Decimos que la roca está aquí, que las montañas están más allá; usamos este verbo estar innumerables veces al día, y sin embargo olvidamos que es un verbo y que nombra un acto: que el solo hecho de existir es una cosa muy activa.
David Abram, Devenir animal: Una cosmología terrestre
Llegué a Ciudad Universitaria con el propósito de visitar una instalación que prometía reubicar material geológico del Pedregal al interior de un espacio expositivo. Frente a la imponente explanada de la Biblioteca Central se encuentra la entrada al cubo blanco donde existe Nonsite: El Pedregal revisitado de Perla Krauze.
Caminar entre dos muros de recinto marca el final de la estabilidad del concreto. Detrás de estos muros se extiende una ciudad que solo existe ahí. La vulnerabilidad despierta al sentir la superficie rocosa bajo los pies. Sobre las paredes de la galería se desdoblan gabinetes de exploraciones espaciales y colecciones vegetales. Sutiles actos de monumentalizar lo invisible. Entré huyendo de mí misma para enfrentarme a la consciencia activa de mi cuerpo en el espacio. Más que la domesticación de la roca, esta instalación deja en evidencia la domesticación del cuerpo.
Existimos limitados por condicionamiento, impulsados por conceptos impuestos y filosofías heredadas. Para expandir el conocimiento, es necesario romper el lenguaje. Es necesario abandonar el camino trazado para crear caminos propios de intercambio entre cuerpo y entorno. Desnudar los sentidos, caminar la roca, activar el instinto. En este paisaje la posibilidad de contacto y la ausencia de vigilancia son invitaciones a habitar el presente.
Ser y estar, ambas palabras que expresan acción, por lo tanto, vida. Por semántica, estar le atribuye un determinado estado al sujeto, es el ”resultado de una acción, transformación o cambio vinculada a una situación espacio-temporal determinada”. Existir, hallarse en este o aquel lugar. Ser es una característica atribuida a un sujeto inherente o estable. Suceder, acontecer, tener lugar. Somos y estamos con las rocas vivas del Pedregal.
Al habitar este paisaje pedregoso, la palabra es el último recurso expresivo. Lenguaje roca: un vocabulario interpretado por los pies. Roca, existencia ígnea, compacta y dura. Roca, memoria viva y tangible. Moldear la memoria entre la suela de los zapatos y la superficie volátil del camino. Las rocas hablan en vibración, nuestros cuerpos escuchan al tacto.
Perla Krauze (Ciudad de México, 1953) se define como una geo-intérprete traductora de la roca. Una arqueóloga sin cédula profesional que hace de la práctica una exploración autodidacta. Guiada por la curiosidad, los procesos de Perla son una búsqueda por encontrarse a sí misma en materiales que resuenan con su origen. En el ir y venir de su práctica escultórica, la materia se presenta como un espacio de reflexión histórica de su propio transitar por esta realidad terrenal.
Nonsite, se presenta como un territorio de tezontle domesticado, un paisaje mental expandido. Ciudad esculpida dentro del MUCA en la Ciudad Universitaria. Una ciudad dentro de otra. Un imaginario individual que explota y se despliega en la tercera dimensión. Una lectura sensorial del espacio: caminar lentamente sobre el cuerpo vivo del Pedregal. Deambular en el tiempo, cruzar la ciudad.
Nonsite: El Pedregal revisitado, de Perla Krauze, se presenta hasta el 14 de mayo en el MUCA Campus. Más información aquí.
es escritora y directora creativa. Fundadora de BLOQUE, publicación dedicada a nuevas formas de pensar y escribir sobre escultura contemporánea.