Foto: Bjorgialt, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

Cuando el negacionismo del cambio climático y los incendios forestales chocan

A la par de los incendios que desde hace semanas azotan al Oeste de Estados Unidos, otra fuerza destructiva se extiende sin control: las teorías de conspiración.
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Durante el fin de semana del pasado 7 de septiembre, feriado por el día del Trabajo en Estados Unidos, una poderosa tormenta de viento barrió el caluroso paisaje, asolado por la sequía, de Oregon, provocando un brote de incendios forestales destructivos y mortales. En los días posteriores a este suceso, otra cosa destructiva comenzó a extenderse sin control: las teorías de la conspiración.

 

Si bien los científicos dicen que el cambio climático causado por el hombre ayudó a crear las condiciones para estos históricos incendios forestales, las personas que niegan la ciencia climática ayudaron a avivar las llamas de las conspiraciones sobre cómo comenzaron los incendios. En un año de crisis agravadas, aquellos que rechazan la realidad del cambio climático son parte de una red de comunidades marginales que se cruzan y conectan como nunca antes, las cuales incluyen a activistas como los antivacunas y QAnon. Reforzados por estas conexiones, los negacionistas del cambio climático están amplificando la desinformación que se está propagando peligrosamente en un mundo literalmente en llamas. (A más de un mes de distancia, todavía hay incendios activos en California).

Tomemos al grupo canadiense Friends of Science, una pequeña sociedad sin fines de lucro (tiene un presupuesto de alrededor de 113 mil dólares y casi 38 mil seguidores en Twitter) que culpa incorrectamente al sol de potenciar el cambio climático mientras afirma, sin ironía, que su objetivo es “educar al público sobre la ciencia climática”. El 13 de septiembre, cuando los funcionarios de Oregon ya estaban combatiendo la información errónea sobre los incendios forestales, Friends of Science retuiteó repetidamente una confesión falsa en Twitter que afirmaba que los grupos antifa, un movimiento político de extrema izquierda, habían colaborado para iniciar los incendios con el fin de “llamar la atención” hacia el cambio climático.

En medio de tales denuncias de incendios provocados y saqueos, patrullas de vigilantes armados en el noroeste de Oregon comenzaron a montar retenes ilegales en las carreteras, intimidando tanto a las familias que huían de los incendios como a los periodistas que informaban sobre ellos. El 10 de septiembre, en el sur de Oregon, una oficina del sheriff del condado pidió al público que dejara de abrumar a los operadores del 911 con llamadas sobre un rumor falso de que seis miembros de la antifa habían sido arrestados por iniciar incendios en el condado de Douglas. Los funcionarios locales y el FBI refutaron enérgicamente los señalamientos en el sentido de que los incendios forestales en Oregon habían sido provocados por motivos políticos. Sin embargo, el movimiento vagamente organizado de activistas de izquierda se ha convertido en el personaje favorito de terror de la derecha y un objetivo frecuente del presidente Donald Trump, especialmente luego de que las protestas por la justicia racial cobraron fuerza durante el verano, específicamente en Portland. A medida que los incendios forestales se desataban en Oregon y el resto de la costa oeste, esta conspiración sobre antifa tomó una forma peligrosa.

“Así como las teorías de conspiración se manifiestan en el mundo real en forma de protestas contra el uso de cubrebocas”, dice Kate Starbird, investigadora de la Universidad de Washington que ha seguido la explosión de la desinformación en torno a la covid-19, “aquí están manifestándose con cierres de calles y personas amenazando a otras con armas”.

Después de compartir versiones de la conspiración sobre los incendios provocados, Friends of Science retuiteó otras menciones de fuegos provocados en la costa noroeste del Pacífico. Un incendio de matorrales provocado y extinguido rápidamente, o uno en el sitio de las protestas de Portland, de algún modo se convirtieron en una forma de descartar toda la crisis climática. Como señala la investigadora sobre la desinformación Claire Wardle, “la desinformación más efectiva siempre ha sido aquella que tiene un núcleo de verdad”.

