se ve una página del Diário da Tarde de Curitiba con un gran espacio en blanco. El autor explica en una nota al margen que se trataba de un artículo sobre la gripa española que fue censurado por las autoridades. De forma similar a lo que ha pasado en algunos países en 2020, en un inicio los gobiernos intentaron controlar la información, con el argumento de no generar pánico o de reducir la gravedad de la crisis.

A lo largo de la pandemia del Covid-19, el presidente Jair Bolsonaro ha afirmado públicamente que la emergencia sanitaria es una “histeria”, y que si no lo había matado la cuchillada que recibió en la campaña presidencial, no lo iba a matar una simple “gripita”. También criticó algunas medidas, según él “extremas”, tomadas por gobernadores de varios estados para controlar el contagio. Su hijo, el diputado Eduardo Bolsonaro, generó un conflicto diplomático con China, el mayor socio comercial de Brasil, al culpar a su gobierno por la epidemia: “De nuevo, una dictadura prefirió esconder algo grave a exponerse al desgaste, pero que salvaría innumerables vidas. La culpa es de China y la libertad sería la solución”, escribió el diputado en un mensaje de Twitter. Ejemplos actuales, entre otros, de gobernantes en el mundo que oscilan entre el narcicismo y la estupidez.

Es posible que las salidas en falso del presidente, sus hijos y miembros de su gobierno en torno a la actual pandemia hayan contribuido a desatar las protestas que se han hecho sentir en Brasil. Antes de la crisis por el coronavirus ya habían sido programadas manifestaciones en contra del gobierno en varias ciudades del país, pero la epidemia las convirtió en un cacerolazo realizado la noche del miércoles 18 de marzo. Además del ruido de las cacerolas, desde las ventanas de mi barrio (un barrio tradicionalmente conservador de Rio) se escucharon gritos como “¡Fuera Bolsonaro!”, “¡Fuera fascista!”, “¡Fuera militar!”, “¡Abajo la dictadura!” y otros gritos que incluían insultos de diverso calibre.

En O Mez da grippe, las noticias sobre casos de contagio y de muertes por la epidemia se van haciendo poco a poco más frecuentes. Así también se expiden diversos decretos municipales que implementan medidas de precaución como el cierre de los cines y otras “casas de diversión”. Dice el testimonio de Doña Lúcia: “Familias enteras, no hubo casa que no tuviera alguien enfermo. Parecía la ciudad de los muertos”. Hasta el día de hoy, Rio registra 170 muertes por Covid-19. Es la segunda ciudad con más fallecimientos después de São Paulo, que ya registra 588. En total hay 22,720 casos confirmados en el país, 2,855 en Rio. El gobernador ordenó estrictos controles en las fronteras terrestres. La terminal de autobuses se encuentra prácticamente paralizada y los aeropuertos han visto su tránsito restringido. Aunque muchas personas han seguido las recomendaciones de confinamiento en casa, aún se observa movimiento en las calles y parte del comercio de la ciudad continúa en funcionamiento.

Otro de los aspectos que destaca Valêncio Xavier en O Mez da grippe es el conflicto entre la razón y la ciencia, la religión y la superstición en casos de crisis como estos. Anuncios de remedios milagrosos para evitar el contagio o curar la gripa, así como defensas de la homeopatía, el espiritismo y las hierbas como armas eficaces contra la epidemia. Entre los anuncios que componen su narrativa encontramos remedios como el Bromil, que “cura todas las enfermedades del pecho, pulmones y garganta”; el Jarabe de Grindelia, “único que cura”, o el Bálsamo Santa Helena, “desinfectante, analgésico y enemigo del mal aliento, disponible en todas las farmacias”. En la crisis actual, algunas iglesias brasileñas ofrecen un milagroso alcohol en gel que prometía proteger del contagio por la pequeña suma de 500 reales (casi 100 dólares a la tasa de cambio de hoy). Con respecto al afán de lucro, Amazon Brasil tuvo que controlar el aumento abusivo de los precios de artículos en amplia demanda, como mascarillas, alcohol en gel y guantes, que violaban sus políticas de “Precio justo”. El propio presidente Bolsonaro grabó un video para las redes sociales el sábado 21 de marzo hablando de la cloroquina, sustancia utilizada contra la malaria, el lupus y la artritis, también mencionada por Trump recientemente como posible tratamiento contra el Covid-19. No obstante, las propias autoridades sanitarias brasileñas advierten que no se ha demostrado de forma concluyente el efecto de esta sustancia para tratar el nuevo coronavirus y llamó la atención de los consumidores para evitar perjudicar a los pacientes que necesitan el medicamento para sobrevivir.  

En 1918 como registra Valêncio Xavier, las iglesias seguían las recomendaciones de salud pública y cerraban sus templos: “Atendiendo los consejos de la Inspectoría de Higiene, la Iglesia Evangélica Presbiteriana de la calle Comendador Araujo resolvió no realizar mañana, domingo, los cultos de costumbre”, anunciaba el Diário da Tarde del 26 de octubre de 1918. Más de cien años después, algunas iglesias brasileñas no parecen seguir criterios tan sensatos. El pastor Silas Malafaia, líder de la Asamblea de Dios Victoria en Cristo, y leal partidario de Bolsonaro, instigaba a sus seguidores a no temerle a la pandemia de coronavirus, negándose a las recomendaciones para suspender cultos y misas que promuevan aglomeraciones de fieles. En su argumento citaba el salmo 91: “En nombre de Jesús, ningún mal te sucederá ni plaga alguna llegará a tu casa”. También el obispo Edir Macedo, líder de la Iglesia Universal del Reino de Dios, se rehusó a interrumpir los cultos presenciales en el país, afirmando que la epidemia es inofensiva y se trata de “otra táctica de Satanás”.

Las autoridades de salud brasileñas estiman que los casos de contagio irán en aumento, alcanzando un pico hacia finales de abril, y que la crisis podría extenderse hasta septiembre del presente año. Si dependemos del ejemplo del presidente y de algunos líderes religiosos con amplio poder y seguidores, principalmente entre la población más pobre y vulnerable del país, las expectativas no parecen muy optimistas.

 

Agradezco a mi amigo historiador y antropólogo André Lourenço por las indicaciones de bibliografía histórica sobre la pandemia de 1918 en Brasil.

 

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es escritor, crítico literario y traductor. Desde 2016 coordina la editorial Papéis Selvagens Edições en Rio de Janeiro.


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