Sergio Gonzรกlez Rodrรญguez
Campo de guerra
42º Premio Anagrama de Ensayo
Barcelona, Anagrama, 2014, 168 pp.
Al contemplar los hechos de violencia que dominan los titulares de los diarios y configuran la atroz cotidianidad de nuestro paรญs resulta poco convincente la muy discutida tesis del psicรณlogo, lingรผista y divulgador Steven Pinker respecto de que vivimos la era mรกs pacรญfica de la historia de nuestra especie. En su libro Los รกngeles que llevamos dentro, Pinker compara los รญndices de violencia de todas las รฉpocas con los actuales y pone en evidencia que hay un declive constante en el nรบmero de crรญmenes, genocidios y muertes en actos de agresiรณn. Pinker adjudica esta tendencia a un aumento de la alfabetizaciรณn, del cosmopolitismo, del comercio, del respeto a la autoridad de los gobiernos y a un desarrollo de la empatรญa, la tolerancia y el control de nuestros impulsos mรกs brutales. Sin embargo, en este momento en que proliferan en buena parte del planeta conflictos y horrores que no responden a la lรณgica tradicional de la guerra, sino que se rigen por criterios novedosos, la explicaciones de Pinker estรกn lejos de ser satisfactorias y hacen falta nuevas herramientas para entender las formas que adquiere la violencia contemporรกnea.
Sergio Gonzรกlez Rodrรญguez, en su mรกs reciente libro, Campo de guerra, intenta explicar este nuevo estado de guerra permanente que se manifiesta en la militarizaciรณn de las sociedades, el uso de las comunicaciones digitales para el espionaje, el control y la vigilancia, el recurso de los “contratistas” bรฉlicos y la privatizaciรณn militar. El campo de guerra al que se refiere Gonzรกlez Rodrรญguez no se limita al territorio fรญsico donde tienen lugar las hostilidades sino que incluye recursos humanos, parafernalia, redes de informaciรณn y comunicaciรณn, “…un dominio continuo, plano, simultรกneo, ubicuo, sistemรกtico y productivo, e incide en mar, aire, tierra, espacio y ciberespacio”. El campo de guerra es un modelo equivalente a un campo gravitacional, radiactivo o elรฉctrico, un dominio donde se cumplen ciertas leyes, donde objetos y sujetos se someten a la influencia de determinadas fuerzas irresistibles. El autor de Huesos en el desierto (2002) se concentra en el anรกlisis del marco legal, el contexto social y las implicaciones polรญticas del conflicto planetario que se desarrolla en este campo bรฉlico –considerando en particular el caso de Mรฉxico–; asimismo, reflexiona sobre la condiciรณn de las vรญctimas y el futuro de humanidad.
Es bien sabido que a partir de los ataques del 11 de septiembre de 2001 comenzรณ una nueva era de intervencionismo y agresiรณn estadounidenses. El atentado fue empleado por Estados Unidos para emprender campaรฑas militares en Afganistรกn, Iraq y en menor grado en otras naciones. Esta guerra contra el “terror” no reconoce fronteras ni “el principio de soberanรญa absoluta de los Estados” y puede moldearse de acuerdo con las condiciones de cada paรญs para imponer o exigir concesiones polรญticas, econรณmicas y sociales. La agresiรณn fundamentalista islรกmica sirviรณ para llevar a cabo el programa del think tank Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense, el cual proponรญa que un acontecimiento de la magnitud de un nuevo Pearl Harbor podrรญa dar lugar a un nuevo liderazgo mundial de Washington. Gonzรกlez Rodrรญguez dedica buena parte del libro a describir la transformaciรณn de Mรฉxico en un “campo de batalla bajo el nuevo orden global y la geopolรญtica de los eu”, debido al dudoso privilegio de ser el “patio trasero” del imperio. La reflexiรณn acerca de los tres elementos que caracterizan nuestra relaciรณn con la frontera norte (el muro, el puente y el basurero) es excelente. La visiรณn y la cronologรญa de la guerra contra el narco y su transiciรณn a una supuesta guerra entre narcos, que presenta el autor, es relativamente conocida, por lo menos en Mรฉxico. Podrรญamos decir lo mismo de la reflexiรณn en torno al discurso con que el Estado ha ido justificando sus fracasos al emplear la fuerza bruta en vez de la inteligencia, pero Gonzรกlez Rodrรญguez hace un hรกbil recuento de cรณmo la corrupciรณn endรฉmica del Estado mexicano, sus vรญnculos con el narco y el sometimiento a los dictados estadounidenses han condenado la lucha en contra del crimen organizado.
