El Tren Maya y las voces que no suelen escucharse

Las afectaciones medioambientales de un proyecto como el Tren Maya serán inevitables. Aquí una mirada a tres especies que habitan la zona y cómo resentirán este impacto.
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El sureste mexicano destaca en el panorama mundial por su gran diversidad biológica y cultural. Allí habitan miles de especies de animales, plantas, hongos y microorganismos; muchas de ellas endémicas de México, es decir que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo. Una buena proporción de esta diversidad está en peligro de extinguirse, por lo que se han creado áreas naturales protegidas y programas de conservación para evitar su desaparición.

Sin embargo, los nuevos proyectos de desarrollo socioeconómico y de turismo, como el ‘Tren Maya’, podrían representar una nueva amenaza para la biodiversidad del sureste. Si esto se quiere evitar, es necesario conocer la biota que habita en la región y su importancia para las comunidades humanas, a fin de diseñar proyectos con un impacto bajo para la biodiversidad. Como ejemplo podemos tomar tres especies de la Península de Yucatán con distintos requerimientos ecológicos, distintas funciones en el ecosistema y diferentes relaciones con los humanos.

Jaguar (Panthera onca)

Estos grandes felinos en peligro de extinción habitan desde México hasta Argentina y están asociados a selvas densas bien conservadas. La especie ha perdido más de la mitad de su hábitat original en Latinoamérica, pero los esfuerzos de conservación han logrado el crecimiento de algunas poblaciones, como lo indica el Segundo Censo Nacional del Jaguar 2018, que registró un aumento de 20% de jaguares en México durante los últimos ocho años. Por ejemplo, el Programa de Acción para la Conservación de la Especie (PACE): Jaguar, así como la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar incluyen acciones de mitigación y reducción de la pérdida y fragmentación del hábitat, monitoreo del jaguar y de sus presas, mitigación del conflicto humano-jaguar, mitigación del efecto de carreteras y construcciones, así como el fortalecimiento del marco legal de protección y acciones de comunicación de la ciencia.

En el país, la Península de Yucatán alberga las poblaciones más importantes de jaguares, como la que habita en la Reserva de la Biósfera de Calakmul. Allí, cada individuo necesita un territorio de hasta 59 km2, con muchos cuerpos de agua y un alto número de presas grandes como venados y pecaríes. Sin embargo, conservar ese tipo de hábitat es cada vez más difícil debido a las altas tasas de deforestación de los desarrollos urbanos y turísticos, así como a las actividades de agricultura que ocupan los cuerpos de agua para riego. Además, las carreteras, los caminos y las vías férreas provocan una alta mortalidad de estos felinos por atropellamiento o por ser barreras que aíslan a sus poblaciones naturales.

Los jaguares son depredadores tope que regulan y controlan las poblaciones de herbívoros en los ecosistemas naturales. Con ello modifican indirectamente el tipo y abundancia de las plantas, por lo tanto influyen en la forma y estructura de las selvas. Poblaciones saludables y numerosas de jaguares son indicadoras de una buena salud y una alta biodiversidad de los ecosistemas que habitan. Así, al mantener en buen estado de conservación las grandes extensiones de tierra que estos felinos requieren para subsistir, se protege también a las otras especies que habitan allí. Éstas se benefician de forma indirecta de la sombra de protección que les brinda el jaguar. Por eso, los jaguares son también una especie sombrilla.

Para proteger a los jaguares es necesario mantener en buen estado las áreas de conservación y permitir la conexión entre esos sitios. De esa manera, las poblaciones de jaguares serán más saludables y su vulnerabilidad al impacto de las actividades humanas será menor. Todavía no se sabe cuál será la ruta exacta por donde pasarán las nuevas vías del Tren Maya, ni se ha especificado qué estrategias se implementarán para salvaguardar la integridad de los felinos a lo largo de todo el proyecto, pero sería deseable que el diseño considerara los requerimientos de fauna silvestre como el jaguar y otros grandes vertebrados.

Abejas meliponas (Melipona beecheii)

Las abejas sin aguijón de la especie Melipona beecheii se distribuyen en las selvas bajas desde México hasta Costa Rica. Los antiguos mayas de la Península de Yucatán las llamaban ‘xunan-kab’ o ‘colel-kab’ y cultivaban sus colonias para usar su miel como antibiótico, como endulzante, para aguamiel y como un recurso económico importante. Después de la colonización y de la introducción de la abeja africanizada Apis mellifera, la meliponicultura en la región casi se extinguió. Hoy sobreviven escasas poblaciones silvestres en los pocos hábitats bien conservados de la costa de la península y la meliponicultura exitosa es poco frecuente.

