Foto: Abramax, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons

La minería en el fondo marino, un arma de doble filo

La minería en el fondo marino es necesaria para acelerar la producción de vehículos eléctricos. Sin embargo, está acompañada de costos ambientales que podrían ser devastadores.
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El fondo del mar es una verdadera frontera que no hemos explorado ni explotado. Mientras la superficie terrestre se sacude por los efectos del cambio climático y los desplazamientos humanos, el fondo del océano sigue siendo un lugar tan inhóspito y difícil de alcanzar que permanece relativamente intacto. De ninguna manera está garantizado que permanezca así.

Enterrados bajo el agua se encuentran metales altamente demandados, necesarios para potenciar el desarrollo de baterías, que a su vez son cruciales para la tecnología que emplean los vehículos eléctricos. Por su parte, estos vehículos pueden ayudarnos a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y avanzar hacia un escenario de calentamiento global que se aproxime un poco a los 1.5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, según lo prescrito por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas. Pero las baterías que requieren los vehículos eléctricos dependen de metales cuya obtención está resultando bastante difícil. Por ello, la comunidad internacional está compitiendo para crear un conjunto regulatorio que permita la innovación y al mismo tiempo proteja uno de los últimos ecosistemas intactos de nuestro planeta. Se trata de una carrera por implantar sistemas más ecológicos y mitigar sus efectos.

En noviembre, la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA, por sus siglas en inglés), agencia de la Organización de las Naciones Unidas que tiene la tarea de regular los recursos minerales en aguas internacionales, celebró su sesión número 27 para darle forma a un plan para regular y aprobar las operaciones mineras en aguas profundas. Mientras que ya hay operaciones de exploración en marcha para probar la eficacia de la tecnología necesaria para extraer este tipo de metales, las regulaciones para la minería comercial entrarán en vigor en julio. Es probable que a partir de esta fecha comencemos a ver operaciones mineras a gran escala. Ante la urgencia de acelerar el proceso y cosechar los beneficios de brindar un suministro estable al mercado de vehículos eléctricos, tanto la tecnología necesaria como la regulación correspondiente se han desarrollado de forma paralela.

Estas son buenas noticias para los entusiastas de los vehículos eléctricos. La demanda de automóviles menos contaminantes y más eficientes se está disparando: en el segundo trimestre de 2022, los vehículos eléctricos representaron 5.6% del mercado total de automóviles, frente al 2.7% del mismo periodo en el año anterior. Un análisis de mercado de Bloomberg predijo que llegar al 5 por ciento en la participación de mercado indicaría que la adopción masiva de los vehículos eléctricos es factible. En resumen: la producción de vehículos eléctricos está aumentando rápidamente y necesita suministros de metal adecuados para satisfacer la demanda.

En este escenario, varios países y empresas han expresado públicamente su preocupación ante una fecha límite que se acerca con rapidez, argumentando que ni la ISA ni las empresas mineras han sido capaces de asegurar que las operaciones en la profundidad no resultarán en una degradación del suelo marino. Han llamado a una moratoria en las actividades de minería en aguas profundas hasta que el desarrollo de investigación se empate con la tecnología empleada. El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) ha liderado los esfuerzos para que jefes de Estado y empresas dominantes del sector se pronuncien en torno a la minería en aguas profundas. “La ISA, la agencia que paradójicamente es responsable de otorgar licencias de minería en aguas profundas, y al mismo tiempo proteger al océano de su impacto, ha demostrado ser incapaz para su propósito”, escribió WWF. “Necesitamos cambiar el rumbo con urgencia, antes de que se produzcan daños irreparables”. Las regulaciones que se implementarán en julio aún no están completas, lo que deja aun más incertidumbre. La fecha límite de julio se estableció cuando la República de Nauru, de la mano con la empresa canadiense Metals Co., activó la “cláusula de dos años” de las Naciones Unidas en 2021, en un esfuerzo por acelerar el proceso de aprobación de las operaciones mineras comerciales. En caso de llegar a la fecha límite sin otro curso de acción por parte de la ISA, las empresas tendrán amplia libertad de excavar en aguas profundas sin la supervisión de esta organización.

Es probable que una gran parte de este riesgoso tipo de minería tenga lugar en la Zona Clarion-Clipperton (ZCC), una fractura de 4,500 millas de largo en el fondo marino. Ubicada entre Hawái y México, la ZCC es una reserva masiva de algunos de los metales más demandados para la ecologización de la movilidad. En esta fractura hay miles de millones de nódulos polimetálicos que parecen esferas metálicas y contienen níquel, cobalto, cobre, zinc, litio y manganeso.

