āĀ”Hola y bienvenidos a Marte!ā. De un rayo de luz rosada aparece proyectado Saeed, un hombre de barba corta y cuidada, vestido con un traje espacial de proporciones desconcertantes y gestos extraƱos, tĆpico de los personajes de videojuegos creados en el 2002. Pero no estamos en el 2002: Saeed es la primera persona que encontramos en esta experiencia de realidad virtual ambientada en el 2057, un embajador ficticio que nos da la bienvenida a nuestro āsegundo hogarā en Marte.
Tanto Saeed, como el paisaje arenoso por el que nos guĆa, son obra de expertos de los Emiratos Ćrabes Unidos. Durante el otoƱo de 2017, el paĆs Ć”rabe presentĆ³ esta peculiar aventura de realidad virtual para promocionar su futura misiĆ³n a Marte (cuyo lanzamiento estĆ” previsto para el 2021), asĆ como la Mars Science City,un asentamiento artificial que simula las condiciones del planeta rojo y que serĆ” construido en el desierto emiratĆ. Mientras viajamos en nuestro vehĆculo virtual por un Marte creado por computadora, Saeed, con naturalidad, hace alusiĆ³n al āgobierno unido de Marteā y nos cuenta una historia ficticia de firmas de acuerdos y protocolos. āSi se crea un gobierno en otro planeta, ese gobierno y su gente es independiente de la autoridad y de la influencia de la Tierraā, explica Saeed.
Las fantasĆas futuristas, sin embargo, a menudo son fachadas adornadas que disimulan antiguas prĆ”cticas opresivas. Posiblemente el discurso de Saeed estĆ© pensado para tranquilizar a las personas que temen que un gobierno autoritario fantasee con un proyecto tan ambicioso. AdemĆ”s de la misiĆ³n a Marte y de los diseƱos de simulaciĆ³n marciana, la policĆa del emirato de Abu Dabi presentĆ³ tambiĆ©n un proyecto para crear una fuerza policial formada por humanos radicados en el planeta rojo, asĆ como una flota de vehĆculos robĆ³ticos y autĆ³nomos. Como la tecnologĆa espacial se ha desarrollado gracias a una gran cantidad de ensayos en la Tierra antes del despliegue al espacio, uno podrĆa preguntarse quĆ© planes tiene la policĆa de Abu Dabi para su zona de jurisdicciĆ³n en la Tierra.
DespuĆ©s de todo, la vigilancia sin policĆas ya es una realidad en muchas ciudades de Estados Unidos. La policĆa utiliza tecnologĆa cada vez mĆ”s avanzada en su trabajo: algoritmos computacionales para predecir delitos, programas para agrupar a sospechosos a partir de fotografĆas o, incluso, reconocimiento facial para detectar culpabilidad, como describe con elocuencia Cathy OāNeil en su libro mĆ”s reciente, Armas de destrucciĆ³n matemĆ”tica. Estos algoritmos pueden resultar sumamente falibles, pues se han construido de acuerdo con las apreciaciones personales de sus creadores. Sin embargo, los usa la policĆa, que no entiende su funcionamiento y, mucho menos, sus considerables limitaciones. Pero cuando una jefatura de policĆa presenta planes parecidos pero aplicados al espacio, el caso se resume simplemente en una historia mĆ”s del espacio: una nota al pie extravagante proyectada para un futuro lejano, sin tomar en cuenta quĆ© pasos hay que dar en la Tierra para poder llegar hasta allĆ”.
Este lunes, durante su discurso de apertura en una reuniĆ³n con el reciĆ©n restaurado Consejo Nacional del Espacio, el Presidente Trump protagonizĆ³ un sinnĆŗmero de titulares a raĆz de que, una vez mĆ”s, anunciĆ³ su intenciĆ³n de crear una Fuerza Espacial que funcione como una sexta rama de las Fuerzas Armadas estadounidenses. El comentario distrajo a los presentes de la firma de la Directiva de PolĆtica Espacial-3, que era el punto central de la reuniĆ³n. Esta Directiva se centra en la gestiĆ³n del trĆ”fico de satĆ©lites, una iniciativa muy necesaria dado el aumento del uso del espacio por parte del sector militar y comercial, que ha convertido el Ć”rea prĆ³xima a nuestro planeta en una zona muy congestionada.