Es posible que en todo este tema se encuente en juego el sesgo de confirmación: la tendencia de las personas a aceptar la nueva información que confirma sus creencias y visiones del mundo. Este sesgo podría hacer que algunas sean susceptibles a aceptar explicaciones alternativas, como la usada por Trump cuando culpa al mal manejo forestal por la severidad de los incendios, una estrategia que ha sido convincente para muchos de la derecha. A medida que las personas atraviesan un proceso que Starbird describe como “creación de sentido colectivo”, estas buscan evidencia que explique la crisis que están atravesando. “Si hay dos teorías en competencia que surgen del proceso de creación de sentido”, dice Starbird, “la gente podría sentirse más atraída por las que se alinean con sus creencias preexistentes”.

Dado que es más probable que los negadores del cambio climático se adscriban a las teorías de la conspiración en general, rechacen el conocimiento de los expertos y desconfíen de las instituciones, es más fácil entender que crean que los científicos engañan al público cuando declaran que el cambio climático es causado por los humano,  o que los destructores incendiarios de izquierda están provocando los incendios de Oregon. “Si la comunidad científica dice que el calentamiento global causado por el hombre está exacerbando los incendios forestales, ¿cómo se explica eso?” dice el investigador de comunicación climática de la Universidad George Mason, John Cook. “O bien están todos equivocados en la misma dirección, o bien están conspirando para engañarnos. [Los negadores de la ciencia] optan por la segunda opción”.

Las teorías de conspiración sobre el carácter provocado de los incendios también pasan por alto la ciencia en sí. El cambio climático no es en sí la llama que enciende estos incendios catastróficos, sino que está creando condiciones más favorables para que la yesca se queme más rápido y con mayor intensidad, sin importar cómo se encienda. Eso se remonta al punto de Starbird sobre la creación de sentido: si los conspiracionistas están buscando una explicación para los incendios forestales sin precedentes, es posible que el papel del cambio climático no concuerde con sus creencias existentes, pero que la idea de los incendiarios sí. Sin embargo, los negacionistas de la ciencia climática que intentan usar a los incendios supuestamente provocados como un ataque a la crisis climática, lamentablemente, no son exclusivos de este año. (Tampoco lo son las conspiraciones sobre invasiones de antifa en las zonas rurales de Oregón). En enero, Australia también fue consumida tanto por incendios catastróficos como por conspiraciones perniciosas de la extrema derecha sobre que los incendios fueron iniciados por un grupo de incendiarios, incluidos “ecoterroristas“, que buscaban avivar los temores sobre el cambio climático. ¿Les suena familiar?

A Daniel Angus sí le sonó familiar. Este investigador de comunicaciones digitales de la Queensland University of Technology rastreó el papel de aproximadamente 300 bots de Twitter en la difusión de esta desinformación en Australia bajo el hashtag #ArsonEmergency. Meses después, él y sus colegas observaron con pavor la magnitud de los incendios forestales en el oeste de Estados Unidos. “Todos pensamos que era cuestión de tiempo antes de que también viéramos una repetición de las campañas de desinformación”, comenta. Angus caracterizó ambas situaciones como “un intento de desviar la importante conexión entre la gravedad de estos incendios y el creciente impacto del cambio climático inducidos por el hombre”.

Cuando le señalé a Friends of Science que la confesión de los incendios de antifa era falsa, la gerente de comunicaciones Michelle Stirling me agradeció por señalar que la cuenta original había sido suspendida y procedió a compartir información sobre los seres humanos como la causa principal de los incendios forestales y la importancia de administrar la cantidad de material combustible en los bosques. Sin embargo, hasta la fecha, los retweets de Friends of Science y la respuesta a la confesión falsa de antifa no se han eliminado.

