Kmtextor, CC BY-SA 4.0 , via Wikimedia Commons

Falta agua

Para enfrentar la escasez de agua, hace falta reducir el consumo, reforestar, aprovechar las lluvias y eliminar fugas.
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Los rayos del sol caen verticalmente entre el 20 y el 22 de junio cada año. Eso define la línea imaginaria llamada Trópico de Cáncer, que delimita una franja de desiertos en el hemisferio norte: el Sahara, el de Arabia, el Gobi en Asia y los desiertos del norte de México y el sur de los Estados Unidos. En esa franja falta agua. Mientras que en el Sureste mexicano llueve metro y medio de agua al año (1,500 milímetros), en el Norte llueve treinta veces menos (50).

Casi toda el agua del planeta es salada (97%). La que se evapora por el sol y se convierte en nubes y lluvia es la fuente renovable de agua para la vida vegetal, animal y humana. Teóricamente, la desalación de agua de mar puede ser otra fuente inagotable de agua dulce, pero la prohíbe el costo. La investigación para reducirlo merece grandes inversiones.

Sería bueno hacer que llueva más donde falta agua. Pero los intentos de provocar precipitaciones rociando nubes con sustancias químicas desde aviones fumigadores no han sido convincentes. La reforestación sí ha sido un éxito, cuando se hace bien, porque auspicia las lluvias y se paga sola. Además, reforestar genera empleos y productos maderables o comestibles, como los frutales, en el campo. En las ciudades, las calles arboladas son bonitas, dan sombra, mitigan los daños del viento, las tolvaneras, el calor, los chubascos y el granizo: tienden un toldo vegetal. Reducen el ruido, absorben agua de lluvia por las raíces y gases tóxicos de los automóviles por las hojas. Atraen pájaros y turismo.

Aprovechar mejor el agua que cae, en vez de que se evapore o fluya de nuevo al mar, ha sido un éxito desde las culturas indígenas que construyeron pilas de captación hasta los sexenios constructores de grandes obras hidráulicas. Pero la construcción no ha continuado. Ni se ha visto el potencial de las pequeñas obras hidráulicas. También la recolección casera tiene potencial. Hay colectores de lluvia de venta en Amazon y programas de patrocinio oficial en algunas ciudades. Todos los parques deberían tener colectores de lluvia para su propio riego.

Hay que reducir el consumo. Subiendo el precio del agua a los grandes consumidores, sobre todo industriales, para inducir el reciclaje. Imponiendo el uso de llaves que no gotean. En la vivienda nueva, el agua desperdiciada en la regadera hasta que sale caliente no debe ir al drenaje, sino a un tercer tubo que descargue en una cisterna para reciclarla (Julio Hubard). Se puede lavar un auto con un cuarto de litro de agua (www.sinagua.mx). El WC con tanque de 6 litros, en vez de 20, ha sido un éxito. Los mingitorios sin agua, no tanto (requieren cubetazos de agua contra el mal olor). Hacen falta bebederos, lavabos y regaderas para servicio público con monedas y cierre automático en 3 o 5 minutos.

La Ciudad de México (con lluvias de 500 mm) tiene problemas de agua, todos de origen humano. Se fundó en un islote del lago de Texcoco. Fue centro del Imperio azteca, y por eso un imán para Hernán Cortés. Ya entonces era la mayor conurbación del continente, y lo sigue siendo. Después fue imán para millones de mexicanos, porque la República federal resultó de hecho centralista.

Por su asentamiento lacustre ha vivido expuesta a inundaciones. El crecimiento redujo la superficie permeable al agua que cae y baja a los acuíferos. La nueva pavimentación debe ser permeable. Los pozos extraen de los acuíferos más agua de la que reciben. El déficit provoca socavones, derrumbes y el hundimiento paulatino de la ciudad, que terminará en desastre. Frenar la extracción y contaminación del agua (casi no renovable) de los acuíferos será costoso, pero el costo de no hacerlo será muchas veces mayor. El agua de Michoacán (subida a un costo enorme) deja sin agua otras regiones. El drenaje pluvial no tiene capacidad para desaguar una lluvia intensa, y no debe descargar en el de aguas negras, sino bombearse a los acuíferos. La captación de lluvia para almacenar es insuficiente. También el tratamiento de aguas negras para reciclarlas (50%). En Alemania se recicla el 100%. Gota que entra no sale.

Después de toda la inversión para llevar agua a las viviendas, desperdiciar un tercio en fugas de la red es absurdo.

Publicado en Reforma el 28/XI/21.

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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