Actualmente, los metales provienen en su mayoría de minas en tierra que causan estragos ambientales como la desestabilización del suelo y el daño a la flora y fauna local, y con frecuencia tienen estándares laborales inhumanos. Además, las prácticas mineras de hoy no siguen el ritmo de un mercado de rápido crecimiento. En este contexto, las empresas están mirando a la ZCC y su suministro en apariencia ilimitado, y las pruebas de viabilidad y de impacto ambiental ya están preparando el camino para futuras operaciones comerciales de minería en aguas profundas. Por ejemplo, el buque Hidden Gem llevó a cabo su primera operación de prueba en 2022, una colaboración entre la empresa suiza de construcción submarina Allseas y Metals Co. La operación consistió en recoger nódulos polimetálicos del lecho marino junto con una pequeña cantidad de sedimento. Luego, los nódulos se succionaron hacia la superficie a través de una serie de tubos, y los desechos y el agua de mar restantes se devolvieron a la ZCC. Este ejercicio de prueba recolectó 4,500 toneladas métricas de nódulos, 3,000 de los cuales fueron llevados a la superficie, según reportó Metals Co.

La tecnología que utiliza la minería en aguas profundas está progresando rápidamente, buscando que los metales estén disponibles a la velocidad que demanda el mercado. Sin embargo, nuestra comprensión de los impactos de estas actividades no sigue el mismo ritmo. En una encuesta, 88% de los expertos en la materia dijeron que actualmente la información es “demasiado escasa para minimizar los riesgos ambientales y garantizar la protección del ecosistema marino frente a la minería de gran escala en alta mar”. Solo 5% apoyó activamente la idea de que contamos con información adecuada para tomar decisiones informadas sobre los efectos perjudiciales para la ZCC.

Los efectos en la biodiversidad de la ZCC son uno de los riesgos claves de esta actividad, pues conocemos relativamente poco sobre las especies que habitan allí. Aproximadamente 80% del océano aún no se ha explorado, y los científicos estiman que menos de 10% de las especies han sido clasificadas. La destrucción del hábitat, la contaminación acústica y lumínica y las nubes de sedimentos son amenazas potenciales para los ya frágiles ecosistemas de las profundidades del océano. La conectividad, es decir, las interacciones entre poblaciones, aún no está bien estudiada en las profundidades del mar, y no sabemos cómo la alteración de una especie o sistema afectará al resto. También existe una comprensión limitada de la variabilidad –las “tendencias espaciales y temporales naturales” de un ecosistema– de las profundidades marinas, que es un factor clave al analizar su resiliencia.

En una revisión de la literatura disponible sobre los impactos ambientales de la minería en aguas profundas, investigadores advierten sobre la adopción de nuevas regulaciones o la adjudicación de contratos antes de que exista “suficiente información para tomar decisiones basadas en datos y con base científica”. Una preocupación central es que se trata de un ecosistema único que ya lucha por sobrevivir con el aumento en la temperatura del agua –un daño mayor puede ser irreversible. Para explotar de manera ética el fondo del mar, debe haber pruebas importantes para demostrar de forma exhaustiva que el impacto en las especies y los ecosistemas es mínimo y reversible. Si bien las corporaciones pueden recaudar rápidamente recursos y destinarlos a la investigación y desarrollo de herramientas que permitan un mínimo impacto en el océano, la comunidad científica necesita tiempo para investigar y examinar adecuadamente las prácticas que la ISA está por aprobar el próximo julio. Mientras tanto, los 167 Estados miembros y la Unión Europea han redactado propuestas para la exploración y explotación del fondo marino. Mantener el ritmo de estas pautas no será suficiente. En la urgencia de frenar el aumento del nivel del mar y monetizar un recurso increíblemente valioso, el apoyo político estará del lado contrario al de la conservación.

Mientras tanto, el sector corporativo de la minería en aguas profundas avanza a todo vapor. “Estamos construyendo un mundo en el que los metales no se extraen ni se desechan, sino que se alquilan y se devuelven”, afirma Metals Co. En los planes de la compañía para un futuro alimentado por nódulos, los metales serían extraídos y uitlizados, y luego se convertirían en parte de un ciclo en el que se podrían reciclar de manera más eficiente. La compañía está desarrollando esa tecnología de reciclaje junto con su aparato de minería. Pero según el informe financiero que presentó el 30 de septiembre de 2022, tuvo una pérdida neta de $27.9 millones de dólares. De continuar por el mismo rumbo, solo contarán con liquidez para operar por nueve meses más, llegando con un par de meses de sobra al plazo previsto para que las regulaciones oficiales de la ISA sean vigentes. Existen otros jugadores corporativos más pequeños en el sector, pero no han tenido la oportunidad de realizar pruebas preventivas y, por lo tanto, están aún más atrasados en hacer que las prácticas mineras sean sostenibles.

El tiempo se agota rápidamente. Si las nuevas regulaciones entran en vigor en julio, métodos de minería altamente impredecibles se sumergirán en las profundidades del océano. Reducir la dependencia global de los combustibles fósiles es, sin duda, una parte crucial de la lucha contra el cambio climático. Pero apostar la salud del océano es un riesgo que no vale la pena tomar. ~

Este artículo es publicado gracias a una colaboración de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de SlateNew America, y Arizona State University.

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