TONGOLELE EN EL CIELO
La bailarina Tongolele, cuyas danzas llamadas exóticas estremecieron nuestra adolescencia, llegará a la proximidad del Cielo, pero San Pedro no querrá autorizar su entrada.
—Tu cuerpo es vehículo de pecado —dirá el santo portero— y tus bailes ponían lujuria en los hombres.
—Pero, San Pedrito, ¿soy yo culpable del cuerpo que Dios me dio y de la imaginación de los hombres?
Discutirán y finalmente dirá San Pedro:
—Bien, pero voy a probarte, porque necesito saber si tienes o no pensamientos pecaminosos que podrían corrompernos el Cielo. Mira ese puente que pasa sobre el Infierno antes de llegar a la verdadera entrada celestial. Cruzarás ese puente, y si en el trayecto tienes una sola idea pecaminosa, caerás al fuego eterno.
—Ay, San Pedrito, tengo miedo de mí misma. ¿Por qué no me ayudas vigilándome los pensamientos?
—Bueno, mujer, echa a andar, yo te observo.
Tongolele emprenderá el trayecto del puente tan distraída en imaginar las gracias y delicias del Cielo que no advertirá que (la fuerza de la costumbre) le tongolelean las caderas a la manera de sus bailes.
Y antes de llegar a la mitad del puente, San Pedro, yendo atrás con la mirada fija en el andar de Tongolele, trastabillará y caerá al Infierno.
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.