Es la gestión de expectativas. Ciudadanos irrumpe en el parlamento con 40 escaños y los suyos leen el resultado con decepción. El PSOE obtiene el peor resultado de su historia, 90 asientos en el Congreso, y la sensación general es que Pedro Sánchez ha salvado los muebles. Los socialistas llegaron al final de la campaña electoral infravalorados en la mayoría de las encuestas, y esto le da ahora un poco de aire a Pedro Sánchez. Sin embargo, la situación del líder de Ferraz dista mucho de ser fácil. ¿Qué posibles escenarios se abren tras el 20D para el PSOE?
Los resultados electorales nos dejan un parlamento tan fragmentado que es posible que en un plazo de dos meses no se haya alcanzado un acuerdo de gobierno y tengan que convocarse nuevas elecciones. Este sería un horizonte malísimo para Pedro Sánchez, pues la votación adquiriría tintes de segunda vuelta. Todo el voto útil a la derecha sería capitalizado por el PP, cobrándose a Ciudadanos como víctima. Y a la izquierda la situación sería incierta. El PSOE lograría recoger algunos votos que el 20D fueron a Albert Rivera, pero bastaría que Podemos y Unidad Popular sellaran un pacto para convertirse en el principal bloque de izquierdas. La polarización política ha perjudicado durante la campaña a las dos formaciones más moderadas en el centro-izquierda y el centro-derecha, PSOE y C’s. Una nueva convocatoria de elecciones no haría sino ahondar en la deriva frentista.
Otro escenario posible, igual de funesto para el PSOE, sería llegar a un acuerdo de “gran coalición” con el PP. Pactar con la derecha pondría la firma al acta de defunción de los socialistas y arrojaría al electorado de izquierdas en brazos de Podemos. Después de cuatro años repitiendo aquello de “PPSOE”, si se confirmara el acuerdo, Pablo Iglesias solo tendría que sentarse y esperar para recoger los frutos que lo conviertan en la alternativa política de izquierdas al PP. Algunos rumores sugieren que Susana Diáz no vería este escenario con malos ojos. Lo que no sabemos es si lo contempla como una estrategia para poner contra las cuerdas a Rajoy o para matar políticamente a Sánchez.
El PP, como lista más votada, tratará de alcanzar un acuerdo para gobernar. Como es previsible que el PSOE rechace la gran coalición, Mariano Rajoy deberá buscar una solución en minoría que pase por la participación de C’s, o al menos la abstención, así como la abstención de Sánchez. También es previsible que Rivera no apoye la investidura de un PP con Rajoy al frente, y no parece probable que el presidente en funciones vaya a renunciar a su segundo mandato, que además se prevé como la legislatura de la recuperación. Lo normal sería que Ciudadanos se abstuviera en la investidura y el PSOE votara en contra, lo cual no resolvería el gobierno.
Pedro Sánchez podría entonces tratar de buscar un acuerdo con Podemos, Unidad Popular y formaciones nacionalistas, pero el precio de este pacto sería muy alto para el PSOE: se impondría como condición la celebración de un referéndum para la secesión de Cataluña, que los socialistas no pueden asumir ni interna ni electoralmente. Incluso si Sánchez lograra un acuerdo que no incluyera la consulta territorial, el gobierno resultante sería débil, inestable y dejaría al PSOE escasa capacidad de maniobra, lo que nos abocaría a una temprana celebración de nuevas elecciones. Cuando se confirme el fracaso de las negociaciones con Podemos, Sánchez solo tendrá una salida: culpar a Iglesias de la falta de entendimiento, y acusar a los de Somosaguas de querer permitir cuatro años más de gobierno de la derecha.
Finalmente, es posible que la mejor opción de Pedro Sánchez pase por abstenerse en segunda votación para permitir un gobierno del PP en minoría, y comenzar a trabajar en la recuperación del PSOE y el desgaste de Podemos, confiando en que es muy difícil que los populares agoten la legislatura en estas condiciones. Pero tampoco aquí la tarea del líder socialista es fácil, pues su liderazgo está muy cuestionado. En las próximas semanas, Susana Díaz podría iniciar una maniobra para hacerse con el poder en Ferraz, arropada por buena parte del aparato y los barones territoriales. No cabe duda de que Díaz es muy fuerte en Andalucía, pero estaría por ver si los votantes progresistas del resto de España le conceden el mismo apoyo, habida cuenta de las suspicacias que despierta la federación socialista andaluza entre el electorado.
Si se confirmara la intención de Susana Díaz de cruzar Despeñaperros, cabría la posibilidad de que apareciera en el PSOE una tercera candidatura de oposición. Para recuperar la credibilidad perdida, quien lidere el próximo PSOE tendrá que acreditar un total distanciamiento de las redes clientelares que imperan en los feudos socialistas desde hace más de 30 años. Tendrá que demostrar que la propuesta de regeneración es en firme. Tendrá que predicar contra el pesebre con buenos equipos de profesionales preparados. Tendrá que desterrar a los funcionarios de partido y apostar por el talento. Hasta ahora, el PSOE ha demostrado ser una maquinaria formidable de expulsar talento. El futuro de la socialdemocracia en España pasa necesariamente por recuperarlo. Cuanto antes.
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Aurora Nacarino-Brabo (Madrid, 1987) ha trabajado como periodista, politóloga y editora. Es diputada del Partido Popular desde julio de 2023.