La del cambio climático es una historia de pérdidas: costas que se encogen, hábitats que desaparecen, biodiversidad perdida. Como muchos de estos cambios se producen de forma lenta y sutil, es difícil procesar en tiempo real la magnitud de la pérdida. Pero el resultado final puede ser muy grave. Pensemos en el caso del Okjökull, un antiguo glaciar en el oeste de Islandia. Durante siglos, estuvo ahí. Ahora ya no está.
Gracias a un equipo de glaciólogos especializados, Islandia tiene registros particularmente exhaustivos de sus glaciares, que alcanzan más de 80 años de mediciones anuales. Estos registros son desalentadores. Sobre todo en los últimos 20 años, los veranos más calurosos han reducido la extensión y el grosor de los glaciares de ese país. Oddur Sigurðsson, uno de los principales glaciólogos de Islandia, declaró en 2014 que el Okjökull había muerto, aunque probablemente dejó de existir antes de ese momento. Jökull es la palabra en islandés para “glaciar” o “capa de hielo”, por lo que al Okjökull se le quitó el jökull de su nombre. Ahora se lo conoce simplemente como Ok.
Los antropólogos Cymene Howe y Dominic Boyer de la Universidad Rice estudian la cultura islandesa y les sorprendió el hecho de que la historia del Okjökull no se difundiera más allá de Islandia. “Solo hubo una pequeña noticia en un medio de habla inglesa, pero no hubo cobertura internacional”, dice Howe. “Me sentí desconcertado e intrigado por la historia de este pequeño glaciar que desapareció sin causar mucha conmoción”. Entonces, en 2018, los investigadores realizaron un documental sobre el glaciar, llamado Not Ok.
En su investigación etnográfica y en las entrevistas que realizaron para la película, Howe y Boyer notaron que la muerte era un tema recurrente. “Hacia el final del proceso, nos dimos cuenta de que el Ok se merecía algún tipo de homenaje por su fallecimiento”, explica Howe. “Investigamos un poco y descubrimos que en ningún lugar del mundo hay monumentos a los glaciares desaparecidos, y nos pareció que era un gesto simbólico y político importante sobre la transformación drástica del medioambiente en todo el mundo”.
Entonces, Howe y Boyer presentaron una propuesta para dejar un testimonio duradero del Okjökull en una placa. El proceso duró casi un año y “culminó, básicamente, con una llamada telefónica en la que tuvimos que preguntarle al propietario de una parte de la montaña si nos dejaba poner esta placa en su propiedad”, dice Howe. En agosto, los antropólogos, Sigurðsson y algunos miembros del público harán una caminata hasta el Ok para colocar la placa en una de sus piedras. La inscripción fue escrita en islandés por el autor y poeta Andri Snær Magnason, e incluye su traducción al inglés. Este es el mensaje de la placa:
Un mensaje al futuro
Ok fue el primer glaciar islandés en perder su condición de glaciar. En los próximos 200 años, se espera que todos nuestros glaciares sigan este camino. Este monumento se levantó para reconocer que sabemos lo que está pasando y lo que debemos hacer. Solo ustedes sabrán si lo hicimos.
Agosto de 2019
415 ppm de CO2
Ok es el primero, pero casi seguramente no será el último, ni en Islandia ni en otros lugares. Islandia tiene más de 400 glaciares y, tal como dice la placa, los expertos estiman que todos podrían desaparecer para el año 2200. De acuerdo con un artículo de 2017, los Alpes han perdido el 54 % del área de hielo desde 1850, los glaciares bolivianos han perdido prácticamente la mitad de su masa en los últimos 50 años y los de la cordillera del Himalaya y Canadá también están perdiendo hielo rápidamente. Desde 1966, todos los glaciares del Parque Nacional de los Glaciares en Montana se han ido achicando; las imágenes comparativas de este proceso son sorprendentes. Pero ¿cuándo pasa un glaciar del retroceso a la muerte?
Según Sigurðsson, el Okjökull había muerto porque se volvió demasiado delgado para calificar como glaciar. “Un glaciar debe ser lo suficientemente grueso como para moverse por su propio peso”. Si un glaciar se vuelve demasiado delgado, “dejará de moverse y será declarado un glaciar muerto”. Si bien el Ok fue dado a conocer como el primer glaciar islandés en perder esa condición, “hay muchos casos que están en el límite entre ser un glaciar y no serlo”.
