La cruzada por el sonido perfecto no termina nunca. Las orquestas del mundo convergen enérgicamente en “La” antes de cada concierto, regalándonos un preámbulo de su maravillosa sincronía, a la vez que todo estudiante primerizo busca celosamente mantener afinado su instrumento. Está la ambición de rescatar sonidos: luego de un largo proceso de contemplación y entendimiento de maderas que despiertan luego de cientos de años, restauradores, lauderos y especialistas traen para nosotros la música de instrumentos que parecían estar destinados a perderse para siempre y, por supuesto, también está la creación de nuevos sonidos. Recientemente, hemos sido testigos de innovaciones como el 3Dvarius de Laurent Bernadac, un violín impreso en 3D, del Bogányi, el piano cuyo diseño tomó más de 10 años al pianista húngaro Gergely Bogányi. A principios del año pasado, vio la luz el Barenboim, el piano diseñado por el conductor y pianista argentino Daniel Barenboim.
Concebido en el 2011, el piano fue diseñado en colaboración con el fabricante Chris Maene y la afamada marca Steinway & Sons, que elaboró los componentes del instrumento. “Es un sonido alternativo” dijo Barenboim a The Guardian durante la develación, aclarando además que no había nada malo con un piano Steinway y que su piano tendría “como todo en la vida, sus ventajas y desventajas”. A diferencia de los pianos convencionales, las cuerdas del Barenboim son paralelas y no cruzadas, lo que hace, de acuerdo con el pianista, el sonido sea menos difuso, más transparente, con el mismo volumen, pero con mucha más calidad. La inspiración para este instrumento vino al intérprete después de un encuentro cautivador con un piano restaurado que perteneció a Liszt. En el piano, los macillos golpean las cuerdas de metal, fijadas al puente y están siempre en tensión, algunas de las cuerdas están cruzadas. El Barenboim tiene dos puentes, basándose justo en el diseño de cuerdas paralelas de Liszt.
Lo interesante del Barenboim es que pocos nuevos instrumentos pueden tener a la brevedad un debut tan especial: en mayo del 2015 el piano fue develado a la prensa, posteriormente Barenboim presentó un ciclo de las sonatas para piano de Schubert y en noviembre de este año la disquera Deutsche Grammophone lanzó el álbum On my new piano, en la cual se interpretan piezas de Scarlatti, Beethoven y Liszt. Es interesante cuando Barenboim habla sobre Scarlatti, ya que el compositor italiano escribió para clavecín y comenta sobre esta mutación: “creo que se puede ser muy fiel a la música de Scarlatti y aún así, tocarla en el piano”. Incluye también el popular Mephisto Waltz No. 1 de Liszt, una pieza escrita para el piano inspirada en la escena del Fausto de Lenau en la que Mefistófeles convence al protagonista de participar en un baile y seducir a una chica interpretando una intoxicante pieza de violín.
Es posible que la novedad en las notas que emita esta creación sea sólo reconocible a los eruditos y a los oídos finos: Robert Thicknesse de The Wall Street Journal, por ejemplo, habló de una diferencia en el sonido, pero aclaró que no se trataba de una reinvención, al igual que el crítico The Guardian, Andrew Clements, que también encontró un cambio sutil. Ese es justo el punto, es un ejercicio sumamente importante ya que se trata del peregrinaje del sonido, de su perfeccionamiento, de las múltiples transformaciones de las que afortunadamente somos partícipes.
On my new piano se puede escuchar tanto en Spotify como en Apple Music.
Maestra en filosofía, publicista y aficionada a la música clásica