En 1968, Andy Warhol recibiรณ tres balas que casi lo matan. Sobreviviรณ y dijo, tiempo despuรฉs: โAntes de que me dispararan, tenรญa la sospecha de que, en lugar de vivir, solo estaba viendo la tele. Desde el disparo, estoy seguro de ello.โ Tres aรฑos mรกs tarde, David Bowie harรญa un comentario sobre esta revelaciรณn: โAndy Warhol, Silver Screen / Canโt tell them apart at allโ, cantaba en alguna parte del genial Hunky Dory.
Este episodio le sirve al filรณsofo Simon Critchley โprofesor de la New School of Social Research, autor de libros que abordan temas como el suicidio, el compromiso, la democracia y la obra de Heidegger, y oyente instruidoโ como punto de partida para Bowie, una reuniรณn de ensayos breves en torno a la obra del mรบsico, que apareciรณ en 2014 y este aรฑo ha sido publicada por primera vez en espaรฑol bajo el sello de Sexto Piso.
En parte, el libro es un recuento autobiogrรกfico. El autor asegura por principio que โlos episodios que aportan a mi vida alguna estructura vienen con una frecuencia sorprendente de la mano de las letras y la mรบsica de David Bowieโ. Es tambiรฉn un anรกlisis en el que los grandes temas de la obra de Critchley se cruzan con los de la de Bowie. Especialmente, el tema de la identidad.
Dice Critchley que Bowie aprendiรณ de Warhol que la lecciรณn del arte es la inautenticidad, โuna serie de repeticiones y de recreaciones, imposturas que desmontan la ilusiรณn de realidad en la que vivimos y nos enfrentan a la realidad de la ilusiรณnโ. La lecciรณn no es solo un tema recurrente en su mรบsica (ya en โLife on Mars?โ, por citar un ejemplo conocido, Bowie se revela como guionista de su propia pelรญcula repetitiva, de la que tal vez se pueda escapar viviendo en otro planeta) sino que, una vez asumida, sirviรณ de guรญa para una prรกctica artรญstica que pondrรญa en el centro y en primer plano la conciencia de su inautenticidad.
Bowie no era la clase de mรบsico que cantaba โdesde el corazรณnโ: era meticuloso en sus grabaciones y estudiaba las pistas para dar con el tono y la tesitura de voz que mejor transmitรญa cierta emociรณn. Y cubrรญa un amplio espectro: podรญa sonar a Syd Barrett, a Iggy Pop o a Scott Walker, todo dentro del mismo disco.
La irrupciรณn de Bowie โespecialmente desde su encarnaciรณn como Ziggy Stardustโ en el mainstream musical significรณ una ruptura con la nociรณn de que la mรบsica y la persona iban de la mano. Paul era sensible, John rebelde. Mick era arriesgado y sexual, Keith mรกs bien cรญnico. Si esas personalidades eran verdaderas (y es una asunciรณn que dejaremos pasar sin mayores pruebas), la mรบsica que componรญan era, en consecuencia, autรฉntica. La disonancia entre ambas habrรญa sido seรฑal de deshonestidad. La inautenticidad serรญa falsedad.
Podrรญan leerse las letras de Bowie en clave autobiogrรกfica, como pistas que conducen โa alguna nociรณn autรฉntica del โverdaderoโ Bowie: su pasado, sus traumas, sus amores, sus posturas polรญticasโ, admite Critchley, pero advierte: โeso es precisamente lo que tenemos que dejar atrรกs si pretendemos malinterpretar a Bowie un poco menosโ.
Una divisiรณn tajante entre el ser privado que se llamaba David Jones y la estrella de rock llamada David Bowie existiรณ hasta el final de sus vidas. Esta divisiรณn permitiรณ, por ejemplo, que este lanzara un nuevo disco sin que nadie sospechara que aquel agonizaba. Resulta inรบtil buscar a Jones en la mรบsica de Bowie. La autenticidad de esa mรบsica, en cambio, es producto de un patrรณn de habitaciรณn, imitaciรณn, perfecciรณn y destrucciรณn. Segรบn Critchley, โuna perfecta imitaciรณn de un gรฉnero conduce tambiรฉn a una sutil elevaciรณn de este, y luego Bowie se aburre, lo destruye y pasa a otra cosaโ. Bowie se transfigurรณ en una especie de pรกgina en blanco, โuna nada fluida e inmensamente creativa que pudiera adoptar caras nuevas, generar ilusiones nuevas y crear formas nuevasโ.
La genialidad de Bowie es que nos permite separar la autenticidad โโla maldiciรณn de la mรบsica de la que debemos curarnosโ, segรบn Critchleyโ de la verdad โsentida, corpรณreaโ, al servicio de la cual estรก la โconstrucciรณn ilusoria, radicalmente calculadaโ, que es su arte.
Bowie encontrรณ la autenticidad en la mutaciรณn, ofreciendo a quien estuviera escuchando la libertad de las mรบltiples posibilidades. โPor frรกgiles y espurias que sean nuestras identidades, nos dejaba (y sigue dejรกndonos) creer que podemos reinventarnos. De hecho, podemos hacerlo porque nuestras identidades son asรญ de frรกgiles y espuriasโ, dice Critchley. La alienaciรณn, la fragilidad, la decadencia podรญan servir como estรญmulo para vivir de otra manera.
En otras noticias, a finales de julio la casa Sothebyโs anunciรณ que subastarรก cuatrocientas piezas que pertenecieron a Bowie, quien fue tambiรฉn un apasionado coleccionista de arte. Una parte del lote se exhibe actualmente en Londres y ha sido visto por multitudes. Supongo que su atractivo no se limita a las obras de Basquiat, Hirst, Auerbach y Caulfield. Esas son otras pistas para resolver un misterio que, bien pensado, es ocioso resolver: el de quiรฉn fue David Bowie. ~
es editor digital de Letras Libres.