Sigurðsson tomó la decisión basándose en las fotografías que había estado tomando desde 2003 y en su propia observación. “Era demasiado delgado para que pudiera moverse”. Al verlo a simple vista, hay indicios claros de que el glaciar se está moviendo: las grietas que se forman a medida que el hielo se agrieta y fractura y el agua turbia (u opaca) bajo la superficie del hielo, que muestra que el glaciar está recogiendo sedimento de las rocas que están debajo.
También existen otros métodos que los glaciólogos pueden usar para determinar si un glaciar se está moviendo o no, según Tom Neumann, un científico criosférico del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA. Aunque los primeros glaciólogos utilizaban métodos antiguos para medir el movimiento de los glaciares, como colocar una piedra sobre el hielo y volver a controlar su ubicación varios meses después, ahora los científicos tienen métodos más refinados. Durante las últimas dos décadas, los investigadores han utilizado tecnología GPS para hacer un seguimiento del movimiento de postes enterrados en el hielo. Ahora, también podrían usar datos satelitales que les permitan observar el movimiento de distintas características a lo largo del tiempo, por ejemplo, de franjas específicas de hielo de color más oscuro. También se pueden automatizar programas para hacer un seguimiento de formas o patrones específicos en fotografías, con el objetivo de obtener una visión a gran escala del flujo de los glaciares en el transcurso de días, semanas o años.
Neumann dice que nunca ha declarado la muerte de un glaciar y que no conoce a nadie en el campo que se especialice en pronunciar la muerte de glaciares, pero sí usó la misma definición de glaciar que Sigurðsson: se forma con la nieve que cae del cielo y que, con el paso del tiempo, se comprime hasta formar hielo, y debe moverse. Está de acuerdo en que el hielo del Ok es demasiado delgado para poder moverse y agrega que la forma de la montaña podría haber influido en su desaparición temprana. La montaña del Ok tiene una inclinación relativamente gradual, por lo que la gravedad puede hacer muy poco para ayudar a que el hielo de la superficie se deslice hacia abajo. “En un glaciar con una pendiente más pronunciada, el hielo tiene que ser muy delgado para que deje de moverse”, explica. Eso significa que los glaciares pequeños que están en lugares relativamente llanos podrían tener más probabilidades de “morir” que los de un tamaño similar en pendientes empinadas: los glaciares que están en superficies más planas tienen menos ayuda de la gravedad para deslizarse hacia abajo.
Y, de acuerdo con Sigurðsson, es casi seguro que esos glaciares más pequeños también estén muriendo. Si bien el Okjökull es el primer glaciar conocido en perder su condición de glaciar, Sigurðsson dice que, a partir de sus observaciones realizadas desde el año 2000, encontró 56 glaciares que han dejado de serlo. Sin embargo, por su presencia general en la cultura islandesa, el Okjökull es el más notable. “El nombre Ok aparece en las sagas escritas en los siglos XIII y XIV, por lo que tenemos ocho siglos conociendo esa montaña con ese nombre”. “La mayoría de los niños [de Islandia] conocían ese glaciar por su nombre, y era muy fácil verla desde las zonas habitadas; era una referencia en el paisaje”.
Si bien la realidad de los glaciares que se derriten es sombría, Howe y Boyer esperan que la placa sea una invitación a tomar medidas para reducir nuestro impacto ambiental. (Nota: incluso si hoy dejáramos de producir cualquier emisión de carbono, los científicos estiman que el planeta seguirá calentándose durante décadas, tiempo suficiente para derretir muchos más glaciares). “El homenaje no es para los muertos. Es para los vivos: para unirnos después de la pérdida”, dice Boyer. “Sabemos que este es el primer monumento a un glaciar que se derritió por los cambios generados por el hombre en el medioambiente, pero esperamos que no sea el último. Esperamos que sirva de inspiración para que personas de todas partes del mundo creen registros y marcadores históricos significativos”.
Este artículo es publicado gracias a una colaboración de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de Slate, New America, y Arizona State University.
es una periodista independiente que escribe sobre ciencia, tecnología y naturaleza.