Una de las principales aportaciones de Campo de guerra es que no trata de ser un libro mรกs sobre el narco sino un estudio donde Gonzรกlez Rodrรญguez intenta trazar las lรญneas de fuerza que conforman los conflictos “ultracontemporรกneos” –tรฉrmino que usa de forma recurrente para referirse al “espacio/tiempo de la globalizaciรณn”–. No hay aquรญ un interรฉs por elaborar mรกs cansinos organigramas de capos y familias del crimen (como hacen tantos autores) ni por revelar el funcionamiento de las estructuras de poder de los cรกrteles ni por relatar por enรฉsima vez anรฉcdotas de impunidad y crueldad. Sรญ hay, en cambio, un intento de asir el carรกcter jerรกrquico, casi fractal, de las organizaciones criminales que se disputan el control del territorio nacional, desde las pandillas de barrio hasta los megacรกrteles trasnacionales. Y si bien habla de manera general y abstracta de los criminales, en el capรญtulo dedicado a las vรญctimas opta por emplear casos especรญficos, “cuerpos/personas” con nombre y apellido con los que dimensiona y da una proporciรณn humana a la tragedia.
La tecnologรญa es, de acuerdo con el autor, “el eje de todo”, por lo que discute la relevancia de las redes digitales, los drones y los dispositivos portรกtiles de comunicaciรณn e informaciรณn y la forma en que han transformado la mediรณsfera, enriqueciendo nuestras vidas pero al mismo tiempo creando las condiciones para que habitemos el campo de guerra. El espacio รญntimo se ha transformado en pรบblico y nuestra privacidad ha quedado expuesta a depredadores potenciales en cualquier rincรณn del planeta. Uno de los elementos mรกs controvertidos en esta guerra son sin duda los videos de torturas, ejecuciones y atrocidades realizados por sicarios convertidos en improvisados cineastas, los cuales una vez posteados en internet perpetรบan y extienden el horror al convertirlo en entretenimiento, en un regreso a los impulsos mรกs crueles y siniestros de los que habla Pinker y a lo que el autor llama una “involuciรณn cultural”. La grotesca teatralidad y la solemnidad ritualizada del registro de estos crรญmenes han dado lugar a una especie de gรฉnero de la abyecciรณn que ha impregnado el Zeitgeist.
El epรญlogo del libro es sin duda su parte mรกs controvertida debido a que parecerรญa la mรกs ambiciosa. Gonzรกlez Rodrรญguez emplea el tรฉrmino transhumanismo de una manera bastante particular para referirse a “…la incorporaciรณn de los seres humanos como una parte del gran sistema tecnolรณgico-militar que permitirรก ir mรกs allรก de los lรญmites convencionales, desde la biologรญa hasta lo social, que la especie ha mantenido durante miles de aรฑos. El proyecto transhumanista estรก vinculado a la aspiraciรณn ya no de bienestar colectivo sino de supremacรญa de quienes lo encabezan, poseen y administran”.
Esta es una peculiar apropiaciรณn de un tรฉrmino filosรณfico, que se refiere a la ilusiรณn (ingenua) de mejorar al ser humano a travรฉs de la ciencia y la tecnologรญa. Un sueรฑo mรญstico-cientรญfico que es un intento por derrotar la enfermedad, el envejecimiento y la muerte, el cual ha sido motivo de numerosos debates y altas dosis de ironรญa. No hay duda de que nuestra relaciรณn con las cรกmaras, pantallas, redes sociales y bases de datos en sociedades “ultraliberales” nos transforma, pero de ahรญ a llevarnos a ser una especie diferente hay un trecho. En un libro sรณlido y equilibrado resulta inquietante que Sergio Gonzรกlez Rodrรญguez termine dedicando demasiado espacio a proyecciones, tendencias y especulaciones futuristas y muy poco a explicar las caracterรญsticas tecno- culturales que definen su singular versiรณn de lo que serรก el hombre en el transhumanismo. ~
(ciudad de Mรฉxico, 1963) es escritor. Su libro mรกs reciente es Tecnocultura. El espacio รญntimo transformado en tiempos de paz y guerra (Tusquets, 2008).