Las efemérides y los días

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¿Qué cosa hay más efímera aunque tan luminosa como un día? Aparentemente nada puede haber más efímero que un día, puesto que este adjetivo –del griego έφήμερος (efímeros), derivado de ήμέρα (hemera o imera), ‘día’– significa “de un día” o “que dura un día”.

Igual que una fiebre efímera, que se pasa en una sola jornada, hay un insecto conocido como efímero o cachipolla, cuya vida entera transcurre en unas veinticuatro horas. En el lapso desde que despertamos y realizamos nuestras actividades ordinarias hasta que nos vamos a dormir y soñar, una pobre cachipolla nace y muere. Claro, no sin antes aparearse para reproducirse y saldar todos sus asuntos.

De la misma raíz hemera, unida a teca, ‘depósito’, proviene hemeroteca, un espacio para almacenar los objetos de cada día, generalmente periódicos y revistas, pero podría tratarse de cualesquiera papeles, fotografías y toda clase de recuerdos cotidianos.

Las efemérides, palabra que también procede de hemera, como una extensión de las hemerotecas, son las fechas en que sucede algo que consignamos independientemente de su importancia; las fechas se repiten cada 365 días (a diferencia de los días mismos, que nunca se repiten), lo que nos ayuda a recordar cíclicamente lo ocurrido. Cuando pasan y cuando las recordamos las cosas cobran mayor o menor relevancia, pero en un memorial diario aparecerán anotadas fría y cronológicamente.

Trátese de la muerte de una persona ilustre o de su nacimiento, una catástrofe natural o artificial, un atentado terrorista, el estreno de una obra artística, el fin de una guerra o su comienzo, el Día de la Madre, el del Padre o el de la Virgen, el contenido de los diales –otro nombre de las efemérides– se reducirá a menudo a un parrafito insulso por cada acontecimiento.

Las efemérides astronómicas deben hacerse con suficiente antelación, mediante complejos cálculos, para que los astrónomos y astrólogos puedan cotejar fácilmente cualquier suceso celeste. Gracias a ellas se puede planear el estudio de eclipses y tránsitos planetarios, elaborar horóscopos y demás.

Cada quien genera sus propias efemérides. Mis diales se reducen a ciertos cumpleaños, algunas fiestas nacionales y religiosas, cada año más deslavadas, así como una que otra fecha arbitrariamente grabada en mi memoria, como el 6 de agosto de 1945, que me parece uno de los días más aciagos de los últimos tiempos, o el 10 de marzo de 1927, en que nació mi abuela.

En uno de sus fragmentos, Heráclito se mofa del viejo poeta Hesíodo porque este distinguía “los días buenos de los días malos, ignorando –sentencia crípticamente el filósofo, como era su costumbre– que todos los días son como cualquier otro”.

En fin, he aquí una posible respuesta a la pregunta con que empezó este texto: La noche, la noche de cada día con sus estrellas innúmeras.

– Emmanuel Noyola

(Time,2006 de Max Ferguson. Imagen tomada de aquí)

A la memoria: La avispa con peluca

El 14 de enero de 1898, poco antes de cumplir 66 años, murió Charles Lutwidge Dodgson, más conocido por el seudónimo de Lewis Carroll. Para recordarlo recuperamos un texto de Vuelta (Diciembre 1977) en el que Ulalume González de León reflexiona sobre el episodio -cortado, perdido y recuperado- de A través del espejo: La avispa con peluca.

Otras efemérides:

A la memoria: Henri Bergson

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es miembro de la redacción de Letras Libres, crítico gramatical y onironauta frustrado.


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