Es extremadamente difícil determinar si un grupo o un individuo está eligiendo ejemplos de incendios provocados en Oregon o Australia para promover un objetivo político o porque realmente estos representan creencias genuinas reforzadas por un pensamiento sesgado. A menudo, ambos parecen prácticamente idénticos. “Alguien que elige cuidadosamente la intención de engañar se parece a alguien con sesgo de confirmación. Por ejemplo, el engaño intencional se parece a un autoengaño”, según Cook. Es un terrible ciclo de desinformación, uno que seguirá girando a medida que los defensores de diferentes teorías de conspiración se inciten mutuamente.

Recientemente, Melissa Ryan, directora ejecutiva de la consultora CARD Strategies, quien trabaja con clientes para contrarrestar la desinformación, participó en un proyecto de investigación que descubrió que un grupo vocal de negacionistas de la ciencia climática ha comenzado a interactuar regularmente en línea con QAnon, la teoría de la conspiración sin fundamento que afirma que un grupo de pedófilos pertenecientes a élites globales y enquistados en el “Estado profundo” está conspirando para derrocar a Trump. Los seguidores de QAnon siguen los mensajes de un líder anónimo llamado “Q”, que ha comenzado a señalar la acción climática como una “estafa”. Recientemente, Q hizo referencia a un tweet de Paul Romero, un republicano que contendió infructuosamente para ser el candidato de su partido por Oregon para el Senado de Estados Unidos. En su tuit, Romero repitió la desinformación que culpaba de los incendios del estado a los incendiarios antifa. Luego se negó a borrar el tuit, incluso después de admitir que “no era 100% exacto”. La comunidad de QAnon ayudó a viralizar su tweet falso sobre los incendios. Friends of Science se encuentra entre los que retuitean cuentas de QAnon, a menudo videos de animales. “Al igual que cualquier cuenta, a veces retuiteamos cosas que creemos que pueden interesar a nuestros seguidores. También retuiteamos dibujos animados”, dice Stirling, en respuesta a preguntas sobre si el grupo apoya a QAnon.

El marcado deslizamiento de los negacionistas del cambio climático hacia el terreno de lo conspiratorio preocupa a Ryan. Eso, combinado con la avalancha de desinformación que surge de una escena de protesta volátil en Portland y los mensajes de Trump dirigidos a antifa, equivale a lo que ella llama “la tormenta perfecta de lo terrible”.

Añádase a esta tormenta el impulso de alguien con una plataforma masiva, como el podcaster y comediante Joe Rogan. En un episodio publicado el 17 de septiembre, Rogan repitió una versión de la conspiración sobre incendios provocados a sus millones de oyentes. Si bien se disculpó rápidamente por difundir esta información errónea, tiene un historial de entrevistar a teóricos de la conspiración, incluido el notorio Alex Jones (aunque Rogan también ha discutido con una invitada sobre su negación del cambio climático).

El que personas como Rogan o los negacionistas del cambio climático crean o no en las teorías de conspiración que comparten parece menos importante que el hecho de que, en primer lugar, estén dispuestoa a amplificar esta desinformación. Hay muchas personas que “no necesariamente lo creen en su totalidad, pero sí lo suficiente como para difundirlo porque se alinea con sus objetivos políticos”, dice Starbird, quien estudia específicamente la difusión de desinformación durante las crisis. (Este año está muy ocupada).

Debido a que las correcciones rara vez llegan tan lejos como el mensaje original, movimientos como el de Rogan corren el riesgo de seguir atrayendo a lo que Starbird llama la “multitud inconsciente”. Al transmitir por ignorancia las conspiraciones y la desinformación, estas personas pueden terminar poniendo en peligro a sus comunidades, al obligar a los socorristas a gastar recursos valiosos en el manejo de las consecuencias de tales rumores. Como señaló Ryan, “lidiar con esto ahora es parte de su trabajo y, francamente, los pone menos seguros.”

 

Este artículo es publicado gracias a una colaboración de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de SlateNew America, y Arizona State University.

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es una verificadora de datos y periodista de temas de ciencia y ambientales, radicada en Seattle.


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