Hay que decir que no hay indicios de que se estĆ© trabajando en una Fuerza Espacial: la creaciĆ³n de una nueva rama de las Fuerzas Armadas debe ser aprobada por el Congreso, y los comentarios informales no se consideran Ć³rdenes ejecutivas. La idea de una Fuerza Espacial separada de la Fuerza AĆ©rea (que es la que actualmente gestiona las actividades espaciales) no es nueva y ha encontrado mucha oposiciĆ³n porque, segĆŗn sus detractores, genera burocracia y gastos para el paĆs.
Por su parte, los promotores de la Fuerza Espacial sostienen que el espacio es demasiado vasto como para que la Fuerza AĆ©rea pueda monitorearlo, ademĆ”s de que el foco principal de esta sigue siendo lo que sucede dentro de los confines de nuestra atmĆ³sfera. Pero ese razonamiento se desmorona por sĆ solo. Tomemos justamente esos confines que ellos mencionan. Debido a que en el espacio no hay avisos que seƱalen el final de una zona y el comienzo de otra, los expertos no logran ponerse de acuerdo sobre el lĆmite entre el espacio aĆ©reo y el espacio exterior. AdemĆ”s, en nuestro planeta, la existencia de las fronteras ha ayudado a delimitar las esferas de control sobre tierra, mar y aire de cada paĆs. En cambio, en el espacio, esas fronteras no existen. De hecho, estĆ”n prohibidas de acuerdo con el Tratado sobre el Espacio Exterior de 1967, que restringe la apropiaciĆ³n de este y establece su preservaciĆ³n para fines pacĆficos, al menos en teorĆa. Cuando Trump apela a su acostumbrada retĆ³rica nacionalista de āno basta con tener presencia estadounidense en el espacio. Debemos tener el dominio del espacioā, no queda demasiado claro a quĆ© se refiere con ādominioā o cĆ³mo una fuerza militar en el espacio contribuirĆa a lograr esta meta un tanto incierta.
Aunque este comentario sobre la ādominaciĆ³nā ha acaparado gran parte de la atenciĆ³n de los medios, la introducciĆ³n del discurso de Trump fue mucho mĆ”s reveladora. Al comenzar su intervenciĆ³n con uno de sus tĆpicos comentarios inconexos, el presidente aprovechĆ³ para hablar sobre la inmigraciĆ³n:
Vean la muerte y la destrucciĆ³n que se ha producido por la gente que viene a este paĆs sin pasar por un proceso migratorio. Queremos un sistema de inmigraciĆ³n basado en el mĆ©rito, para que Boeing y Lockheed y toda la gente, Grumman tambiĆ©n, asĆ como toda la gente que estĆ” aquĆ hoy, los directores de las empresas, puedan contratar a las personas en funciĆ³n del mĆ©rito. Que sepan que si esas personas estĆ”n aquĆ es por su propio mĆ©rito, no porque ganaron la loterĆa ni porque se colaron por la frontera y podrĆan ser asesinos, ladrones y muchas cosas mĆ”s.
Con este comentario, Trump relaciona directamente el Ć©xito de los representantes de la industria allĆ presentes con sus polĆticas de inmigraciĆ³n y, probablemente, hasta con su decisiĆ³n de encarcelar a niƱos, con sus familias o sin ellas. InsinĆŗa, por lo tanto, que la industria aeroespacial se ha visto afectada por un influjo de asesinos extranjeros clandestinos con limitados conocimientos de ingenierĆa. Sin embargo, ninguno de los representantes de la industria que estaban ahĆ cuestionĆ³ esas declaraciones. Debido a que las empresas de defensa como Boeing, Lockheed y Northrup Grumman contratan a muy pocos extranjeros (entre 2008 y 2013, Boeing contratĆ³ solo a 21 personas con visa H-1B), sus representantes optaron por no reaccionar a las palabras de Trump, anticipando futuras ganancias para sus empresas.
Tomando en cuenta que las noticias avanzan con velocidad frenĆ©tica, la Fuerza Espacial podrĆa parecer otra distracciĆ³n absurda. AĆŗn asĆ, la intenciĆ³n estĆ” mĆ”s clara que el agua: la idea de crear fronteras que nos cerquen, no solo por los lados, sino tambiĆ©n sobre nuestras cabezas; la propuesta de una expansiĆ³n militar tan agresiva que sobrepase los lĆmites de nuestro planeta, y la promesa de Ć©xito comercial a cambio de silencio y complicidad.
Future Tense es una colaboraciĆ³n entre Slate, New America y Arizona State University que explora tecnologĆas emergentes, polĆtica pĆŗblica y sociedad.