Las primeras eliminatorias suelen ser rudas. Provenientes de más de 45 países, los 120 intérpretes aceptados para concursar en la Competencia Internacional Tchaikovsky tienen una oportunidad para presentar al jurado las piezas que durante tanto tiempo han sometido a una rigurosa exégesis. Los pianistas, violinistas y chelistas tienen veinte minutos para hacerse acreedores a un lugar en los escenarios de la competencia; los cantantes tienen quince.
Esta competencia se celebra cada cuatro años desde 1958 organizada por el gobierno ruso. El conquistador de cada categoría ganará, además de un premio económico, notoriedad en el ámbito de la música clásica, aunque esto no siempre es garantía de alcanzar el estrellato. Entre los ganadores previos más célebres están el pianista Vladimir Ashkenazy, el chelista Mischa Maisky y el violinista Gidon Kremer, por mencionar a algunos.
No puedo imaginar un momento más decisivo y estresante para un intérprete. Emprender el largo viaje a Moscú para las primeras audiciones. Conseguir una recomendación de un concertista reconocido a nivel internacional tan sólo para ser considerado como posible competidor. Esperar el reembolso del viaje, que sólo se les concede a aquellos logran ser aceptados para la primera ronda. Y después, por supuesto, comienzan los obsesivos ensayos entre audición y audición, las traiciones de la memoria, errores que se reprocharán a si mismos años después. En muchos casos, es una quema de naves para obtener el sello de la excelencia.
La competencia consta de tres rounds. En el primero puede haber hasta treinta participantes, en el segundo el número se reduce drásticamente a la mitad. Cada etapa incrementa en complejidad. Este año se pidió a los pianistas interpretar un preludio o fuga de El clave bien temperado de Bach; para los violinistas fue obligatorio presentar el Capricho no. 24 de Paganini. En la categoría de chelo también se exigió la interpretación de las suites de chelo de Bach y alguno de los caprichos de Alfredo Piatti. Los cantantes, por su parte, debían incluir arias de Gluck, Handel, Purcell o Mozart en su repertorio. Tchaikovsky es un imperativo en todos los rounds. Esta edición de la competencia, además, coincide con el aniversario 175 del nacimiento del compositor ruso. En cuanto a la duración se refiere, el primer round debe ser alrededor de cuarenta minutos, el segundo de cincuenta y quienes logren entrar al tercero deberán interpretar dos conciertos con orquesta. En todos los rounds se hace una mezcla entre un repertorio definido por el jurado y piezas seleccionadas por el intérprete. Naturalmente, para la categoría de voz, los tiempos son más cortos y consiste de arias de diversas épocas y compositores, con acompañamiento y a capella.
Esta semana comenzó la eliminatoria del segundo round, así que lo mejor de lo mejor se presentará el 28 de junio. Hasta el momento, la categoría de piano y voz se encuentra dominada por rusos, la de chelo se encuentra más nivelada con una fuerte presencia española y francesa y, finalmente, la de violín, categoría dominada por Asia.
¿Qué escuchar?
Destaco un par de piezas particulares de los intérpretes que, a mi gusto, podrían llevarse el primer lugar. Me alegra que mi favorita para la categoría de violín, la alemana Clara-Jumi Kang, quien ejecutó de manera exquisita el Poème de Chausson, se encuentra todavía dando pelea. La presentación se puede ver en replay aquí.
En la categoría de piano, el ruso Ilya Rashkovsky se lució con su versión de Études-Tableaux Op. 33 no. 2 de Rachmaninoff.
En cuanto a chelo se refiere, está el enérgico Bach que ofreció el español Pablo Ferrández-Castro.
Y está también la interpretación de Anastasia Kobekina.
El resto de las eliminatorias se puede ver en vivo a través de la plataforma que Medici TV preparó en conjunto con los organizadores del evento, además de una serie de entrevistas con los participantes y consulta de archivo. Sin duda, es un esfuerzo interesante, una nueva cara con la que este mercado de nicho intenta aún seducir a las audiencias.
Maestra en filosofía, publicista y aficionada a la música clásica