Afirma Danubio Torres Fierro que al entrevistar (Contrapuntos reúne treinta conversaciones con escritores –poetas y narradores– hispanoamericanos) “también se entrevista a sí mismo”. No es por ello disparatado tratar de extraer de este conjunto de conversaciones literarias un retrato del propio Torres Fierro.
Uruguayo, exiliado por la política tumultuosa de su patria en los años setenta, Danubio Torres Fierro recaló venturosamente en México. Fue por breve tiempo secretario de redacción de la legendaria Plural de Octavio Paz y en los años ochenta lo fue también de la Revista de la Universidad en el periodo en que la dirigió Julieta Campos. Vivió algún tiempo en Barcelona antes de volver definitivamente a México. Fue en Plural donde conoció y frecuentó a la mayoría de los autores que agrupa Contrapuntos. El momento no podía ser más propicio. Era la época del boom: talento, oportunismo político y mercadotecnia conjugados. Una docena de buenos narradores asociados al todavía vigente fulgor de la Revolución cubana.
Contrapuntos es la versión ampliada de Memoria plural (1986), libro que reunió la mitad de las entrevistas que conjunta este libro. Entre las novedades que incluye Contrapuntos destaca la larga entrevista con Gabriel García Márquez (que es la que abre el libro, para subrayar su importancia). Afirma Torres Fierro en su prólogo que los escritores del boom representan “una suerte de conciencia moral de América Latina”. La entrevista con García Márquez echa por tierra esa afirmación contundente. Es una lástima que en la introducción de la entrevista Torres Fierro no brinde detalles de la misma. En el momento en el que la hizo se desempeñaba como secretario de redacción de Plural. Paz convino con García Márquez la entrevista y envió a Danubio a realizarla. Una entrevista extensa, rica en detalles. La entrevista, sin embargo, nunca apareció en Plural. En su libro sobre esta revista, el investigador John King sostiene que no se publicó porque la entrevista llegó después del cierre de la edición. Una explicación difícil de creer: hubiera aparecido en el siguiente número. No es difícil adivinar por qué Paz decidió no publicarla: a pesar de que García Márquez le advirtió a Torres Fierro que no hablaría de política, sí habló de política, sobre todo de Cuba. Confesó García Márquez que preparaba un libro sobre Cuba. “No eludiré nada”, dice, “mi libro será crítico”. Se refiere a los presos políticos en Cuba, “unos ochocientos”, reconoce. Afirma terminantemente que “no existe la tortura, que el nivel de los contrarrevolucionarios es tan bajo y su estructura moral tan frágil, que tan pronto como se saben descubiertos prefieren soltar todo lo que saben”. Claro, los presos políticos, antes de la tortura, lo confiesan todo por su frágil “estructura moral”. Una afirmación tan inmoral, sostenida por un autor extraordinario que era también un sinvergüenza, no tenía cabida en Plural. ¿Por qué Torres Fierro no contó esa historia si pretendía que Contrapuntos “aspirara a ser una memoria coral”? En vez de arrojar alguna luz en su introducción, se limita a decir que Cien años de soledad es una obra “tocada por el rayo divino”. La entrevista no se dio a conocer hasta 2016.
A la conversación con García Márquez le sigue la de Paz, no menos interesante. García Márquez decía que él escribía para que lo quisieran. A la pregunta de si le gustaría ser un escritor aceptado por todos, Paz responde: “sería la muerte en vida”. Prefirió ser siempre un escritor incómodo. Paz, en la entrevista, hace diversas profecías. Pronosticó la pronta paz en Medio Oriente; falló. Dijo que el derrumbe de la urss sería el “comienzo de una era de sangrientos disturbios mundiales”; también falló. La profunda miopía de algunos críticos de Paz los ha llevado a decir que en ese entonces (principios de los noventa) había abrazado el neoliberalismo. En la entrevista con Torres Fierro, Paz hace una muy dura condena al individualismo y al culto por el dinero, “profundos males psíquicos y morales” de nuestro tiempo. Profetizar hechos históricos es una labor ingrata. Carlos Fuentes le dice a Torres Fierro, respecto al tlc –en ese momento en negociación–, que el gran peligro del tratado era que entre México y Estados Unidos se crearía una vasta zona de pobreza que terminaría por separarlos definitivamente. No solo no ocurrió así sino que esa franja fronteriza se caracteriza por su gran dinamismo económico.
Sería injusto reducir el libro de Torres Fierro a las opiniones políticas de sus entrevistados. Contrapuntos ofrece un retrato contradictorio de la literatura hispanoamericana de su tiempo: los años setenta y ochenta. Ofrece asimismo la visión de un entrevistador agudo e informado. No se trata de una memoria del boom, una etiqueta cada vez más gastada. “No creo en corrientes ni nada de eso”, le dice Adolfo Bioy Casares. El hecho de que en una docena de países hayan aparecido cinco, seis o diez escritores de peso no significa que haya surgido una generación. “La aparición de gente es azarosa”, dice Juan Benet.
Contrapuntos es mucho más que eso. Un conjunto de individualidades. Una treintena de narradores, poetas y ensayistas hispanoamericanos nos hablan de sus libros, de sus planes, de sus caprichos. Al entrevistarlos Danubio Torres Fierro se entrevistó a sí mismo, ¿qué encontró? Una literatura viva, contradictoria y por ello más pujante, una conciencia crítica sobre el lenguaje. ~