Inabarcable como la Ciudad de México, la Semana del arte acabó. Sus saldos pueden contabilizarse a partir de varios criterios, por ejemplo, eventos, precios, zonas o colonias, galerías, artistas y audiencias. El gran evento artístico del año se llevó a cabo en las primeras tardes calurosas de 2024 y además se empalmó, al menos el domingo, con la transmisión del Super Bowl. Para salir del marasmo que imponen las mastodónticas ferias, Zona Maco a la cabeza, se propone aquí una revisión de las propuestas más interesantes, de mirada alternativa y sin costo, que se llevaron a cabo en varios puntos de la zona céntrica de la ciudad.
En la casa de Salón Silicón, galería que se ubica en la calle de Tehuantepec en la colonia Roma sur, lejos del ajetreo de los bares, los restaurantes y las hordas de turistas de la Roma norte, todavía se puede ver Hotel fatiga, de Sofía Hinojosa. Es una muestra sutil y vigorosa que reproduce ciertos elementos relacionados con la hostelería y el turismo, por ejemplo, mosaicos sobre uniformes de madera, como el que usan las camaristas; babuchas de descanso; camastros y plantas de plástico. También se exhiben folios de hoteles de antaño. La austeridad de la muestra, que consta de pocas piezas emplazadas en los espacios de la casa-galería, contrasta con la exuberancia escenográfica y publicitaria de los destinos turísticos. Hinojosa sugiere que la industria turística explota el cansancio y el desaliento que producen la actividad laboral, que muchas veces ya se desempeña en modo home office. Hotel fatiga, además, hace eco de la transformación actual de la Roma sur donde, a partir de la pandemia de covid-19, muchos departamentos y casas se convirtieron en alojamientos de Airbnb en los que viven/trabajan/descansan/turistean extranjeros: las maletas que forman parte de la exposición pagan 70 pesos y pertenecen a turistas que se alojan en la zona.
Siguiendo la línea de la casa como espacio adaptativo, la galería Proyectos Multipropósito presenta Casa Ideal. Utilizando diferentes formatos como fotografía, maquetas, dibujo y mobiliario, la muestra reúne la visión de más de setenta artistas, diseñadores y arquitectos de distintas generaciones sobre la casa ideal. Como se explica en la hoja de sala, “frente a la urbe reticular que en todo momento nos rodea, se presenta un montaje de piezas que surgen como respuesta individuada a la pregunta por la casa ideal. Entre ellas emerge una suerte de urbanidad de los hogares inconscientes; de sus formas, vacíos e imágenes”. Casa Ideal es el tipo de ejercicio curatorial que se espera de la Semana del Arte: ambicioso, con un enfoque que abarque diversas disciplinas y desigual en sus resultados. En Casa Ideal conviven obras que efectivamente aluden al inconsciente como habitación, así que hay obras poéticas como las de Magali Lara –que en sus dibujos, apenas bocetos, confiesa: “soñé que en mi cuarto había una puerta y existía otro cuarto más grande”– y otras que son puntadas, como la de Leonardo Asencio: un envase de vidrio de Coca-Cola que sirve como maceta, montado sobre una base con el dibujo de una flor. La casa ideal como una efervescente Coca-Cola, ideal para la sombra de estos días de calor.
En la antigua fábrica de hilos y encajes Laguna, en la colonia Doctores, aún se puede visitar En las sombras, nuestros fantasmas acechan, exposición cuya curaduría tuvo a su cargo Fabiola Iza. Con la participación de, entre otros, Alicia Ayanegui, Enrique Arriaga Celis, Daniela Bojórquez Vértiz, Leo Marz y Daniel Monroy Cuevas, “la visualidad ansiosa de estas obras se manifiesta de maneras específicas. Cual si fueran producto de un nervio óptico dañado, los contornos de sus formas se desdibujan, son difíciles de definir, provocando una desorientación espacial como temporal”. Una de las mejores piezas de los eventos de la Semana del Arte y que resume bien esta muestra es Gaol (2010), de Oswaldo Ruiz. Se trata de un video que muestra una panorámica de una antigua cárcel vacía; el encuadre recuerda los encuadres carcelarios del filme neorrealista El limpiabotas (1946), de Vittorio de Sica, donde los niños presos son vigilados. En la obra de Ruiz, de apenas seis minutos de duración, las luces del lugar progresivamente se prenden y luego se apagan hasta que aparece una silueta diminuta o quizá una sombra que después se esfuma. Una pieza de penumbra donde se pierde la nitidez y que erosiona la claridad.
Para acabar, hablemos de QiPO, que tuvo como sede un edificio de la calle Ayuntamiento en la colonia Centro. A diferencia de las otras ferias, aquí se pudieron ver obras con intereses estéticos arraigados en la cultura popular y menos encorsetados en los circuitos de museos y galerías. Artistas como Valerio Gámez, que expuso una de las fotografías de la serie Anexados, que explora temas queer como el arquetipo del chacal y su relación con una idea de la justicia; Mauro Terán, que en su estrambótica propuesta pictórica mezcla referencias de la mexicanidad, ya sea celebridades, ídolos prehispánicos, figuras históricas, nombres de marcas y también iconografía religiosa; y La Pinche Adultez, proyecto de Ingrid León y Ana Armitage, enfocado en la estética de lo femenino, el goce y la fiesta. Definida como una feria de outsiders, QiPO mostró un lado más juguetón e irreverente, menos serio, del arte mexicano contemporáneo. ~
es periodista cultural, crítico de cine y traductor literario.