De acuerdo con el ecólogo Rogel Villanueva, las colonias silvestres de M. beecheii se encuentran en huecos profundos de árboles, por lo que requieren que estos tengan troncos mayores a 30 cm de circunferencia. Ese tipo de árboles son cada vez más escasos en el sureste mexicano debido a la tala y a las constantes modificaciones provocadas por la agricultura. Por lo tanto, su hábitat y el número de colonias silvestres registran una reducción significativa en los últimos años. Su producción de miel también ha disminuido debido a la escasez de las flores de árboles y arbustos nativos que necesitan y a la fuerte competencia con A. mellifera. La baja producción de miel reduce el tamaño de las colonias y las hace vulnerables a enemigos naturales.

Se calcula que el número de colonias domesticadas ha declinado en más de 90% desde la década de los ochenta debido a que esta práctica ha resultado de poco interés para las nuevas generaciones que podrían heredar el conocimiento de sus padres. Además, muchas personas sin experiencia extraen colonias silvestres para iniciar sus meliponarios, lo que incrementa el riesgo de extinción de la especie. Los actuales programas de preservación de la meliponicultura buscan evitar esas prácticas mediante la difusión de técnicas y experiencias de productores del sureste mexicano y el apoyo de académicos y estudiantes.

M. beecheii es polinizadora de gran número de plantas silvestres y de cultivos, tales como el tomate, axiote, chile habanero y calabazas. Este servicio ecosistémico es de gran valor económico en la reproducción y fructificación de cultivos, y su función ecológica es relevante para la salud de bosques y selvas.

Para proteger a la especie es necesario evitar la sustitución de plantas nativas por otras de interés económico, fomentar la conservación de las áreas forestales cercanas a pueblos y áreas cultivadas, así como incentivar el uso de áreas protegidas y reservas para la meliponicultura y para la reintroducción de colonias a sus hábitats naturales.

Orquídea Cohniella yucatanensis

Es una especie endémica de México que se distribuye en las selvas bajas del norte y oeste de la Península de Yucatán. Fue descrita recién en 2010 y se desconoce mucho de su biología y ecología. William Cetzal y Germán Fernández describieron la especie y la clasificaron como vulnerable según los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), es decir, que sus poblaciones en vida silvestre enfrentan un alto riesgo de extinción. Las poblaciones silvestres de esta orquídea apenas sobreviven en algunos parches de vegetación y su hábitat está altamente fragmentado debido a la construcción de carreteras y a desarrollos agrícolas, urbanos y turísticos. Además, de acuerdo con Cetzal, estas orquídeas se comercializan en ferias locales y han adquirido importancia económica, lo que fomenta la extracción ilegal de ejemplares silvestres y pone en riesgo a sus poblaciones. Si esta situación no cambia, el acervo genético de las orquídeas silvestres podría perderse y con ello las posibilidades de recuperación de la especie.

Un futuro viable

En los tres casos anteriores se exponen distintos beneficios económicos, alimenticios y de calidad de vida que obtenemos de la biodiversidad. En conjunto, los servicios que esta nos brinda no son comodidades extra, sino condiciones que hacen viable la existencia de las comunidades humanas. Tal como proponen las investigadoras Carla Galán, Patricia Balvanera y Fabiana Castellarini en su libro “Políticas públicas hacia la sustentabilidad: Integrando la visión ecosistémica”, en relación a los nuevos proyectos del norte del país, es posible concebir un desarrollo distinto para México que contemple y aproveche el mantenimiento de la biodiversidad.

Para asegurar el futuro de las personas que habitan en la Península de Yucatán, debemos permitir la existencia de áreas conservadas y preservar las relaciones ecológicas entre especies. En medio de una crisis mundial de la biodiversidad, es necesario diseñar los nuevos proyectos y tomar decisiones con una mirada puesta en la importancia de la relación entre la biota y los humanos, si queremos asegurar las condiciones de existencia sana y digna para más de una generación a futuro.

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Doctora en Ciencias, especialista en entomología y biodiversidad. Miembro de Cúmulo de Tesla, colectivo interdisciplinario de arte y ciencia.


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