A quince semanas del inicio de la pandemia, México ha sobrepasado los ciento cincuenta mil casos confirmados de covid-19 y es ya el séptimo país en muertes acumuladas por esta enfermedad. Independientemente de la metodología usada para el cálculo, la curva de contagios se encuentra en ascenso y son cada vez más los pacientes graves que requerirán atención médica muy especializada.
Al inicio de la pandemia, un censo de recursos reveló que en México existían 2,446 camas de terapia intensiva, que son las que están provistas de ventiladores, monitores cardíacos y lo más importante: un equipo de profesionales especializados que puedan hacerse cargo de esos pacientes. El 29 de marzo se inició el programa de reconversión hospitalaria, con el cual se buscaba aumentar, solamente para los Institutos Nacionales de Salud, de 117 a 725 las camas para cuidados intensivos. Para el 12 de mayo, el secretario de Salud informaba de la existencia de 8,113 camas “atendidas por un médico especialista” en el sector público.
Hasta este momento, incrementar la capacidad física y tecnológica ha sido un problema manejable, ya que las autoridades han logrado reacondicionar y “rescatar” algunos hospitales de diferentes instituciones e incluso crear una unidad “de campaña” adicional, gracias a la colaboración de la Cruz Roja. El problema es ahora la falta de especialistas médicos.
En 2015 existían en México cerca de 227 mil médicos, de los cuales 110 mil eran médicos especialistas. Este número es insuficiente, como lo confirma la Academia Nacional de Medicina de México. Según el secretario de Salud, México tiene un déficit de 200 mil médicos y 300 mil enfermeros. Las razones de estas cifras y las acciones más adecuadas para corregirla han sido objeto de otro análisis. Para la atención específica de la pandemia de covid-19 hacen falta alrededor de 2,000 médicos especialistas, según el Insabi.
De las 34 especialidades médicas reportadas en México, dos son indispensables para la atención a pacientes críticos con covid-19: especialistas en medicina crítica (llamados intensivistas) y neumólogos. Además, se requiere de personal de enfermería especializada.
Los médicos intensivistas están cargo de los pacientes en las salas de cuidados intensivos. La supervivencia de estos pacientes depende de qué tan bien integrada esté la unidad de terapia intensiva, que debe contar con tecnología, espacios, insumos y personal calificado. Los intensivistas son los jefes de cada equipo de atención a los pacientes con covid-19, compuestos por médicos generales y personal de enfermería. Para graduarse, estos especialistas deben acreditar de cuatro a seis años de estudios de posgrado en salas de cuidados intensivos en hospitales especializados. Ante la carencia de intensivistas, su papel lo han asumido médicos urgenciólogos, internistas, anestesiólogos o cirujanos.
A decir del doctor Jorge Sánchez Medina, presidente del Colegio Mexicano de Medicina Crítica, en México la cifra de intensivistas ronda entre 1,500 y 2,000. La Academia Nacional de Medicina habla de 1,927, de los cuales se han certificado el 47%. Una unidad de cuidados intensivos debe funcionar durante 24 horas, por lo que, si hablamos de tres turnos, actualmente tendríamos a menos de 700 intensivistas por turno, distribuidos de una manera no uniforme en todo el país, para atender más de 8,000 camas. Algunos estudios han establecido que la razón óptima entre médicos y pacientes para el adecuado cuidado de los últimos se sitúa entre 1:8 y 1:15. Según esas estimaciones, la proporción de 1:11 en México no sería inadecuada. Sin embargo, en la supervivencia de los pacientes influyen factores como la gravedad de estos y el entrenamiento del personal de la unidad de cuidados intensivos.
El coronavirus SARS-CoV-2 comienza por atacar las vías respiratorias y produce, en la mayoría de los casos, neumonías que pueden manifestarse con diferentes niveles de severidad. Es por ello que los médicos a cargo del diagnóstico clínico y manejo respiratorio de los pacientes con covid-19 deben ser los neumólogos. Sin embargo, estos se encuentran entre los especialistas más escasos en México y su entrenamiento se lleva a cabo solamente en siete sedes en el país.
Datos de la Academia Nacional de Medicina nos hablan de 1,071 neumólogos en todo el país, de los cuales 83% estarían certificados. Según un estudio de 2018, su número rebasa apenas los 750 especialistas en México, cuando éste debería ser de 2,000, ante una recomendación de 50 mil habitantes por neumólogo. Siendo optimistas, tenemos solo el 40% de los neumólogos que necesitamos. Mientras México tiene 0.6 de estos médicos para cada cien mil habitantes, Brasil tiene 1.5, Argentina 2.7, Estados Unidos 2.75, y España llega a los 3.25.
En México hay 315 mil enfermeras (en su mayoría, mujeres), de las cuales 33 mil son especializadas; sin embargo, no existe información disponible que permita clasificarles según el tipo de especialidad. Además del déficit que mencionamos al inicio, existe en nuestro país una proporción muy baja de personal de enfermería con respecto a los médicos, si tomamos en cuenta que el promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos es de 2.7 a 1 y en México es de 1.2 a 1.
El personal de enfermería es la piedra angular del funcionamiento de los hospitales y, en el caso del personal especializado, son quienes deberían estar a cargo de los pacientes más graves. El problema en México es más serio si tomamos en cuenta que la mayor parte de quienes practican esta labor solo cuenta con entrenamiento técnico básico. Apenas el 10% tiene una licenciatura y ha logrado especializarse en áreas como urgencias, cirugía o, en este caso, cuidados intensivos.
Tener camas adicionales con el mejor equipo disponible no tiene sentido si no se cuenta con el personal mejor calificado para hacerse cargo de los pacientes. El problema no es sencillo ni será posible resolverlo en el corto plazo. Entrenar más especialistas no es una tarea tan fácil como se ha planteado, ya que se requieren hospitales escuela, programas académicos que toman de 4 a 7 años y muchas, muchas más becas, todo ello en el marco del recorte presupuestal a la salud.
Mientras tanto, el gobierno federal ha comenzado a contratar médicos de todas las especialidades, así como médicos generales, con el fin de crear, temporalmente, equipos de respuesta que estarían a cargo de especialistas en pacientes graves. Los números, sin embargo, no cuadran, ya que hasta el momento no se ha contratado al total de 43,000 profesionales de la salud adicionales requeridos para el Insabi.
Por lo pronto, las medidas generales como el aislamiento social, las pruebas diagnósticas y el rastreo de contactos seguirán siendo la mejor forma de detectar a tiempo a los pacientes, tratando de evitar que sus enfermedades lleguen a fases más avanzadas.
es médico cirujano por la UNAM, analista, conferencista y asesor en políticas de salud. Ha publicado en diarios como Milenio y El Universal, y colaborado como consultor experto para medios de comunicación nacionales y extranjeros.